lunes, 31 de mayo de 2010

Revista Digital de Cultura de Cruz del Eje MACEDONIO BELARTE - AÑO 5 - Nº 56 - MAYO 2010

Libros > Historietas
Literatura en cuadritos

Frankenstein, El Principito, Don Quijote y otros clásicos literarios de todos los tiempos se pasan a la historieta. Libros hechos viñetas.

08.01.2010




CLÁSICOS. "Frankenstein", "Relatos de Poe" y "Peter Pan", algunos de los títulos con versión en historieta.



Javier Mattio


Son historias inconfundibles, legendarias, conocidas por todos. Frankenstein, El Principito, Don Quijote, llevan consigo la etiqueta de clásicos de la literatura, pero eso no impide –o justamente, eso es lo que permite– que sean contadas una y otra vez. Este año, desde la iniciativa de diversos autores y editoriales, han aparecido varias historietas (encuadradas dentro del formato “novela gráfica”) que adaptan esos hitos al lenguaje de los globos y las viñetas, renovando así el mito y explotando sus infinitas posibilidades.
En realidad, la tendencia a adaptar libros clásicos ha generado –valga la redundancia– innumerables clásicos de la historieta: basta pensar en los cuentos de Maupassant recreados por el italiano Dino Battaglia o en los relatos de Lovecraft soberbiamente ilustrados por Alberto Breccia (que hoy se consiguen en una reciente edición de Doedytores).
Ahora bien, entre las novedades que recuperan ese gesto, cabe destacar la iniciativa de la editorial española Parramón que, fiel a la tradición nombrada, estrenó adaptaciones al cómic de clásicos del terror y la literatura fantástica, en ediciones cuidadas y a cargo de guionistas y dibujantes contemporáneos, en su mayoría oriundos del país ibérico.
Frankenstein, de Sergio Sierra y Meritxell Ribas, consigue una acertada relectura, tan literal como personal, de la leyenda concebida por Mary Shelley. El guión de Sierra es sobrio y respetuoso con el original, y los maravillosos dibujos de Ribas (basados en la técnica del gratagge –raspar el color negro para así dibujar con el blanco–) generan la atmósfera gótica ideal.
Relatos de Poe, por otra parte, y como su nombre lo indica, le pone pulso de historieta a tres cuentos del escritor norteamericano. "El escarabajo de oro", "El método del doctor alquitrán y el profesor pluma" y "La caída de la casa Usher" condensan la versatilidad de Poe, su capacidad única para saltar del género de aventuras al horror más sombrío. La guionista y dramaturga uruguaya Denise Despeyroux afronta el reto de contar esos relatos inmortales casi desde el puro diálogo, y el joven barcelonés Miquel Serratosa aporta un arte donde se cruzan la el dibujo, el diseño y el collage, técnicas que le sirven como anillo al dedo para evocar personajes excéntricos, mansiones solitarias y paisajes alucinados.

Príncipes del cómic


Considerado una de las grandes figuras actuales de la historieta europea (y mundial), el francés Joann Sfar ha legado, en el escaso tiempo de una década, una serie de álbumes sorprendentes –entre ellos la premiada saga de El gato del rabino–, en los que ha demostrado que no hay género o temática que se le resista. Entre sus últimas incursiones, Sfar asumió la difícil tarea de pasar a la historieta El principito, el cuento de niños para adultos de Antoine De Saint–Exupéry, que hoy puede conseguirse en Córdoba gracias a una excelente edición de Océano.
Consagrado best–seller en su país de origen el año pasado, El principito resume las enormes virtudes de Sfar sin desvirtuar el texto (y los dibujos) de Exupéry: ritmo casi mágico en la narración, capacidad ilimitada para la fabulación y dibujos preciosos en su “feísmo”. Esta adaptación supone así la oportunidad perfecta para introducirse a la obra de Sfar, autor que prueba que lo esencial (al menos en la historieta) sí puede ser visible a los ojos.
Otro francés que se metió con un mito con forma de niño es Régis Loisel (también un aclamado nuevo gigante del cómic europeo), quien se tomó la libertad de reformular a Peter Pan en clave “realista”, arriesgando una versión más adulta y dramática del personaje creado por J. M. Barrie. El más que recomendable primer volumen de Peter Pan fue publicado por Deux, y el resto de la historia continúa saliendo en la revista de historietas de la misma editorial, que lleva su nombre (y se consigue sólo en comiquerías).

Don Quijote en japonés

El recurso (y el desafío) de llevar clásicos al cómic no es sólo exclusivo de autores extranjeros: la editorial porteña Moebius acaba de publicar el segundo tomo de una divertida adaptación de Don Quijote en versión manga, escrita por Federico Reggiani (creador del blog Historietas Reales junto a Fran López) y dibujada por Sergio Coronel. Las hilarantes desventuras del hidalgo español tienen lugar en escenas de acción dignas de Dragon Ball, pero con exclamaciones en castellano arcaico de por medio (y temibles molinos de fondo).
Por último, los amantes de las reediciones y recopilaciones pueden disfrutar de las historias de Lovecraft y Poe que adaptó Horacio Lalia y que Thalus viene publicando desde hace un tiempo en interesantes ediciones; del Shakespeare dibujado de Norberto Buscaglia y Cristina Breccia (Deux), y de los imprescindibles Mitos de Chtulhu del “Viejo” Breccia ya mencionados (también con guiones de Buscaglia), junto a su versión del Informe sobre ciegos de Sábato que hace mucho publicó Colihue. Y sí, habrá que adaptarse a tanta adaptación.




La Biblia “underground”




El desafío fue afrontado (y superado), y el resultado parece genial. Entre tantas idas y vueltas entre el cómic y la literatura, todavía faltaba que alguien se animara a adaptar el clásico de clásicos: La Biblia. Tarea (titánica) que recayó en manos de Robert Crumb, la leyenda del cómic underground norteamericano que hoy reside en Francia.
“Convertir en historieta el Génesis fue como escalar el Everest”, comparó el autor en una reciente entrevista. Y no es para menos. The Book of Genesis tiene más de 200 páginas y tardó casi cinco años en tomar forma. Allí, Crumb examina la creación en mayúsculas con su singular trazo satírico, respetando a su vez los célebres episodios de las sagradas escrituras: “delirantes o no, las historias del Génesis son soberbias como todos los mitos. ¿Para qué modificarlas? Son cuentos poderosos”, recalcó.
Y ya que se habla de religión, habrá que rezar literalmente para que alguna editorial se anime a editar The Book of Genesis en nuestro país. Mientras tanto, la flamante edición española (importada) corre por cuenta de La Cúpula.



Uno por uno

Frankenstein. Autores: Sergio A. Sierra y Meritxel Ribas. Editorial: Parramón. Adapta: La novela gótica de Mary Shelley. Precio: 48.
Relatos de poe. Autores: Denise Despeyroux y Miquel Serratosa. Editorial: Parramón. Adapta: Tres cuentos de Edgard Allan Poe. Precio: 48.
El principito. Autor: Joann Sfar. Editorial: Océano. Adapta: El cuento de Antonie De Saint–Exupéry. Precio: 56.
Peter Pan. Autor: Régis Loisel. Editorial: Deux. Adapta: La historia del personaje creado por J.M. Barrie. Precio: 20.
Don quijote volumen 1 y 2. Autores: Federico Reggiani y Sergio Coronel. Editorial: Moebius. Adapta: El clásico de Miguel de Cervantes en versión manga. Precio: 25 cada tomo.



Comentarios:


Javier PissoniVie, 15/01/2010 - 16:17

Me resultaria interesantisimo ver algunas obras de Poe en formato Comic...



augusto cesar m... Sáb, 09/01/2010 - 20:27

dificil que alguien publique a Robert Crumb,o cualquier comic europeo,el precio mas que accecible alla,aqui es carisimo,el genesis sale 29,90 euros,multipliquen...en la misma hoja de novedades de La Cupula esta el ultimo ganador de Angulema,el Pinocchio de Winsluss a 32,00,y la lista sigue, es interminable........y hay clasicos que dificilmente se publiquen...........
Lia Huanca Vie, 08/01/2010 - 22:24

vaya que bien.-












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Ocio y Tendencias

Lila Downs


El 6 de abril la Vieja Usina vibró con el canto de Lila Downs. La periodista ciudadana se conmovió con su música y cuenta que la cantante mejicana hizo bajar a bailar a quienes estaban en lla platea alta cuando cantó Perro Negro.
Adriana Pozzo
El martes 6 de abril la Vieja Usina vibró con el canto de Lila Downs. La cantante mejicana ya había estado en el 2008 junto con Mercedes Sosa y Susana Vaca en un concierto dedicado al Día Internacional para la eliminación de la Violencia contra la Mujer.
La mayor parte de los temas que interpretó pertenecen al cd Ojo de Culebra que está dedicado a la curandera oaxaqueña Doña Queta y a todas las curanderas parteras sanadoras de nuestra madre tierra.
Flor Monfort cuenta: "Lila Downs tuvo esas infancias que se pueden resumir en una niña mirando hacia dos lugares (culturas, tradiciones, grupos o más esencial: un padre y una madre) sin sentir que pertenece a ninguno. Esta cantante de 41 años nació en Tlaxiaco, un pueblito de Oaxaca, al suroeste de México, en un estado en el que conviven más de 16 grupos étnicos, pero creció entre California y Minnesota donde se graduó como antropóloga con una tesis sobre los tejidos de las mujeres de Oaxaca. En sus primeros viajes a México, en la adolescencia, se sentía apartada por su inglés perfecto y, en Estados Unidos la marginación venía por su origen indígena. Sus antepasados también son llamados “hombres de las nubes” porque las ciudades más importantes de la región se encontraban en la cima de las montañas tenían la costumbre de enterrar el cordón umbilical de los recién nacidos para asegurarse el retorno de sus descendientes a la tierra natal. Así lo hizo la abuela mixteca de Lila con el cordón de su nieta". Con esta historia, la cantante resuelve su problema de identidad en el encuentro de sus raíces y de alguna manera brindó un sentido homenaje a Mercedes Sosa cuando dijo que la Mecha la alentó para seguir su camino.
Juega con sus tonos de voz desde los agudos hasta los graves, y en el tema Paloma negra da la impresión que cantan dos personas.
Cuando canta Perro Negro -con una base de música gitana- la platea alta no resistió la ubicación y bajó a bailar durante todo el concierto.
Ya al lado del escenario muy cerca de Lila se pudo advertir su vestimenta tradicional de los pueblos originarios, con mantita de arpillera bordada, pollera tejida al crochet de color amarillo y ese pelo largo y con cintas como lo usaba Frida Khalo.

Un testimonio, una vida, un canto y un reclamo en su tema JUSTICIA:

Te busqué en la calle, te busqué en el diario,
la televisión, en las voces sordas de los tribunales.
¡Justicia!
Te busqué en las caras,
te busqué en las bocas, te busqué en las mentes,
te busque en los ojos de nuestras ciudades.


Sigo creyendo, que lo malo acaba,

que lo bueno viene,
la conciencia te llama.
Sigo creyendo, que lo malo acaba,
que lo bueno viene,
la conciencia te llama.




11/4/2010





Fuente : www. sosperiodista.com.ar








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Opinión
Sobre Juana Azurduy en los billetes de cien y el indiecito Arbolito


Hace un tiempo, la legisladora Cecilia Merchán propuso que la cara de Roca en los billetes de cien sea reemplazada por la de Juana Azurduy. El periodista ciudadano comparte los argumentos y cuenta también porqué una ciudad debe cambiar el nombre por el de Arbolito.
Eduardo Alberto Planas

La diputada nacional Cecilia Merchán presentó sendos proyectos de ley por ante el Senado y Cámara de Diputados de la Nación propugnando el reemplazo de la imagen de Julio A Roca porla de la tenienta coronela Juana Azurduy en los billetes de cien pesos. Así también impuSló el reemplazo total en todo el territorio nacional de los monumentos e imágenes del General Julio Argentino Roca. (Exptes. Nº 1338 –D-2008 y 1245 –D-2010) En los fundamentos de dichos proyectos se argumenta – no sin razón -que: ”La historia, desde antaño, ha sido contada a partir de una sola posición, desde un solo punto de vista - el reverso de la moneda que hasta hoy nos han mostrado los supuestos "vencedores", papel ocupado por los hombres - dejando de lado el protagonismo que las mujeres han tenido en ella. La historia de nuestro país se ha forjado, no sólo con la participación de hombres, sino que también con la contribución y la energía de muchísimas mujeres que en su lucha siempre han sido protagonistas en el crecimiento de nuestra Nación - muchas de ellas en épocas donde la mujer era totalmente discriminada -; protagonismo éste que, sin él, los hechos no hubiesen sido los mismos.Por ello, el objetivo del presente proyecto es incluir dentro de los billetes de cien pesos la imagen de la Teniente Coronela Juana Azurduy en reemplazo de la actual imagen de Julio A. Roca. ¿Y por qué la imagen de una mujer en uno de los billetes de curso legal? Porque en el marco de un gobierno que avanza en políticas públicas estatales dentro del reconocimiento y cuidado de los derechos de las mujeres, nos parece un buen momento para que como población nos vayamos empapando de lleno en el respeto y el cumplimiento efectivo de los mismos, comenzando por la inserción de la imagen femenina en uno de los aspectos que diariamente nos circunda, como es el manejo habitual de dinero para cualquier tipo de transacción.

Como sabemos, es totalmente usual el intercambio de billetes en el día a día de la población, entonces: ¿qué mejor ocasión para marcar en este escenario una paridad que venimos buscando las mujeres desde antaño? ¿Y por qué reemplazar la imagen de Julio A. Roca por la de la Teniente Coronela Juana Azurduy? No queremos adentrarnos en una clase de historia, pero es imprescindible hacer una mención para la esencia de este proyecto entrar en el transcurso del relato histórico de nuestro país. En julio de 1878, al hacerse cargo del Ministerio de Guerra y Marina, el general Julio Argentino Roca puso en marcha un plan donde resolvía terminar con la población indígena del sur para afirmar lo que él llamó la "soberanía nacional". Fue en ese mismo mes que cada comandante de frontera recibió la orden de invadir las tierras aborígenes. Y Roca usó una palabra que, mucho tiempo después, utilizarían los nazis: hay que emprender rápidamente una "campaña de limpieza". La orden tenía como objetivo avanzar con rapidez hasta la línea del río Negro y, en lo posible, no dejar a nadie con vida. Así fueron asesinados miles de indígenas - entre ellos mujeres, ancianos y niños -, incorporando al "dominio soberano y efectivo de la Nación" una superficie territorial de 15.000 leguas. Pero Roca, aun insatisfecho con ello, comenzó nuevas acciones de exterminio cuando asumió su segunda presidencia. Para acabar definitivamente con los aborígenes del territorio sur, el general Lorenzo Wintter (gobernador de la Patagonia y jefe de su guarnición), emprendió otra campaña de aniquilamiento que se desarrolló entre fines de 1883 y principios de 1885. En esta campaña dieron muerte a un número alto y no determinado de integrantes de las tribus como también a 3700 indígenas combatientes. El general Wintter, en su informe, le anunció al general Roca: "Me es altamente satisfactorio y cábeme el honor de manifestar al Superior Gobierno y al país, que ha desaparecido para siempre en el sur de la República toda limitación fronteriza contra el salvaje". Resta solamente agregar que esto se puede resumir es una sola palabra: genocidio.


La Teniente Coronela Juana Azurduy de Padilla fue una mujer que con gran audacia y compromiso con el futuro, se puso al frente de una lucha tan desigual, como fue la guerra independentista de nuestro territorio americano. Más aun, llegó a conseguir el título mencionado de Teniente Coronela no por azar de la vida sino, muy por el contrario, por su valentía, tesón, fidelidad y lucha hacia lo que creía justo, como era la libertad para los pueblos de América del dominio extranjero.Nació en el cantón de Toroca en las cercanías de Chuquisaca, el 12 de julio de 1780, una de las ciudades más importantes de la América española. Pertenecía al Virreynato del Río de La Plata desde 1776, igual que el resto del Alto Perú, y en ella residían nada menos que la Universidad de San Francisco Xavier, la Audiencia y el Arzobispado. Tal destino geográfico influyó decisivamente en su vida. Ese año la ciudad de La Paz fue sitiada por Tupac Catari y Bartolina Sisa, alzados en armas en apoyo a Tupac Amaru.

Durante su infancia, su familia tiene un buen pasar. En su etapa universitaria, circulaban las ideas de los neo-escolásticos españoles -Vitoria, Suárez, Covarrubias, Mariana-, que prepararon el camino para la conmoción ideológica producida por la Enciclopedia Francesa, y las ideas de Rousseau. Fue allí donde nacieron las demandas de igualdad, libertad y fraternidad que comenzaron a conmover los cimientos de la dominación española en sus colonias virreinales del sur de América. Juana se rebelará contra la rígida disciplina, promoviendo reuniones clandestinas. Posteriormente, luchará en la guerra contra las tropas realistas a tal punto que su ejemplo hizo que muchas mujeres se sumaran a la gesta; los indígenas prácticamente la convirtieron en objeto de culto, como una presencia vívida de la propia Pachamama. Manuel Belgrano, en un hecho inédito, envió una carta donde nombraba a Juana Teniente Coronela. Juana Azurduy, luego de ello, decidió dirigirse a Salta a combatir junto a las tropas de Güemes, con quien estuvo tres años hasta ser sorprendida por la muerte de éste, en 1821. Decidió regresar junto a su hija de 6 años, pero recién en 1825 logró que el gobierno le dé cuatro mulas y cinco pesos para poder regresar. En 1825 se declaró la independencia de Bolivia, el mariscal Sucre fue nombrado presidente vitalicio. Este le otorgó a Juana una pensión, que le fue quitada en 1857 bajo el gobierno de José María Linares. Doña Juana terminó sus días olvidada y en la pobreza, el día 25 de mayo de 1862 cuando estaba por cumplir 82 años. Sus restos fueron exhumados 100 años después, para ser guardados en un mausoleo que se construyó en su homenaje. Es probable que, en relación a lo mencionado sobre Roca, no haya acuerdo unánime al respecto, pero lo cierto es que "la desaparición del salvaje" - como la llamó Roca - (la matanza que ello implicó), no es un hecho ficticio; es parte de la realidad misma de nuestro país y, en el escenario actual en el que estamos, escenario donde la existencia y el respeto por los derechos humanos no están solamente comprometidos en seminarios o en principios abstractos sino que se están plasmando en actos ciertos (y, más aun, cuando Argentina ha ratificado la mayoría de los tratados internacionales sobre derechos humanos, y que en la Reforma constitucional de 1994 se les reconoció jerarquía constitucional a muchos de ellos), es coherente proponer este cambio. La lucha de las mujeres fue fundamental en la guerra gaucha y fundamental fue la lucha librada por la Teniente Coronela Juana Azurduy.


La historia debe ser contada como ciertamente ocurrió, porque de nada sirve relatarla si no se logra un cambio a favor de la verdad. Si seguimos manteniendo el actual status quo del asunto, nunca vamos a alcanzar los cambios que necesitamos para que todos podamos vivir en una sociedad respetuosa y orgullosa de sus valores. Y es preciso que nuestros jóvenes se vean identificados con los símbolos de su Nación, que como parte de ellos son los billetes, pero identificados simbólicamente con una imagen mucho más humana y ejemplar, y que por ello es digna de ser propuesta la Teniente Coronela Juana Azurduy, mujer que luchó por la libertad de su tierra y por aquello que cría justo.Por todo lo expuesto es que solicito a los señores Diputados que acompañen con su voto el presente proyecto de ley”.

Hasta ahora los representantes del pueblo no se han expedido al respecto.


La leyenda del indiecito Arbolito




Aprovechando esta etapa de cambio de imágenes en los billetes, así como de monumentos, de lugares, calles y plazas, estimo que es oportuno hacer conocer “la leyenda del indiecito Arbolito”.Pero, ¿quien fue Arbolito?Osvaldo Bayer, historiador estudioso de todo nuestro pasado olvidado (u ocultado) por la historiografía oficial nos enseña: “En el año 1826, el gobierno de Bernardino Rivadavia, contrató al oficial prusiano Rauch, nada menos que para matar indios, su misión era limpiar la pampa bonaerense de los ranqueles, esos hermosos indios que poblaban estas zonas con absoluta libertad.Bien, este oficial prusiano comenzó la liquidación de estos indios, y se guardan sus partes militares que hablan de su profunda sabiduría. Por ejemplo, dice que los indios ranqueles no tienen salvación porque no tienen sentido de la propiedad, también señalaba que los indios ranqueles eran anarquistas, así tal cual.Bien, él se adelantaba, era un oficial prusiano muy valiente, se adelantaba a sus tropas 200 metros por lo menos blandiendo su espada y se encontró con la horma de su zapato, porque después de haber escrito un parte donde decía “hoy hemos ahorrado balas, degollamos a 27 ranqueles”, un indio joven, apuesto, alto de pelo largo, al que llamaban “Arbolito” lo estuvo esperando en una hondonada, y cuando pasó este coronel a toda velocidad en su corcel, se le fue detrás, le boleó el caballo, cayó el militar europeo, y el indio Arbolito cometió el sacrilegio de cortarle la cabeza. Así vengaba a tantos de sus compañeros de las pampas.La Ciudad de Buenos Aires recibió con toda pompa el cadáver del militar europeo muerto de esa manera. Señalan los historiadores que fueron las exequias, las ricas de todo ese período argentino.Arbolito se perdió en la inmensidad de las pampas, ya nadie lo recuerda. La ciudad donde ocurrieron los hechos se llama hoy Coronel Rauch, y muchas calles recuerdan al oficial prusiano, pero ninguna a ese héroe de las pampas… el querido Arbolito”. (Osvaldo Bayer, “Rebelde amanecer”, Pagina 12, 8 de noviembre de 2003)




Existe a actualmente un conjunto de rock que se llama “Arbolito” que reivindica la figura del aborigen y en su CD “Cuando salga el sol” sale la figura del mismo.La ciudad cabecera del partido de Mar Chiquita ( Provincia de Buenos Aires), llamada actualmente Coronel Vidal, anteriormente se habría llamado “Arbolito” por un árbol que habría existido en ese lugar, dicen los vecinos memoriosos ¿o quizás en homenaje al corajudo indiecito? Propongo el cambio de nombre de la ciudad llamada Coronel Rauch por la de Arbolito.





Fuentes:
Los Mitos de la Historia Argentina 2, Felipe Pigna, Editorial Planeta Historia y Sociedad.Osvaldo Bayer, artículo citadohttp://www.bt2c.com/blog/?p=250
Proyectos : 1338 –D-2008 y 1245-D-201011/4/2010




Publicado en:


www.sosperiodista.com.ar



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La tragedia de los socialistas libertarios alemanes

Pepe Gutiérrez-Alvarez


Aunque el anarquismo nunca llegó a arraigar en Alemania, y nunca representó la menor amenaza, no ya para la poderosa socialdemocracia en cualquiera de sus épocas, tampoco lo fue para el partido comunista de la república de Weimar, no es menos cierto que su pequeño historial está jalonado por la presencia de algunas grandes individualidades entre las que sobresalen con especial fuerza los nombres de tres militantes judíos: Landauer, Mühsam y Rocker...Éste último muy admirado en ciertos sectores del anarcosindicalismo español que tradujeron buena parte de sus obras. Dichas personalidades brillaron en los grandes acontecimientos revolucionaros que sacudieron Alemania entre 1918 y 1931, y también como antifascistas notorios.



Sin duda es más brillante de todo fue Gustav Landauer, poeta, sociólogo, filósofo y revolucionario judío alemán (Karlsruhe, 1870-Munich, 1919), al que Rocker calificó de «gigante espiritual», y que fue sin duda una de las personalidades más subyugantes del socialismo de su tiempo. Heredero de una larga tradición herética cristiana y judía, perteneció a las juventudes socialistas hasta que en 1892, tras haber estudiado en las universidades de Heidelberg y Berlín, reunió a un grupo de disidentes del marxismo llamado Die Jungen (conocidos como los «jóvenes socialistas»), que habían sido expulsados un año antes de la socialdemocracia. Entre sus componentes se encontraban también Rudolf Rocker y Johann Most, su principal animador. Asumiendo el papel de editor de la revista semanal del grupo, El socialista, Landauer desarrolló una crítica libertaria al marxismo oficial partiendo de la consideración de que el «socialismo es posible en todos los tiempos, siempre y cuando los hombres quieran». Influenciado por Proudhom —al que calificó como «el más grande socialista de todos»—, en su corporativismo, por Kropotkin, en la idea de una federación de comunas autónomas organizadas horizontalmente; por Willian Morris, por el Garden City Movement de Geddes, y por el Arts And Crafts Movement, de John Ruskin, en la admiración del artesanado y de la vida comunal descentralizada de una Edad Media alegre y creativa, de «una totalidad de unidades independientes de una sociedad de sociedades»; por Bakunin —«lo he querido y admirado desde el mismo día que lo conocí»— del que inició la edición de sus escritos en lengua alemana en 1901 con Max Nettlau; por Novalís, Goethe, el Maestro Echkart (un místico medieval alemán cuyas obras editaba), Baruch Espinoza y Schopenhauer; por León Tolstoy, en su idea de que el problema social no se puede resolver por la violencia o por la captura del poder, puesto que la verdadera revolución social es la del rejuvenecimiento espiritual, la de un «renacimiento del espíritu humano»; por Etienne de la Boetie en la idea de desobedecer a las instituciones autoritarias…Con todos estos elementos heterogéneos, Landauer llegó a construir una filosofía social llena de vida y cuya coherencia interior se explicaba por el hecho de ser la personalidad más singular del anarquismo alemán.Por el contrario, Landauer fue un duro adversario del marxismo que le había tentado en su primera juventud. Después de ser excluido por «extremista» de la socialdemocracia, fue uno de los delegados anarquistas en el Congreso de la Internacional Socialista en Londres, en 1896, y fue expulsado junto con Malatesta, Domela Niewenhieus, y otros, por no aceptar la vía parlamentaria. Su indignación contra el marxismo socialdemócrata fue tal que en 1911, en su famoso Llamamiento al socialismo lo definió como «la plaga de nuestra era y maldición del movimiento socialista». En 1893, publicó una novela, El predicador de la muerte, pero sus inclinaciones literarias quedaron suspendidas en pos de su militancia. Siguió publicando El socialista (lo que le llegó a la cárcel en más de una ocasión) hasta el final de la década. Pero su nivel filosófico y su lenguaje poético, le hacían ser bastante inasequible a las masas trabajadores y su atractivo cundió sobre todo entre los sectores intelectuales. Esto provocó la discusión entre los trabajadores del grupo redactor que cuestionaban la eficacia propagandística de una revista que iba hacia las élites, tuvo que modificar su actitud. En esta época Landauer había abandonado la precipitación revolucionaria por el gradualismo pacifista y por el corporativismo de signo proudhoniano, adoptando la noción de un banco popular capaz de conceder créditos baratos a los pequeños productores —con los que se sentía especialmente identificado—, así como facilitar el honesto intercambios entre sus productos. Ulteriormente añadirá a esta tendencia un creciente interés por las experiencias educativas —en particular después de conocer el movimiento de la Escuela Moderna de Ferrer i Guardia—, en la idea de que el socialismo no podía ser el producto de un acto revolucionario apocalíptico, sino del descubrimiento y desarrollo de una realidad ya presente, cultivando algo que estaba «siempre empezando» y «siempre moviéndose», retomando la idea de los IWW norteamericanos que hablaban de «construir la nueva sociedad sin la concha de la vieja». En su libro más conocido, La revolución (Tusquets, Barcelona, 1977, prólogo de H. Koechlin), pedía al pueblo una sociedad libre al margen de la existente, que saliera del capitalismo para «empezar a ser seres humanos». Esta sociedad alternativa iría de lo individual a lo colectivo y buscaría un equilibrio entre ambos extremos. Con estas idea funda en 1908 su Liga Socialista en Alemania y Suiza y que será liquidada después de la “Gran Guerra”. La Liga era sobre todo una organización no jerárquica, en la que tenían lugar todos aquellos que querían el socialismo sin necesidad de ser trabajadores. Su implantación fue siempre minoritaria pero se mostró muy activa.Aunque gradualista y partidaria de la resistencia pasiva, Landauer no desautorizó nunca la insurrección de las masas. Criticó a los «terroristas de izquierda», pero admiró su valor cuando este estuvo presente. Durante la I Guerra Mundial fue un ferviente pacifista e internacionalista. Ya en 1912 había definido la guerra como «…un acto de poder, de asesinatos, de latrocinio (…) es la expresión más agria y clara del Estado». Su ingenuidad queda sin embargo patente cuando en 1916 —cuando los espartakistas están luchando por la revolución— escribió una carta al presidente norteamericano Woodrow Wilson señalando la necesidad no sólo de la paz, sino también de una asociación de naciones que controlara las armas y aseguraran la protección de los derechos humanos a través del planeta. Desconfió rotundamente de la revolución bolchevique, difiriendo en esto de su amigo Eric Müsham, pero cuando otro amigo, el socialista de izquierda y escritor Kurt Eissner lo convoca en Munich para que tome parte de la revolución bávara, desencadenada el 7 de noviembre de 1918, Landauer, después de rechazar un puesto en el gobierno revolucionario, trabajó en el Consejo Revolucionario de Trabajadores y en el Consejo Central de Trabajadores de Baviera. Cuando en abril de 1919 se proclamó un nuevo consejo de la república obrera de Munich, aceptó la cartera de Educación aunque su ministerio duró solamente una semana. El 1 de mayo del mismo año fue arrestado, golpeado y pisoteado, y finalmente tiroteado con saña hasta morir. Su cuerpo fue desnudado y tirado en la lavandería de un cuartel. El ministro socialdemócrata Noscke, felicitó al comandante de las fuerzas represivas por el éxito de la operación. Los responsables fueron condenados a penas irrisorias. Un monumento a Landauer levantado por la Unión Anarcosindicalista fue destruido por los nazis, y al parecer, todavía no ha sido reconstruido.




Discípulo y continuador de Landauer fue Erich Mühsam, igualmente poeta, dramaturgo y satírico germano muy vinculado a Landauer y al movimiento anarquista (Berlín, 1878-Oranienburg, 1934). Su padre pertenecía a una acomodada familia burguesa, y tuvo durante muchos años una farmacia; su deseo más ferviente era que su hijo prosiguiera su negocio. Sin embargo, Erich soñaba con la poesía y no pudo adaptarse al gris papel de farmacéutico, y comenzó a colaborar en la revista Simplisisimus… Rocker lo describe corno «un poeta nato, y muchas de sus poesías fogosas fueron cantadas por la juventud revolucionaria con entusiasmo y recitadas en las fiestas. Cabeza rebelde, se adhirió desde temprano a las ideas del socialismo, pero el fatalismo económico imperante en la socialdemocracia alemana no le decía nada; ya que el poeta se rebelaba en él contra todo eso». Müsham dirigió diversas revistas ácratas como Der arme Teufel (Friedrichshagen, 1902), Weckruf (Zurich, 1905), Kain (Munich, 1911-1919). Sintió una poderosa simpatía por la revolución de Octubre sin perder sus íntimas convicciones (invitado a la URSS cuando salió de la cárcel, puso como condición que le acompañará algún anarquista perseguido). Cuando estalló la revolución en Alemania tuvo, junto con Landauer, una notable participación en los acontecimientos de Baviera. Al comienzo de la segunda sublevación de los consejos obreros, en 1919, Müsham fue detenido y escapó de esa manera de una muerte segura —en algunas historias se le daba por muerto—, y fue condenado a quince años de presidio. Su defensa le valió el obligado respeto de sus adversarios. Estuvo en prisión casi seis años y una vez liberado volvió por sus fueros fundando la revista libertaria mensual Fana, y publicó un grueso folleto sobre el anarquismo. Entre sus obras literarias —en la que combina la critica social en un sentido proletario, el anarquismo y las técnicas expresionistas— caben destacar colecciones de poesías como Krater, Wolken, Wüste, Brennende, Erde y Sammlung, los dramas Judas, Der Hochstapler y Staatasräso, así como otro, su último trabajo, dedicado a Sacco y Vanzetti. También ensayos sobre literatura, manifiestos y libelos como Von Eisaner bis Levine (1929), así como una autobiografía muy personal: Namen und Menschen (1949). Judío, figura de los consejos obreros de Munich, antiestatalista e inconformista nato, artista «decadente», Müsham reunía todos los requisitos para ser aborrecido por los representantes de la «peste parda». Ya antes del ascenso de Hitler recibió numerosos anónimos con insultos y amenazas de muerte. Instado a huir no lo hizo. Cuando ardía el Reichstag fue sacado de su cama y encarcelado en Berlín. Luego fue trasladado al siniestro campo de concentración de Sonnenburg comenzando allí un martirio para los que difícilmente se encuentran palabras. Una campaña internacional lo rescató del infierno efímeramente para ser nuevamente sometido a toda clase de vejaciones; parece ser que acabó suicidándose. Lamentablemente ninguna de sus obras ha sido traducida entre nosotros en tanto que su nombre aparece fugazmente en los libros de historia del socialismo. Tierra y Libertad publicó el estudio que Agustín Souchy le dedicó, Eric Müsham, su vida, su obra, su martirio que ha sido reeditada por Síntesis (BCN).





En el caso de Rudolf, Rocker (Maguncia, 1873-Nueva York, 1958), estamos hablando del que sería el principal exponente del anarquismo alemán después de Most, y el animador de la AIT durante los años veinte y treinta. Santillán escribirá sobre él: “Rocker era una personalidad extraordinaria, escritor fecundo, orador de talla poco común, historiador, critico, combatiente sin miedo y sin tacha, misionero imperturbable de la cultura. Su vida fue una antorcha al servicio de la justicia y, sí sus escritos han iluminado amplios sectores sociales desde hace muchos decenios, la existencia laboriosa y su sentido moral y humano no menos educativo e inspiradores. Era uno de los justos de este mundo, como lo calificó un periódico de Nueva York, un idealista de la más pura cepa”. Provenía de una familia muy pobre, su padre murió cuando él tenía 6 años, concurrió por muy poco tiempo a una terrible escuela primaria y fue internado en un orfelinato del que huyó varias veces. Trabajó en oficios muy diferentes —hojalatero, tonelero, talabartero, carpintero— hasta que entró en un pequeño taller en el que se sintió a placer leyendo vorazmente todo lo que le caía en las manos. Allí conoció a revolucionarios de 1848 que le indujeron a estudiar la revolución francesa y el marxismo. Ingresó en la asociación profesional de encuadernadores y conoció a los padres de la socialdemocracia alemana aunque pronto entró en relación con el movimiento berlinés de oposición, con los «jóvenes» y con Johann Most, del que más tarde escribirá su biografía. Cuando acabó su aprendizaje hizo un agitado viaje por Bélgica entrando en contacto con la corriente libertaria del país, y asistiendo como espectador a un congreso socialista internacional donde quedó impresionado por la figura de Domela Nieuwnhuis que polemizaba con Wilhern Liebknecht. Cuando regresó a Alemania ya estaba convencido del anarquismo y comenzó a trabajar en la región renana hasta que entre 1892 y 1893 tuvo que huir de Alemania para evitar un posible encarcelamiento. Rocker se instala en París donde conoce el período del «anarquismo heroico», se relaciona con Reclús y con obreros judíos. En 1895 se dirige a Londres donde vivió durante veinte años y que servirán de base para dos libros: En la borrasca e Hinter Strcheldraht und Gitter. En la mayor parte de estas actividades, estuvo junto con Rocker, su compañera Milly Witcokloo (1877-1953), que era igualmente una anarquista de origen judío y destacó por su gran actividad militante.Rocker fue uno de los impulsores del «movimiento judío de carácter anarquista» para el que editó diversos periódicos entre 1898 y 1900 en la capital británica. En uno de sus libros, Rocker cuenta: «Un día que paseaba por una pequeña calle de Whitechapel, un anciano judío de larga barba blanca me paró ante su casa y me dijo: ¡Dios le bendiga! Usted ayudó a mis hijos en la necesidad. Usted no es judío, pero ¡es un hombre! Este anciano vivía en un mundo completamente diferente al mío. Pero el recuerdo de su gratitud que brillaba en sus ojos ha permanecido vivo en mí durante todos estos años». En 1896 también presencia el congreso socialista internacional celebrado en Londres y la actuación de algunos de los grandes del anarquismo le convencen de la naturaleza reformista de la socialdemocracia. Redactor del periódico judío de Liverpool, Das frai Wort, escrito en Yiddish, director del Arbaiter Fraint hasta 1914, también anima la revista Germinal orientada hacia el arte y la cultura y en el que publicará los ensayos integrados en la recopilación Artistas y rebeldes (Argonauta, Buenos Aires, 1922). Participó en la creación, en 1906, del círculo anarquista de la calle Jubilee, foco de irradiación ácrata hasta su cierre por las autoridades en 1914 por su oposición a la guerra. Permaneció internado en un campo de concentración durante el conflicto considerado como un ciudadano de un país, no cejará empero en sus actividades como internacionalista. Achaca al nacionalismo la responsabilidad de un conflicto que denuncia sin paliativos aunque mantendrá una actitud comprensiva hacia la posición de Kropotkin. No sin graves dificultades atraviesa la frontera alemana junto con su compañera Milly y su hijo Fermín (llamado así en memoria de Salvochea, uno de sus ídolos sobre el que también escribirá una biografía; Rocker será así mismo un íntimo amigo de Orobón Fernández), y una vez lo logra, Rocker se pone en contacto con el movimiento sindicalista que encarna Fritz Kater. En 1919 participa en Erfurt en una conferencia nacional de obreros de la industria de armamento y desarrolla una vigorosa crítica del militarismo y de las actitudes cómplices dentro del movimiento obrero. Adversario del liderazgo bolchevique de la revolución rusa, a la que juzga en función a los criterios anarquistas (cf., Bolcheviquismo y anarquismo, Reconstruir, México, 1959), Rocker se convertirá en el principal animador intelectual de la AIT reconstruida en Berlín en 1922, y que parece como el polo alternativo para anarquistas y sindicalistas revolucionarios atraídos por el imán de la III Internacional. Después de resultar encarcelado y expulsado de Alemania por Gustav Noske. Rocker pudo empero volver y desarrollar de nuevo sus actividades como militante y libelista de talla, haciendo escuela con una propuesta teórica que se llamó «municipalismo» y que influyó en la nueva generación de anarquistas alemanes (Albert Jensen, Souchy, Ruditger, etc). Se trataba de una interpretación moderada del anarquismo, que dejaba de lado el problema de la insurrección violenta y que toleraba el voto a favor de los grupos y partidos que no cuestionaban la democracia social, recomendando la candidatura de los libertarios y el impulso activo de una red de consejos y centros culturales, cooperativas y sindicatos libremente federados… Pudo escapar de la persecución de los nazis que asaltaron su casa, horas antes de que se cerrase la frontera con Suiza donde se instaló. Desde allí, Rocker siguió la guerra y la revolución española. Había mostrado interés por el movimiento libertario español desde los monstruosos procesos de Montjuich, hizo campaña a favor de Ferrer i Guardia y escribió numerosos trabajos sobre España. Su actitud hacia la CNT fue de apoyo incondicional. En los Estados Unidos continuó trabajando, sobre todo como escritor, tratando de conectar con el liberalismo radical de la tradición norteamericana desde Jefferson y acentuando su crítica a todo tipo de centralismo. Rocker sostiene que las posibilidades de impulso y creatividad de una civilización es inversamente proporcional al grado de centralización del poder existente en cada situación o momento histórico, por lo cual considera el marxismo como una aberración que se confirma en la guerra civil española y en el estalinismo. También centra sus críticas en el nacionalismo y en el concepto de Estado-nación que concibe como una nueva «religión política» capaz de conseguir el consenso e incluso la participación activa de los oprimidos para movilizarse contra su propia emancipación. En los últimos años de su vida escribió una biografía de Max Nettlau, con el que tenía tanto en común (Max Nettlau, el Herodoto de la anarquía, Estela, México, 1950). Falleció posiblemente de un ataque cardíaco. Se puede encontrar una amplia representación de su obra en la antología prologada de por Abad de Santillán, El pensamiento de Rudolf Rocker (Mexicanos Unidos, 1982). Otras obras suyas son: Precursores de la libertad. Fermín Salvochea (Tierra y Libertad, 1945), La voluntad de poder como factor histórico (Reconstruir), El pensamiento liberal en los Estados Unidos, la autobiográfica La juventud de un rebelde (Americalee, Buenos Aires), Nacionalismo y cultura (La Piqueta, Madrid, 1977), La influencia de las ideas absolutistas en el socialismo (ZYX, Madrid, 1971), Anarquismo (AA.VV., Pastenaga, BCN s/f), Revolución y regresión.1918-1951 (Tupac, Buenos Aires, 1952), Más sobre marxismo y anarquismo (Ed. El Caballito, México, 1981), en la que se reúnen sus trabajos sobre marxismo, socialdemocracia y bolchevismo. Rocker que sería prolijamente editado por el exilio libertario, ha sido seguramente el clásico menos reeditado en la eclosión de reediciones en la España coincidente con el final del franquismo, pero aún y así, todavía se sigue hablando de él, y de tanto en tanto se reedita alguna de sus importantes obras












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El gran gasoducto
Abril 12, 2010. Archivado bajo Historia, Historia Argentina, Peronismo

por Lauro S. Noro

El 5 de marzo de 1945 se instituyó el Día de la Nacionalización de Gas, luego de que el gobierno nacional tomara posesión de las empresas distribuidoras privadas de gas. Y con la creación de Gas del Estado se puso en marcha el primer gasoducto Comodoro Rivadavia-Buenos Aires, de 1.605 kilómetros de largo. Fue inaugurado el 29 de diciembre de 1949 y esta es la historia del hombre que lo hizo posible.
-Ahora viene lo más difícil, general, pero hay que hacerlo. De lo contrario, todo esto no servirá para nada.
-¿Y qué hay que hacer?
-Un gasoducto. En Comodoro Rivadavia dejamos escapar el gas y después importamos carbón de hulla para fabricarlo. Tenemos que traerlo a Buenos Aires y terminar con el carbón importado.
Perón hizo llamar a su despacho al ministro de Industria y Comercio, Rolando Lagomarsino, mientras seguía atentamente las explicaciones del ingeniero Julio Canessa sobre un gran mapa.
-Está bien; no hace falta que entremos en más detalles. Vaya y hágalo. Ahora se lo ordeno. Y usted, Laguito, se ocupará de que a Gas del Estado no le falte nada. Quiero ver ese gasoducto terminado cuanto antes.
Con este diálogo entre el Presidente de la República y el titular de la flamante empresa Gas del Estado, nació la obra que llevaría gas a la mayoría de los hogares de Buenos Aires. De esta manera también, el nuevo organismo -resultado de la fusión del Departamento de Gas de YPF, la nacionalizada Compañía Primitiva de Gas y otras empresas más-, se quedaría con el transporte y distribución del gas. Hasta aquel 5 de marzo, YPF había tenido el monopolio de los yacimientos de hidrocarburos no sólo era responsable de construir las redes de captación de gas, sino de ceder el gas a Gas del Estado. Las tarifas fijadas por la Secretaría de Energía, no debían reflejar necesariamente los costos reales; lo que se trataba era que la gran mayoría de la población tuviera acceso tanto al gas de garrafa como al gas natural.

Un poco de historia

En 1940 los directivos de La Compañía Primitiva de Gas, de capitales ingleses y cuyo contrato con el gobierno había vencido, pensaban en que el presidente Roberto M. Ortiz, contrario a las nacionalizaciones, iban a prorrogarlo. Sin embargo, la asunción de Ramón S. Castillo frustró esos planes porque al respecto, tenía una idea distinta. La Segunda Guerra Mundial impidió que la concretase. Con el golpe militar de 1943 la situación no se definía, hasta que algunos técnicos de YPF trataron de convencer a las nuevas autoridades sobre la necesidad de crear un organismo estatal que reemplazara a la Primitiva de Gas, hecho que se produjo el 5 de marzo de 1945. Ese día, cuando el entonces Coronel Perón asistió a la toma de posesión de las viejas instalaciones de la compañía privada, acompañando a las autoridades de YPF, le dijo a Canessa que cuando necesitase algo no dudara en ir a verlo.
Era la oportunidad para acercarle sus planes. Quince días después, con otro funcionario de YPF, el ingeniero Teófilo Tabanera, llegó hasta el despacho del ministro de Guerra, en Callao y Viamonte. En apenas diez minutos, expuso los motivos de la visita. “Es imprescindible crear un organismo nacional y autónomo para desarrollar y explotar el servicio de gas en todo el país. La única manera de aprovechar el que se ventea en Comodoro Rivadavia es llevarlo a la Capital Federal y reemplazar combustibles más caros como el kerosén, leña, carbón vegetal y otros elementos importados que generan excesivos costos para el país y son muy caros para las familias”, explicó. Lo escuchó atentamente y guardó el proyecto en un cajón de su escritorio.
Tres meses después y durante el arribo al país, de un nuevo buque petrolero de YPF, mientras Perón saludaba a uno por uno de los funcionarios alineados en la dársena, se encontró con Canessa. Le susurró al oído: “Quédese tranquilo, ingeniero que su proyecto está por salir…” A las 48 horas, cuando sus esperanzas parecían perdidas en un archivo, se enteró de la creación de la Dirección Nacional de Gas del Estado, que entraría a funcionar el 1º de enero de 1946. Ese mismo año y al mes de haber asumido como presidente de la Nación, en una de sus primeras audiencias, recibió al responsable de Gas del Estado. Y en ella, se produjo el diálogo que reproducimos al iniciar la nota.

Menos que un litro de leche

El gasoducto estaba listo en los papeles. El 21 de febrero de 1947 comenzaron las obras. En la localidad bonaerense de Llavallol, Perón fue invitado a soldar el primer caño, pero una lluvia torrencial lo obligó a cambiar de vehículo. Dejó el coche presidencial y a bordo de un jeep atravesó dificultosamente el lugar inundado, para llegar al lugar de la ceremonia con los pies llenos de barro y un piloto sobre los hombros. Le colocaron una máscara, empuñó el soldador y dejó simbólicamente inaugurada la obra. “Nadie comprendía por qué empezamos allí y no en Comodoro -recordó más tarde Canessa-, pero nosotros habíamos trazado una estrategia. Sabíamos que los intereses extranjeros podrían interferir y hacer parar la obra en cualquier momento.


Lo que vino después

En 1960 se construyó un segundo gasoducto paralelo al primero, el General San Martín, de mayor diámetro y capacidad. Y con el descubrimiento de los yacimientos gasíferos en Salta, surgió el ducto desde Campo Durán a Buenos Aires y que también, unió áreas de Bolivia para importar fluido desde ese país. Cuando la Patagonia fue productora de este recurso en la cuenca neuquina, en los yacimientos de Loma de la Lata, surgieron los gasoductos NeuBA I y II, de Neuquén a Buenos Aires. Le siguió el que uniría Neuquén con Mendoza y hacia el este, para llevar el gas a otras regiones del país. Esta red de gasoductos troncales, junto con una extensa red de gasoductos secundarios, puso el gas natural al alcance de los centros poblados del país.
Durante más de 40 años, el servicio de gas alcanzó una participación del 40 por ciento del consumo de energía primaria, llegó a constituirse en el combustible esencial y barato en millones de hogares y fue actor fundamental de un plan de uso racional de la energía. En buena parte, sustituyó a los combustibles líquidos para generar electricidad y en grandes industrias y en la provisión de GNC para automotores.
Pero si el tramo construido estaba aislado no servía para nada y había que terminarlo. Por eso empezamos al revés y quemamos las naves. Nos jugamos a todo o nada; o terminábamos o nos echaban a todos”. El gasoducto quedó inaugurado el 29 de diciembre de 1949 y en ese momento era el más largo del mundo. Tenía más de 1600 kilómetros de largo. Costó 50 millones de dólares y sirvió para que la distribución de gas aumentara de 300 mil metros cúbicos por día a 15 millones. También mostraba otro resultado. “En 1940, el metro cúbico de gas costaba 20 centavos, igual que un litro de leche y después, cuando la leche costó 19 pesos, el gas ya valía la mitad. El valor de esa obra no tiene precio”, aseguraba el ingeniero.
El 29 de diciembre de 1999 el directorio de Enargas descubrió una placa recordatoria en su honor e impuso su nombre a la sala de audiencias del ente, como reconocimiento a uno de más los destacados pioneros gasíferos, miembro de una generación de esforzados visionarios. “Su obstinada convicción, empuje e inquebrantable fe en el desarrollo de la industria del gas en la Argentina, resultaría esencial para la consolidación de aquella obra”, expresó uno de sus directivos.




Fuentes:
[1] http://www.soldadosdigital.com/2009/156-junio/nota_gasoducto.htm
[Texto gentileza de Ramón Vázquez]
Agenda de Reflexion: http://www.agendadereflexion.com.arLink permanente al articulo: http://www.agendadereflexion.com.ar/2010/04/12/616-el-gran-gasoducto/






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Roma ( Serie TV )

Crónicas del imperio







Productora:
HBO
British Broadcasting Corporation (BBC)
Productor ejecutivo:
Frank Doelger
Bruno Heller
William J. MacDonald
John Milius
Gareth Neame
Anne Thomopoulos
Jane Tranter
Música:
Jeff Beal
Dirección:
Michael Apted
Allen Coulter
Julian Farino
Jeremy Podeswa
Alan Poul
Mikael Salomon
Alan Taylor
Alan Taylor
Timothy Van Patten
Steve Shill
Guión:
Alexandra Cunningham
David Frankel
Bruno Heller
Adrian Hodges
William J. MacDonald
John Milius
Reparto:
Kevin McKidd (Lucio Voreno)
Ray Stevenson (Tito Pullo)
Ciarán Hinds (Julio César)
Kenneth Cranham (Pompeyo Magno)
Polly Walker (Atia)
James Purefoy (Marco Antonio)
Tobias Menzies (Marco Junio Bruto)
Lindsay Duncan (Servilia Cepionis)
Indira Varma (Niobe)
Max Pirkis (Cayo Octavio)
Kerry Condon (Octavia)
Rick Warden (Quinto Pompeyo)
Karl Johnson (Porcio Cato)
David Bamber (Marco Tullio Cicerón)
Lee Boardman (Timon)
Nicholas Woodeson (Posca)
Suzanne Bertish (Elena)
Paul Jesson (Escipión)
Lorcan Cranitch (Erastes)
Haydn Gwynne (Calpurnia)
Coral Amiga (Vorena)
Simone De Marinis (Esclava de Atia)
Anna Patrick (Cornelia)







Comentario:

¡Ave Cesar, los que se tragaran la serie sin pestañear te saludan! Esta producción de la HBO y BBC (mejor alianza imposible) se ha vendido como una de las series más caras de la historia (se supone que por episodio, claro), el decorado más grande (20.000 metros cuadrados en los míticos Cinecittá),… En definitiva: la más. Pero es más que más. Para hacer la serie más cara, con más decorados solo se necesita dinero. Para hacer Roma se necesita, además, talento. Y Bruno Heller lo tiene. Sin duda alguna. Pero también el elenco de grandísimos guionistas y directores que la BBC y HBO han usado para rodearle.
Interpretada por un elenco de maravillosos actores, en su mayoría británicos, Roma refleja una ciudad y un imperio que, según los expertos, se parece mucho a la Roma real, aunque siempre con sus toques de ficción que ayudan a que la historia no se encasquille. La primera temporada abarca el periodo del 52 AC al 44 AC y como no nos van contando en que año estamos no se puede considerar un documental pero permite a la serie una linealidad que le hace muy atractiva. Destacar su fuerza visual es una obviedad.
De entre el esplendido reparto destaca Indira Varma en el papel de Niobe y Pollo Walter como Atia. Probablemente sea debido a que sus papeles son más esporádicos (especialmente el de Niobe) y uno se queda con ganas de más. En el doblaje extraña (por no tener justificación) el acento del este de Europa que le han puesto a Porcio Cato que era nacido en Roma y de familia Italiana de las de toda la vida.
Una serie fundamental. De verdad.










Cayo Julio Cesar Augusto Octaviano, 1er. Emperador de Roma







Fuente :















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Borgia, "la famiglia"
De Wikipedia, la enciclopedia libre


Escudo Pontificio de Su Santidad el Papa Calixto III, con las armas de los Borgia.Los Borgia (originalmente Borja) fueron una familia valenciana establecida en Játiva, España y posteriormente en Gandía, procedente de Borja, (Aragón),[1] muy influyente durante el Renacimiento. Su nombre original fue Borja , siendo un apellido aragonés, procedente de su localidad de origen, pero su grafía fue italianizada, siendo más conocidos como Borgia.






Legado histórico





Han pasado a la historia como una familia cruel y deseosa de poder. Los personajes principales son Alfonso de Borja, Papa con el nombre de Calixto III, Rodrigo Borgia, que también fue Papa con el nombre de Alejandro VI, César Borgia y Lucrecia Borgia, estos dos últimos hijos de Rodrigo.
La llegada al papado de Rodrigo Borgia llevó a la familia a participar en una serie de intrigas y disputas entre los distintos pequeños estados en que estaba dividida Italia en esa época. Los Sforza, los Orsini, los Farnese, fueron en algún momento, bien aliados, bien enemigos de los Borgia. Se especula que la idea de Rodrigo podría haber sido fundar un imperio terrenal, ampliando los Estados Pontificios a gran parte de la actual Italia y pasando a su dinastía los derechos, tanto sobre los territorios como sobre la jefatura de la Iglesia Católica, aunque esta hipótesis no esté realmente fundamentada. Los Borgia han pasado a la historia gracias a su inteligencia para salir de situaciones que parecían perdidas. A la muerte de Alejandro VI, en 1503 (probablemente envenenado por el que luego sería su sucesor en el trono de Roma), su hijo César (en quien se inspiró el florentino Nicolás de Maquiavelo para escribir "El Príncipe") tuvo que huir de Roma y murió en Viana, Navarra, combatiendo junto a su cuñado Juan III de Albret, rey de Navarra. Por su parte, Lucrecia Borgia, en Ferrara, continuó la labor de su padre como mecenas.

Mecenazgo


La actividad de mecenazgo de los Borgia fue muy importante y alcanzó a artistas tan famosos como Miguel Ángel, Tiziano o el Bosco, que fueron protegidos en algún momento de su vida artística por los Borgia. A esta protección debemos algunas de sus obras más conocidas.


Origen y continuidad


La Casa de Gandía:



El ducado de Gandía fue el feudo de la Casa de Gandía, que a su vez era la familia de nobles española cabeza del linaje valenciano de los Borja, que se trasladó a Roma. Alfonso de Borja se convirtió en el papa Calixto III. Rodrigo de Borja, sobrino de Calixto III, fue nombrado cardenal y sirvió a los intereses diplomáticos de Fernando el Católico. Como premio a sus servicios, don Fernando otorgó a Pedro Luis, hijo del cardenal, el título de primer duque de Gandía (1483). Heredó el título su hermano Juan de Candia Borgia (1488) hijo de Vanozza dei Gattanei (Giovanna de Candia contessa dei Cattanei), jefe del Ejército pontificio al convertirse su padre en el papa Alejandro VI. El cuarto duque, Francisco de Borja (1511-1572), al que se le dio el título de Marqués de Llombay e ingresó en la Compañía de Jesús y fue canonizado en 1671 como San Francisco de Borja. En 1748 los títulos y patrimonio de los Borja pasaron a la Casa de Benavente, que a su vez se unió a la de Osuna en 1771 por matrimonio.

La Casa Borbón - Busset :


En 1507 muere César Borgia en Navarra siendo hijo primogenito del Papa Alejandro VI (Rodrigo de Borgia) y Vannozza (Giovanna de Candia, condesa de Gattanei) de la Casa de Candia, dejando como única heredera a su única hija Luisa de Candia Borgia y Albret (1500-1553), Duquesa de Valentino, fruto de su matrimonio con la hermana del Rey de Navarra, Carlota de Albret. La Duquesa Valentino, Luisa, casa con Felipe de Borbón, nieto del Obispo de Lieja, Luis. El hijo de Luisa y Felipe, Claudio, se convertirá en el primer Conde de Borbón-Busset. Tras la muerte de Enrique III de Francia sin sucesión comienza una batalla por la sucesión, con varios candidatos al trono de Francia: Enrique III de Navarra, el Cardenal Carlos de Borbón, César de Borbón-Busset(1565–1630)... César de Borbón-Busset era el pariente más cercano al fallecido Rey Enrique III, pero al considerarse de ascendencia ilegítima, por descender del Obispo de Lieja y del Papa Alejandro VI Borgia, finalmente es Enrique III de Navarra quien accede al Trono de Francia, bajo el nombre de Enrique IV de Francia.
En la actualidad los Borbón Busset están representados, entre otras líneas, por Carlos Hugo de Borbón Parma (1930-) cabeza de la Dinastía Carlista, Duque de Parma e hijo de Magdalena de Borbón-Busset, Condesa de Ligneres y Javier de Borbón-Parma (1889-1977), Rey de España para los carlistas.





Interés actual



Muchos historiadores continúan investigando a día de hoy las andanzas de los Borja por Italia. Su interés es máximo y se refleja en la cantidad de libros y novelas escritos sobre ellos. De entre ellos cabe destacar la superproducción española Los Borgia, estrenada en octubre del 2006.





En 2001 se publicó, bajo la rúbrica de Mario Puzo, "Los Borgia. La primera gran familia del crimen", novela histórica que, sin duda, es una de las obras que mejor reproducen parte de la historia que envuelve a esta enigmática familia.
Ambientada en el Renacimiento italiano, considerado como un período de esplendor en la historia de la humanidad, como una época de reflexión y de trascendentales cambios a nivel mundial, quizá son los momentos de mayor efervescencia desde la óptica del desarrollo científico y de la construcción y la expresión artística.

Con una investigación de aproximadamente doce años, el escritor y periodista Mario Puzo realizó esta historia, que nos muestra la vida interior del imperio Vaticano en una época de divisiones eclesiásticas y políticas, resultado de la escisión reformista de Lutero y Juan Calvino, en el siglo XV. Puzo, siempre mostró una gran admiración por su ascendencia latina, pero principalmente su fascinación fue la Italia renacentista, en particular la familia de los Borgia. El autor estaba convencido de que los Borgia fueron la primera gran familia criminal de la historia; que las traiciones y malversaciones políticas de esta familia renacentista fueron mucho más crueles que las que reseñó en sus novelas sobre la mafia en El Padrino, y que los papas del vaticano fueron los primeros señores o "Dons", organizadores de un imperio sustentado en el crimen y la traición. De todos esos representantes del imperio Vaticano, el papa Rodrigo Borgia (Alejandro VI), padre de César, Jofre, Juan, y la siempre recordada Lucrecia Borgia, es sin lugar a dudas, el Don más importante.



En esta su última novela, Mario Puzo nos plantea la llegada al solio pontificio de Rodrigo Borgia, poco después del encuentro con América (1492), cuando las cortes monárquicas estaban sumamente endeudadas con los bancos de los comerciantes burgueses, y cuando la disputa del poder había llevado a los señores feudales y los reyes a prácticamente "comprar" los votos suficientes para conquistar el trono papal en Roma. Era la época cuando la implacable peste negra asolaba toda Europa y cuando la cultura empezaba a florecer en las ciudades, y el estudio de las grandes civilizaciones clásicas se iniciaba con esplendor. Era el momento cuando se decía cruelmente, que en Roma "todo tenía un precio" y con suficiente dinero cualquiera podía comprar iglesias, perdones, bulas e incluso la salvación eterna. Así era la vida en el Renacimiento. Así era el mundo del cardenal Rodrigo Borgia y de su familia, y que Mario Puzo nos relata con todo lujo de detalles en esta su última novela, que, por desgracia, él mismo no pudo ver publicada.

En 2003 John Faunce publicó la novela "Yo, Lucrecia Borgia", título original "Lucrezia Borgia".

En 2006 Ana Martos escribió la novela histórica "Los 7 Borgia" Una historia de ambición, refinamiento y perversidad. El apellido Borgia sigue causando gran fascinación, prueba de ello es el lanzamiento en Valencia España de la superproducción centrada en esta familia de origen valenciano. ‘Los 7 Borgia’ de Ana Martos donde recoge datos y anécdotas que desmienten los mitos y leyendas sobre la saga.

En 2006 Alejandro Jodorowsky, como guionista, y Milo Manara, como dibujante, llevaron la leyenda negra de Los Borgia al mundo de la historieta.

En 2009, Rodrigo Borgia (Alejandro VI) aparece como villano principal en el videojuego Assassin's Creed II.



Filmografía

Los Borgia dirigido por Antonio Hernández (2006).
La máscara de los Borgia (1949) protagonizada por Paulette Goddard


Màximos exponentes de la familia:


Calixto III.
Papa
Alejandro VI, Papa.
César Borgia, Duque de Valentino.
Francisco de Borja, santo.
Carlos Hugo de Borbón Parma, pretendiente carlista al Trono de España.


Referencias


Ivan Cloulas: Los Borgia, p. 15.
Miguel Batllori: La familia de los Borjas, p. 13.
Óscar Villarroel González: Los Borgia, p. 18.



Enlaces externos





Obtenidode :"http://es.wikipedia.org/wiki/Borgia"





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Domingo, 11 de abril de 2010
FAN › UN MUSICO ELIGE SU CANCION FAVORITA: MARCELO SANJURJO Y “MEDITERRANEO”, DE JOAN MANUEL SERRAT

Entre la arena y el cielo

Por Marcelo Sanjurjo




Serrat estuvo presente en mi casa desde siempre. Mediterráneo, el disco, apareció si mal no recuerdo en el ‘72 o ‘73, cuando yo tenía unos trece años, y sonó mucho en mi casa, especialmente por mi viejo. Pero tengo además un recuerdo anterior: cuando yo tenía nueve, mi abuelo cumplió 70 y mis viejos le regalaron un simple que traía “Manuel”, una canción muy alusiva a la vida del español pobre y sometido de los años del franquismo y de antes incluso.
El disco entero es increíble pero la canción “Mediterráneo” en particular siempre me tocó de cerca, con esas características rítmicas impresionantes, su letra increíble, descriptiva, sensible; la canción que uno hubiera querido escribir alguna vez.
No puedo decir que a los 13 ya entendiera la canción como la entiendo ahora, pero sí ya sentía que era una canción distinta. Ya me gustaba más Serrat que el pop y el rock comercial que había en esos años, esa música cuasi infantil como era lo de Música en libertad. En mi casa se vivía la música muy intensamente, mi viejo era muy melómano: escuchaba bossa nova, los grupos vocales –mi primera inspiración–, y en ese ambiente yo me daba cuenta de que Serrat era distinto, de que no era lo mismo que “Qué lindo que es estar en Mar del Plata”. Y supongo también que habré visto las reacciones de los adultos, porque Serrat irrumpió por acá en los ‘70 con Cantares, con Machado; sacó de la galera una cosa que acá no pasaba; él era un muchacho que cantaba con polera negra y acá te lo vendían como si fuera Raphael, pero era otra cosa; el tipo cantaba “todo pasa y todo queda pero lo nuestro es pasar”. Era una polenta distinta, una postura ideológica fuerte, bien lejos de la tontería.
Yo ya estaba cruzado por Confesiones de invierno, los primeros discos de León, del Flaco Spinetta, pero además fuera de ese circuito, o fuera del folk (al argentino y el norteamericano, que me gustaron siempre), estaba este tipo que decía cosas increíbles, como “¿qué va a ser de ti lejos de casa?”. Era el disco para llevarse a una isla desierta: hasta la canción menos conocida, que es “Vencidos”, el poema sobre Don Quijote de León Felipe, extraordinariamente musicalizado, es una canción de locos. Están también canciones como “La mujer que yo quiero”, “Aquellas pequeñas cosas”, o “Vagabundear”, que es otra canción en tres tiempos, con una métrica extraña para una balada como la de “Mediterráneo”, que tiene una rítmica interna impresionante, como si la hubiera hecho en el mar balanceándose de otra manera.
Y “Mediterráneo” es una y otra vez la canción. Cuando Serrat canta “A tus atardeceres rojos/ se acostumbraron mis ojos/ como el recodo al camino.../ Soy cantor, soy embustero, / me gusta el juego y el vino,/ Tengo alma de marinero...”, está haciendo una declaración de principios y una descripción de la contemplación del tipo frente a un fenómeno tan fuerte como es el mar, como es el Mediterráneo para los europeos: una aventura. El Mediterráneo fue el Marenostrum durante miles de años, fue el mar del mundo hasta que el mundo se abrió, hasta que a alguien se le ocurrió salir y se atrevió a atravesar el estrecho de Gibraltar. Cuando en el ‘90 viajé a España por primera vez y me metí en el Mediterráneo, sentí que había cumplido con una deuda conmigo mismo. Pero a su vez el Mediterráneo es más que el mar Mediterráneo: es el mar de cualquiera, el océano Atlántico en Mar del Plata representa para mí esa misma sensación. Los que vivimos cerca del mar sabemos lo que representa: el mar es una posibilidad, siempre puede ser la llegada de alguien. Nosotros venimos del mar: mi abuelo llegó en un barco que se tomó a los 19 desde Ferrol, en Galicia, y llegó a Buenos Aires y no conocía nada y para cuando cruzó el océano nunca había visto tanta agua junta, y tanta esperanza. El mar es la contemplación, y como dice un amigo poeta, el mar es un animal, ese lugar donde, desde la quietud, en cualquier momento puede pasar cualquier cosa. Es el alimento, y es la navegación, y la posibilidad de lo sobrenatural.
El mar está siempre presente. Cuando me alejo un poco de Mar del Plata –donde hay que ir a buscarlo: la ciudad tiene mucha costa, más allá del centro y de los balnearios y del turismo, y hay que hacer unos kilómetros para encontrarlo– lo extraño de verdad. Le hablo, no me habla, tiene una presencia ineludible. Es por eso que el mar será también la tapa del disco solista que preparo para fin de año. Está en el origen –está definitivamente en el origen de familia–, y ha estado a lo largo de mi vida, y está ahora y siempre.
Marcelo Sanjurjo se presentará con el grupo Bocacalle, que regresa tras once años de ausencia, al Teatro Colón de Mar del Plata. Además de Sanjurjo, lo integran Julián David, Horacio Hernández y Edgardo Santillán, entre quienes han desarrollado un espectáculo que incluye temas tradicionales, nuevas canciones de variados autores del cancionero americano, y composiciones propias. La cita es el próximo viernes 16 de abril a las 21.30, en el Teatro Colón marplatense, Hipólito Yrigoyen 1671.
Mediterráneo, probablemente el más celebrado de los discos de Joan Manuel Serrat, fue editado en 1971 por la compañía Zafiro/Novola. Todos sus temas están compuestos por Serrat, con la excepción de “Vencidos”, que tiene letra basada en un poema de León Felipe. Los arreglos pertenecen a Juan Carlos Calderón, Gian Piero Reverberi (estos dos fueron además sus directores musicales) y Antoni Ros-Marbà.
En una oportunidad, el propio Serrat escribió sobre el disco: “¿Sabía usted que la canción ‘Mediterráneo’ tuvo un primer título que era: ‘Amo al mar’ y un segundo título provisional que fue: ‘Hijo del Mediterráneo’? Claro que no lo sabía. ¿Cómo lo iba usted a saber si yo me acabo de enterar ahora mismo, revisando unos papeles del verano de 1971? Mediterráneo es un puñado de canciones que se escribieron entre agosto y noviembre de 1971 en Calella de Palafrugell (Girona), Fuenterrabía (Guipúzcoa) y Cala d’Or (Mallorca). Siempre junto al mar”.

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Domingo, 18 de abril de 2010
El alma rusa



Periodista y escritor, marxista y judío, socialista convencido, Vasili Grossman (1905-1964) rehusó afiliarse al PC. Vigilado por los servicios stalinistas, se alistó como corresponsal del Ejército Rojo y cubrió la epopeya de Stalingrado. Siempre en el frente, fue de los primeros en entrar en el campo de concentración de Treblinka. Poco antes de morir ponía punto final a su segunda novela y testamento literario después de la monumental Vida y destino, hace poco rescatada en castellano. Todo fluye (de próxima aparición en Argentina) se constituyó en un documento imprescindible no sólo para comprender la delación y la tortura, la humillación y el exterminio. A través de este ejercicio de comprensión, Grossman buscó descifrar el “alma rusa” y su tormentoso destino de sometimiento.



Por Guillermo Saccomanno















Todo fluye, Vasili Grossman, Galaxia
Gutenberg, 286 páginas








Los trenes no son decorativos en la literatura rusa: Ana Karenina se suicida tirándose bajo uno; el príncipe Mishkin llega a San Petersburgo en otro. Grossman retoma la tradición de los grandes principios de estos grandes relatos y también empieza las suyos con un tren insinuando que la novela no es otra cosa que un viaje. Vida y destino comienza con un tren de condenados terminando su recorrido en Treblinka. Todo fluye se inicia con un tren que llega a Moscú procedente de Siberia, el sepulcro de los vivos, en el que viene Iván Grigorievich, recién liberado de un campo de concentración después de treinta años de cautiverio. Un dato biográfico que no puede pasarse por alto: Grossman, como corresponsal de guerra, fue de los primeros en entrar en Treblinka, estudiar su funcionamiento, documentarlo minuciosamente. Su rigor fue tal que sus crónicas fueron más tarde empleadas como testimonio en los juicios a los genocidas. Al respecto hay que destacar que el análisis de la metodología nazi le fue útil a Grossman como término comparativo y analógico para analizar el exterminio diseñado por el aparato soviético.
El tren ya no es símbolo del progreso industrial o vehículo de un drama personal, sino engranaje de una tragedia colectiva: el convoy siniestro que carga seres hacinados hacia los lagers o los gulags. Para Grossman es el detonante inspirador del título de su novela: “Sí, todo fluye, todo muta, nadie entra dos veces en el mismo convoy”. Y se pregunta: “Pero, ¿quién describirá la desesperación de ese movimiento que aleja a esos hombres de sus mujeres, aquellas confesiones nocturnas entre el sonido metálico de las ruedas y el chirrido de los vagones, la sumisión, la confianza, el hundimiento en el abismo de los campos; las cartas tiradas desde las tinieblas de los vagones a las tinieblas del inmenso buzón de la estepa?”. La pregunta contiene su respuesta: Grossman será quien cuente esta tragedia y ésta le dará el sentido a su escritura.
Una digresión y no tanto: el tren pareciera ser el único medio que permite atravesar una geografía inabarcable, geografía que es a un tiempo occidental y asiática, lo que implica asumir una ancestral discusión identitaria, geografía que, a pesar de sus diferentes paisajes y costumbres, sus escritores supieron llamar “madrecita”, “madrecita Rusia”. Pero esta madrecita, tierra de la melodramática madre gorkiana, es también el escenario en el que, bajo la sombra de Stalin, durante la hambruna campesina decretada como asesinato en masa, madres kalmucas muertas de hambre se comieron a sus hijos. A estos episodios de canibalismo Grossman había ya hecho referencia en Vida y destino, pero ahora los profundiza: “A los caníbales los fusilaron, pero no eran éstos, los caníbales, los culpables: eran los que llevaron a una madre hasta el extremo de comerse a sus hijos”. Este es uno de los tantos temas siniestros que, tácita o directamente, constituyen el proyecto narrativo de Grossman, quien con sólo dos novelas se presenta como el último narrador ruso clásico y, a la vez, como un artista que no teme que la puesta en escena de ideas pueda empantanarle la trama porque su discusión es precisamente parte indisoluble de la tensión novelística.
Mientras escribo esta reseña, dos mujeres chechenas, de diecisiete y veinte años, cargadas con explosivos, se inmolan volando en dos estaciones céntricas del tren subterráneo moscovita. Una de las estaciones es Lubianka, nombre célebre desde tiempos de la Revolución porque ahí se encontraba el cuartel general de la policía secreta donde se interrogaba y torturaba a los “conspiradores”, que más tarde serían liquidados o deportados a los campos siberianos. No es la primera vez que mujeres participan en atentados. Desde un concierto de rock al ataque de una escuela en la que murieron decenas de chicos, las mujeres se integran cada vez más a la guerrilla chechena. Una explicación simplista que dio un sociólogo es que ellas son más temperamentales e impulsivas. Una más realista: no hay mujer chechena que no tenga un hombre, un hermano, un hijo, un ser querido víctima de las fuerzas militares rusas. Desde los tiempos de Stalin, el pueblo checheno ha sido, como los kulacos o los judíos, un objetivo fóbico del Estado soviético. ¿Puede desconectarse esta tragedia de una historia cuyas raíces laten en Todo fluye?
Puede parecer descolgado traer este dato a una reseña sobre una pieza literaria, pero ¿hay temas ajenos a la literatura cuando se la interpreta como búsqueda de comprensión? Grossman se esfuerza en una dificultosa imparcialidad al narrar de modo analítico al Lenin ideólogo frenético del proyecto de ingeniería humana y al Stalin, zorro y brutal, su ejecutor, responsable del terror. También, como paradoja, su muerte llorada por multitudes, una congoja popular que contrasta con el infierno de los gulags. Lenin y Stalin, señala Grossman, establecieron como primera verdad de la doctrina revolucionaria la primacía de la economía sobre la política. “No les preocupaba que los principales obstáculos que se oponían a la construcción de aquel mundo nuevo se encontraran en el mismo pueblo, en los obreros, en los campesinos, en los intelectuales.” Entonces “el Estado se convirtió en el amo”. Y esta parte, la de análisis social que realiza Grossman, donde despliega su vena periodística, además de ilustrar las causas del horror, es la que busca explicarse el fracaso de los ideales que motivaron la Revolución de 1917.
Es cierto que forma y contenido no pueden separarse, pero también que en este caso, mediante el oficio de Grossman, lo formal pasa a un segundo plano y lo que cuenta es la búsqueda de comprensión. Esta es la historia de Iván Grigorievich, que recupera su libertad después de treinta años de campo de concentración. Su personaje regresa a Rusia envejecido y desolado, comprueba que “la vida, sin él, había continuado, había seguido su curso”. Apenas baja del tren procedente de Siberia visita a sus primos. Nikolai, científico del Estado soviético, y María, su mujer, disfrutan de una buena posición. Si bien no ha sido un delator, sólo Nikolai sabe cuántas agachadas tuvo que aguantar para mantener su status. Los primeros acercamientos de Iván a la realidad detectan la complicidad civil, la genuflexión, la vileza y los efectos del terror. “Le parecía que las alambradas ni siquiera eran necesarias y que, fuera o dentro de ellas, la vida, en esencia, era la misma.” Pero a la vez, al ir enfrentando este afuera signado por la delación y el miedo, lo asalta una extrañeza: “Iván Grigorievich no comprendía que no sólo la ciudad había cambiado, también había cambiado él. Iván Grigorievich se había convertido en otro”.
“Un comentario irónico de Bertrand Russell sugiere que el despotismo bolchevique se puede entender como el sistema más adecuado para gobernar a los desaforados personajes de Dostoievski. Con una intención certera, Grossman analiza a Lenin como fanático dostoievskiano.”




Iván no juzga. Porque como alter ego de Grossman, la función de la literatura, nos sugiere, no es tanto acusar como comprender. Con respecto a los alcahuetes y verdugos, por ejemplo, Grossman escribe: “Quién es culpable, quién responderá por ello. Hay que reflexionar, no hay que darse prisa en contestar (...). Qué terrible es condenar también a un hombre terrible”. Adoptando el punto de vista de informantes y delatores, Grossman ahonda: “¿Por qué quieren inculparnos precisamente a nosotros, los más débiles? Empiecen por el Estado, júzguenlo a él. Después de todo, nuestro pecado es el suyo, júzguenlo a él. Sin miedo, en voz alta. (...) Ustedes, como nosotros, fueron copartícipes de la época de Stalin. ¿Por qué ustedes, copartícipes, tienen que juzgarnos a nosotros, copartícipes, y determinar nuestra culpa? ¿Comprende dónde está la complejidad? Tal vez nosotros seamos culpables, pero no hay juez que tenga derecho moral a plantear la cuestión de nuestra culpabilidad. Acuérdense de lo que decía Lev Nikolaievich Tolstoi: no hay culpables en el mundo. En nuestro Estado existe una fórmula nueva: todos en el mundo son culpables, no existe en el mundo ni un inocente”. La culpa es más que un tópico de la literatura rusa y, en particular, la dostoievskiana. Al escribir culpa, se escribe Dios. La noción de Dios libra de responsabilidad. Grossman lo tiene en cuenta. Por eso la complejidad a la que alude reside en la conciencia.
Según Isaiah Berlin, Rusia tardó más de cincuenta años en acusar los efectos de los movimientos revolucionarios europeos. Todavía entre mediados y fines del siglo XIX su intelectualidad debatía si era europea o eslava. Los acontecimientos reformistas europeos protagonizados por socialistas y anarquistas eran considerados en Rusia como inviables. Quienes pensaban en una transformación radical, como los poseídos de Dostoievski, pensaban en la violencia y el terror como estrategia. En más de un aspecto, en su ideología y en sus actitudes, se revelaban como cristianos fanáticos. Un comentario irónico de Bertrand Russell sugiere que el despotismo bolchevique se puede entender como el sistema más adecuado para gobernar a los personajes desaforados de Dostoievski. Probablemente Grossman no conociera esta observación sarcástica del filósofo inglés, pero con una intuición certera, seducido por el personaje, analiza a Lenin como fanático dostoievskiano.
En el temperamento de Lenin se establece la relación con el carácter nacional ruso. Heredero, a su pesar, del karma cristiano del alma rusa, Lenin, autor de más de veinte libros teóricos y furibundos, el intelectual que se conmovía con Beethoven y Tolstoi, poseído por una fe apostólica, según Grossman, arrastra a Rusia tras de sí, sin comprender que sufría una poderosa alucinación. Tras su muerte, con Stalin, templando el acero, la victoria sobre el nazismo y el avance tecnológico, un éxito que se basaba en el sometimiento. Es decir, la consolidación férrea de la dictadura del proletariado. Apunta Grossman: “Ahora ya no era Rusia la que se embebía del espíritu libre de Occidente. Era Occidente quien miraba con ojos fascinados el espectáculo del desarrollo ruso avanzando por el penoso sendero de la esclavitud. El mundo vio la mágica sencillez de aquella vía. El mundo comprendió la fuerza del Estado popular construido sobre la esclavitud”.
Pero, ¿qué clase de novela es Todo fluye? Desde el comienzo se plantea como una novela de tímida experimentación formal que articula un narrador omnisciente con la segunda persona que propicia la confesión, la teatralización de un juicio a delatores con la crónica periodística. Grossman quiebra a menudo la narración lineal para internarse en el ensayo político y filosófico. El efecto que generan estas variaciones expresivas opera por acumulación, rompe la convención del suspenso y, en lugar de frenar la acción, mediante el ensayo, lo que logra, sin resbalar en el trazo grueso contenidista, es la búsqueda de comprensión, esa búsqueda permanente que no es otra que la constante de la novela.
Si en Vida y destino empleaba la descripción del funcionamiento de los campos nazis y su lógica para reflejar luego, en espejo, los campos soviéticos, acá directamente pone el foco en el exterminio de sus compatriotas y en los gulags. El exterminio de judíos y campesinos, dos obsesiones de la maquinaria asesina del stalinismo, son centrales en Todo fluye. Podría pensarse, para quienes han leído a Solyenitzin o Shalamov, que ésta es una novela más sobre el horror concentracionario, una pormenorización de miserias y bajezas que algunos espíritus políticamente correctos leen con turbación bienpensante y corroboran así su pureza de alma. Y valga como digresión: alguna vez habrá que analizar hasta dónde los progres no leen literatura concentracionaria con el mismo vértigo con que otros lectores menos conspicuos disfrutan de Sthepen King, lo que no implica un juicio de calidades literarias sino de ideologías de lectura gore. Grossman no escatima un catálogo de sordideces y degradaciones tanto dentro como fuera del campo. Pero no son los actos los que escandalizan. El espanto está en otra parte: en la idea de libertad, progreso y conquista social que los justifican. “Esos hombres no deseaban el mal a nadie –escribe Grossman–, pero habían hecho el mal durante toda su vida.” A la vez, llegado a este punto, hay que ser cauteloso. Denunciar el fracaso del socialismo real no implica renunciar a la lucha por un mundo más justo.
En ningún tramo de su novela, sin aflojar con la denuncia del terror de Estado, Grosman renuncia a su socialismo insinuando siquiera una reivindicación del capitalismo. Grossman es crítico: “El Estado se convirtió en el amo. El elemento nacional pasó de la forma a la sustancia y acabó siendo esencial, mientras se relegaba el elemento socialista a un segundo plano: a la fraseología, a la cáscara, a la forma externa”. Y escribe luego: “La historia de la humanidad es la historia de su libertad. El crecimiento de la potencia del hombre se expresa sobre todo en el crecimiento de la libertad. La libertad no es necesidad convertida en conciencia, como pensaba Engels. La libertad es diametralmente opuesta a la necesidad, la libertad es la necesidad superada. El progreso es, en esencia, progreso de la libertad humana. Ya que la vida misma es libertad, la evolución de la vida es la evolución de la libertad”.
Como se dijo, la persecución y el exterminio son nodales en Todo fluye, pero la descripción a través de un tono de crónica, casi neutral, provoca un sentimiento en el que se funden la indignación, la piedad y el estupor. Grossman apela a estas escenas de infamia para preguntarse, y no en abstracto, sobre lo que significa ser humano. Refiriéndose, por ejemplo, a los confidentes y delatores, escribe: “Lo más terrible en ellos son sus cosas buenas, lo más triste es que están llenos de cualidades y virtudes”. Grossman, si relata con precisión los detalles del cautiverio, no lo hace de modo gratuito. Como tampoco es gratuito el empeño que pone en relatar el exterminio de los campesinos. Los animales temen a la gente. Pronto no quedan ni perros ni gatos. Se los cocina. Y con sus cabezas se hace gelatina. Los niños agonizan de hambre. Ni siquiera un gramo de pan para ellos.



Las barracas de los prisioneros están separadas del sector de las mujeres por una estrecha distancia que, si alguien intenta superar, será barrida por ametralladoras. Cientos de mujeres moscovitas han sido condenadas a diez años de prisión por no denunciar a sus maridos, sus hermanos y sus hijos. Y deben compartir el cautiverio con ladronas y asesinas. Si una igualdad de género logró el campo de Kolimá fue la de equiparar mujeres y hombres en los trabajos forzados donde, víctima de castigos y enfermedades, perecerá la mayoría. Comprender, siempre, en la escritura de Grossman, se trata de comprender. “Te pregunté cómo habían podido, los alemanes, matar en las cámaras de gas a los niños judíos. ¿Cómo podían vivir después de eso? ¿Era posible que no fueran juzgados ni por Dios ni por los hombres? ¿Y tú dijiste: ‘El castigo del verdugo es éste: no considera a su víctima un hombre y él mismo deja de ser un hombre, mata al hombre que hay en él, se convierte en su propio verdugo: la víctima, por mucho que la destruyan, continuará siendo un ser humano por toda la eternidad’. Cuando Iván Grigorievich piensa en estas cuestiones, piensa “esforzándose en comprender la verdadera naturaleza de la vida rusa”. Más tarde, Grossman suministra una hipótesis: “Sólo la esclavitud milenaria ha creado la mística del alma rusa”.Como lo señaló George Steiner, Tolstoi y Dostoievski son dos marcas que determinan la literatura rusa. Dos marcas a la vez opuestas y complementarias. Por eso Steiner tituló su ensayo Tolstoi o Dostoievski. Grossman es, sin duda, consciente de esta polarización que no es tan simple como parece. Para Mijail Bajtin, en Tolstoi la muerte siempre clausura un conflicto y lo ilumina, mientras que en Dostoievski la muerte es apenas pasaje y puente para la irrupción de la conciencia y su tormento. En Todo fluye Grossman se debate entre estas dos perspectivas. En Vida y destino su ideología de la novela se servía de las lecciones de Tolstoi y conformaba un fresco épico con una multitudinaria cantidad de personajes y un sinfín de situaciones que abarcaban tanto la instantánea, el relato breve, como la extensión y el espesor novelístico del XIX, que, con la batalla de Stalingrado como eje, aprovechaba para denunciar el lager nazi en el frente y el gulag soviético en la retaguardia. En Todo fluye, en cambio, Grossman se aparta del modelo tolstoiano y su preocupación narrativa y no sólo se ofrece como una deriva del modelo dostoievskiano: el dilema existencial de los personajes gira en torno de la libertad, pero ésta, como todo absoluto, es más un deseo que una posibilidad. Como absoluto también reviste un carácter religioso. Y, se sabe, los absolutos no son terrenos. Los hombres idearon un Estado en nombre de la libertad, pero el sistema que construyeron fue esclavitud, delación, exterminio. Como asociación, cabe recordar que Dostoievski planeó una segunda parte de Los hermanos Karamazov donde Aliosha, el novicio, el puro, cometería un crimen político.
Para qué sirve la literatura, pregunta que inquietó a Sartre, cobra una dimensión menos metafísica y más existencial cuando uno se las plantea desde la perspectiva de Grossman, que escribió sus grandes novelas bajo el stalinismo. Vida y destino, su obra cumbre, fue prohibida a poco de su publicación. Tan peligrosa fue considerada que a Grossman hasta le confiscaron las cintas de su máquina de escribir. Todo fluye, la última, la escribió entre 1955 y 1963.
No menos estremece que el escritor que se planteó estas cuestiones muriera recluido, sabiendo que no vería publicadas sus novelas. Todo fluye, para muchos su testamento literario, la terminó en 1964, poco antes de morir de un cáncer de estómago. Lo que podría ser una anécdota que cierra literariamente una existencia oscurecida por el totalitarismo se presta para abrir un interrogante mayor: ¿qué convicción se ha depositado en la literatura, o mejor dicho en la propia escritura, para encarar semejantes proyectos narrativos sabiendo que uno de sus destinos más probables es no alcanzar la publicación? Entonces, volviendo a la cuestión del alma rusa, ¿se trataría acá de convicción o de una fe religiosa? En su diario, Kafka anotó: “La literatura es mi religión”. Vasili Grossman debió compartir el mismo credo.



Link a la nota:http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/suplementos/libros/10-3796-2010-04-19.html








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Vos. 7. 04. 2010
Libros, Los indeseables

El virus anarquista

En "Los indeseables", Gabriela Costanzo estudia la criminalización del anarquismo por parte del Estado argentino




Rogelio Demarchi












Criminales a sueldo, asesinos, delincuentes, monstruos, virus que debían ser combatidos para que no contagiaran al resto de la sociedad. Así calificó la dirigencia política argentina a los militantes anarquistas que a fines del siglo XIX y principios del XX sentaron las bases de la lucha sindical por los derechos de los trabajadores y que junto a los socialistas organizaron en 1901 la Federación Obrera Argentina.
Esas despectivas formas de referirse a ellos no fueron pronunciadas en cualquier contexto y de manera circunstancial. En Los indeseables, Gabriela Costanzo demuestra que, salvo raras excepciones como el socialista Alfredo Palacios, la criminalización del anarquismo estuvo a cargo de todas las fuerzas políticas con representación parlamentaria, en el marco de los debates de las leyes de Residencia (1902) y de Defensa Social (1910).
De hecho, la base de su trabajo es el análisis de aquellos debates parlamentarios, documentación que le permite establecer "las representaciones, las interpretaciones, las justificaciones que tenían los legisladores nacionales en ese momento para sancionar dichas leyes".
El libro permite comprender que la persecución de la ideología anarquista tuvo dos momentos. En una primera instancia, se la consideró perniciosa pero foránea, y se llegó a pensar que bastaría con deportar a los inmigrantes que la fomentaban.

Según Costanzo, "el análisis de los problemas políticos, para los legisladores de esa época, se basaba en la construcción del enemigo externo. Pero no todos los extranjeros eran, para ellos, enemigos. Establecían una distinción entre los trabajadores que llegaban al país a labrar nuestras tierras y a trabajar, de aquellos otros que sólo tenían como objetivos arruinar al país con las huelgas y los boicots".
Como esa ley, a pesar de las deportaciones masivas, no implicó la solución total del "problema", hubo un segundo capítulo. En 1910 ( en pleno ambiente de festejo del Centenario ), el Congreso sancionó una nueva ley, denominada de Defensa Social, que, explica Costanzo, "ampliaba el universo delictivo prohibiendo las publicaciones o reuniones anarquistas. Recordemos que dentro del ideario anarquista de la época se enfatizaba el aspecto cultural y educativo, lo que se traducía en la fundación de centros culturales, bibliotecas populares, sociedades de resistencia, etc.", entidades que entonces fueron cerradas.
Si bien la lucha tardó un tiempo en extinguirse, quedó en claro que el Estado criminaliza, persigue y proscribe a todo aquel que se organiza en su contra.


EL LIBRO

Los indeseables

Gabriela Costanzo
Editorial Madreselva
Precio: $ 30
Síntesis: Un análisis del discurso político
que justificó las leyes de Residencia y de
Defensa Social dictadas contra el
anarquismo, en 1902 y 1910. Demuestra
cómo y por qué se caracterizó a esa
corriente ideológica como foránea y antipatria.


Fuente :

Vos: los indeseables gabriela costanzo anarquistas 07.04.2010






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Los riesgos de una entidad contracultural
por Javier Cámara



La Iglesia Católica es hoy una institución que no encaja del todo en la cultura globalizada y mediatizada que predomina como expresión de esta época. Mientras ella habla de "Dios, la Virgen y los santos", en el diálogo político, en las relaciones internacionales y en los medios de comunicación no religiosos se excluyen de plano estos conceptos, a no ser que expresen una cuestión marginal o "de color".
Mientras ella defiende el matrimonio como institución antropológicamente creada para la unión indisoluble del varón y la mujer, en la cultura que se expresa por los medios se hace evidente que lo "políticamente correcto" es equipararlo a las uniones de personas del mismo sexo. Mientras en el mundo avanza la despenalización del aborto porque se impone el "derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo", la Iglesia insiste con que "ese derecho implica el asesinato de un inocente", un crimen que no puede ser legalizado. Estas y otras discusiones globales que incluyen apelaciones permanentes a las culpas del pasado eclesiástico (la Inquisición, el caso Galileo; en Argentina los silencios durante la dictadura, etcétera) permiten ensayar: la Iglesia es hoy, a los ojos de la cultura predominante, un ente contracultural, conducido por un anciano elegido por un grupo de misóginos designados por el antecesor de aquél, sin lugar para la democracia.

A ese hombre que millones de personas reconocen como "vicario de Cristo", le ha tocado enfrentar la crisis desatada por los casos de pederastia cometidos en los últimos 50 años por sacerdotes. Varios sectores le achacan la responsabilidad total por el ocultamiento de esos hechos que estuvieron en manos de otros jerarcas de la Iglesia; y hasta la culpa por los delitos sexuales perpetrados por terceros, como sugieren los comentarios que dejan en Internet los que opinan sobre el tema.


El perfil del Papa y hasta su imagen parecen ser, también, contraculturales: se le atribuye ser "nazi" (en Google está predeterminada la búsqueda "Ratzinger nazi") por haber estado enrolado, como casi todos los chicos alemanes de su época, en la Juventud Hitleriana. Esto, a pesar de que varios líderes judíos le reconocen parte de los méritos en el avance del diálogo católico-judío.
A propósito, fue el rabino Jack Bemporad, director del Centro de Diálogo Interreligioso de New Jersey, quien señaló que la cobertura periodística sobre la responsabilidad de la Iglesia en casos de abusos era "unidimensional", y "descontextualizada". El testimonio fue citado por la agencia AP, tras la publicación del informe de The New York Times que atribuyó al entonces cardenal Ratzinger haber evitado que un cura pederasta fuera sancionado. Se trata del caso del sacerdote Lawrence Murphy, fallecido en 1998, acusado en 1974 de haber abusado, durante más de una década, de unos 200 chicos sordos de un colegio de Milwaukee.



Según un artículo publicado en la revista norteamericana National Review , por Raymond de Souza, el diario neoyorquino utilizó dos fuentes "objetables" para acusar al Papa: abogados que aún tienen demandas contra El Vaticano; y el arzobispo emérito de Milwaukee, Rembert Weakland, quien se hizo famoso cuando todavía era el obispo titular, por usar 450 mil dólares de la Iglesia para mantener en silencio a su ex amante homosexual que lo estaba chantajeando. El entonces cardenal Ratzinger intervino para ordenar el reemplazo de Weakland, quien tenía a cargo la causa de los niños sordos. La autora de la nota del New York Times que acusó a Ratzinger, Laurie Goodstein, tiene una relación de amistad con Weakland. Según De Souza, los documentos que ofreció el Times demuestran que el juicio contra Murphy "nunca fue frenado". De hecho, Murphy murió días antes de que el entonces secretario de Ratzinger sugiriera hacer expeditivo el juicio canónico por la salud del acusado.






La Santa Inquisiciòn















Fuente :









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CUANDO LA ARGENTINA SE GOBERNABA COMO UNA ESTANCIA





Los diarios del primer Centenario de las jornadas de mayo, amañados con los intereses de la oligarquía portuaria, muestran hinchados de vanidad, entre los cincuenta visitantes ilustres al país, a una rechoncha Infanta Isabel de Borbón recorriendo en carroza la Buenos Aires de sus dominios perdidos, junto al Presidente Figueroa Alcorta, que mientras firmaba con la siniestra conmemoraciones de independencia del Imperio español, con la diestra suscribía títulos de dependencia con la Banca de Londres.
La sociedad más sana y principal leía todas las mañanas los gustos y anécdotas de la Infanta, cuyo costo de atención y escolta ascendía a 10.000 pesos diarios cuando el salario de uno solo de los policías no llegaba a 50 al mes.
El poeta Lugones, entreverado en los enjuagues sórdidos de “La Nación”, cantaba odas a los ganados y a las mieses en un campo afuera, que podía divisarse embellecido por la distancia y la pulida platería inglesa desde los 22.715 km de ferrocarriles comprados por el Reino Unido a precio de saldo, que acercaban más ganados y más mieses a la ciudad- despensa; ésa que la confianza en el progreso y el desarrollo del país gracias a los capitales y la industriosidad extranjera mandaban exhibir. Los fuegos de artificio iluminaban los cristales de los chateaux afrancesados y las velas de sebo de caballo las piezas de 4 x 4 de los conventillos, en que se hacinaban las familias proletarias, emigrantes de todas las penurias del mundo, que venían a descubrir idéntica explotación detrás de las nuevas fronteras.
En la capital importada que procuraba ocultar su estado de sitio como un embarazo no querido, hasta el cometa Halley parecía sumarse a los festejos oficiales, mientras los himnos y el cañoneo ceremonial, rigurosamente custodiados por uniformes, trataban de tapar el clamor cívico por el último fraude electoral, la represión de las luchas obreras y los gritos de los indeseables en las cárceles del Escuadrón de Seguridad.
“La Argentina del centenario”, dicen que dijo la Sociedad Rural, “se gobierna como una estancia” y para quedar bien, primerió a la Unión Industrial regalándole a la Infanta una pareja de caballos de raza.
En el mundo, los motines estremecían Rusia que no olvidaba la sublevación del acorazado Potemkin, Japón se tragaba a Corea, la revolución mejicana se alzaba contra la dictadura de Porfirio Díaz y los latifundistas, París bailaba con “La Morocha” provocando la admonición del Papa Pío X y el globo terráqueo se completaba con la llegada de Peary al Polo Norte.
Cien años después, en este 2010 que parece haber dado vuelta todos los cabos de Buena Esperanza, la misma prensa recalcitrante falsea titulares de hecatombe, estadísticas de miseria y panegíricos a próceres de telenovela, subsidiados con las treinta monedas de la misma banda de sepulcros blanqueados que se escandalizan con los modales o el vestuario de los líderes populares, al tiempo que maquinan para llevarse en sus helicópteros, inventariados y embalados pieza a pieza, sus empresas y mansiones, sus ferrocarriles y presas, sus Santos Oficios y canchas de golf para trasladar a otras filiales sus paraísos de ocupación portátil, como recordaba García Márquez. Sabemos que el capitalismo no desborda más que exclusión y sufrimiento; que con la democracia no se come, ni se cura, ni se educa, que con la democracia no alcanza; que la sabiduría no vino en los barcos que llegaron a descubrirnos la Patria; que la soja no paga y que las revoluciones no se escriben con manuales de urbanidad. Pero sabemos también que una América recatequizada en la Biblia de Discépolo, frágil, pero épicamente resuelta, persiste en festejar, unida, sus bicentenarios de independencia, aun debatiéndose entre cuartelazos, invasiones de Paz y terremotos de utilería, para conquistar de una buena vez esa soberanía nacional y esa justicia social que, hace 100 años, los mismos depredadores pretenden que se nos escape entre los dedos como el oro de pura ley del Potosí.



Por MONICA FERRERO, abogada, Ciudad de Còrdoba. Mayo 2010.-
( Especial para el periòdico "La Idea", y Revista Macedonio Belarte )




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EL ALMA DEL FÚTBOL

por Alfredo Lemon*



"El balón es redondo, el campo cuadrado, igual a la imagen del cielo y de la tierra.
El balón juega sobre nosotros como el sol".

LiYu
poeta chino del siglo 1




Durante el año en curso, durante más de un mes, el hombre común, el
individuo hipotéticamente promedio de distintas latitudes del mundo, vibrará casi en una misma: el gol. Vivirá fútbol, palpitará fútbol,
sufrirá fútbol. Una pasión ~ difícil de explicar para algunos críticos
de la hora, que sin lugar a dudas además de sentirse palpitar en el centro
mismo del corazón, permite ser pensado pero no sin cierta cuota de
prevención: una cosa es reflexionar -diría Ortega- "desde afuera" y otra es hacerlo "desde dentro". Resulta pertinente entonces filosofar sobre este
fenómeno global, sumamente real, aunque alimente sueños y fantasías
colectivas, que merece ser estudiado como espectáculo, como apoteosis,
como lenguaje y comunicación; más allá del negocio y de la utilización
política que muchas veces se ha querido hacer de este deporte.


La diosa redonda

La relación entre el fútbol y los intelectuales siempre ha sido compleja: llena de odios, desdén o indiferencia pero también de respeto y de admiración. Jorge Luis Borges, sin ir más lejos, entre nosotros, preguntaba con desprecio: "¿qué es el fútbol?."
Desde otra óptica, dos existencialistas de la talla de Albert Camus y Martin Heidegger fueron considerados amantes paradigmáticos de este juego. El primero, autor de "La peste" y el "Mito de Sísifo", fue arquero del equipo de la Universidad de Argel y llegó a sostener: "después de muchos años en que el mundo me ha permitido variadas experiencias, lo que más sé, acerca de moral y de las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol, lo que aprendí en el equipo no puedo olvidarlo". Por su parte, el autor de "Ser y tiempo" jugó en su juventud de puntero izquierdo y confesó su excitación frente a las trasmisiones televisadas de la Copa de Europa y su admiración por la delicadeza con que Franz Beckenbauer trataba al balón.
Hace unos años escuché decir a Umberto Eco en Buenos Aires que las
imágenes televisivas del campeonato, nos convierte en seres pasivos, meros mirones de lo que los otros hacen. La paradoja fue que él mismo, hizo lo imposible para desligarse del público que lo rodeaba para ver el partido que disputaban en esa instancia Italia con Noruega.
Por estos días, sociológicamente Juan José Sebreli ha escrito en su best
seller "La era del fútbol" que: "a través del mundo del fútbol, desde el
poderoso dirigente hasta el hincha anónimo, pasando por el ídolo, puede analizarse el estado actual de la sociedad en su totalidad y comprobar a través de esa "micro-sociedad", las tendencias latentes o manipulaciones de la "macro-sociedad". El fútbol no es solamente fútbol. Del mismo modo que lo fue el Olimpo en la antigua Grecia, el Circo en el Imperio Romano o el Hipódromo en el Imperio Bizantino, el estadio es un espejo de la sociedad actual". Afirma asimismo que "el fascismo, como la pasión colectiva por el fútbol-espectáculo se basa en la adhesión fanáticamente amorosa de las masas, para lo cual se recurre en uno y otro a la movilización permanente de las mismas". Y siguiendo con esa comparación, agrega: "la identificación apasionada con el propio grupo y la hostilidad hacia los que no pertenecen, son rasgos de la personalidad autoritaria que comparten por igual la ideología y el deporte". En apretada síntesis, encara al fútbol no como mera diversión sino como algo serio que ha venido a reemplazar y a llenar el vacío existencial que dejaron las grandes religiones y ciertos sistemas políticos, incluido el socialismo. Plantea además que durante el Mundial, la ciudad adquiere una atmósfera particular, calles semivacías, pantallas gigantes ubicadas en esquinas estratégicas, bares y negocios con televisores encendidos, taxis con radios escuchando los partidos, escuelas que dejar de trasmitir educación, empleados que descuidan sus trabajos y principalmente, la imposibilidad de permanecer ajeno al fenómeno de esta "omnipresencia deportiva".


Diamante de cuero

Sin desconocer lo acertado o no de estas críticas, personalmente tengo más sintonía con el planteo poético que hace Eduardo Galeano en su libro "El fútbol a sol y asombra", donde enuncia entre otras cosas, la lúcida metáfora del gol como el orgasmo del fútbol o cuando dice que a medida que van pasando los años y a la larga, ha terminado por asumir su identidad, siendo nada más que un mendigo del buen fútbol, yendo por el mundo -sombrero en mano- suplicando: "una linda jugadita por el amor de Dios..." y que cuando eso ocurre, agradece el milagro sin importarle un rábano cuál es el club o el país que se 10 ofrece. El escritor uruguayo describe inteligentemente otra observación: "la historia oficial tiene un vacío asombroso, ignora el fútbol. "Es cierto, ni los textos de historia contemporánea -ni los diccionarios de teoría de la comunicación- lo mencionan, ni de paso, en países donde ha sido y sigue siendo un signo primordial de identidad colectiva
"Juego, luego soy": el estilo de jugar es un modo de ser, que revela el perfil propio de cada comunidad y afirma su derecho a la diferencia.
"Dime cómo juegas y te diré quién eres". Hace ya muchos años que se juega el fútbol de diversas maneras, distintas expresiones de la personalidad de cada pueblo, y el rescate de esa diversidad aparece hoy, más necesario que nunca. Nunca el mundo ha sido tan desigual en las oportunidades que ofrece y tan igualador en las costumbres que impone: en este mundo de fin de siglo quien no muere de hambre muere de aburrimiento.
A su turno también Jorge Valdano, ex-delantero del seleccionado argentino campeón mundial de 1986 que además cursó estudios de filosofía en Europa apunta: "se juega como se vive, somos como jugamos y el fútbol es el juego que elegimos. Niños descalzos en cualquier arrabal de la América nuestros niños con zapatillas prósperas en un parque de la España rica; donde salta un balón se implica el alma de un hombre en proyecto".
Fiesta y batalla; aplauso y conflicto. Los que miran se involucran, juegan por delegación, no de un modo "virtual" sino vivenciando los sucesos de la cancha en "carne propia", en el recinto más íntimo de su ánimo. Estos impactos, estas fuerzas son más emocionales que cerebrales, más proclive s al fervor que al raciocinio; tal vez porque lo adulto y lo civilizado tienen siempre que ver con lo venidero y el fútbol nos da la ocasión de manotear cierta dosis de placer presente o rasguñar un poco del retazo de la infancia.
Esta es quizás, no sólo en nuestra patria, una de las pasiones más compartidas por el pueblo (Mari ano Grondona le dedicó un programa en su ciclo en el que la calificó de casi "unanimidad"); en donde muchos adoradores de la pelota (o de los libros) aunque nunca hayamos sabido jugarla bien, integramos la tele-platea comiéndonos las uñas, temblando al ritmo de la selección. Porque sentimos esa pertenencia común en ese instante y esos veintidós jugadores y durante esos noventa minutos, el campo de juego y la tribuna son capaces de desplazar al universo. Porque durante ~~ breve espacio de tiempo "atemporal" brincamos también detrás de una pelota pateándola aunque más no sea con la mirada atenta le demostramos amor y podemos ser felices. Ante esa llama encendida en el alma de tantos hombres, cabe preguntarse: ¿es posible tamaña equivocación, estamos tan errados todos, en todas partes del orbe, los japoneses, africanos, europeos...? ¿todos somos engañados ? ¿acaso a todos nos envuelve como un humo de opio esta ilusión colectiva ?
A quien sepa sondear en lo profundo de las vicisitudes de la vida, quizás el fútbol le descubra atisbos de verdades ocultas en el entramado social o psicológico del hombre o de los pueblos; aristas de una luz que sólo las grandes intuiciones pueden develar.
Por ahora cierro esta página. Le pongo un punto suspensivo pero con un final abierto. Y como diría el autor de “Las venas abiertas de Latinoamérica”, con esa melancolía que todos sentimos después de hacer el amor y al concluir el partido.



* Alfredo Lemon : Abogado, escritor. Profesor de Filosofìa. Estudioso de Historia de las Religiones .
( Articulo Especial para Revista Macedonio Belarte )








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Macedonio Belarte

AÑO V- Nº LVI, LUNES, 31 DE MAYO DE 2010

Revista Digital de Cultura de Cruz del Eje

Arte, Cine, Literatura, Música, Poesía, , Historia, Tecnologìa, Política, Filosofía






Sumario:




Literatura en cuadritos. 01 / Lila Downs. 04 / Sobre Juana Azurduy en los billetes de cien y el indiecito Arbolito. 06 / La tragedia de los socialistas libertarios alemanes. 11 / El gran gasoducto. 17 / ROMA ( Serie TV). 20 / Borgia. 22 / Entre la arena y el cielo. 26 /
El alma rusa . 28 / El virus anarquista. 34 / Los Riesgos de una Entidad Contracultural. 36 / Cuando la Argentina se gobernaba como una Estancia. 38 / EL ALMA DEL FUTBOL. 40




El Pueblo ya sabe de que se trata…!

















Evita Patriota Latinoamericana