miércoles, 31 de diciembre de 2008

revista digital de cultura MACEDONIO BELARTE - AÑO IV - N° XXXIX - DICIEMBRE 2008




Esa saludable embriedad

por Andrés Scola

Las costumbres alrededor del vino cambian con el correr del tiempo. No es lo mismo el vino que disfrutaban griegos y romanos que el que se sirve hoy en las mesas argentinas. El placer y la moderación van de la mano, sólo hay que saber encontrar el punto donde beber se convierte en una experiencia saludable.

Fluye, inevitable, rojo, como la sangre, amarillo con destellos verdes, como la savia que vive en cada vid, rosado como el cielo de algunos atardeceres de enero, el vino pertenece a la tierra y a la humanidad, que la habita y usufructúa.

Por lo tanto y a lo largo de su historia, esta bebida ha cambiado, se ha transformado y se transforma con cada vendimia y así sucede desde hace algunos miles de años, el conocimiento de su elaboración se ha transmitido de generación en generación, pero no deberíamos ser tan ingenuos de pensar que aquel primer vino, que el relato bíblico atribuye haber producido a Noé, luego de varias cosechas post bajante de las aguas del diluvio universal, sea igual o al menos algo parecido a los néctares que la enología moderna nos brinda.

Mediante estudios arqueológicos, efectuados sobre restos de vasijas encontradas en distintos lugares del globo, se ha comprobado que la composición de los vinos de la antigüedad, dista mucho de la de hoy en día.

Si bien el principio de elaboración es aún, el milenario fenómeno de la fermentación de los azúcares contenidos en el jugo de las uvas por medio de levaduras esparcidas en el ambiente de la bodega y depositadas en la piel de las bayas, cuyo resultado es la formación de alcohol etílico, las características de este mágico líquido, se supone que difieren notablemente de los de la modernidad. Aquellos vinos que regaron las gargantas que produjeron las charlas platónicas en la antigua Grecia, como los que inundaron las celebraciones a lo largo y a lo ancho del Imperio Romano, como los caldos que embriagaron a Polifemo, especulan los expertos que, eran espesos y concentrados y que para ser consumidos debían someterse a la dilución con agua, cuestión que habría facilitado en aquellos difíciles tiempos, la conservación y el transporte.
A pesar de que en la actualidad las condiciones de guarda le brindan a esta bebida una larga vida, no existen y sería irracional pensar que alguna vez existan, muestras de los vinos de la antigüedad, por lo que solamente se puede especular acerca de cómo eran los brebajes en épocas pretéritas, en base a criterios enológicos.

Los vinos de calidad de hoy, pueden ser en algunos casos, densos, untuosos y corpóreos, pero distan un abismo de aquellos que corrieron en la caudalosa última noche de Pompeya.

Aunque definitivamente hay algo más que un concepto de elaboración que une los extremos y se trata simplemente de algo nunca bien ponderado, como es el efecto embriagador de la solución etílica. Y en esto hay más de una posibilidad ya que se puede pasar de un estado de alegría incipiente, a un pesado sopor que entumece los músculos y nubla los pensamientos.

Obviamente el estado final del consumidor, estará sujeto de manera directamente proporcional a la cantidad de etanol ingerida, por lo que adherimos y valga esto como declaración de principios, al consumo moderado del vino, de modo de alcanzar ese estado que el filósofo francés Michel Onfray define como "embriedad", tan lejos de la sobriedad como de la borrachera del alcohólico, referida en su obra "La razón del gourmet", como un estado mágico que conduce a comarcas que aclaran, iluminan e informan acerca del funcionamiento de la razón, acerca de sus límites.

Aclara también el autor que no elogia con esto, al amigo de las embriagueces, que lo convierten en un vasallo, en un trozo de carne embebido en alcohol, que transforman al usuario en un objeto que padece y no en un sujeto que desea.

La embriedad es definida entonces y esto sí se elogia, como un estado deseado, en cuyo concepto se funden la embriaguez y la ebriedad suponiendo el espíritu turbado por los vapores del alcohol y no derrumbado a causa de dosis excesivas.

La práctica del vino implica el gusto por el margen, el límite, la franja más allá de la cual se sabe que no hay retorno. Esta práctica exige que se domine el cuerpo con la suficiente precisión y destreza para que pueda pedírsele solamente rozar universos en los cuales uno podría perecer en cuerpo y alma, confundidos, si faltaran la habilidad y el sentido de la delicadeza.

Resulta necesario para defender el postulado de la embriedad, efectuar algunas consideraciones acerca de la problemática del alcoholismo y seguiremos para ello con los enunciados de Onfray, que dice al respecto "La embriaguez del alcohólico supone un hombre convertido en objeto, incapaz ya de abstenerse de bebidas inquietantes. A menudo, su dependencia debe relacionarse con su incapacidad para encontrar en él lo que permitiría la firmeza, la resistencia para con los dolores del mundo.
El alcoolismo es una noción que sale a la luz poco tiempo después del estado de hecho que caracteriza, contemporáneo de los años que siguen a la industrialización masiva de Europa. Muestra el malestar de la civilización, el deseo desesperado por responder a condiciones de existencia deplorables".

Afortunadamente, no es el malestar en la cultura, que genera el alcoholismo, lo que nos convoca, sino por el contrario destacar los beneficios que se pueden obtener con el consumo moderado de vino de buena calidad, modalidad que abarca a gran parte de los argentinos y por supuesto de los habitantes de gran parte del planeta ya que alrededor del vino en particular y no sucede así con todas las bebidas alcohólicas, se ha generado una verdadera cultura que tiene su raigambre en la historia milenaria que va desde aquellos jugos fermentados por Noé, fuertes, espesos, concentrados, salvajes, cuya posibilidad de ser bebidos estaba dada en el hecho de ser mezclado con agua, hasta los delicados elixires aportados por la enología francesa, y sus cepas, con la tecnología concebida por los norteamericanos y con la conjunción de esos factores sobre el suelo de nuestro país, que permite la obtención de vinos de la más alta calidad internacional.

Los nuevos vinos son efectivamente la combinación de conocimientos adquiridos desde hace miles de años y específicamente aquellos tintos que se producen en nuestro país resultan óptimos a la hora de componer una dieta equilibrada, ya que su consumo moderado proporciona según criterios científicos, beneficios al funcionamiento correcto del sistema cardiovascular por el aporte de los polifenoles contenidos en el jugo fermentado de las uvas, uno de estos compuestos químicos, denominado resveratrol, se encuentra en el hollejo de los frutos de la vid y según estudios recientes las cepas Malbec y Cabernet Sauvignon son quienes mayor cantidad poseen.

Es necesario destacar que la medida correcta para proporcionar placer y salud, es la de un par de copas de vino por comida ya que más allá de los criterios filosóficos que ensaya Michel Onfray, es conocido que el consumo excesivo de alcohol, puede llegar a provocar severos daños al organismo humano. Pero una vez más quedémonos con la parte positiva de este fenómeno.

Hay en nuestros tiempos, una tendencia que favorece esta relación entre vino, placer y salud, y es la sustitución del consumo de cantidad, por el de calidad. Durante muchos años el sector vitivinícola produjo gran cantidad de vino común, que alimentaba el consumo masivo de esta bebida, y aún ahora se produce mayor cantidad de vino común que de aquellos denominados finos, pero la aparición de nuevas formas de consumo trajo consigo la sustitución del consumo mayoritario de vino en beneficio de la ingesta de cervezas, gaseosas, y una prolífica cantidad de otras bebidas.

La calidad parece ser ahora el distintivo buscado por quienes desean beber la milenaria bebida que nos convoca, y esto es algo plenamente satisfecho por la oferta de numerosas marcas y en general tipos de vino, que producen las más de mil bodegas esparcidas a lo largo de nuestra geografía desde Neuquén, Río Negro (frío seco para el Merlot y Pinot Noir) , por supuesto pasando por Mendoza (terruño ideal para el Malbec) y San Juan (desierto hecho vergel por la implantación del Syrah), hasta La Rioja, Catamarca y Salta (altura y gran amplitud térmica para un delicado Torrontés).

Suelos, climas y manos expertas y laboriosas, componen los distintos y extensos terruños de la Argentina que ostenta el quinto lugar en cuanto a la producción vinícola mundial, aspirando a convertirse en un plazo no muy lejano en uno de los primeros.

Afortunados, sin dudas somos los argentinos, quienes a un precio mucho menor que en el resto del mundo podemos acceder a vinos de gran calidad y variedad.

Dichosos, quienes podemos encontrar la medida justa del placer que brinda el consumo moderado de los caldos báquicos.

Venturosos quienes encontramos en el vino un hábito saludable, demostrado científicamente.


Andrés Scola
http://www.enofilos.com.ar/



Publicado por Agenda de Reflexión el Septiembre 18, 2008 07:24 AM




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LOS ARTISTAS DEL PUEBLO
Los olvidados de la pintura argentina

Postergados por los caprichos de la crítica elitista y olvidados detrás de los iconos de la dicotomía eterna entre Florida y Boedo, el tiempo y un nuevo libro editado en Estados Unidos empiezan a poner en su lugar a los pintores del "grupo de los cinco", José Arato, Adolfo Bellocq, Guillermo Facio Hebequer y Abraham R. Vigo.


Por: Guido Carellli Lynch

ARTE POLITICO Y OLVIDADO. Arato, Bellocq, Facio Hebequer y Vigo, autor de esta serie, trabajaban en el mismo taller al que acudían personajes como Juan de Dios Filiberto y Enrique Santos Discépolo.

"QUINQUELA MARTIN era amigo, pero era pintoresco y caro", explica el investigador.

El tiempo y Patrick Frank pagan las deudas con José Arato, Adolfo Bellocq, Guillermo Facio Hebequer y Abraham R. Vigo, no aún con el escultor de los cinco, Agustín Riganelli. Es que este estadounidense, profesor de arte latinoamericano en la Universidad de Nuevo México, en California, acaba de presentar un libro sobre los pintores del primer colectivo de arte político y social del continente.

A la reciente muestra organizada por la Fundación Osde, le siguió la aparición de Los artistas del pueblo. Pinturas y trabajadores de la cultura en Buenos Aires 1917-1935, que representa una de las pocas investigaciones sobre el grupo emparentado política y estéticamente con la escuela literaria de Elías Castelnuovo, Álvaro Yunque, Leónidas Barletta y un siempre más distante y reconocido Roberto Arlt.

"Fueron los primeros que vincularon arte y política en todo el continente. Es una cuestión de fechas. Los muralistas mexicanos empezaron en 1924, el Taller de Grafica Popular (TGP), recién apareció en el 37. Hay algunas obras del indigenista José Sabogal, pero nadie trabajaba organizadamente como 'los artistas del pueblo', que además empezaron en el 1917", explicó el miércoles en su agringado español Frank, en uno de los talleres de Proyecto Ace, la institución de residencias artísticas que lo invitó para presentar la flamante y postergada publicación.

−¿Cómo nació el proyecto del libro?

− A mí me interesa el arte que esté netamente vinculado con la sociedad, los nexos entre el arte y la sociedad y la política. Los artistas del pueblo ilustraban obras de los artistas de Boedo, de Castelnuevo, de Yunque. Eran amigos de ellos, Vigo trabajaba en la editorial Claridad y de ahí surgió una gran alianza. Conocí a coleccionistas, descendientes de los artistas, curadores, críticos y estudiosos sobre el tema. El libro tardó en realizarse como 5 años, pero lo que más me llamó fue la falta de información que había.

−¿A qué se debe ese olvido por los artistas del pueblo?

−A que los estudiosos, los críticos, favorecieron al modernismo. Siempre existió esta creencia de que el arte social es retrógrado en cierta manera. Yo no estoy de acuerdo. Los artistas del pueblo no eran innovadores con respecto a la forma, como los cubistas, como Emilio Pettoruti, pero innovaron en su forma de involucrarse con el pueblo. Tanto en Estados Unidos como acá hay un prejuicio en contra del arte social, que lo perjudica notoriamente.

Litografías, grabados, grabados en madera y una forma común de interpretar el mundo en plena ebullición de la Internacional Socialista. "Interpretar la consciencia del pueblo fue siempre nuestra más alta inspiración", dejó sentado alguna vez el propio Facio Hebequer.

En el plano estético "los artistas del pueblo" estaban influenciados por el ilustrador, grabador y activista social belga, Frans Masereel y por Käthe Kollwitz, la grabadora alemana, que siempre erigió su obra en favor de la clase proletaria. "Ellos pusieron lo suyo para adaptar esos modelos a la realidad argentina del momento. Para retratar La Boca, Isla Maciel, el conventillo y Buenos Aires", explica Frank.

−¿Qué los diferenciaba entonces de otros artistas como Benito Quinquela Martín?

−Quinquela Martín era amigo de ellos, pero siempre hizo un arte más pintoresco, más agradable. El contenido social no está al frente en sus pinturas, que son caras y únicas. La denuncia es menos clara en su obra.

−¿Y qué relación tenían con el tango?

Enrique Santos Discépolo frecuentaba su estudio y él en numerosas ocasiones señaló que lo que experimentó allí formó su punto de vista social. En mi libro le dedico un capítulo al tango Cambalache, que es de alto contenido social. Sin embargo, los artistas del pueblo cuando retrataban el tango reflejaban un aspecto negativo, porque ellos se alejaban de la cultura popular, combatían el tango y el teatro musical de la época, porque para ellos –marxistas- era "el opio de las masas". Querían implementar una cultura alta para trabajadores. Por eso hacían grabados en metal, con las mismas técnicas que utilizó Rembrandt y por eso no vendieron su obra en la calle como hacían los grabadores mexicanos.

−Se autodenominaban los artistas del pueblo. ¿Qué concepción tenían del mismo?
−Eran todos muy distintos. Bellocq se refería al pueblo argentino, por eso eligió retratar lugares como La Boca. Era el más nacionalista de los cinco. Arato prefirió retratar al pueblo de luto. Su mejor obra retrata la semana trágica, que si bien duró 10 días, él prefirió retratar el momento del duelo. Para Facio el pueblo era el proletariado revoltoso, por eso en cada serie sobresalen los derechos de los trabajadores. Vigo, en cambio, era el menos machista de los cuatro. Se ve la presencia de la mujer, de las luchas feministas. Para él, el pueblo no tenía distinción de géneros.
Después de un rato, ya durante la presentación Frank dio otra particular y emocionante visión sobre este grupo de artistas postergados, que ahora empiezan a recibir su tardío y merecido reconocimiento. "No eran nacionalistas, el pueblo para ellos era el del mundo entero, estaba presente en cualquier lugar en el que hubiera opresión. Esa visión cosmopolita, atenta al extranjero, es esencialmente argentina y es lo que me conmovió para escribir este libro, el único en inglés que trata este tema".









CLARIDAD. La editorial fundada por Antonio Zamora sirvió de nexo para que los "artistas del Pueblo" entablaran una relación personal y política con el "grupo de Boedo"


Fuente: Revista Ñ




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Entre Dios, el espíritu y el cerebro





La ciencia está descubriendo cómo actúa el cerebro cuando una persona tiene una experiencia mística o una visión religiosa.

Alicia Beltrami.13:29 07.09.2008

Según la medicina, existe una explicación científica para ciertos estados de elevación o de trascendencia, cuya significado puede estar condicionado por las creencias y por el contexto sociocultural.

Desde que se encontró con Él, Roberto dejó de creer en Dios: ahora está seguro de que existe. Siente “esa energía superior” guiándolo y se da el lujo de un mano a mano cuando el Señor lo visita en sus sueños. Roberto tenía 27 años cuando escudriñaba en la metafísica religiosa y la causalidad se hizo presente: una medianoche de mucho frío dos ladrones tumbaron a patadas la puerta de su casa en Haedo y él se interpuso entre el arma y su papá. El tiro le dio en el brazo izquierdo y abrió un manantial de sangre que fluyó durante seis horas, hasta que Roberto se desvaneció y los médicos aceptaron atenderlo aunque no tuviera obra social.

“Sentí que mi cuerpo se quedaba en la cama y yo me elevaba. Me veía ahí, acostado, y a mi mamá sentada al lado. No lo podía creer, sentía mucha paz, fue impresionante –relata a revista C–. Cuando estaba en el cielo, ya no tenía mi brazo lastimado y no tenía dolor. No se puede explicar, es algo hermoso de lo que no podés volver”.

Roberto está convencido de que estuvo muerto y que se encontró con Dios, quien comenzó a asomar en aquel viaje al más allá como una imagen gris. Tuvo “muchísimo miedo”, bajó la cabeza hasta sentir esa presencia bien cerca y, despacito, volvió a elevar la vista: “Lo miré y él también me miró. Tenía como la fuerza del Sagrado Corazón de Jesús, pero era una esfera luminosa de energía y alrededor de él siete esferas más. Después empecé a sentir el brazo y me mandó a la tierra de nuevo".

Experiencias místicas como las de Roberto tenían dos tipos de explicaciones conocidas, aceptadas e irreconciliables entre sí. La de los místicos y religiosos que las consideran el medio por el cual los hombres se comunican con los dioses o con el Cosmos, y la de los agnósticos que las piensan como producto de la sugestión devenida en una fe exacerbada. Pero desde hace unos pocos años la neuroteología –una nueva rama de la ciencia– viró el punto de discusión al cerebro, donde los neurobiólogos buscan identificar los circuitos neuronales responsables de construir estas vivencias.

En su libro Dios está en el cerebro (Editorial Norma), el filósofo y escritor norteamericano Matthew Alper recopila varias investigaciones y define los síntomas más comunes a las experiencias místicas, que también pueden alcanzarse mediante prácticas no religiosas como la meditación, el yoga o la danza, entre otros rituales.

Según Alper, durante estos estados se tiene la “sensación de unión” con el universo y también hay una percepción de atemporalidad, en la que el calendario gregoriano y la apreciación del tiempo es más parecida a la que tenemos cuando, por ejemplo, soñamos. Se suma “la certeza de haber encontrado la verdadera realidad”, que además se siente como “sagrada” e “imposible de describir con palabras”.

La única certeza hasta aquí para el neuropsiquiatra del Servicio de Rehabilitación del Enfermo Neuropsicológico del CEMIC, Diego Sarasola, es que lo que vivió Roberto es mucho más complejo que una experiencia mística: “Lo que pudo haber ocurrido es un fenómeno perceptivo por un cuadro de hipoxia cerebral, que es un déficit en la oxigenación por la pérdida de sangre. Como consecuencia, son múltiples las alteraciones de neurotransmisores que pueden producirse generando lo que el paciente interpretará según sus experiencias previas y cultura. De hecho, algo similar ocurriría con las famosas visiones de túneles de luz, una de cuyas explicaciones alternativas es la activación al azar de zonas de la corteza occipital involucrada en la visión”.

Los desacuerdos con la explicación científica llegan con las interpretaciones que, en general, están ligadas a las emociones, las creencias y el contexto sociocultural.

“Algunos dirán que eran sus familiares muertos que los llamaban, otros van a decir que vieron a Dios. ¿Pero qué es Dios? –se pregunta Sarasola–. Por ahí vio una luz deslumbrante porque, sí, hay una percepción de claridad importante. La sensación de paz puede ser por una liberación endorfínica, pueden ser un montón de cosas. Hay que ser muy cuidadosos en la interpretación, una cosa es el fenómeno perceptivo en sí mismo, y otra la explicación que la persona haga de él”.

EL MÓDULO. En 1997, un equipo de científicos de la Universidad de California en San Diego, dirigidos por el prestigioso neuroteólogo Vilayanur Ramachandran, observó que el 25% de las personas que padecen un tipo especial de epilepsia que afecta a los lóbulos temporales, experimentan un marcado fervor religioso antes de padecer un ataque. Contaban que durante sus crisis veían a Dios, sentían un estado de iluminación repentina y una profunda comunión con el universo. En su vida cotidiana y al margen de los ataques, tendían a preocuparse mucho por cuestiones místicas.

En un experimento de laboratorio, Ramachandran utilizó sensores cutáneos (que miden el grado de conductibilidad eléctrica de la piel) para comparar y contrastar las respuestas emocionales de las personas al escuchar palabras relacionadas con el sexo, la política y la religión. A diferencia de la mayoría de los participantes, que mostraron mayor sensibilidad al lenguaje o a las imágenes sexuales, los que sufrían este tipo de epilepsia reaccionaban más intensamente a palabras como “Dios” o “espíritu”.

Concluyó así que podría existir una base neuronal en el lóbulo temporal, donde los epilépticos experimentan una actividad elevada, involucrada en las experiencias religiosas. Los científicos la apodaron “el módulo de Dios”.

Lo relevante también es que esta zona del cerebro es importante para la percepción del lenguaje y del habla, y una experiencia común narrada por quienes pasan por estados místicos es "escuchar la voz de Dios", lo que podría surgir al confundir el sonido del lenguaje interno con algo externo.

Ahora parece que hasta Juana de Arco, Mahoma y el apóstol Pablo, entre otros profetas y líderes espirituales, padecían epilepsia en el lóbulo temporal, según documentación histórica encontrada por investigadores del Centro de investigaciones neurológicas de UCLA.

El doctor Andrew Newberg invalida la existencia de un módulo de Dios. Él es un neuroteólogo que hace punta en este tipo de investigaciones y dirige el Centro de Espiritualidad y Neurociencias de la Universidad de Pennsylvania. “Las experiencias religiosas y espirituales suelen ser muy complejas, demasiado diversas como para obtenerse solo de una parte del cerebro. Si bien los lóbulos temporales son importantes para lograr estos estados, interactúan con muchas otras regiones. Más que un módulo, hay pruebas que indican que una serie de estructuras cerebrales trabajan juntas para generar la experiencia espiritual”, explica a C.

Newberg se encontró con la férrea resistencia de Michael Persinger, psicólogo especializado en Neurofisiología Clínica de la Universidad Laurentian de Canadá, quien se había obstinado en demostrar que las experiencias místicas podrían generarse estimulando el lóbulo temporal con electroimanes, e hizo la prueba en su propia cabeza. Se colocó un casco con electrodos y luego perjuró que sintió su primera sensación de estar unido con Dios, aunque algunos de sus propios conejillos de Indias se encargaron de desmentirlo.

Incluso, un equipo de especialistas del Hospital Italiano de la ciudad de Buenos Aires desautorizó la ley Persinger con el caso de una paciente que sufría esa particular epilepsia y que cada vez que tenía una crisis se ponía a rezar. Los médicos estimularon el cerebro para localizar en qué zona del temporal se originaba la experiencia, y la paciente tuvo el ataque, pero sin el agregado místico. Después le extirparon el lóbulo y desde entonces reza tranquila.

La doctora Stella Maris Valiensi, que siguió el caso, explica que la generación de los estados religiosos va más allá de una simple estimulación del cerebro: alguna situación debió haberse grabado en la memoria de la mujer para explicar que rezara durante los ataques.

“Cuando empezaron sus crisis, ella era chiquita y para evitarlas tomaba su crucifijo y empezaba a orar, y hacía lo mismo mientras las sufría. Como quedó grabado en su memoria, se repetía como parte de sus crisis posteriores. Así es cómo funcionan los recuerdos y el lóbulo temporal está muy relacionado con la memoria”.

FUERA DEL CUERPO. Paula Parco es bailarina y no sufre de epilepsia. Una tarde, al terminar un ensayo en la casa de una amiga, se recostó exhausta sobre un sillón. Comenzó a relajarse, a respirar profundo. Cuando llegó a un estado entre la vigilia y el sueño sintió que su cuerpo se desdoblaba y que otro ser –igual a ella– se elevaba. Paula la recuerda como su “parte superpoderosa, de una energía muy potente”, que le dijo, aunque sin palabras, “tranquila, ya nos vamos a unificar”. Ahí comprendió que estaba frente a “su ser espiritual más evolucionado” y desde entonces confía en que ya llegará el día en que se unifiquen. “Quizás ni me dé cuenta o a lo mejor ya fue”, remata entre risas que remueven el aire de solemnidad de la confesión.

Ella asegura que no fue un sueño; “porque no”, porque lo sabe y porque “fueron los segundos más breves y más intensos” que haya vivido. Nunca más le volvió a suceder, eso que en la jerga científica tiene un nombre: Experiencias Fuera del Cuerpo (EFC).

Poder desdoblarse no significa asemejarse a Ghost, la sombra del amor. Nadie más que Paula pudo percibir su fantasma,todo sucedió en su cerebro, duró sólo un instante y puede definirse como una alucinación, en el sentido de ver, sentir o hasta oler lo que no existe para los demás. Algo debió haber pasado en sus lóbulos parietales, una región cerebral que está involucrada en la capacidad de atención y de ubicación visuoespacial, y que en su normal funcionamiento permite distinguir dónde y cómo son los lugares.

En las Experiencias Fuera del Cuerpo, una de las hipótesis sostenida indicaría que hay una inhibición de la actividad sanguínea en los lóbulos parietal y temporal, que se percibe de modo conciente en la persona como una desestructuración del espacio y luego se interpreta como un vuelo o un viaje astral, según la cultura de quien lo vive”, detalló Sarasola. “En nuestro cerebro está grabada nuestra estructura espacial y temporal, y cuando eso se altera uno lo interpreta como extraño”.

Un pico de estrés o ansiedad extrema podría desembocar en estos cuadros alucinatorios. La privación de los sentidos o un largo ayuno inciden de igual modo en los cambios de percepción. Hay estudios que indican, incluso, que las primeras sectas de cristianos estaban hasta treinta días sin comer para llegar a esos estados. Nada de esto por cierto le pasó a Paula, aunque sí estaba cansada y quizás, sin ser conciente, en estado de meditación.

Los lóbulos parietales también están involucrados en la meditación, que perfectamente realizada puede generar vivencias místicas. Para profundizar sobre sus efectos y ayudados por técnicas de medicina nuclear, Newberg y el psiquiatra y antropólogo Eugene D'Aquili lograron focalizar los circuitos neuronales implicados mientras un grupo de monjes budistas tibetanos meditaban.

En absoluto silencio, los religiosos transitaron un proceso de intensa concentración, esencial para acceder después a lo que llaman éxtasis. Las resonancias magnéticas tomadas de sus cerebros reflejaron una mayor actividad sanguínea en la corteza prefrontal, encargada de la concentración, y al igual que en las EFC, una inhibición del lóbulo parietal. Los monjes experimentaron una ausencia del sentido de espacio y tiempo y un alejamiento de la perspectiva normal de realidad. Si se le suma que el lóbulo frontal se excita durante la meditación, la experiencia se siente con mayor intensidad y, como dice D'Aquili, “esto hace que se alcance un estado de trascendencia extasiada y de totalidad, que trasmite tanto poder y fortaleza que se tiene la sensación de experimentar una realidad absoluta”.

A esta altura no hay discusión acerca de que el estado religioso se refleja en la actividad cerebral y de que las distintas experiencias involucran también a diferentes zonas del cerebro, o a las mismas pero activadas con distinta intensidad. Pero esos cambios neurológicos ¿son creados por el cerebro o este percibe y conecta con una realidad más espiritual? ¿El cerebro creó a Dios, o Dios lo creó así para comunicarse con los hombres?

UNA PALABRA. Matthew Alper, el escritor obsesionado por develar el misterio de Dios, tuvo que atravesar por una profunda depresión para obtener la respuesta. Él sostenía que al morirse, su cuerpo perecería pero jamás sucedería lo mismo con su espíritu, porque esa suma de experiencia conciente, esa esencia de la persona, sería eterna. Pero cuando la tristeza se le hizo carne, supo que su alma supuestamente inmortal solo reaccionaba a los efectos de sustancias químicas y se convenció “de que la conciencia humana debía ser una entidad física regida por procesos estrictamente físicos”.

"Dios es tan solo una palabra escrita en mi computadora", escribió Alper en el inicio de su camino en búsqueda de certezas. Si lo único que lo había sacado de su depresión había sido la medicina, hacia ella se dirigió. Recurrió a teorías, teorías y más teorías científicas.

En Dios está en el cerebro concluyó, apoyado en algunas investigaciones de Neuroteología, que ese ser superior al que gran parte de la humanidad adora no existe fuera de la cabeza humana. Y fue más allá: postuló que el hombre está biológica y genéticamente predispuesto a creer en una realidad espiritual para disminuir su miedo a la muerte y al sinsentido.

Desde una perspectiva evolucionista, según la cual la necesidad es la madre de la selección, afirmó que el ser humano desarrolló un grupo de genes espirituales responsables de la aparición de sitios fisiológicos cerebrales que desempeñan funciones heredadas: de la misma manera que lloramos, tendemos a creer en la espiritualidad. De otra manera, dice, es probable que no hubiésemos sobrevivido como especie. El rompecabezas cierra con una pieza más: la función trascendental de las experiencias místicas, que vienen a reforzar la creencia en una realidad sobrenatural.

ALUCINANTE. Además de realizar prácticas como la oración, los cánticos, la danza, el yoga o la meditación, muchas culturas utilizaron sustancias psicodélicas para llegar a estados místicos. Para Alper, es otro ejemplo de que Dios está en el cerebro porque si no tuviésemos ese mecanismo fisiológico que origina las experiencias religiosas sería imposible que las drogas pudiesen generarlas. No obstante, tanto Sarasola como el psiquiatra Jorge Ciprian Ollivier, miembro reconocido de la Escuela Argentina de Psiquiatría Biológica consideran esencial diferenciar las alucinaciones inducidas por estas sustancias: son mucho más intensas y no se podrían producir por un pico de ansiedad, el ayuno o la meditación. Ciprian Ollivier hace años que investiga sobre esquizofrenia y junto al departamento de química orgánica del Inifta- Conicet, dirigido por el doctor Arturo Vitale, encontraron en la orina de un grupo de esquizofrénicos y de tomadores de ayahuasca la misma cantidad del alucinógeno NN-dimetiltriptamina que, además, en pequeñas proporciones se activa durante los sueños en las personas sanas. Dedujeron que durante la toma del brebaje originario, de tribus de la Amazonia, se reproduce la causa química de un subtipo particular de esquizofrenia y asimilaron así los cuadros alucinatorios. Según Ciprian Ollivier, que probó la bebida, te sitúa en otro tiempo, espacio y gravedad.

Durante un estado inducido por ayahuasca, el músico Diego Bravo la estaba pasando mal. En el momento de mayor desesperación, mientras sentía que nunca regresaría del lugar al que lo había llevado la experiencia, intentó focalizar en un rostro conocido hasta que pudo ver a su hijo y más tarde a su padre y todo comenzó a brillar. Cuando pasó el efecto, volvió a su casa y su niño que recién se despertaba le preguntó de dónde venía. "Es que soñé que estabas alrededor de una fogata –le dijo el chico–, con gente, tomando cosas y yo te veía de arriba." Diego no supo qué decir y respondió lo de siempre: "Vengo de tocar".

Mientras Ciprian Ollivier dedujo que "podría ser telepatía" porque "telépatas somos todos, aunque no la podemos manejar y solo de vez en cuando tengamos alguna comunicación así. Son ondas, porque el cerebro emite ondas fortísimas". La ciencia no avaló nunca pruebas al respecto.

Diego, en cambio, buscó la respuesta en el guía de la ceremonia, quien le aseveró que era "lógico": "Con la ayahuasca te vas al mundo de los sueños". Era lo más parecido a lo que quería escuchar.

BIOLOGÍA Y ESPÍRITU. El científico Newberg concluye: "Creo que hay muchas piezas de este rompecabezas que incluyen una variedad de neurotransmisores, funciones y estructuras cerebrales, así como prácticas y experiencias que la gente tiene. Toda esta información es valiosa, pero debemos tener cuidado en cómo interpretamos los resultados, y si llegamos a la conclusión de que Dios crea estos cambios en el cerebro o el cerebro crea nuestras ideas acerca de Dios: eso es algo que la neurociencia no puede responder."

"Hasta el momento, la Neuroteología tiene la certeza de que los estados religiosos –continúa Newberg– utilizan una red similar de estructuras cerebrales que incluyen los lóbulos parietales, el frontal, el sistema límbico y el sistema nervioso autónomo. Dependiendo de la experiencia, estas zonas se ven afectadas de manera diferente".

Otro investigador de la nueva corriente neuroteológica, el psicólogo evolucionista de la Universidad de Oxford, Justin Barret, cree lo mismo que Newberg y agrega: "La verdadera respuesta es que muchas de las distintas partes del cerebro, inclusive los temporales, están activas durante las experiencias místicas, así como diferentes partes lo están mientras conversamos con un amigo. La razón es que la religión y las experiencias religiosas no son complementos agregados a la normalidad de la vida, sino una parte común de la existencia humana, que usa diferentes sistemas cerebrales".

Ambos científicos coinciden en que si bien estamos biológicamente obligados a encontrar sentido y plenitud a lo largo de nuestra vida, por lo que la religión bien podría considerarse un subproducto de una mente inteligente, eso no significa que exista “un gen espiritual” que determine las experiencias: “Estas son tan complejas y diversas que no parece probable que un gen sea el responsable”. Además, “el contexto es fundamental para la naturaleza espiritual de esos fenómenos. Cómo o cuánto la gente crea tendrá un profundo impacto sobre cómo interpretar los resultados. Todo el mundo probablemente tiene experiencias de tipo espiritual, en el fondo tan solo depende de cómo uno las define”, concluye Newberg.

Los logros que para el peluquero Alejandro Granado son consecuencia de practicar a diario las enseñanzas del budismo, para otros pueden ser fruto de la casualidad o hasta de un milagro. A modo de ejemplo, Alejandro cuenta que durante mucho tiempo quiso conocer la historia de los hombres de su familia, y aunque le habían asegurado que no quedaban en vida parientes que pudiesen ayudarlo, no pasaba un solo día sin meditar y repetir el mantra budista mientras focalizaba en su anhelo. Por eso, cuando una mañana abrió su casilla de mail no se sorprendió al leer que familiares españoles visitarían la Argentina y querían conocerlo.

En cambio, el periodista Alejandro Agostinelli estuvo meses negándose a calificar de mística una vivencia que aun hoy mantiene una dimensión mágica para él. Se estaba por cumplir un año de la muerte de su madre cuando escuchó su voz y rompió en llanto. Aunque provenía de un casete de un contestador telefónico –que él ni siquiera sabía que existía y que puso de casualidad en su walkman–, y sin obviar que la considera “una modesta experiencia de un escéptico”, Agostinelli considera que en ese momento de su vida hubo cierta magia. “Con las experiencias místicas –dice– hay mucha imaginación puesta al servicio de la narrativa, precisamente porque como hacen tanto impacto en tu vida, a la hora de trasmitirlas en palabras te encontrás con limitaciones y, sin ser conciente, las adaptás a un lenguaje persuasivo, mágico.”

Por su parte, Barret concluye que hay una “respuesta simple del por qué las personas somos religiosas y es que nuestras mentes están diseñadas de tal manera que somos naturalmente receptivos a ideas religiosas, cuando estas operan en condiciones ambientales comunes a la tradición y a la cultura religiosa, pero para ser específico deben realizarse muchas investigaciones más”. Y en eso está.

Con el auge de este tipo de estudios, Barret acaba de recibir 2,5 millones de euros de una fundación privada para plasmar un proyecto con el que pretende investigar, entre otras cuestiones, cómo las estructuras de la mente humana determinan la expresión religiosa. Acercarse un poco más al por qué lo que para unos suscita fe, para otros es tan solo un misterio a resolver.



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DEMAGOGIA O REALISMO, por Santiago Alba Rico

A Eduardo Fernández Rubiño, joven comunista

El mismo día en que la FAO informa de que el hambre afecta ya a casi 1.000 millones de seres humanos y valora en 30.000 millones de dólares la ayuda necesaria para salvar sus vidas, la acción concertada de seis bancos centrales (EEUU, UE, Japón, Canadá, Inglaterra y Suiza), inyecta 180.000 millones de dólares en los mercados financieros para salvar a los bancos privados.
Frente a un dato como éste sólo caben dos alternativas: o somos demagógicos o somos realistas. Si invoco la ley natural de la oferta y la demanda y digo que en el mundo hay mucha más demanda de pan que de operaciones de cirugía estética y mucha más de alivios contra la malaria que de vestidos de alta costura (y mucha más también de viviendas que de créditos hipotecarios); si reclamo un referéndum kantiano que pregunte a los ciudadanos europeos si prefieren destinar las reservas monetarias de su país a salvar vidas o a salvar bancos, estoy siendo sin duda demagógico. Si, contra la razón y la ética, acepto que es más urgente, más necesario, más conveniente, más eficaz, más provechoso para la humanidad, impedir la ruina de una aseguradora y la quiebra de una institución bancaria que dar de comer a miles de niños, socorrer a las víctimas de un huracán o curar el dengue, entonces estoy siendo realista. No hay en mis palabras ni una brizna de ironía. Las cosas son así: una verdad redonda que no consiente aplicación es demagógica; una monstruosidad puntiaguda que no admite alternativa es realista. Para tener mucho o tener poco –o incluso para tener sólo las ganas de tener algo- hay que dejar de lado todas las redondeces y aceptar todas las puntas y todos los pinchos. La minoría organizada que gestiona el capitalismo –ministros, banqueros, ejecutivos multinacionales, corredores de bolsa y periodistas económicos- puede invocar a Hayek con arrogancia en momentos de bonanza y exigir con aplomo la intervención del Estado cuando está a punto de despeñarse porque sabe que su impunidad es proporcional a nuestra dependencia. Por eso mismo -admitámoslo- los ciudadanos europeos convocados a un hipotético referéndum kantiano (“el banco o la vida”) responderíamos sin duda con realismo a favor de los bancos, conscientes de que todo lo que nos importa –desde el abrazo de nuestras novias hasta la sonrisa de nuestros niños- es una concesión suya. La minoría organizada que nos gobierna ha tomado como rehén a la humanidad y, si no acudimos en ayuda de los secuestradores, puede ahora rematarnos a todos.
Para una humanidad cautiva es realista ceder al chantaje y dejar a un lado la verdad, la compasión, la sensibilidad, la solidaridad. Un sistema que, cuando las cosas van bien, mata de hambre a 1.000 millones de personas y que si van mal puede acabar con todo el resto, es un sistema no sólo moral sino también económicamente fracasado. En esto tiene razón el periodista Iñaki Gabilondo y es bueno, casi ya revolucionario, que lo escuche mucha gente [1]. Pero se equivoca al evocar la caída del Muro de Berlín, por muy retóricamente eficaz que sea la ocurrencia, porque si algo tuvo que ver el capitalismo en la derrota de la Unión Soviética, no puede decirse que la Unión Soviética –ya desaparecida- sea la causa de la agonía capitalista. El capitalismo, sencillamente, no funciona.
Hay algo hermoso, emocionante y precursor en el hecho de que seis Estados poderosos hayan coordinado una acción concertada para intervenir masivamente en la economía: eso es lo que se llama “planificación”. En tiempos de Marx, el capitalismo era sólo “una excepción en algunas regiones del planeta” y, si ha llegado a cubrir el conjunto de la superficie del globo, ha sido gracias a una permanente intervención estatal, a una “planificación” ininterrumpida que combinaba y combina los desalojos de tierras, las acciones armadas, las medidas proteccionistas, los golpes de Estado y los acuerdos internacionales. Nunca a lo largo de la historia un experimento económico ha dispuesto de medios más poderosos ni de condiciones más favorables para demostrar su superioridad. En los últimos sesenta años, la minoría organizada que gestiona el capitalismo global se ha visto apoyada, a una escala sin precedentes, por toda una serie de instituciones internacionales (el FMI, el Banco Mundial, la OMC, el G-8, etc.) que han excogitado en libertad, y aplicado contra todos los obstáculos, políticas de liberalización y privatización de la economía mundial. Después de 200 años de existencia libre, apoyado, defendido, apuntalado por todos los poderes y todas las instituciones de la tierra, el trasto viejo y homicida nos ha traído hasta aquí: 1.000 millones de seres humanos se están muriendo de hambre y, si no corremos ahora a socorrer a los culpables, los demás quizás acabemos enterrados con los más pobres después de habernos matado unos a otros.
Parece, pues, que planificar para salvar bancos y aseguradoras no sirve. ¿Y planificar para salvar vidas? Esto no lo hemos probado aún. Capitalismo y socialismo no se retaron en mundos paralelos y en igualdad de condiciones, cada uno en su laboratorio desinfectado y puro, sino que el socialismo nació contra el capitalismo histórico, para defenderse de él, y nunca ha fracasado porque nunca ha tenido ni medios ni apoyos para poner a prueba su modelo. Lo poco que intuimos en la actualidad es más bien esperanzador: a partir de una historia semejante de colonialismo y subdesarrollo, el socialismo ha hecho mucho más por Cuba que el capitalismo por Haití o el Congo. Cuando se habla de “socialismo en un solo país” se olvida que igualmente imposible es “el capitalismo en un solo país” y que por eso se ha dotado de una musculosa organización internacional capaz de penetrar todos los rincones y todas las relaciones. ¿Qué pasaría si la ONU decidiese aplicar su carta de DDHH y de Derechos Sociales? ¿Si la FAO la dirigiese un socialista cubano? ¿Si el modelo de intercambio comercial fuera el ALBA y no la OMC? ¿Si el Banco del Sur fuese tan potente como el F.M.I? ¿Si todas las instituciones internacionales impusiesen a los díscolos capitalistas programas de ajuste estructural orientados a aumentar el gasto público, nacionalizar los recursos básicos y proteger los derechos sociales y laborales? ¿Si seis bancos centrales de Estados poderosos interviniesen masivamente para garantizar las ventajas del socialismo, amenazadas por un huracán? Podemos decir que la minoría organizada que gestiona el capitalismo no lo permitirá, pero no podemos decir que no funcionaría.
Cuba es el único país del mundo en el que, incluso después de un ciclón que ha destruido el 15% de sus viviendas, lo realista sigue siendo salvar vidas y lo demagógico robarle la comida a un hermano. En EEUU, tras el paso del mismo ciclón, lo realista es que la fiscalía de Texas monte un dispositivo para proteger de los delincuentes sexuales a las víctimas de la catástrofe y lo demagógico es pedir ayuda económica al gobierno. Ahora Iñaki Gabilondo se lo ha dicho a millones de españoles que creían esto eterno y natural: planificar para salvar bancos no sirve. ¿Y planificar para salvar vidas? Es el único medio que existe para que el realismo deje de ser criminal y la verdad, la compasión y la solidaridad dejen de ser demagógicas.

[1] Véase la noticia: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=72951&titular=i%F1aki-gabilondo:-%22el-modelo-econ%F3mico-vigente-ha-fracasado%22-

Santiago Alba Rico es filósofo y escritor español, miembro de Rebelión




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El Triunfo de la Primavera


Sandro Botticelli: Alegoría de la Primavera
Galería de los Ufizzi de Florencia, témpera sobre tabla, 203 x 314 centímetros, restaurada en 1982

En la segunda mitad del siglo XV Florencia se encontraba en posesión de un ideal bien definido para el arte y para la vida, dirigido al placer intelectual y al gusto aristocrático de la belleza. Al gran Cosme de Médicis habían sucedido sus nietos Juliano y Lorenzo, ambos jóvenes, enamorados y artistas. Alessandro di Mariano di Vanni Filipepi, mejor conocido como Sandro Botticelli [1445-1510], creador paradigmático del quattrocento florentino, fue hijo de un humilde artesano tonelero (de ahí el apodo botticelli de él y sus hermanos), y salvo un año en que fue llamado a Roma para pintar algunos frescos en las paredes laterales de la Capilla Sixtina, se consagró por completo a ejecutar en su ciudad los encargos de los Médicis. Entre otros muchos, pintó La Primavera.
Cuando Botticelli realiza esta magna obra en pleno Renacimiento italiano no podía ser completamente consciente de la trascendencia que supondría para el arte posterior. Sólo digamos que la generación siguiente sería la de Leonardo y Miguel Angel.
Lo primero que llama nuestra atención en La Primavera, en relación con los usos de la época, es su enorme formato: la pintura profana casi nunca utilizó estas dimensiones, que se reservaban para la expresión de los temas sacros. Esto le confiere un carácter de cristianización de un tema que a primera vista parece totalmente ajeno a las creencias religiosas.
Por otro lado, la obra bien pudiera relacionarse con un género muy extendido de la época, el tapiz. Los tapices sí tenían ese gran tamaño y se dedicaban mayormente a temas profanos, puesto que su función era decorar muros, cerrar vanos, etcétera. Los mejores tapices eran los flamencos, procedentes de Gante, Brujas y Bruselas, realizados en la lana de mejor calidad, la castellana. Su precio en el mercado era elevadísimo, hasta el punto de que comenzaron a ser sustituido por materiales más baratos, como era la pintura. Esta sustitución de materiales caros ya había tenido lugar en el Gótico con el mosaico. Reforzando el paralelismo de esta obra con el tapiz tenemos el suelo sembrado de flores (se dice que hay más de quinientas variedades pintadas en el cuadro, que son todas las que brotan en los alrededores de Florencia), según el modelo milflores de los tejidos flamencos y franceses.

La Primavera nos presenta una deliciosa selva de naranjos sobre un suelo florido, trasparentándose un aire claro de un día primaveral. Debajo de aquellos árboles se encuentra una extraña compañía: a la izquierda, Juliano de Médicis, vestido como Mercurio, levanta el brazo para coger el fruto que entregará a una de las tres Gracias, que en ronda exquisita enlazan sus manos. Una de ellas, que va a ser tocada por la flecha del Amor que vuela por los aires, parece ser el retrato de la enamorada de Juliano, Simonetta Vespucci. Por la derecha llega, como resbalando por el suelo, la Primavera derramando flores, mientras el Céfiro que vuela soplando pretende abrazar a una figura desnuda de Flora, que hace crecer los tallos a su pasos, deidad romana de las plantas y símbolo de Florencia. En el fondo, una dama vestida con sencillez, indiferente pero no insensible, parece con un simple gesto animador ser la que mueve todo y ordena el Amor. Esta Madona laica es la Dama Naturaleza que, eterna y regular en sus funciones, da a la composición un sentido panteísta. Tanto la figura de la Naturaleza como las Gracias y la maravillosa Primavera son bellísimas, pero el conjunto resulta incoherente. Parece una pintura que deba ir acompañada de un poema explicativo.

Así lo entendió el español Manuel Machado [1874-1947], quien contemplando La Primavera de Botticelli escribió:

¡Oh, el sotto voce balbuciente, oscuro,
de la primer lujuria!… ¡Oh, la delicia
del beso adolescente, casi puro!…
¡Oh, el no saber de la primer caricia!…

¡Despertares de amor entre cantares
y humedad del jardín, llanto sin pena,
divina enfermedad que el alma llena,
primera mancha de los azahares!…
Angel, niño, mujer… Los sensuales
ojos adormilados y anegados
en inauditas savias incipientes…
¡Y los rostros de almendra, virginales,
como flores al sol, aurirrosados,
en los campos de mayo sonrientes!…

Pero a la Primavera le cantaron todos los poetas de todos los tiempos.

Por ejemplo, la chilena Gabriela Mistral [1889-1957]:

Doña Primavera

Doña Primavera
viste que es primor,
viste el limonero
y el naranjo en flor.

Lleva por sandalias
unas anchas hojas

y por caravanas
unas fucsias rojas.

Salid a encontrarla
por esos caminos.
¡Ya loca de soles
y loca de trinos!

Doña Primavera,
de aliento fecundo,
se ríe de todas
las penas del mundo...

No cree al que le hable
de las vidas ruines.
¿Cómo va a toparlas
entre los jazmines?

¿Cómo va a encontrarse
junto a las fuentes
de espejos dorados
y cantos ardientes?

De la tierra enferma
en las pardas grietas,
enciende rosales
de rojas piruetas.

Pone sus encajes,
prende sus verduras,
en la piedra triste


Fuente : www.agendadereflexión.com.ar



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Debates
Entrevista a Luis E.Angulo

“La violencia familiar es un tema social complejo”




Desde el Ministerio de Justicia, su titular Luis Angulo, impulsa un fortalecimiento de los equipos de constatación, que son los encargados del seguimiento de los casos, cuando ya pasaron su etapa judicial. Angulo considera que el tema de la violencia familiar es una de las aristas más dañinas de la sociedad y sobre ese particular se refirió a la acción desde esta cartera.

Periodista (P.): Sobre la violencia familiar, ¿qué se piensa hacer?
Luis Angulo (L.A.): De acuerdo a las estadísticas que tenemos, uno de los elementos que más incide en la violencia familar es el alcoholismo y la exclusión social. De todos modos es una problemática social muy compleja. Desde el Ministerio de Justicia lo que hicimos es fortalecer los equipos de constatación. Estos equipos están conformdos por un psicólogo y un asistente social, y nosotros incrementamos en un 100% esos equipos. Así podemos colaborar cuando la Justicia nos lo solicita.

P.: ¿Cuántos equipos tienen para Córdoba Capital?
L.A.: En Córdoba Capital teníamos tres equipos de constatación y hoy son seis, de este modo cubrimos la necesidad de la inmediatez.

P.: ¿Y en el interior también se está trabajando?
L.A.: También estamos tratando de descentralizar y llevar los equipos al interior, y en breves días firmamos convenios con municipios de Berrotarán, Alcira Gigena, Las Vertientes y La Paz, donde la idea es aglutinar a varias intendencias que ponen la infraestructura en alguno de esos municipios como sede. Y cada municipio coadyuva en la designación de estos equipos técnicos y nosotros realizamos desde la Dirección de Violencia Familiar la capacitación, el seguimiento y control. Esto será en estos días.

P.: ¿Algo ya creado hay en el interior?
L.A.: Ya existe en Capilla del Monte y lo llevaremos a toda la provincia. La idea es que en los temas de violencia familar no existan compartimientos estancos y que podamos trabajar con otros ministerios, con otros poderes del Estado y los municipios. Pero este es sólo un aspecto del problema. El otro es el seguimiento. Hace varios años se está trabajando desde la Dirección de Asistencia a la Víctima del seguimiento de los casos. Además de constar una vez que se produce la resolución judicial, la idea es dar cobertura, asistencia psicológica y médica. Pero también implementaremos otro programa capacitación y cobertura con planes de empleo, para que las mujeres que salen de su hogar, porque fueron víctimas de violencia familiar, tengan la independencia y autonomía para poder alimentarse ella y sus familiares. De esta manera, evitamos que la mujer golpeada vuelva a esta situación, porque es un círculo vicioso, debido a la dependencia económica.

Fuente : http://www.lmdcba.com.ar/


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LA RAZA VENIDERA

AUTOR: EDWARD BULWER LORD LYTTON
EDITORIAL: ABRAXAS
COLECCIÓN: UTOPÍAS & DISTOPÍAS
EDICIÓN: 2000
TITULO ORIGINAL: THE COMING RACE
ESCRITO EN: 1871
CATEGORÍA: PROTO CIENCIA FICCIÓN. UTOPÍAS



TEXTO DE LA CONTRAPORTADA

La Raza venidera es una obra maestra de la sátira utópica y un extraordinario logro de la imaginación profética. Anticipa con extraordinaria precisión el moderno surgimiento de la mujer, los desarrollos de la energía nuclear y la tecnología láser, y los terribles genocidios étnicos que llevarían a cabo pretendidas razas superiores. Una de las primeras novelas de ciencia ficción de la literatura inglesa.

"En La Raza venidera, lord Lytton representa a un vulgar hombre de nuestro tiempo atrapado por accidente en un país subterráneo habitado por una raza varios cientos de años por delante de nosotros en la evolución. Y, esta teoría de la evolución, introduce algo así como un método científico en la novela moderna." George Bernard Shaw

"Hace ya bastante tiempo que hemos aprendido a reverenciar el fino intelecto de Bulwer. Podemos coger una cualquiera de las producciones de su pluma con la seguridad de que, al leerla, las más salvajes pasiones de nuestra naturaleza, nuestros más profundos pensamientos, las más brillantes visiones de nuestra fantasía y las más ennoblecedoras y elevadas de nuestras aspiraciones srán, a su debido turno, encendidas en nuestro interior." Edgar Allan Poe

COMENTARIO PERSONAL

Aunque esta obra aparece en una colección de utopías y aunque también tiene algo de eso, su temática principal se inserta en las novelas de aventuras y descubrimiento de civilizaciones perdidas, tan en boga en el siglo XIX y principios del siglo XX.

Lytton describe una civilización subterránea dotada de un terrorífico poder que es el vril. El vril es una especie de fuerza electromagnética que utilizada para el bien causa inmensos beneficiós, pero si se utiliza con aviesas intenciones, los estragos que causa pueden ser devastadores. Lytton nos cuenta aquí su temor a que una raza de estas característica entre en contacto con unos simples mortales. La aniquilación de la humanidad sería inmediata. La sociedad que nos describe el autor esta diseñada como un potente matriarcado.

Lord Lytton concibe la obra como una sátira darwinista y describe en sus paginas algunos de los principales tópicos que conformaran la futura ciencia ficción, como pueden ser los robots que utilizan los vril.

La novela es corta y entretenida y Lytton no entra frecuentemente en disquisiciones filosóficas, interesándole más describir la aventura en sí que a vivido en el reino subterráneo. En esto se aparta de otros autores contemporáneos como Butler, Morris o incluso Bellamy.

Para la historia del género, el interés de la La Raza Venidera, como ya he indicado, es el ser una de las primeras novelas que nos describen civilizaciones perdidas e ignoradas.







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21 Sep 2008
Miedo a los Blancos, por Michael Moore
Escrito por: casajuntoalrio el 21 Sep 2008 - URL Permanente

No sé lo que me pasa pero cada vez que veo a un blanco caminando hacia mí, me pongo tenso. Mi corazón empieza a latir más rápido e inmediatamente empiezo a buscar una vía de escape y medios para defenderme. Me critico a mí mismo incluso por estar en esta parte de la ciudad por la noche. ¿Es que no vi esos grupos sospechosos de blancos en cada esquina, bebiendo Starbucks y vistiendo los colores de sus respectivas bandas, sea el turquesa de Gap o el burdeos de J Crew? ¡Qué idiota soy! Ahora el blanco está cada vez más cerca, más cerca y entonces, ufff, pasa de largo sin hacerme daño y respiro aliviado.
La gente blanca me da un miedo que te cagas. Puede ser difícil de entender, teniendo en cuenta que soy blanco pero, claro, mi color me da cierta perspectiva. Por ejemplo, encuentro que doy bastante miedo muchas veces, así que sé de qué estoy hablando. Créeme: si te encuentras rodeado de blancos de golpe, vete con cuidado. Puede ocurrir cualquier cosa. Como blancos, se nos ha hecho creer que es seguro estar junto a otros blancos. Se nos ha enseñado desde la cuna que es la gente de otro color a la que debemos temer. ¡Son los que te cortarán el cuello!
Sin embargo, cuando examino mi vida, veo emerger un patrón extraño pero inconfundible. Cualquier persona que me ha hecho daño en toda mi vida, el jefe que me despidió, el profesor que me cateó, el director de la escuela que me castigó, el chico que me dio en un ojo con una piedra, el ejecutivo que decidió no renovar TV Nation [N. Del T. programa de televisión de gran éxito que dirigía y presentaba Michael Moore], el tipo que estuvo persiguiéndome durante tres años, el contable que pagó mis impuestos dos veces, el borracho que me embistió con su coche, el ladrón que me robó la cadena de alta fidelidad, el contratista que me estafó, la novia que me dejó, la siguiente novia que me dejó aún más rápido, la persona de la oficina que me robaba cheques de mi talonario y los rellenaba con su propio nombre hasta un total de $16.000, cada uno de estos individuos era blanco. ¿Coincidencia? No lo creo.
Nunca me ha atacado un negro, nunca me ha echado de mi casa un negro, nunca me ha estafado mi depósito del alquiler un casero negro, nunca he tenido un casero negro, nunca he tenido una reunión en un estudio de Hollywood con un ejecutivo negro al mando, nunca una persona negra le ha negado a mi hija poder escoger la universidad que quería, nunca me ha vomitado encima un chico negro en un concierto de Motley Crue, nunca me ha parado un policía negro, nunca un vendedor de coches negro me ha vendido un trasto, nunca he visto un vendedor de coches negro, nunca me ha negado un crédito un negro, y nunca he oído decir a un negro "Vamos a eliminar 10.000 puestos de trabajo aquí, tengan un buen día"!
No creo que sea el único blanco que pueda hacer estas afirmaciones. Cada palabra dura, cada acto cruel, cada momento de dolor y sufrimiento en mi vida han tenido una cara caucasiana pegada. Así que, ummm, ¿por qué era exactamente que tenía que temer a los negros?
Pego una mirada al mundo en que vivimos y, no me gusta ser un chivato, pero no son los afro-americanos los que han hecho de este planeta un lugar tan lamentable y peligroso. Recientemente un titular en la sección de Ciencia del The New York Times preguntaba ¿Quién construyó la bomba H? El artículo continuaba con la discusión de la disputa entre los hombres que proclamaban el mérito de hacer la primera bomba. Francamente, no podía importarme menos, porque ya sabía la respuesta pertinente: ¡Fue un hombre blanco! Ningún negro ha construido o usado jamás una bomba diseñada para exterminar vastas cantidades de gente inocente, sea en Oklahoma City, en Columbine o en Hiroshima. No, amigos, siempre son los blancos. Hagamos un repaso:
¿Quién nos trajo la peste negra? Un hombre blanco.
¿Quién inventó el PBC, el PVC, el PBB y tantos otros productos químicos que nos están matando? Hombres blancos.
¿Quién empezó cada guerra en la que han participado los EE.UU.? Hombres blancos.
¿Quién inventó la papeleta electoral con tarjeta perforada? Un hombre blanco [N. Del T. referencia al fraude electoral en Florida en las últimas elecciones presidenciales norteamericanas]
¿De quién fue la idea de contaminar el mundo con el motor de combustión interna? Del blanquito, ese fue.
¿El Holocausto? Ese tío sí que dio mala fama a los blancos.
¿El genocidio de los americanos nativos? El hombre blanco
¿La esclavitud? ¡Blanquitos!
Las empresas estadounidenses echaron a 700.000 personas en el 2001. ¿Quién ordenó los despidos? Los directivos blancos.

Mencionad cualquier problema, enfermedad, sufrimiento humano o la miseria abyecta que sufren millones y os apuesto 10 pavos a que puedo ponerle una cara blanca más rápido que vosotros podéis nombrar los miembros de 'NSync [N. Del T. grupo rapero negro]. Y sin embargo, cuando pongo las noticias cada noche, ¿qué es lo que veo una y otra vez? A negros supuestamente matando, violando, robando, acuchillando, en bandas, destrozando cosas, protagonizando disturbios, vendiendo drogas, haciendo de chulos, prostituyéndose, teniendo demasiados niños, sin padres, sin madres, sin Dios, sin dinero. "El sospechoso ha sido descrito como un hombre negro...el sospechoso ha sido descrito como un hombre negro...EL SOSPECHOSO HA SIDO DESCRITO COMO UN HOMBRE NEGRO...". No importa en qué ciudad esté, la noticia siempre es la misma, el sospechoso siempre el mismo hombre negro no identificado. Hoy estoy en Atlanta y os juro que el retrato-robot de la policía del sospechoso negro en la tele parece exactamente el mismo que vi en las noticias anoche en Denver y la noche anterior en Los Angeles. ¡En todos los retratos frunce el ceño, en todos es amenazador, en todos lleva el mismo gorro de punto! ¿Es posible que el mismo hombre negro esté cometiendo todos los crímenes de América?
Creo que nos hemos acostumbrado tanto a esta imagen del hombre negro como depredador que este lavado de cerebro nos ha arruinado para siempre. En mi primera película, Roger & Me [Roger y yo], una mujer blanca que cobraba de la beneficiencia mataba a un conejo a golpes para venderlo como "carne" en vez de como animal de compañía. Me gustaría tener un penique por cada vez que alguien, en estos diez años pasados, venía y me decía lo "horripilante" que había sido ver a ese "pobre conejito" golpeado en la cabeza. La escena, me decían, les ponía físicamente malos. La Asociación de Cinema Estadounidense le dio a Roger & Me la calificación de "Para mayores de 18 años" en respuesta a la muerte de ese conejo. Me escribían profesores para decirme que tenían que editar esa parte y sacarla de la película si querían mostrarla a sus alumnos.
Pero menos de dos minutos después de que la mujer del conejo realizara su hazaña, venía una escena, real, en que la policía de Flint, Michigan, mataba a un hombre negro que llevaba una capa de Superman y tenía en la mano una pistola de juguete. Nunca, ni una sola vez, me ha dicho nadie: "No puedo creer que mostraras cómo disparaban a un hombre negro en tu película! ¡Qué horrible! ¡Qué desagradable! No pude dormir durante semanas". Al fin y al cabo, sólo era un negro, no un conejito taaan bonito. El consejo de calificación no vio absolutamente nada malo en esa escena. ¿Por qué? Porque es normal, natural. Nos hemos acostumbrado tanto a ver matar a negros (en las películas y en las noticias) que lo aceptamos como procedimiento normal. ¡Ya ves! Eso es lo que hacen los negros, matar y morir. Vaya. Pásame la mantequilla.


Es extraño que, a pesar del hecho que la mayoría de los crímenes los cometen los blancos, siempre asociamos caras negras a lo que pensamos como "crimen". Pregunta a cualquier blanco quién temen que pueda entrar en su casa o hacerles daño en la calle y, si son honestos, admitirán que la persona que tienen en mente no se parece mucho a ellos. El criminal imaginario en su coco se parece a Mookie o Hakim o Kareem, no al pecoso Jimmy.
No importa cuántas veces sus congéneres blancos dejen claro que es el hombre blanco al que hay que temer, simplemente no acaba de penetrar en la conciencia. Cada vez que sale en la tele una noticia de otro tiroteo en una escuela, siempre es un chico blanco el que está haciendo la masacre. Cada vez que pillan a un asesino en serie, es un demente blanco. Cada vez que un terrorista pone una bomba en un edificio federal, o que un loco hace que 400 personas beban Kool-Aid [N. Del T. marca de refrescos norteamericana, que ofrece mil y un sabores diferentes], o que un letrista de los Beach Boys hace una arenga para que media docena de imberbes asesinen a "todos los cerdos" de Hollywood Hills, sabes que es un miembro de la raza blanca con sus viejos trucos.
Entonces, ¿por qué no huimos corriendo despavoridos cuando vemos a un blanco que se acerca? ¿Por qué no recibimos al candidato blanco que se presenta a un puesto de trabajo con "Vaya, mmm, lo siento, no hay ningún trabajo ahora mismo."? ¿Por qué no nos preocupa que nuestras hijas se casen con blancos? ¿Y por qué el Congreso no intenta prohibir las letras peligrosas y ofensivas de Johnny Cash ("Maté a un hombre en Reno/sólo para verlo morir"), las Dixie Chicks ("Earl tenía que morir"), o Bruce Springsteen ("Maté todo lo que se cruzó en mi camino/no puedo decir que me arrepienta de lo que he hecho")
¿Por qué ese interés en las letras de los raps? ¿Por qué los medios no sacan letras tales como las siguientes, y cuentan la verdad? "Vendí botellas de pena, luego escogí los poemas y novelas" (Wu-Tang Clan), "Gente, usad vuestros cerebros para ganar" (Ice Cube), "Una madre soltera viviendo de la beneficiencia...dime cómo lo hiciste" (Tupac Shakur), "Intento cambiar mi vida, lo ves, no quiero morir siendo un pecador" (Master P).
Los afro-americanos han estado en el peldaño más bajo de la escala económica desde el día en que los arrastraron aquí encadenados. Cualquier otro grupo inmigrante ha podido avanzar desde el fondo hasta niveles más altos de la sociedad. Incluso los americanos nativos, que están entre los más pobres de los pobres, tienen menos hijos viviendo en la pobreza que los afro-americanos.
Probablemente pensaras que las cosas habían mejorado para los negros en este país. Al fin y al cabo, teniendo en cuenta los avances que hemos hecho en eliminar el racismo en nuestra sociedad, uno pensaría que los ciudadanos negros habrían visto aumentar su nivel de vida. Una encuesta publicada en el Washington Post en julio de 2001 mostraba que entre el 40 y el 60% de la gente blanca pensaba que la persona negra media lo tenía igual o mejor que la persona blanca media.
Piénsalo mejor. Según un estudio de los economistas Richard Vedder, Lowell Gallaway y David C. Clingaman, los ingresos medios anuales de un norteamericano negro son 61% menores que los del blanco. Es la misma diferencia porcentual que en 1880. No ha cambiado absolutamente nada en más de 120 años.
¿Quieres más pruebas? Piensa en lo siguiente: - Los pacientes negros que sufren ataques al corazón tienen muchas menos posibilidades que los blancos de que les pongan un catéter cardíaco, independientemente de la raza de sus médicos. - Los blancos tienen cinco veces más posibilidades de recibir tratamiento anti-coagulante de emergencia después de sufrir un infarto - Las mujeres negras tienen cuatro veces más posibilidades de morir durante el parto que las blancas - Los niveles de desempleo negros han sido más o menos el doble que el de los blancos desde 1954.
Entonces, ¿cómo hemos podido los blancos salirnos con la nuestra ? ¡La ingenuidad caucásica! Resulta que éramos muy tontos. Llevábamos el racismo abiertamente, como idiotas. Hacíamos cosas realmente obvias como poner señales en los servicios que decían SOLO BLANCOS. Hacíamos que los negros se sentaran al fondo del autocar. Les prohibíamos ir a nuestras escuelas o vivir en nuestros barrios. Tenían los peores trabajos (anunciados como SOLO NEGROS) y dejábamos claro que, si no eras blanco, te íbamos a pagar un salario menor.
Bueno, esta segregación abierta, exagerada, nos metió en muchos problemas. Un grupo de abogados engreídos fue a los juzgados. Remarcaron que la decimocuarta enmienda no permitía tratar a nadie de forma diferente por su raza.
Al cabo del tiempo, después de una larga procesión de fracasos judiciales, manifestaciones y disturbios, captamos el mensaje: si queréis ser racistas con éxito, mejor encontrad una forma de hacerlo con una sonrisa en la boca. Incluso nos sentimos tan magnánimos como para decir "Claro que podéis vivir en nuestros barrios, que vuestros hijos pueden ir a nuestras escuelas. ¿Por qué no, demonios? Al fin y al cabo, ya nos íbamos". Sonreímos, les dimos una palmadita en la espalda y corrimos a refugiarnos en los suburbios.
En el trabajo aún tenemos los mejores trabajos, el doble de sueldo y un asiento delante del todo en el autobús hacia la felicidad y el éxito. Hemos hecho trampa en el sistema desde que nacimos, garantizando que los negros fueran a las peores escuelas, previniendo así que fueran a las mejores universidades, y preparándoles el terreno para realizarse sirviéndonos el café con leche, arreglando nuestros BMWs y recogiendo nuestra basura. Oh, sí, algunos se cuelan, pero pagan una tarifa extra por el privilegio: el médico negro que lleva un BMW es detenido continuamente por la policía; la actriz negra de Broadway no puede encontrar un taxi después de la estruendosa ovación; el analista financiero negro es el primero en ser despedido a causa de la "antigüedad".
Nosotros los blancos merecemos algún tipo de premio al genio por esto. Nos enrollamos con el rollo de la inclusión, celebramos el aniversario del Doctor King, nos molestan las bromas racistas. No olvidamos nunca mencionar a "mi amigo -que es negro-...". Nos aseguramos de poner a nuestro único empleado negro bien visible en la recepción para poder decir "Lo veis, nosotros no discriminamos, contratamos a gente de color".
Sí, somos una raza ingeniosa, astuta, ¡y vaya si no nos ha ido bien! Me pregunto cuánto tiempo tendremos que vivir con el legado de la esclavitud. Sí, correcto, he sacado el tema. ESCLAVITUD. Casi puedes oír los lamentos de la América blanca cuando sacas el tema de que aún sufrimos el impacto del sistema de esclavitud. Bueno, lo siento, pero las raíces de la mayoría de nuestros males sociales se pueden buscar directamente en este capítulo enfermizo de nuestra historia. Los afro-americanos nunca tuvieron la oportunidad de tener las mismas oportunidades que el resto de nosotros. Sus familias fueron destruidas con toda intención, se les extirpó su lenguaje, su cultura y su religión. Se institucionalizó su pobreza para que recogieran nuestro algodón, para que lucharan nuestras guerras, para que nuestras tiendas permanecieran abiertas toda la noche. EE.UU. tal como lo conocemos no habría llegado a ser nunca lo que es si no fuera por los millones de esclavos que la construyeron y que crearon su vibrante economía, y por los millones de sus descendientes que siguen haciendo el mismo trabajo sucio para los blancos hoy en día.

No es que estemos hablando de la antigua Roma. Mi abuelo nació justo tres años después de la Guerra Civil. Sí, mi abuelo. Mi tío-abuelo nació antes de la guerra civil. Y yo sólo tengo cuarenta y pico. Claro, parece que la gente en mi familia se casa tarde, pero el hecho permanece: sólo estoy a dos generaciones de la época de la esclavitud. Eso, amigos míos, no es "hace mucho tiempo". En el vasto espacio de tiempo de la historia humana, fue ayer mismo. Hasta que nos demos cuenta de esto, y aceptemos que hoy tenemos la responsabilidad de corregir un acto inmoral que aún tiene repercusiones hoy en día, nunca eliminaremos la mancha más grande en el alma de nuestra nación.

Título original: Fear of whites Autor: Michael Moore Origen: The Guardian, 29-3-2002 Traducido por Alfred Sola y revisado por Marga Vidal

Fuente : LaComunidad/CASAJUNTOALRIO



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Los Demiurgos
Descubrir al hacedor y padre de este universo es difícil, pero, una vez descubierto, comunicárselo a todos es imposible. (Platón, Timeo, 28c)

16.6.07
Melancolía


Resignado mira hacia el horizonte. Incapaz de adivinar el siguiente movimiento del plan divino. Solitario se encuentra en la tierra, con compás en mano, esperando la orden para trazar una nueva línea. Tal vez, para eliminar una ya gastada. El querubín junto a él se sume en sus propias divagaciones. ¿Cuándo? ¿A dónde? ¿Para qué? ¿Dónde ha quedado el arquitecto? El demiurgo está ausente en la mirada del ángel.

Absoluta quietud. El perro duerme. La balanza permanece idéntica a sí misma. El tiempo es incapaz de un grano más de arena que anuncie algo móvil. Misticismo y geometría, dos elementos que parecen agradar a Dios. No sólo agradarlo, sino muy probablemente también divertirlo. ¿Puede Dios tener diversión? ¿Es posible? ¿Acaso no ello generaría corrupción y degradación en el Ser Supremo y, por lo tanto, contradicción? Tal vez no es Dios sino un demiurgo quien ejecuta la orden. La diversión podría estarle permitida a él, pues está ausente de las categorías que lejos de deificar a Dios, lo han condenado a la eternidad. ¡Vaya condena! ¿Alguna vez han pensado en la eternidad como una posibilidad real de su existencia? ¿No les generó el solo pensamiento una angustia dantesca?

A lo lejos se nota la luz en el cielo. Probablemente un anunciamiento. Algo sucederá. El reloj podría retomar su marcha y con él, el mundo entero. El ángel, sin embargo, permanece. Obediente, como todos los ángeles que decidieron quedarse con Dios para amarlo y entregar su voluntad a él, aguarda en un rincón de la existencia. Este rincón es un muelle donde las embarcaciones salen, pero nunca regresan. Se pierden tras la vastuosidad del océano donde Dios unió la vida con la muerte. La escalera nos indica si subimos o bajamos. Eso sólo lo sabemos nosotros en el momento en el que exhalamos nuestra alma con el último suspiro.

¿Qué le ha sucedido a la tierra? ¿Por qué el mundo parece haberse olvidado de lo sobrenatural? ¿Puede el ser humano sobrevivir a la tragedia de haber aniquilado su fuente de estabilidad? ¿Qué es la vida sin una pizca de misterio, de inmortalidad? Sabernos sólo materiales será una espada de fuego contra nuestra propia racionalidad. El elemento sobrenatural ancla al ser humano a la tierra al mismo tiempo que lo proyecta hacia el infinito. Ausentarlo es flotar en un espacio y un tiempo que desconocemos porque no nos es propio. El ser humano es trascendencia, y la materia no lo es. El ángel lo sabe, y por eso recarga su barbilla sobre la palma de su mano. Por eso mira incrédulo al hombre que lo ha ignorado. El ángel allí sigue para el hombre aunque el hombre voluntariamente se haya desecho de su guardián. Consciencia contra consciencia. Búsqueda de sí mismo, negación de sí mismo, afirmación de sí mismo. ¿Dónde estoy yo? ¿Y el ser?

El ángel contempla y espera; el hombre se sienta y olvida. La raíz de nuestra consciencia la hemos extirpado. Es imperativo que la encontremos. Mientras tanto, con compás en mano, nos seguirá esperando a que despertemos. Abrir los ojos duele, ver la luz por primera vez puede ser una terrible experiencia. Así es la vida. Más vale comenzar a buscar la verdad hoy y olvidar la melancolía del ayer. Hasta entonces el ángel permanecerá esperando la orden.

Roberto
Edad: 32
Sexo: Hombre
Horóscopo: Virgo
Año zodiacal: Dragón
Ubicación: En algún lugar de la jungla de concreto : Aún en la Tierra : México


Imaginado por Roberto a las 00:28 3 Diálogos
Etiquetas:
Dios, El hombre
Fuente: http:// rorivadeneyra.blogspot.com




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DAGÓN

Howard P. Lovecraft

Escribo esto bajo una fuerte tensión mental, ya que cuando llegue la noche habré dejado de existir. Sin dinero, y agotada mi provisión de droga, que es lo único que me hace tolerable la vida, no puedo seguir soportando más esta tortura; me arrojaré desde esta ventana de la buhardilla a la sórdida calle de abajo. Pese a mi esclavitud a la morfina, no me considero un débil ni un degenerado. Cuando hayáis leído estas páginas atropelladamente garabateadas, quizá os hagáis idea —aunque no del todo— de por qué tengo que buscar el olvido o la muerte.

Fue en una de las zonas más abiertas y menos frecuentadas del anchuroso Pacífico donde el paquebote en el que iba yo de sobrecargo cayó apresado por un corsario alemán. La gran guerra estaba entonces en sus comienzos, y las fuerzas oceánicas de los hunos aún no se habían hundido en su degradación posterior; así que nuestro buque fue capturado legalmente, y nuestra tripulación tratada con toda la deferencia y consideración debidas a unos prisioneros navales. En efecto, tan liberal era la disciplina de nuestros opresores, que cinco días más tarde conseguí escaparme en un pequeño bote, con agua y provisiones para bastante tiempo.

Cuando al fin me encontré libre y a la deriva, tenía muy poca idea de cuál era mi situación. Navegante poco experto, sólo sabía calcular de manera muy vaga, por el sol y las estrellas, que estaba algo al sur del ecuador. No sabía en absoluto en qué longitud, y no se divisaba isla ni costa algunas. El tiempo se mantenía bueno, y durante incontables días navegué sin rumbo bajo un sol abrasador, con la esperanza que pasara algún barco, o que me arrojaran las olas a alguna región habitable. Pero no aparecían ni barcos ni tierra, y empecé a desesperar en mi soledad, en medio de aquella ondulante e ininterrumpida inmensidad azul.
El cambio ocurrió mientras dormía. Nunca llegaré a conocer los pormenores; porque mi sueño, aunque poblado de pesadillas, fue ininterrumpido. Cuando desperté finalmente, descubrí que me encontraba medio succionado en una especie de lodazal viscoso y negruzco que se extendía a mi alrededor, con monótonas ondulaciones hasta donde alcanzaba la vista, en el cual se había adentrado mi bote cierto trecho.
Aunque cabe suponer que mi primera reacción fuera de perplejidad ante una transformación del paisaje tan prodigiosa e inesperada, en realidad sentí más horror que asombro; pues había en la atmósfera y en la superficie putrefacta una calidad siniestra que me heló el corazón. La zona estaba corrompida de peces descompuestos y otros animales menos identificables que se veían emerger en el cieno de la interminable llanura. Quizá no deba esperar transmitir con meras palabras la indecible repugnancia que puede reinar en el absoluto silencio y la estéril inmensidad. Nada alcanzaba a oírse; nada había a la vista, salvo una vasta
extensión de légamo negruzco; si bien la absoluta quietud y la uniformidad del paisaje me producían un terror nauseabundo.

El sol ardía en un cielo que me parecía casi negro por la cruel ausencia de nubes; era como si reflejase la ciénaga tenebrosa que tenía bajo mis pies. Al meterme en el bote encallado, me di cuenta que sólo una posibilidad podía explicar mi situación. Merced a una conmoción volcánica el fondo oceánico había emergido a la superficie, sacando a la luz regiones que durante millones de años habían estado ocultas bajo insondables profundidades de agua. Tan grande era la extensión de esta nueva tierra emergida debajo de mí, que no lograba percibir el más leve rumor de oleaje, por mucho que aguzaba el oído. Tampoco había aves marinas que se alimentaran de aquellos peces muertos.

Durante varias horas estuve pensando y meditando sentado en el bote, que se apoyaba sobre un costado y proporcionaba un poco de sombra al desplazarse el sol en el cielo. A medida que el día avanzaba, el suelo iba perdiendo pegajosidad, por lo que en poco tiempo estaría bastante seco para poderlo recorrer fácilmente. Dormí poco esa noche, y al día siguiente me preparé una provisión de agua y comida, a fin de emprender la marcha en busca del desaparecido mar, y de un posible rescate.
A la mañana del tercer día comprobé que el suelo estaba bastante seco para andar por él con comodidad. El hedor a pescado era insoportable; pero me tenían preocupado cosas más graves para que me molestase este desagradable inconveniente, y me puse en marcha hacia una meta desconocida. Durante todo el día, caminé constantemente en dirección oeste, guiado por una lejana colina que descollaba por encima de las demás elevaciones del ondulado desierto. Acampé esa noche, y al día siguiente proseguí la marcha hacia la colina, aunque parecía escasamente más cerca que la primera vez que la descubrí. Al atardecer del cuarto día llegué al pie de dicha elevación, que resultó ser mucho más alta de lo que me había parecido de lejos; tenía un valle delante que hacía más pronunciado el relieve respecto del resto de la superficie. Demasiado cansado para emprender el ascenso, dormí a la sombra de la colina.
No sé por qué, mis sueños fueron extravagantes esa noche; pero antes que la luna menguante, fantásticamente gibosa, hubiese subido muy alto por el este de la llanura, me desperté cubierto de un sudor frío, decidido a no dormir más. Las visiones que había tenido eran excesivas para soportarlas otra vez. Y a la luz de la luna, comprendí lo imprudente que había sido al viajar de día. Sin el sol abrasador, la marcha me habría resultado menos fatigoso; de hecho, me sentí de nuevo lo bastante fuerte como para acometer el ascenso que por la tarde no había sido capaz de emprender. Recogí mis cosas e inicié la subida a la cresta de la elevación.
Ya he dicho que la ininterrumpida monotonía de la ondulada llanura era fuente de un vago horror para mí; pero creo que mi horror aumentó cuando llegué a lo alto del monte y vi, al otro lado, una inmensa sima o cañón, cuya oscura concavidad aún no iluminaba la luna. Me pareció que me encontraba en el borde del mundo, escrutando desde el mismo canto hacia un caos insondable de noche eterna. En mi terror se mezclaban extraños recuerdos del Paraíso perdido, y la espantosa ascensión de Satanás a través de remotas regiones de tinieblas.

Al elevarse más la luna en el cielo, empecé a observar que las laderas del valle no eran tan completamente perpendiculares como había imaginado. La roca formaba cornisas y salientes que proporcionaban apoyos relativamente cómodos para el descenso; y a partir de unos centenares de pies, el declive se hacía más gradual. Movido por un impulso que no me es posible analizar con precisión, bajé trabajosamente por las rocas, hasta el declive más suave, sin dejar de mirar hacia las profundidades estigias donde aún no había penetrado la luz.

De repente, me llamó la atención un objeto singular que había en la ladera opuesta, el cual se erguía enhiesto como a un centenar de yardas de donde estaba yo; objeto que brilló con un resplandor blanquecino al recibir de pronto los primeros rayos de la luna ascendente. No tardé en comprobar que era tan sólo una piedra gigantesca; pero tuve la clara impresión que su posición y su contorno no eran enteramente obra de la Naturaleza. Un examen más detenido me llenó de sensaciones imposibles de expresar; pues pese a su enorme magnitud, y su situación en un abismo abierto en el fondo del mar cuando el mundo era joven, me di cuenta, sin posibilidad de duda, que el extraño objeto era un monolito perfectamente tallado, cuya imponente masa había conocido el arte y quizá el culto de criaturas vivas y pensantes.
Confuso y asustado, aunque no sin cierta emoción de científico o de arqueólogo, examiné mis alrededores con atención. La luna, ahora casi en su cenit, asomaba espectral y vívida por encima de los gigantescos peldaños que rodeaban el abismo, y reveló un ancho curso de agua que discurría por el fondo formando meandros, perdiéndose en ambas direcciones, y casi lamiéndome los pies donde me había detenido. Al otro lado del abismo, las pequeñas olas bañaban la base del ciclópeo monolito, en cuya superficie podía distinguir ahora inscripciones y toscos relieves. La escritura pertenecía a un sistema de jeroglíficos desconocido para mí, distinto de cuantos yo había visto en los libros, y consistente en su mayor parte en símbolos acuáticos esquematizados tales como peces, anguilas, pulpos, crustáceos, moluscos, ballenas y demás. Algunos de los caracteres representaban evidentemente seres marinos desconocidos para el mundo moderno, pero cuyos cuerpos en descomposición había visto yo en la llanura surgida del océano.

Sin embargo, fueron los relieves los que más me fascinaron. Claramente visibles al otro lado del curso de agua, a causa de sus enormes proporciones, había una serie de bajorrelieves cuyos temas habrían despertado la envidia de un Doré. Creo que estos seres pretendían representar hombres... al menos, cierta clase de hombres; aunque aparecían retozando como peces en las aguas de alguna gruta marina, o rindiendo homenaje a algún monumento monolítico, bajo el agua también. No me atrevo a descubrir con detalle sus rostros y sus cuerpos, ya que el mero recuerdo me produce vahídos. Más grotescos de lo que podría concebir la imaginación de un Poe o de un Bulwer, eran detestablemente humanos en general, a pesar de sus manos y pies palmeados, sus labios espantosamente anchos y fláccidos, sus ojos abultados y vidriosos, y demás rasgos de recuerdo menos agradable. Curiosamente, parecían cincelados sin la debida proporción con los escenarios que servían de fondo, ya que uno de los seres estaba en actitud de matar una ballena de tamaño ligeramente mayor que él. Observé como digo, sus formas grotescas y sus extrañas dimensiones; pero un momento después decidí que se trataba de dioses imaginarios de alguna tribu pescadora o marinera; de una tribu cuyos últimos descendientes debieron de perecer antes que naciera el primer antepasado del hombre de Piltdown o de Neanderthal.
Aterrado ante esta visión inesperada y fugaz de un pasado que rebasaba la concepción del más atrevido antropólogo, me quedé pensativo, mientras la luna bañaba con misterioso resplandor el silencioso canal que tenía ante mí.
Entonces, de repente, lo vi. Tras una leve agitación que delataba su ascensión a la superficie, la entidad surgió a la vista sobre las aguas oscuras. Inmenso, repugnante, aquella especie de Polifemo saltó hacia el monolito como un monstruo formidable y pezadillesco, y lo rodeó con sus brazos enormes y escamosos, al tiempo que inclinaba la cabeza y profería ciertos gritos acompasados. Creo que enloquecí entonces.

No recuerdo muy bien los detalles de mi frenética subida por la ladera y el acantilado, ni de mi delirante regreso al bote varado... Creo que canté mucho, y que reí insensatamente cuando no podía cantar. Tengo el vago recuerdo de una tormenta, poco después de llegar al bote; en todo caso, sé que oí el estampido de los truenos y demás ruidos que la Naturaleza profiere en sus momentos de mayor irritación.
Cuando salí de las sombras, estaba en un hospital de San Francisco; me había llevado allí el capitán del barco americano que había recogido mi bote en medio del océano. Hablé de muchas cosas en mis delirios, pero averigüé que nadie había hecho caso de las palabras. Los que me habían rescatado no sabían nada sobre la aparición de una zona de fondo oceánico en medio del Pacífico, y no juzgué necesario insistir en algo que sabía que no iban a creer. Un día fui a ver a un famoso etnólogo, y le divertí haciéndole extrañas preguntas sobre la antigua leyenda filistea en torno a Dagón, el Dios-Pez; pero en seguida me di cuenta que era un hombre irremediablemente convencional, y dejé de preguntar.

Es de noche especialmente cuando la luna se vuelve gibosa y menguante cuando veo a ese ser. He intentado olvidarlo con la morfina; pero la droga sólo me proporciona una cesación transitoria, y me ha atrapado en sus garras, convirtiéndome irremisiblemente en su esclavo. Así que voy a poner fin a todo esto, ahora que he contado lo ocurrido para información o diversión desdeñosa de mis semejantes. Muchas veces me pregunto si no será una fantasmagoría, un producto de la fiebre que sufrí en el bote a causa de la insolación, cuando escapé del barco de guerra alemán. Me lo pregunto muchas veces; pero siempre se me aparece, en respuesta, una visión monstruosamente vívida. No puedo pensar en las profundidades del mar sin estremecerme ante las espantosas entidades que quizá en este instante se arrastran y se agitan en su lecho fangoso, adorando a sus antiguos ídolos de piedra y esculpiendo sus propias imágenes detestables en obeliscos submarinos de mojado granito. Pienso en el día que emerjan de las olas, y se lleven entre sus garras de vapor humeantes a los endebles restos de una humanidad exhausta por la guerra... en el día en que se hunda la tierra, y emerja el fondo del océano en medio del universal pandemónium.
Se acerca el fin. Oigo ruido en la puerta, como si forcejeara en ella un cuerpo inmenso y resbaladizo. No me encontrará. ¡Dios mío, esa mano! ¡La ventana! ¡La ventana!


Howard P. Lovecraft
http:// go.to/trauko



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Sala de Prensa 30
Abril 2001
Año III, Vol. 2
WEB PARA PROFESIONALES DE LA COMUNICACION IBEROAMERICANOS

Poder mediático: la fascinación de la imagen

Jorge Enrique Oviedo *

















Imaginen ustedes la siguiente situación:

Dos policías dialogan en una comisaría, mientras en la ventana y la puerta numerosas personas se agolpan para entrar.

Imaginen ustedes la conversación:

--Esto de televisar en directo los asaltos con rehenes trae sus problemas, comisario. Pedimos testigos oculares del hecho, y ya se presentaron 350.700 personas.

Quien imaginó esto, y lo hizo imagen humorística, fue Roberto Fontanarrosa, en la revista "Viva" del diario "Clarín", hace algunos meses. Como vemos, el humorismo se anticipa muchas veces a cualquier definición y es más sensible a los fenómenos populares que cualquier estudio.

Lo que hizo Fontanarrosa, más allá del risueño impacto, fue interpretar la percepción de una realidad y sugerirnos que él, ustedes, yo, nos hemos transformado en permanentes testigos, en voyeurs o, mejor dicho, en términos más vulgares, en mirones subrepticios y cada vez más indiferentes del espectáculo que se nos ofrece en todo momento.

El humorista satiriza la imagen televisiva desde otra imagen, la del dibujo, y ahora sí podemos ya navegar por el terreno del concepto de imagen. No vamos a entrar en disquisiciones filosóficas sobre todos sus significados y posibilidades sino apenas mencionar que no sólo vivimos en la era de la globalización, de la economía de mercado, sino que vivimos –hace ya tiempo- en la era de la imagen, a tal punto que podemos hablar de una cultura visual. Y hasta de su desarrollo hipertrófico.

La imagen nos envuelve, nos atrapa, nos seduce o repele. Todo está pensado para llamar la atención de la pupila e introducirse sibilinamente en el cerebro: la publicidad, los colores, las letras, las marcas, los envases, los rostros, los espasmódicos videos, las fotografías, los diseños, la ropa, los autos, los electrodomésticos…

La imagen llega a convertirse en un ente especial, autosuficiente. Cuando es realmente efectiva, no necesita idiomas. Uno puede "ver" un huracán, un terremoto. E intuir algo. Casi no necesita "leer".

La imagen –según la Real Academia: "figura, representación, semejanza y apariencia de una cosa"– no es sólo algo predominantemente visual sino también, valga la paradoja, textual. Sólo basta con que prestemos atención a los diarios, revistas, telediarios, o declaraciones públicas de gobernantes, funcionarios, deportistas, empresarios o los mismos periodistas, para que advirtamos la recurrente frecuencia con que usan la palabra imagen.

En este caso nos estamos refiriendo a lo que denominamos "imagen pública", es decir, el conjunto de rasgos que caracterizan ante la sociedad a una persona o una entidad. Así entendida, la imagen es un producto, un ser multiuso, polifuncional, como les gusta decir ahora a los gerentes cuando quieren que sus empleados sepan hacer veinte cosas más de las cien con las que ya los han recargado habitualmente.

Con la imagen pública se puede hacer hoy cualquier cosa: desde crearla (para eso hay consultoras) hasta destruirla (también para eso hay consultoras, o "servicios" especializados).

Veamos algunos de los usos más frecuentes, con ejemplos extraídos de los diarios y revistas:

"Lo respaldó porque en los últimos tiempos su imagen quedó 'esmerilada'" –de un legislador nacional mendocino, citando con este término "técnico" a los entendidos en teorías comunicacionales que se refieren a una imagen desgastada.
"La imagen se encuesta", popular ansiedad de políticos y funcionarios para saber qué opina la gente de ellos, síndrome particularmente virulento en épocas preelectorales.
La imagen también se opera, como lo demuestra este párrafo de una noticia: "Temen que cualquier crisis, que derive en la suspensión de prestaciones del PAMI, afecte la principal operación de la imagen del organismo".
La imagen se gerencia. Ejemplo: la dirigencia de River recibió una oferta del grupo estadunidense Hicks, Muse, Tate & Furts para manejar los derechos de imagen del club a cambio de 330 millones de dólares por diez años.
La imagen se debe mantener, aún a costa de una pretendida y diseñada humildad. Los CEO de las compañías estadunidenses Ford y United Airlines decidieron encargarse ellos mismos de recuperar la imagen de sus empresas haciendo sus "mea culpa" en comerciales publicitarios. ¿Las causas? Pedir perdón por los atrasos aéreos y por los problemas en neumáticos de las Explorer.
La contra imagen. Bill Gates, en pleno juicio, no pidió perdón sino que hizo un comercial para comentar directamente a los televidentes que las tecnologías desarrolladas por su compañía habían beneficiado notablemente a la economía de Estados Unidos y especialmente a cada una de las personas que las usaban.
La imagen se desecha (y cambia por otra). Cuando Al Gore vio que las encuestas le daban mal, anunció que dejaría la campaña de imagen que le habían diseñado las consultoras y que se dedicaría a difundir sinceramente sus promesas.
Y finalmente, para no ser exhaustivos, la imagen se lava. Febril actividad de los últimos días en nuestro país, aunque la efectividad de los detergentes no puede contra la profundidad de las manchas.
Cuando nos referimos al subtítulo de la convocatoria de este panel, "La fascinación de la imagen", creo que nadie deja de esperar que hablemos de la televisión y de su impacto en nuestras vidas y en la sociedad.

Si hay un objeto cuya incorporación ha sido capaz de modificar la estructura de organización interna de un hogar, ese ha sido el televisor. En torno de él se ha transformado la disposición de los muebles de esa habitación pensada para la convivencia que es el living y se ha transformado gran parte de las reglas de juego mismas de una relación familiar, con lo que la conversación ha sido abrumadoramente sustituida por la contemplación muda de la programación.

El impacto de ese aparato supera la condición de electrodoméstico y alcanza prácticamente la dimensión de un tabernáculo.

Su pantalla representa una ventana sobre la realidad y la ficción por donde brota la fuente de información visual más poderosa de la civilización desarrollada, hasta el punto de constituir, por sí misma, todo un universo visual.

Giovanni Sartori es el que más ha reflexionado sobre este universo, y sus palabras no son nada halagüeñas. Desde el título y subtítulo de su obra más famosa, Homo Videns. La sociedad teledirigida (1) está marcando una visión crítica que arranca de la primera línea: "La televisión modifica radicalmente y empobrece el aparato cognoscitivo del homo sapiens". (2)

Tras recordar que las civilizaciones se desarrollan con la escritura, Sartori menciona que hasta la invención de la imprenta la cultura de toda sociedad se fundamenta en la transmisión oral. El salto tecnológico de Gutenberg hace que la cultura se convierta en algo potencialmente accesible a todos.

Ese proceso de reproducción impresa culmina con la llegada del periódico, el diario que se imprime todos los días.

Con la invención del teléfono y la radio desaparecen las distancias y empieza la era de las comunicaciones inmediatas. Sostiene Sartori en este punto que como la radio "habla", difunde siempre cosas dichas con palabras. De modo que libros, periódicos, teléfono, radio, son todos elementos portadores de comunicación lingüística.

La ruptura se produce con la televisión, que significa "ver desde lejos", es decir, llevar ante los ojos de un público de espectadores cosas que puedan ver en cualquier sitio, desde cualquier lugar y distancia. Y en la televisión –cito a Sartori– el hecho de "ver" prevalece sobre el hecho de hablar, en el sentido de que la voz del medio, o de un hablante, es secundaria, está en función de la "imagen", comenta la imagen. Y, como consecuencia, el telespectador es más un animal "vidente" que un animal simbólico". (3)

No quisiera agotar la paciencia de quienes seguramente han hecho de Homo Videns un libro de cabecera, de confrontación o, por lo menos de reflexión sobre este fenómeno. Pero hay un punto que roza la temática de otro panel de este encuentro: el entretenimiento. Sartori dice, cuando comienza a hablar de la video-política, que la televisión se caracteriza por una cosa: entretiene, relaja y divierte.

Particularmente, a mí me preocupa mucho el término "entretenimiento", porque se lo maneja de una forma diría que liviana. Suele decirse de los diarios que informan y orientan, y de la televisión que entretiene e informa. Los defensores de la televisión remarcan el concepto de entretenimiento, que relacionan estrechamente con el espectáculo, y no por nada el panel que habrá en este encuentro abordará la llamada "Industria del entretenimiento".

Si ustedes reparan en la presentación de las películas de grandes o pequeños estudios, en las series de televisión, encontrarán que han desaparecido la denominación, por ejemplo, de RKO Pictures y ha sido cambiada por RKO Entertenmaint. Es decir, hay ya una incorporación a nuestro subsconsciente de que todo es "entretenimiento", llámese películas, series de televisión, programas, videojuegos, ciertos programas de computación, y hasta la gran red, Internet, tiene un gran componente de entretenimiento.

Ahora bien, ¿qué es entretenimiento? Yo tenía la idea difusa, esas percepciones que manejamos en nuestra vida cotidiana sin siquiera contrastarlas, de que era diversión, pasatiempo, y me encuentro con la gran sorpresa de que esa acepción, la de la diversión, recrear el ánimo, para la Real Academia sólo está en tercer lugar. Entretenimiento es la acción de entretener, y de esta, la primera definición de la Real Academia es "Distraer a alguien impidiéndole hacer algo".

¿Podría llegar a creer que con tanto entretenimiento me están distrayendo para impedirme… pensar, por ejemplo?

Hay otros aspectos que me inquietan. Si coincidimos con los defensores a ultranza de la televisión en que "el espectáculo, lo espectacular" está ínsito en el género, algunas deformaciones son preocupantes.

Ya antes de la CNN un editor estadunidense, David Brinckley, señalaba que "la única función que los noticieros televisivos cumplen muy bien es que cuando no hay noticias te las dan exactamente con el mismo énfasis que si las hubiera" (4). Después que Ted Turner inventó la CNN, noticias las 24 horas, el comentario anterior se ha potenciado de una manera alarmante. De ese modo, el planeta vivió la Guerra del Golfo como un videojuego sin sangre ni dolor. Es más: la distorsión televisiva llevó al filósofo Baudrillard a opinar que la Guerra del Golfo no existió. (5)

En este nuevo concepto de la información, dos nuevos elementos fueron apareciendo hasta marcar un antes y un después: la inmediatez y la dramatización de la vida cotidiana.

Todo se quiere saber ya, en este mismo momento, ahora.

Gilbert Cesbron decía que "la televisión nos proporciona temas sobre los que pensar, pero no nos deja tiempo para hacerlo". En una palabra, obra por un efecto acumulativo inmediato. El retornar a Brinckley, y el énfasis que se pone en la televisión haya o no haya noticias, nos conduce a que cuando colocamos un canal de noticias de 24 horas, cuando aparece el fondo rojo, cuando irrumpen la trepidante marcha estadunidense y las letras blancas, no sabemos –ya expectantes, temerosos– si nos van a anunciar el fin del mundo, un nuevo escándalo de corrupción, un choque en una esquina y la versión de alguien que pasaba por ahí, o el dramático caso de un gatito que no puede salir de la alcantarilla.

Todo es igual de dramático, pero está ocurriendo ya. Y eso es lo importante.

"Todo es inmediato", titula un trabajo el escritor español Vicente Verdú (6), íntimamente relacionado con el tema que nos ocupa, aunque traza un paralelismo con la informática. Verdú afirma que "ahora la velocidad está convertida en una condición inseparable de la modernidad y lo moroso es incluso insoportable. Desde la alimentación a la diversión, desde el aprendizaje de un idioma a la curación de un dolor, los procesos tienden a abreviarse, y la creciente impaciencia del sujeto juzga sobre la eficiencia o la incompetencia de la función de acuerdo con sus ritmos. De la comida rápida al videoclip, de los intertextos a las imágenes del zapping, desde la demanda de psicodrogas a los energizantes para no detener la acción, el discurrir de la existencia se ha transfigurado en un destino acelerado que alcanza su punto paroxístico en la conducta instantánea que define el proceder de la actual computadora. La informática, en suma, ha enseñado que cualquier deseo expuesto ante el teclado debe obtener su satisfacción al momento".

Agrega Verdú que "la informática contribuye hoy a provocar la sensación de que todo se encuentra ya realizado y preparado en supertexto, presto en la reserva del interfase. De esta manera, el futuro ha dejado de ser simbólicamente un producto todavía por construir y aparece, en cambio, como un imaginario terminado, listo para ser convocado en cualquier momento y de una vez".

Decía que la dramatización de la vida cotidiana es otra deformación de la televisión que inquieta, como así también la banalización de la vida cotidiana. En el primer caso, por la insistencia en ir aumentando el grado de impacto en la sensibilidad del espectador, por la eliminación de los límites del buen gusto, el recato y el derecho a la privacidad de las personas. Sangre, dolor, llantos, histerias colectivas, desastres, accidentes, todo sirve a los efectos "dramáticos" para despertar la sensibilidad del teleespectador, ayudado por una estética televisiva que privilegia la crispación espasmódica, los planos que van y vienen en pulsaciones nerviosas, los encuadres desestructurados y un ritmo permanentemente trepidante.

Del otro lado, la banalización de la vida cotidiana discurre por el empeño en sacralizar lo más insignificante, con pretensiones de presentar como verdadero lo que con frecuencia no es más que una opinión. Como señala el italiano Telesio Malaspina (7), "a la televisión le encanta dar la palabra a la gente de la calle, con lo que las corrientes más facciosas o necias adquieren la densidad de una corriente de pensamiento". Y agrega: "El uso y abuso de la gente en directo hace creer que ahora ya puede tomarse cualquier decisión en un momento por aclamación popular".

En síntesis, en estos supuestos de la dramatización y banalización de la vida cotidiana, en el mismo exacerbado énfasis que se da a cualquier acontecimiento, está el germen de la creciente indiferencia o insensibilidad del teleespectador, con lo que la saturación crea condiciones opuestas a las buscadas.

El caso de la CNN es emblemático: en agosto se anunció que busca una nueva estrategia para recuperar su audiencia, que está en caída libre. La televisora, consagrada durante la Guerra del Golfo, sufre para mantener el primer puesto en audiencia, porque –reparemos en esto– la actualidad no ofrece suficiente atractivo. "La CNN –opina un especialista en medios de Estados Unidos– necesita permanentemente un escándalo a lo Mónica Lewiski o de un accidente aéreo para tener audiencia". (8)

El famoso presentador estadunidense de televisión, Walter Cronkite, se ufanaba al afirmar: "La imagen no miente". Realmente lo decía convencido, porque entendía que la imagen es la que es y habla por sí misma. Si fotografiamos algo, dice Sartori, ese algo existe y es como es. "No hay duda –afirma a continuación– de que los noticieros de la televisión ofrecen al espectador la sensación de que lo que ve es verdad, que los hechos vistos por él suceden tal y como él los ve. Y, sin embargo, no es así. La televisión puede mentir y falsear la verdad, exactamente igual como cualquier otro instrumento de comunicación. La diferencia es que la 'fuerza de la veracidad' inherente a la imagen hace la mentira más eficaz, y por tanto, más peligrosa". (9)

Sobre la pretendida inocencia, o asepsia, de la imagen, hay muchos ejemplos para derribarla. Antes de la Segunda Guerra Mundial, la compra y venta de títulos de la Bolsa de París se realizaba al aire libre, bajo los pórticos. Un día, la fotógrafa Gisele Feunda se dedicó a tomar una serie de instantáneas y centralizó sus imágenes en un agente de cambio, que sonreía, pero en ocasiones, con expresión de angustia, exhortaba a la gente con marcados ademanes. La fotógrafa vendió ese material a algunas publicaciones bajo la denominación "Instantáneas en la Bolsa de París". A los pocos días, un periódico belga publicó la foto del agente de cambio sonriente con un título que decía: "Alza en la Bolsa de París, algunas acciones alcanzan un pico fabuloso". La foto del agente de cambio con expresión de angustia salió en un diario alemán bajo este título: "Pánico en la Bolsa de París., se desmoronan fortunas, miles de personas arruinadas". (10)

En diciembre de 1956, el semanario L’Express publicó una doble serie de fotos tomadas en el transcurso del alzamiento húngaro. La idea era demostrar cómo las distintas televisoras habían podido emplear las mismas imágenes para dar visiones totalmente contradictorias de los acontecimientos, aunque aparentemente verdades, con el propósito de poner en guardia al público contra posibles manipulaciones.

Se determinó así que en una televisora la imagen que mostraba a un tanque soviético entrando a la capital de Hungría era presentada así: "Despreciando el derecho de los pueblos a disponer de sí mismos, el gobierno soviético ha enviado varias divisiones blindadas a Budapest para reprimir el alzamiento".

En otra televisora, obviamente oficial, la imagen era mostrada con este comentario: "El pueblo húngaro ha solicitado la ayuda del pueblo soviético. Han llegado varios tanques soviéticos para proteger a los trabajadores y restablecer el orden". (11)

El tratamiento digital de las imágenes ha acentuado el peligro de las manipulaciones, a tal punto que se ha establecido una especie de código deontológico de la fotografía para poner freno a los arreglos. En el caso de la televisión, lo que antes era costoso y técnicamente complicado se ha vuelto barato y fácil. Así, por ejemplo, un país que organice una gran carrera ciclística para promocionar el turismo en esa zona, podría resolver rápidamente la dificultad de que el día de la carrera le saliera nublado: una pequeña modificación y la retransmisión a una cadena le permitirá mostrar un día soleado y cálido. (12)

Eso en cuanto a lo técnico. Ni hablar siquiera de la manipulación de corresponsales que muestran por televisión matanzas que no existieron, tumbas donde los cadáveres eran del otro bando, o falsos reportajes, sin siquiera mencionar el caso paradigmático de la televisación de la Guerra del Golfo. Cómo no recordar, por ejemplo, el caso de un periodista de la televisión, alemán de 38 años, reconocido culpable por la justicia de haber falsificado total o parcialmente una veintena de reportajes, o la condena de casi 3 millones de dólares que impuso la Comisión Independiente de Televisión a una empresa por las falsedades incluidas en un film documental, que fue pasado en 14 países y hasta recibió el premio al "mejor reportaje rodado en condiciones arriesgadas", otorgado por la cadena española de TV3. (13)

La teatralización de los reportajes televisados, destinados a atrapar al gran público con ingredientes de ficción, ya han empezado a despertar muchas críticas, en Europa, sobre todo centradas en periodistas que transforman la información en espectáculo o la presentan como una ficción.

Son apenas ejemplos aislados, podrían ser muchos más, pero que llevan al crítico francés Phillipe Quéau a formular una advertencia: "Cuando más inmersos estamos en el mundo de las imágenes, mayor será la necesidad de tomar distancias respecto de sus apariencias, a sus verdaderos y falsos aspectos, y más necesidad habrá de evitar dejarse engañar por las pseudoevidencias de los sentidos". (14)

Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique, se ocupa extensamente de la veracidad o no de las imágenes en sus libros La tiranía de la comunicación y La golosina visual (15). Y puntualiza que "informar ahora es enseñar la historia sobre la marcha o, en otras palabras, hacer asistir (si es posible en directo) al acontecimiento. Se trata –enfatiza Ramonet– de una revolución copernicana, de la cual aún no se han terminado de calibrar las consecuencias y supone que la imagen del acontecimiento (o su descripción) es suficiente para darle todo su significado".

Para Ramonet, "llevado este planteamiento hasta sus últimas consecuencias, en este cara a cara teleespectador-historia sobra hasta el propio periodista. El objetivo prioritario para el teleespectador es su satisfacción, no tanto comprender la importancia de un acontecimiento como verlo con sus propios ojos… Y así se establece, poco a poco, la engañosa ilusión de que ver es comprender, y que cualquier acontecimiento, por abstracto que sea, debe tener forzosamente una parte visible, mostrable, televisable". (16)

Unas palabras ahora para hablar del tema convocante de este panel: El poder mediático. También podríamos hablar de la sociedad mediática, de los funcionarios sólo mediáticos (que se arreglan la corbata apenas se enciende una luz), de la justicia mediática. En fin, que el término se nos ha venido encima y ya lo hemos adoptado, sin pensar siquiera el origen.

El traductor de Ramonet lo reconoce: "El anglicismo media, incorporado ya a diversas lenguas como denominación abreviada de "medios de comunicación de masas" (mass-media), se usará a lo largo de todo el libro ante la ausencia de una expresión adecuada en español que incluya, en una sola palabra, prensa, radio, televisión, cine… (17)

Es cierto: en el español no hay nada, todavía, y lo más cercano a mediático en la Real Academia es mediatizar, que por supuesto no se le aproxima. Pero si no está en el diccionario mayor de nuestro idioma, el término mediático sí está en el pensamiento de un académico, Fernando Lázaro Carreter, que en las chispeantes y eruditas notas sobre el idioma reunidas en su libro El dardo en la palabra se ocupa de él con tanto gracejo que me permitirán ustedes leerla aquí:

"La palabra es aún niña en Francia, tiernamente adolescente como mucho: sólo han pasado doce o trece años desde su invención allí. "Médiatique" se emplea para calificar lo concerniente a los medios de comunicación, o a lo transmitido por ellos. Y con tan escasa edad, ya se pasea con disfraz hispano y pisando fuerte por nuestras prosas habladas y escritas, confiriéndole un alto grado de distinción. Así, se dice, se oye, que vivimos en una sociedad mediática, queriendo significar con centelleante concentración la importancia, constitutiva casi, que en la sociedad contemporánea poseen los "media" o medios por antonomasia. Es evidente que ciertas corrupciones hubieran permanecido ignoradas sin la acción "mediática", y fuentes "mediáticas" de toda solvencia aseguran que el gobierno está resuelto a aplicar el programa de su partido si gana las próximas elecciones."

(Una acotación: recuerden que estos últimos conceptos están referidos a España… y no tienen nada que ver con nuestro país.)

Agrega Lázaro Carreter: "El vocablo se ha puesto de moda y nadie que se precie en ese mundo, y en el político, hermano suyo en echarle rumbo al lenguaje, perderá la ocasión de usarlo y de abrillantarse con él. Mediático se ha formado, resulta obvio, partiendo del segundo componente del inglés mass media, un latinismo crudo (plural de medium) al que se le ha pegado el fecundo sufijo del mismo origen (-ático. Los italianos, que también gozan metiéndole espuela a su fastuosa lengua, han creado massmediatico, que tiene más cuerpo y aún menos alma, pero está aún sin descubrir por nuestros oteadores. Ojalá se les escape: ya nos basta con este nuevo inmigrado, tan patéticamente pedante. Sin poder remediarlo, se me asocia con el otro medium, el de los espíritus, y tiene una faz tan redicha que parece inventado para albergar un concepto esotérico en compañía de voces tan arcanas para los profanos como iniciático, melismático, entinemático… Pues no: sirve sólo para darse postín". (18)

Ahora estamos asociando mediático con poder, ese modo de acción sobre las acciones de los otros. Y lo asocio con aquel ya viejo concepto de cuarto poder, denominación que se daba a la prensa –en realidad a la información en su concepto global–, en oposición a los tres poderes tradicionales, ya que se entendía que la prensa tenía la misión republicana de juzgar el funcionamientos de los otros tres (Ejecutivo, Legislativo y Judicial).

Algunos autores, como Ramonet, sostienen que "si se quisiera clasificar los poderes, como se hacía en los años 20 o 30, se vería que los media han ascendido, han ganado posiciones y que hoy se sitúan, como instrumento de influencia por encima de un buen número de poderes formales” (19). Claro que si bien ha subido posiciones en el ranking de poderes, podríamos ubicar al poder mediático en el segundo, detrás por supuesto del primero de todos, el poder económico.

Si prestamos atención a la terminología, antes hablábamos de cuarto poder, que lo referenciaba a la prensa en particular, y ahora nos estamos refiriendo a poder mediático, es decir, el conjunto multimedia y con particular énfasis en lo audiovisual.

Los avances tecnológicos, por una parte, y la globalización, por otra, han impulsado la profunda transformación de la industria de la comunicación, con una marcada e inquietante tendencia a la concentración de medios.

A este vertiginoso proceso, en el que no podemos olvidar dos deformaciones como la superbundancia de información y la deportitis, se suma la exaltación virtual que es Internet, otro terreno donde la imagen, el clip permanente, el shock emocional, se asocian con toda la información que pueda imaginarse.

¿Información dije? ¿No era que solamente los periodistas manejaban la información? Ya no, todo el mundo está poniendo información en Internet, y a tal punto se desfigura el rol del profesional de la comunicación que ya no se habla de "información" en Internet, o en los multimedia, sino de "contenidos", o el "producto", como lo denominan los adoradores del nuevo dios, el marketing.

Quizá sería interesante, para otra ocasión, hablar del nuevo papel del periodista en este veloz proceso, de su difícil adaptación a escribir o hablar a veces simultáneamente –dentro de un multimedia– en términos de diario, radio, televisión o Internet; de su transformación en periodista digital, de la desconfianza crítica que está generando en muchos sectores de la sociedad más próximos a ver que comprender.

Mucho ha cambiado en la vida periodística. Y si bien tenemos presente la denuncia de Joaquín Morales Solá, recordamos con nostalgia los tiempos en que el periodismo escrito podía derribar al presidente Nixon.

Y más atrás aún, recordar que hasta Superman fue periodista.










Referencias:



SARTORI, GIOVANNI: "Homo videns . La sociedad teledirigida", Taaurus, España, 1998
SARTORI, ib, pag. 17
SARTORI ,ib. Pag. 26
Citado por DOVAL, GREGORIO: "Florilegio de frases envenenadas", Ediciones del Prado, Madrid, pag. 294
BAUDRILLARD, PIERRE: "La Guerra del Golfo no existió", Ed. Anagrama, España
VERDU, VICENTE: "Todo es inmediato", diario El País, Madrid, 7 de setiembre de 2000.
MALASPINA, TELESIO: "Difendiamoci dalla televisione", L’Expresso, 10 de diciembre, 1995.
Agencia AFP, 31 de agosto de 2000.
SARTORI, ib. Pag.99
ABREU, CARLOS: "La importancia del entorno periodístico" (Sala de Prensa 2000, http://www.saladeprensa.org.
ABREU, ib. http://www.saladeprensa.org.
GRIJELMO, ALEX: "El estilo del periodista", Taurus ediciones, Madrid, 1998
RAMONET, IGNACIO: "La golosina visual", Debate, España 1999.
QUEAU, PHILLIPE: "Alerte, leurres virtuels", "Le Monde Diplomatique, febrero 19994.
RAMONET, IGNACIO: "La tiranía de la comunicación", Debate 1999. "La golosina visual", Debate, 2000.
RAMONET, ib.pag 25
"La tiranía de la comunicación", pag. 9
LAZARO CARRETER, FERNANDO: "El dardo en la palabra", Círculo de Lectores, 1998, pag.720.

* Jorge Enrique Oviedo es director periodístico del diario Los Andes de (Mendoza, Argentina) fundado en 1882. Ex Profesor en la Escuela Superior de Periodismo, ha ganado premios nacionales de periodismo en certámenes organizados por Círculo de la Prensa y Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA) y la Feria Internacional del Libro. Poeta y escritor, su novela El Viejo obtuvo el premio nacional del Fondo Nacional de las Artes. Esta ponencia fue leída en las Jornadas de Pensamiento Contemporáneo organizadas por la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales de Buenos Aires, y es su primera colaboración para Sala de Prensa.



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Acción en Francia contra la importación de Soja Transgénica de Argentina



800 personas protestan ante la llegada del carguero Golden Lion procedente de Argentina que pretende introducir en Europa 30.000 toneladas de soja transgénica a través del puerto de Lorient, en Francia


Martes,1ro de febrero de 2005

vie 28 enero 2005 ESPAÑA/Madrid

A pesar de las adversas condiciones climáticas y la fuerte presencia policial en el puerto francés, cientos de activistas y manifestantes se han reunido hoy ante la llegada a puerto francés del carguero argentino para decirle no a la importación de transgénicos a Europa. El cargamento de transgénicos había sido interceptado cuatro días atrás en alta mar por el buque de Greenpeace MV Esperanza y desde entonces, seguido hasta la costa francesa.

Representantes de movimientos de agricultores como Confederación Paisana y el colectivo Los Segadores Voluntarios -entre ellos el dirigente José Bové- han acompañado la protesta a bordo del barco de Greenpeace. Mientras varios manifestantes han pintado No a los OMG en el casco del barco transgénico, ocho activistas que desplegaron un cartel fueron detenidos por la policía francesa.

"Este carguero transgénico nunca debería haber zarpado hacia Europa. A pesar del rechazo de los ciudadanos europeos, millones de toneladas de soja transgénica entran en la alimentación de los europeos cada año sin su consentimiento. Los ciudadanos que hoy protestan pacíficamente en Francia están dejando claro que el consumidor europeo no quiere soja transgénica", ha afirmado Juan Felipe Carrasco, responsable de la campaña contra los transgénicos de Greenpeace España.

La expansión de la soja de Monsanto en Argentina para ser exportada hacia la UE ha causado la destrucción de millones de hectáreas de ecosistemas de alto valor y ha sustituido actividades ganaderas y cultivos de patatas, judías o arroz. Según un informe publicado la semana pasada, al menos 2,3 millones de hectáreas de bosques primarios argentinos han sido destruidos desde 1996 para sembrar Soja Roundup Ready de la multinacional Monsanto, habiéndose desplazado de sus tierras a comunidades indígenas y a miles de pequeños agricultores. El destino de esta soja transgénica es fundamentalmente el engorde de la ganadería europea.

En Europa, el rechazo de los consumidores al uso de organismos modificados genéticamente en la alimentación ha logrado que la industria apenas los utilice en la producción de alimentos. Sin embargo, la nueva legislación europea no obliga a las empresas a etiquetar la carne, la leche o los huevos derivados de animales alimentados con transgénicos. De este modo, sigue pasando desapercibida la utilización de soja o maíz transgénicos a través de los piensos.

Hoy las tres organizaciones han exigido el cese de las importaciones de transgénicos a la región francesa de Bretaña, la cual recientemente ha hecho pública su intención de convertirse en una zona libre de transgénicos. En España, varias comunidades autónomas han declarado su intención de convertirse en Zonas Libres de Transgénicos y están trabajando política y administrativamente en ello.

"Los cultivos transgénicos representan la punta de lanza de una agricultura industrial destructiva, que amenaza tanto al medio ambiente como la supervivencia de los pequeños productores" -dijo el dirigente agrario José Bové- "Unas pocas corporaciones transnacionales agroquímicas y productoras de semillas transgénicas están dominando el mundo agrario. Queremos terminar con este ciclo infernal y que los productores franceses no sean dependientes de estos sucios cultivos. Es muy simple: los transgénicos no tienen lugar alguno dentro de una agricultura sostenible."

España importa unas 6 millones de toneladas de soja, de las cuales 4 millones están modificadas genéticamente. Alrededor de 3 millones provienen de Argentina, donde el 99% de la soja es transgénica.

"Eliminar selvas o bosques enteros, destruyendo el hogar de jaguares, pumas o comunidades indígenas para dar de comer al ganado europeo es inaceptable" -dijo Carrasco- "Ninguna industria puede defender semejante paradoja. Esperamos que por el contrario, las empresas de alimentos decidan resguardar su reputación ante los consumidores rechazando los ingredientes derivados de la agricultura transgénica".

El gobierno del PSOE no parece que tenga intención de cambiar la política que mantenía el PP. El Ministerio de Agricultura estuvo a punto de aprobar unilateralmente un Real Decreto para eliminar la responsabilidad e las multinacionales biotecnológicas y legitimar la contaminación de los cultivos convencionales y ecológicos. "Es deseable que, tanto el Ministerio de Medio ambiente como la sociedad civil impidan la aprobación de una norma injusta y peligrosa para el futuro del agro español", ha concluido Carrasco.


Soja Trasgénica = Desertificación
Fuente : http: // http://www.grupotortuga.com/




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El Regreso, un film de Héctor Valentini




Tuvimos la oportunidad de ver la película “El Regreso- el encuentro en un sueño los hace despertar”, un film de Héctor Valentini, realizada con motivo de los 45 años de Egresados de la Promoción 63 de la Escuela Normal de Profesores “República del Perú”, de nuestra ciudad de Cruz del Eje .

Se trata de una producción a medio camino entre un film y un documental, que transmite una alta emotividad, una gran añoranza y constituye un bello y por demás sentido recuerdo para los integrantes de esa promoción escolar, y los cruzdelejeños en general.

Filmada con gran prolijidad, un muy buena fotografía, y una buena selección de la banda sonora, en ese acople misterioso de música e imagen, hacen que este film - si bién es de factura cuasi-artesanal- se luzca y logre emocionar a los ocupantes de la butaca, máxime si se trata de compañeros de promoción y pues allí se narra historias de vida, testimonios de vocaciones, de soledades compartidas, de sueños, de utopías incumplidas. Al verla, a más de uno se le “pianta un lagrimón“.-

Mucha añoranza, mucha nostalgia, y recuerdos imborrables, en el ejercicio de la memoria colectiva de ese grupo de alumnos, experiencias compartidas, y regresos a las fuentes, en busca de sueños, esperanzas, y porque no, de la felicidad. Como un eterno retorno de las cosas, de las sensaciones y emociones de esa época dorada de la adolescencia, en que estaba todo por hacerse. Muy emotiva la parte de las fotografías de la época colocadas en un pizarrón de la escuela y el homenaje a los que ya partieron de este mundo.

Tanta añoranza y recuerdos, dulces y dolorosos, son rescatados , sobre el final, como el necesario comienzo de “nuevos espacios…”, de un eterno viaje por el tiempo hacia un futuro mas promisorio para ellos, para sus entornos familiares y sociales . No quedándose solamente en la nostalgia “ per sé”, sino como punto de partida, como eje de una nueva actitud, de un nuevo sueño colectivo a construir, como un desafío generacional y social a enfrentar.-

Ese parece ser el mensaje que quieren transmitirnos, no solo el director del film, Héctor Valentini, sin también los integrantes del imaginario colectivo reunido en este Octubre pasado en estas tierras cruzdelejeñas, y aparece plenamente logrado en esta obra del 7mo. Arte que es el cine, en la poderosa contundencia de la imagen y de las palabras .-


Licurgo , Cruz del Eje, 26 de Noviembre de 2008 .




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Princesita azul

A Agustina

Lucecita preciosa,
rosi-blanca personita,
llenas con tus ruiditos
los dias y las noches de
quienes te quieren
y te cuidan.

Gorjeítos, risitas, y
esos ojos azules
profundos que
todo lo observan,
como devorando el mundo
para conocerlo todo.

La mamá-canguro te
protege, te acuna,
te alimenta y cuida.
El papa-canguro también.
El abuelo mira, por ahora .

Será el tiempo de la dicha,
en cuanto éste pareciera
detenerse en tus sonrisas
y entre tus cotidianas necesidades
de afecto y cuidado.
Será éste el tiempo del amor,
del recuerdo de otra personilla
Igualmente adorada como ella,
que hoy enfrenta dificultades.

Te amo con todo mi corazón
preciosa princesita azul,
regalito del Cielo y de la Luz
Eterna, Incognocible,
pero recordada.-

José Luis Planas Osorio
Cruz del eje, 12 de Noviembre de 2008 .-



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Carlos Penelas, poemas inéditos

Espejo I



¿Quién es este desconocido que habita el espejo?
¿Por qué me mira así?
¿Qué ojos desvelados lo llevan
a sentir pena o ternura por mi?
¿O a recordar el día sin abandono, en el ocaso,
hendido y distante, desolado, desde una silla?
Temo a ese hombre desprotegido,
al corazón insospechado que sale de sus labios.
Temo esos ojos sin control que miran
a un hombre que se mira
en la desnudez del silencio y del destierro.



Espejo II



No sé quién es este hombre.
Este hombre que lleva mi rostro,
una fecha de julio de 1946 en su pecho,
un furor oculto, agazapado, en sus manos.
Detrás de sus ojos navegan barcas celtas.
Y un mar, un vacío esplendente
evocando hembras de pesados cabellos,
solitarias, perdidas.
No sé quién es. A veces siente la ternura furtiva,
la sombra de una mirada oculta,
el jadeo clandestino de la noche.
A veces lee bajo la luz de una lámpara de pie
o vacila detrás del ventanal, de los vientos melancólicos del sur.
¿Qué ve en mí?
¿De qué se apiada? ¿Por qué tiembla?





Espejos III



Un desconocido habla por teléfono desde mi cama.
Lo veo mientras la lluvia cae sobre el ventanal
de la biblioteca. La radio me impide sentir
la intimidad de la lluvia, el calor del insomnio,
las imágenes que pesan y rozan las flotantes nostalgias.
Me doy cuenta que soy un inquilino en esta casa.
Que las palabras son errantes. Siento envejecer mis manos.
La penumbra devoran estas voces desiertas.
No he muerto aún pero estoy fuera.
Me reconcilio con un viejo poema, con un retrato,
con los ríos bellísimos que cruzan los pájaros,
o con esa pequeña brisa que acaricia mi hombro.
(El unicornio es una claridad desvanecida.)
Sé que son matices, elegías dispersas,
pausas inequívocas que ven el reverso de una frutera,
que palpan a contraluz lo fugaz del viento,
el pubis de la amada como una lengua peregrina.
Un desconocido habla por teléfono.
Un animal deambula por la noche cerrada.


Carlos Penelas Buenos Aires, noviembre de 2008
( Especial para Revista Macedonio Belarte )






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REVISTA DIGITAL DE CULTURA MACEDONIO
AÑO IV - NRO. XXXIX - MIERCOLES, 31 DE DICIEMBRE DE 2008
- Belarte









Sumario :

Esa saludable embriedad. 01 / Los olvidados de la pintura argentina. 04 / Entre Dios, el espíritu y el cerebro. 07 / Demagogia o Realismo. 13 /El triunfo de la Primavera. 15 /”La violencia familiar es un tema social complejo”. 18 /LA RAZA VENIDERA. 19 / Miedo a los Blancos, por Michael Moore. 20 / Melancolía. 25 / DAGÓN. 27 /Poder Mediático: la fascinación de la imagen . 31 /Acción en Francia contra la importación de Soja Transgénica de Argentina. 40 / EL REGRESO, un film de HéctorValentini. 42 / Princesita azul. 45 / Carlos Penelas, poemas inéditos. 46








"El Regreso", un film de Héctor Valentini, Oct.08



Ediciones JLPO / Paraguay 76 / Cruz del Eje / T.E.: 03549-421580