domingo, 31 de enero de 2010

Revista Digital de Cultura de Cruz del Eje MACEDONIO BELARTE - AÑO 5- Nª52 - ENERO 2010


Santiago Kovadloff traduce a Fernando Pessoa en“El Libro del Desasiego“

Santiago Kovadloff nació en Buenos Aires el 14 de diciembre de 1942. Se graduó en Filosofía en la Universidad de Buenos Aires con una tesis sobre el pensamiento de Martín Buber titulada "El oyente de Dios".

Es ensayista, poeta, traductor y antólogo de literatura de lengua portuguesa. Es, asimismo, profesor honorario de la Universidad Autónoma de Madrid. Se desempeña profesionalmente como profesor privado de filosofia, coordinador de un taller literario y conferencista.

Ha vertido al castellano, entre otros escritores de Brasil y Portugal, a Vinicius de Moraes, Mário de Andrade, Manuel Bandeira, Murilo Mendes, Carlos Drummond de Andrade, João Cabral de Melo Neto, Machado de Assis, João Guimarães Rosa, Noemia de Souza, Mário de Sá-Carneiro y Fernando Pessoa. En los años 80 tradujo al portugués a numerosos poetas argentinos y muchas de las composiciones de Joan Manuel Serrat, así como, una década antes, uno de los espectáculos del conjunto humorístico musical argentino “Les Luthiers”, presentado en San Pablo, Brasil, en 1975. Es co-fundador e integrante del Conjunto de Música de Cámara y Poesía “Tomás Tichauer” y del Trío “Babel” de música klezmer y poesía.
Santiago Kovadloff ha obtenido numerosas becas y distinciones nacionales y extranjeras. Entre las primeras, y en repetidas ocasiones, las de Fundação Calouste Gulbenkian de Lisboa y de la Secretaria de Estado da Cultura de Portugal. Entre las segundas, la Faja de Honor en Poesía y Ensayo concedida a su obra en dos oportunidades (1986 y 1987) por la Sociedad Argentina de Escritores; el Primer Premio Internacional de Ensayo “Común Presencia” de Bogotá, Colombia, en 1991; el Primer Premio Nacional de Literatura de la República Argentina en 1992, como ensayista. En 1994, el Premio Konex a las Letras Argentinas de la década 1984-1994, concedido en la categoría Ensayo Literario. En 1995 se lo designó Lector Emérito de la Biblioteca Nacional de la República Argentina. En 1997, la agrupación Gente de Letras le otorgó el Premio “Esteban Echeverría” por su labor como ensayista. En el año 2000 obtuvo el Primer Premio de Poesía de la Ciudad de Buenos Aires. En 2003, el Fondo Nacional de las Artes de la República Argentina le otorgó el Premio "Trayectoria" en reconocimiento a su obra literaria.
Algunos de sus ensayos han sido traducidos al alemán, al italiano, al portugués y al francés; otros se han difundido en España. Poemas suyos han sido traducidos al francés, italiano, inglés, alemán y hebreo. Su obra poética incluye: Zonas e indagaciones (Botella al mar, Buenos Aires, 1978), Canto abierto (Botella al mar, Buenos Aires, 1979), Ciertos Hechos (El lagrimal trifulca, Rosario, 1985), Ben David (Torres Agüero, Buenos Aires, 1988), El fondo de los días (Torres Agüero, Buenos Aires, 1992) y Hombre en la tarde (Vinciguerra, Buenos Aires, 1997). Como cuentista ha dado a conocer Mundo menor (Torres Agüero, Buenos Aires, 1986) y como autor de relatos para niños, Agustina y cada cosa (Colihue, Buenos Aires, 1993), Natalia, queluces y cierto lugar (Magisterio del Río de la Plata, Buenos Aires, 1990), El tobillo abandonado (Colihue, Buenos Aires, 1994) y República de evidencia (Lugar Editorial, Buenos Aires, 1993). Sus libros de ensayo son: El silencio primordial (Emecé, Buenos Aires, 1993), Lo irremediable (Emecé, Buenos Aires, 1996), Sentido y riesgo de la vida cotidiana (Emecé, Buenos Aires, 1998), La nueva ignorancia (Emecé, Buenos Aires, 2001) y Ensayos de intimidad (Emecé, Buenos Aires, 2002).
En 1998 se incorporó, como miembro de número, a la Academia Argentina de Letras y en 2002, como miembro correspondiente, a la Real Academia Española.


Fernando Pessoa, (Lisboa 1888 - Lisboa 1935), el más importante de los poetas portugueses, pasó su infancia y juventud en la República de Sudáfrica e inició estudios de derecho en la Universidad de El Cabo. Regresó a Lisboa en 1905. Inició su obra literaria en inglés, aunque a partir de 1908 creció su interés por la lengua portuguesa. Su obra es una de las más originales de la literatura portuguesa y fue, junto con Sá Carneiro, uno de los introductores en su país de los movimientos de vanguardia.
A partir de 1914 proyectó su obra sobre tres heterónimos: Ricardo Reis, Álvaro de Campos y Alberto Caeiro, para quienes inventó personalidades divergentes y estilos literarios distintos. Frente a la espontaneidad expresiva y sensual de Caeiro, Ricardo Reis trabaja minuciosamente la sintaxis y el léxico, inspirándose en los arcadistas del s. XVIII. Álvaro de Campos evoluciona desde una estética próxima a la de Whitman hasta unas preocupaciones metafísicas en la tarea de explicar la vida desde una perspectiva racional. Sobre estos desdoblamientos del poeta en varias personalidades, se reflejan sus distintos yos conflictivos, y elabora su propia obra poética, a veces experimental, una de las más importantes del s. XX y que en su mayor parte permaneció inédita hasta su muerte.
Su poesía, que supone un intento por superar la dualidad entre razón y vida, fue recogida en los volúmenes Obras completas: I. Poesías, 1942, de Fernando Pessoa; II. Poesías, 1944, de Álvaro de Campos; III. Poemas, 1946, de Alberto Caeiro; IV. Odas, 1946, de Ricardo Reis; V. Mensagem, 1945; VI. Poemas dramáticos; VII. y VIII. Poesías inéditas, 1955-1956. Su obra ensayística ha sido recogida en Páginas íntimas de autointerpretación (1966), Páginas de estética y de teoría y crítica literarias (1967) y Textos filosóficos (1968). En 1982 apareció Libro del desasosiego, compendio de apuntes, aforismos, divagaciones y fragmentos del diario que dejó al morir.

Libro del desasosiego

En estas impresiones sin nexo, ni deseo de nexo,
narro indiferentemente mi autobiografía sin hechos,
mi historia sin vida. Son mis Confesiones y
si en ellas nada digo, es que nada tengo que decir.




Fragmento 12



1


Nací en un tiempo en el que la mayoría de los jóvenes habían dejado de creer en Dios, por la misma razón que sus mayores habían creído en Él sin saber por qué. Siendo así, y dado que el espíritu humano tiende naturalmente a criticar porque siente y no porque piensa, la mayoría de esos jóvenes eligió la Humanidad como sucedáneo de Dios. Pertenezco, sin embargo, a esa especie de hombres que están siempre al margen de aquello a lo que pertenecen y no ven sólo la multitud de la que forman parte, sino también los grandes espacios que hay a sus costados. Por eso, ni abandoné a Dios tan ampliamente como ellos, ni acepté nunca la Humanidad. Consideré que Dios, si bien improbable, podría ser y en consecuencia, también ser adorado; pero que la Humanidad, siendo una mera idea biológica cuyo significado se limita la especie animal humana, no era más digna de adoración que cualquier otra especie animal. Este culto de humanidad, con sus ritos de Libertad e Igualdad, me pareció siempre una resurrección de los cultos antiguos, en que los animales eran como dioses, o los dioses tenían cabezas de animales.
De tal manera, no sabiendo creer en Dios, y no pudiendo creer en una suma de animales, me ubiqué, como alguna otra gente marginal, a esa distancia de todo a la que vulgarmente se llama Decadencia. La Decadencia es la pérdida total de inconsciencia; porque la inconsciencia es el fundamento de la vida. El corazón, si pudiese pensar, se detendría.
A quien como yo no sabe, viviendo, tener vida, ¿qué le resta sino como a mis pocos pares, la renuncia como actitud y la contemplación como destino? No sabiendo qué es la vida religiosa, incapaces de saberlo, porque no se tiene fe con la razón; no pudiendo tampoco tener fe en esa abstracción llamada Hombre ni sabiendo incluso que hacer con ella ante nosotros, nos quedaba, como motivo para tener alma, la contemplación estética de la vida. Y así, ajenos a la solemnidad de todos los mundos, indiferente a lo divino y desdeñosos de lo humano, nos entregamos con frivolidad a la sensación sin propósito, cultivada en un epicureísmo refinado, como conviene a nuestros nervios cerebrales.
Reteniendo de la ciencia aquel precepto suyo y tan central, de que todo está sujeto a leyes fatales, contra las cuales no hay cómo reaccionar con independencia, porque incluso esa reacción responde al mandato que ella nos impone; y verificando de qué modo ese precepto se ajusta a otro, más antiguo, de la divina fatalidad de las cosas, abdicamos del esfuerzo como los débiles del entretenimiento de los atletas, y nos inclinamos sobre el libro de las sensaciones con un gran escrúpulo de sentida erudición.
No tomando nada en serio, ni considerando que nos haya sido dada como cierta otra realidad que la de nuestras sensaciones, en ellas nos amparamos, y a ellas las exploramos como a dilatados territorios desconocidos. Y si nos abocamos asiduamente, no sólo a la contemplación estética, sino también a la expresión de sus modos y resultados, es porque la prosa o el verso que escribimos, destituidos de la intención de querer persuadir al ajeno entendimiento o estimular la ajena voluntad, son apenas como el dejar oír su voz por parte de quien lee, un acto que aspira sino a dar plena objetividad al placer subjetivo de la lectura.
Sabemos bien que toda obra debe ser imperfecta, y que la menos segura de nuestras contemplaciones estéticas, será la de aquello que escribamos. Pero imperfecto es todo; no hay ocaso tan bello que no pudiese serlo más aún, y brisa leve que nos adormezca que pudiese brindarnos un sueño más apacible todavía. Y de tal modo, contempladores ecuánimes de montañas y de estatuas, gozando por igual días y libros, soñándolo todo, y ante todo para convertirlo en nuestra íntima sustancia, también haremos descripciones y análisis que, una vez efectuados, pasarán a ser cosas ajenas que podremos disfrutar como si brotaran de la tarde.
No es éste el concepto de los pesimistas, como aquel de Vigny, para quien la vida es una celda donde él trenzaba paja buscando distracción. Ser pesimista es tomarlo todo como a la tremenda y esa actitud es una desmesura y una molestia. No contamos, es cierto, con un concepto válido para aplicar a la obra que producimos. La producimos, es verdad, para distraernos, pero no como el preso que trenza paja para distraerse del Destino, sino como la niña que borda almohadones, distrayéndose sin más.
Para mí, la vida es como una posada del camino, donde demorarme hasta que llegue la diligencia del abismo. Ignoro adonde me llevará, porque no sé nada. Podría considerar esa posada como una prisión, pues estoy obligado a aguardar en ella; podría considerarla un sitio propicio para la sociabilidad, porque en ella me encuentro con otros. No soy, sin embargo, ni impaciente ni convencional. Dejo el encierro a los que se aíslan en sus cuartos indolentes, echados en la cama donde esperan sin sueño; dejo a los que en ellas se complacen las charlas de los salones, desde donde la música y voces llegan confortables hasta mí. Me siento a la puerta y embebo mis ojos y oídos en los colores y sonidos del paisaje, y en tono lento, para mí sólo, vagos cantos que compongo mientras espero.
Sobre todos caerá la noche y arribará la diligencia. Disfruto de la brisa que me dan y del alma que me dieron para ello, y no pregunto más ni busco. Si cuanto dejé escrito en el libro de los viajeros puede, releído un día por otros, entretenerlos también en la travesía, estará bien. Si no lo leyeran ni los entretuviera, estará bien de todos modos.

178
Somos muerte. Esto que consideramos vida, es el sueño de la vida real, la muerte de lo que verdaderamente somos. Los muertos nacen, no mueren. Nuestros mundos están invertidos. Cuando consideramos que vivimos, estamos muertos; vamos a empezar a vivir, en cambio, cuando seamos moribundos.
La relación que hay entre el sueño y la vida es la misma que hay entre lo que llamamos vida y lo que llamamos muerte. Estamos durmiendo, y esta vida es sueño, no en un sentido metafórico o poético, sino en un sentido verdadero.
Todo aquello que en nuestras actividades consideramos superior, todo eso participa de la muerte, todo eso es la muerte. ¿Qué es lo ideal, sino la confesión de que la vida no sirve? ¿Qué es el arte, sino la negación de la vida? Una estatua es un cuerpo muerto, esculpido para fijar la muerte, en materia incorruptible. Incluso el placer, que tanto parece una inmersión en la vida, es más bien una inmersión en nosotros mismos, una destrucción de las relaciones entre nosotros y la vida, una sombra convulsiva de la muerte.
Y hasta vivir es morir, porque podemos contar con un día más en nuestra vida que no sea, a la vez, un día menos.
Poblamos sueños, somos sombras vagando a través de florestas imposibles, en las que los árboles son casas, costumbres, ideales, ideales y filosofías.
¡No encontrar nunca a Dios, no saber nunca, ni siquiera, si Dios existe! Pasar de mundo a mundo, de encarnación a encarnación, siempre inmersos en la ilusión que protege, siempre en el error que acaricia.
¡La verdad nunca, la intemperie nunca! ¡La unión con Dios nunca! ¡Nunca enteramente en paz, pero siempre un poco de paz, siempre un anhelo de paz!


191
Pienso a veces, con un deleite triste, que si un día, en un futuro al que ya no perteneceré, estas frases que escribo perdurasen reconocidas, habré encontrado por fin a la gente que me “comprenda”, a los míos, a la familia verdadera en cuyo seno nacer y ser amado.
Pero lo cierto es que, lejos de nacer en ella, para ese entonces ya habré muerto hará mucho. La comprensión recaerá sólo sobre mi esfinge, cuando el cariño ya no pueda consolar a quien ha muerto, de la indiferencia exclusiva que conoció cuando vivo.
Tal vez un día comprendan que cumplí, como ningún otro, mi deber innato de intérprete de una parte de nuestro siglo; y cuando lo comprendan, escribirán que en mi época fui incomprendido, que desgraciadamente viví entre el desinterés y las frialdades de los que me rodeaban, y que es una pena que tal cosa me sucediera. Y el que esto escriba será, en la época en que lo haga, tan poco comprensivo de mi análogo de aquel tiempo futuro, como lo son hoy aquellos con quienes convivo. Porque los hombres sólo aprenden para uso de sus bisabuelos, que ya murieron. A los muertos y a nadie más, sabemos enseñarles las verdaderas reglas para vivir.
En la tarde en que escribo, el día de lluvia paró. Corre una alegría del aire demasiado fresca contra la piel. El día se va acabando no en gris sino en azul pálido. Un azul tenue que se refleja, incluso, en los adoquines de la calle. Duele vivir pero de lejos. Sentir no importa. Se prende uno u otro farol.
En una ventana tan alta como la mía hay gente que se entretiene viendo cómo termino la jornada de trabajo. El mendigo que al pasar me roza se asombraría, si me conociese.
En el azul menos pálido y menos azul, que se refleja en los edificios, atardece un poco más de la hora indefinida.
Cae leve, hacia su fin, el día cierto, en que los que creen y se equivocan encajan en el trabajo de costumbre, y tienen en su propio dolor la felicidad de la inconsciencia. Cae leve, onda de luz que cesa, melancolía de la tarde inútil, bruma sin niebla que entra en mi corazón. Cae leve, suave, indefinida palidez lúcida y azul de la tarde acuática leve, suave, triste sobre la tierra simple y fría. Cae leve, gris, invisible, monotonía apenada, hastío sin pesadez.


255
Si algo hay en esta vida que nos está destinado y que, salvo la misma vida, debamos agradecer a los Dioses, ese algo es el don de desconocernos: de desconocernos a nosotros mismos y de desconocernos los unos a los otros. El alma humana es un abismo oscuro y viscoso, un pozo fuera de uso situado en la superficie del mundo. Nadie se amaría a sí mismo si de veras se conociese, y así, no existiendo la vanidad, que es la sangre de la vida espiritual, nos moriríamos de anemia en el alma. Nadie conoce a otro, y menos mal que no lo conoce; y si llegara a conocerlo, conocería en él, aunque fuera su madre , mujer o hijo, al íntimo, metafísico enemigo.
Nos entendemos porque nos ignoramos. ¿Qué sería de tantos cónyuges felices si cada uno de ellos tuviese acceso al ama del otro, si pudiesen comprenderse, como dicen los románticos; si advirtieran que ignoran el peligro —si bien no es más que un peligro fútil— de lo que dicen? Todos los casados del mundo están mal casados, porque cada uno guarda en lo recóndito de sí, los secretos donde el alma del Diablo, la imagen sutil del hombre deseado que no es aquél, la figura voluble de la mujer sublime, que aquélla no realizó. Los más felices ignoran en sí mismos sus disposiciones frustradas; los menos felices no las ignoran, pero no las conocen, y sólo uno u otro arranque frustrado, una u otra aspereza en el trato evoca, en la superficie casual de los gestos y las palabras, el Demonio oculto, la Eva antigua, el Caballero y la Sílfide.
La vida que se vive es un desentendimiento fluido, un promedio alegre entre la grandeza que no hay y la felicidad que no puede haber. Estamos contentos porque, hasta cuando pensamos y sentimos, somos capaces de no creer en la existencia del alma. En el baile de máscaras en que vivimos, nos basta el agrado producido por el disfraz que vestimos, disfraz que en el baile es todo. Somos siervos de las luces y los colores, nos deslizamos en la danza como en la verdad, y no hay para nosotros —salvo si, despiertos, no bailamos— conocimiento del gran frío de lo alto de la noche externa, del cuerpo mortal por debajo de los trapos que le sobreviven, de todo cuanto, a solas, nos parece que es esencialmente nosotros, pero que, al fin de cuentas, no es sino la parodia íntima de la verdad de lo que nos suponemos.
Todo lo que hacemos o decimos, todo lo que pensamos o sentimos, muestra la misma máscara o el mismo disfraz. Por más que nos quitemos lo que vestimos, no alcanzamos nunca la desnudez, pues la desnudez es un fenómeno del alma y no de cosas que se sacan. De este modo, vestidos en cuerpo y alma, con nuestros múltiples trajes tan pegados a nosotros como las plumas a las aves, vivimos felices o infelices, o sin saber lo que somos, el breve espacio que nos dan los dioses para que los entretengamos, como niños que juegan a juegos serios.
Uno u otro de nosotros, liberado o maldito, ve de repente —pero incluso éste rara vez lo ve— que todo lo que somos es lo que no somos, que nos engañamos acerca de lo que está bien y no tenemos razón en lo que nos parece justo. Y ese que, en un breve momento, ve el universo desnudo, crea una filosofía, o sueña una religión; y la filosofía se expande y la religión se propaga, y los que creen en la filosofía pasan a usarla como indumentaria que no ven, y quienes creen en la religión terminan poniéndosela como una máscara de la que se olvidan.
Y siempre, desconociéndonos a nosotros y a los demás, y por eso entendiéndonos alegremente, pasamos en las volutas de la danza o en las charlas de las pausas, humanos, fútiles, serios, al son de la gran orquesta de los astros, bajo las miradas desdeñosas y ajenas de los organizadores del espectáculo.
Sólo ellos saben que nosotros somos víctimas de la ilusión que nos impusieron. Pero cuál pueda ser la razón de esa ilusión, y por qué ella, o cualquier otra ilusión existe, o por qué ellos, ilusos también, nos entregaron la ilusión que nos dieron — eso, por cierto, ni siquiera lo saben.


331
Me duelen la cabeza y el universo. Los dolores físicos, más nítidos como dolores que los morales, desarrollan, por un reflejo en el espíritu, tragedias no contenidas en ellos. Provocan una impaciencia de todo que, como es de todo, no excluye ninguna de las estrellas.
No comulgo, no comulgué nunca, no podría, supongo, comulgar jamás con aquel concepto bastardo según el cual somos, como almas, consecuencias de una cosa llamada cerebro, dada por naturaleza, dentro de otra cosa material llamada cráneo. No puedo ser materialista, que es como creo que se designa a aquel concepto, porque no logro establecer una relación nítida —una relación visual, diría— entre una masa visible de materia gris, o de otro color cualquiera, y esta cosa yo que por detrás de mi mirada ve los cielos y piensa, e imagina cielos que no existen. Pero aun cuando no pueda caer en el abismo de suponer que una cosa pueda ser otra sólo porque ambas están en el mismo lugar, como la pared y mi sombra en ella, o que, por depender del alma el cerebro, sea más que el hecho que yo dependa, para mi trayecto, del vehículo en el que voy, creo, no obstante, que hay entre aquello que en nosotros es sólo espíritu y lo que en nosotros es espíritu del cuerpo, una relación de convivencia en la que pueden surgir discrepancias. Y la que vulgarmente surge es aquella que consiste en que la persona más ordinaria moleste a la que lo es menos.
Hoy me duele la cabeza, y es tal vez porque el estómago me duele. Pero el dolor, una vez impuesto por el estómago a la cabeza, terminará interrumpiendo las meditaciones que me ocupan por detrás del hecho de tener cerebro. Quien me tapa los ojos no me ciega, pero me impide ver. Y así, ahora, porque me duele la cabeza, doy vida, sin valía ni nobleza, al espectáculo, en este momento monótono y absurdo, de lo que ahí afuera quiero ver como mundo. Me duele la cabeza, y esto quiere decir que tengo conciencia de una ofensa que la materia me hace, y que, por indignarme como todas las ofensas, me predispone a estar mal con todo el mundo, incluyendo a la gente cercana que sin embargo no me ofendió.
Mi deseo es morir, por lo menos transitoriamente, pero eso, como dije, nada más que porque me duele la cabeza. Y en este momento, de pronto, me recuerda ese deseo con qué nobleza más alta diría esto un prosista de los grandes. Desarrollaría, frase a frase, la pena anónima del mundo; ante sus ojos imaginativos surgirían incontables párrafos variados, los dramas humanos que pueblan la tierra, y a través del palpitar de las fuentes febriles, se alzaría en el papel toda una metafísica de la desgracia. Yo, empero, no tengo nobleza estilística. Me duele la cabeza porque me duele la cabeza. Me duele el universo porque la cabeza me duele. Pero el universo que realmente me duele no es el verdadero, el que existe porque ignora que existo, si yo me pasara las manos por el cabello, me haría creer que siento que todo ese cabello sufre nada más que para hacerme sufrir.

Fuente : Abanico-revista de letras de la Biblioteca Nacional





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22.3.05
LA ESENCIA DEL NEOLIBERALISMO
por Pierre Bourdieu

El mundo económico ¿es realmente, como pretende la teoría dominante, un orden puro y perfecto, que desarrolla de manera implacable la lógica de sus consecuencias previsibles, y dispuesto a reprimir todas las transgresiones con las sanciones que inflige, bien de forma automática o bien - más excepcionalmente- por mediación de sus brazos armados, el FMI o la OCDE, y de las políticas que estos imponen: reducción del coste de la mano de obra, restricción del gasto público y flexibilización del mercado de trabajo? ¿Y si se tratara, en realidad, de la verificación de una utopía, el neoliberalismo, convertida de ese modo en programa político, pero una utopía que, con la ayuda de la teoría económica con la que se identifica, llega a pensarse como la descripción científica de lo real?
Esta teoría tutelar es una pura ficción matemática basada, desde su mismo origen, en una formidable abstracción, que, en nombre de una concepción tan estrecha de la racionalidad, identificada con la racionalidad individual, consiste en poner entre paréntesis las condiciones económicas y sociales respecto a las normas racionales y de las estructuras económicas y sociales que son la condición de su ejercicio.
Para percibir la dimensión de estos aspectos omitidos, basta pensar en el sistema de enseñanza, que jamás se tuvo en cuenta en tanto que tal en un momento en el que desempeña un papel determinante en la producción de bines y servicios, así como en la producción de los productores. De esta especie de pecado original, inscrito en el mito walrasiano (1) de la "teoría pura", derivan todas las carencias y las ausencias de la disciplina económica, y la obstinación fatal con la que se pega a la oposición arbitraria a la que da lugar, por su sola existencia entre la lógica propiamente económica, basada en la competencia y portadora de eficacia, y la lógica social, sometida a la regla de la equidad.

Dicho esto, esta "teoría" originariamente desocializada y "deshistorizada" tiene hoy más que nunca los medios de convertirse en verdad, empíricamente verificable. En efecto, el discurso neoliberal no es un discurso como los otros. A la manera del discurso psiquiátrico en el sanatorio, según Erving Goffman (2), es un "discurso fuerte", que si es tan fuerte y tan difícil de combatir es porque dispone de todas las fuerzas de un mundo de relaciones de fuerza que él contribuye a hacer tal y como es, sobre todo orientando las opciones económicas de los que dominan las relaciones económicas y sumando así su propia fuerza, propiamente simbólica, a esas relaciones de fuerza. En nombre de ese programa científico de conocimiento, convertido en programa político de acción, se lleva a cabo un inmenso trabajo político (negado en tanto que es, en apariencia, puramente negativo) que trata de crear las condiciones de realización y de funcionamiento de la "teoría"; un programa de destrucción metódica de los colectivos.
El giro hacia la utopía neoliberal de un mercado puro y perfecto, posibilitado por la política de desregulación financiera, se realiza a través de la acción transformadora y, hay que decirlo muy claro, destructora de todas la medidas políticas (la más reciente de éstas es el A.M.I., Acuerdo Multilateral de Inversiones, destinado a proteger a las empresas extranjeras y sus inversiones contra los Estados nacionales), tendientes a poner en tela de juicio todas las estructuras colectivas capaces de obstaculizar la lógica del mercado puro : nación, cuyo margen de maniobra no deja de disminuir; grupos de trabajo con, por ejemplo, la individualización de los salarios y de las carreras en función de las competencias individuales y la atomización de los trabajadores, sindicatos, asociaciones, cooperativas; incluso familia, que, a través de la constitución de mercados por "clases de edad", pierde una parte de su control sobre el consumo.

El programa neoliberal, que extrae su fuerza social de la fuerza político - económica de aquellos cyos intereses expresa (accionistas, operadores financieros, industriales, políticos conservadores o socialdemócratas convertidos a la deriva cómoda del laisser - faire, altos ejecutivos de las finanzas, tanto más empecinados en imponer una política que predica su propio ocaso cuanto que, a diferencia de los técnicos superiores de las empresas, no corren el peligro de pagar, eventualmente, sus consecuencias), tiende a favorecer globalmente el desfase entre las economías y las realidades sociales, y a construir de este modo, en la realidad, un sistema económico ajustado a la descripción teórica, es decir, una especie de máquina lógica, que se presenta como una cadena de restricciones que obligan a los agentes económicos.
La mundialización de los mercados financieros, junto al progreso de las técnicas de información, garantiza una movilidad sin precedentes de capitales y proporciona a los inversores, preocupados por la rentabilidad a corto plazo de sus inversiones, la posibilidad de comparar de manera permanente la rentabilidad de las más grandes empresas y de sancionar en consecuencia los fracasos relativos. Las propias empresas, colocadas bajo semejante amenaza permanente, deben de ajustarse de forma más o menos rápida a las exigencias de los mercados, so pena, como se ha dicho, de "perder la confianza de los mercados", y, al mismo tiempo, el apoyo de los accionistas que, preocupados por una rentabilidad a corto plazo, son cada vez más capaces de imponer su voluntad a los managers, fijarles normas (a través de las direcciones financieras) y de orientar sus políticas en materia de contratación, de empleo y de salarios.
De este modo se instaura el reino absoluto de la flexibilidad, con la extensión de los contratos temporales o los interinatos, y los "planes sociales" reiterados y, en el propio seno de la empresa, la competencia entre filiales autónomas, entre equipos empujados a la polivalencia y, en definitiva, entre individuos, a través de la individualización de la relación salarial: fijación de objetivos individuales; entrevistas individuales de evaluación; evaluación permanente; subidas individualizadas de salarios o concesión de primas en función de la competencia y del mérito individuales; carreras individualizadas; estrategias de "responsabilización" tendientes a asegurar la autoexplotación de algunos técnicos superiores que, meros asalariados bajo fuerte dependencia jerárquica, son considerados a la vez responsables de sus ventas, de sus productos, de su sucursal, de su almacén, etc., como si fueran "independientes"; exigencia de "autocontrol" que extiende la "implicación" de los asalariados, según las técnicas de la "gestión participativa", mucho mós alló de los empleos de técnicos superiores. Técnicas todas ellas de dominación racional que, mediante la imposición de la superinversión en el trabajo a destajo, se concitan para debilitar o abolir las referencias y las solidaridades colectivas (3).
La institución práctica de un mundo darwinista de lucha de todos contra todos, en todos los niveles de la jerarquía, que halla los resortes de la adhesión a la tarea y a la empresa en la inseguridad, el sufrimiento y el stress, no podría triunfar tan completamente, sin duda, de no contar con la complicidad de las disposiciones precarizadas que produce la inseguridad y la existencia - en todos los niveles de la jerarquía, hasta en los niveles más elevados, especialmente entre los técnicos superiores - de un ejercito de reserva de mano de obra domeñada por la precarización y por la amenaza permanente del paro. En efecto, el fundamento último de todo este orden económico situado bajo el signo de la libertad, es la violencia estructural del paro, de la precariedad y de la amenaza de despido que implica: la condición del funcionamiento "armonioso" del modelo micro-económico individualista es un fenómeno de masas, la existencia del ejercito de reserva de los parados.

Los efectos visibles del modelo

Esta violencia estructural pesa también sobre lo que llamamos el contrato de trabajo (sabiamente racionalizado y desrealizado por la "teoría de los contratos"). El discurso de empresa nunca había hablado tanto de confianza, de cooperación, de lealtad y de cultura de empresa como en una época en la que se obtiene la adhesión de cada instante haciendo desaparecer todas las garantías temporales (las tres cuartas partes de los contratos son temporales, no cesa de crecer la parte de empleos precarios y el despido individual tiende a no estar ya sometido a ninguna restricción).
Vemos así cómo la utopía neoliberal tiende a encarnarse en la realidad de una especie de máquina infernal, cuya necesidad se impone a los propios dominadores. Esta utopía - como el marxismo en otros tiempos, con el cual, desde este planteamiento, tiene muchos puntos en común - suscita una formidable creencia, la free trade faith (la fe en el librecambio), no sólo entre los que viven de ella materialmente, como los financieros, los patronos de las grandes empresas, etc., sino también entre los que extraen de ella su razón de existir, como los altos ejecutivos y los políticos, que sacralizan el poder de los mercados, en nombre de la eficacia económica, que exigen el levantamiento de las barreras administrativas o políticas susceptibles de importunar a los detentadores de capitales en la búsqueda puramente individual de la maximización del beneficio individual, instituida en modelo de racionalidad, que quieren bancos centrales independientes, que predican la subordinación de los Estados nacionales a las exigencias de la libertad económica para los amos de la economía, con la supresión de todas las reglamentaciones en todos los mercados, empezando por el mercado de trabajo, la prohibición de los déficits y de la inflación, la privatización generalizada de los servicios públicos y la reducción del gasto público y del gasto social.
Los economistas vinculados al neoliberalismo, sin compartir necesariamente los intereses económicos y sociales como verdaderos creyentes, tienen los suficientes intereses específicos en el campo de la ciencia económica como para aportar una contribución decisiva, cualesquiera que sean sus impresiones respecto de los efectos económicos y sociales de la utopía que visten de razón matemática, en la producción y en la reproducción de la creencia en la utopía neoliberal. Como están separados a lo largo de toda su existencia y, sobre todo, por su formación intelectual, casi siempre puramente abstracta, libresca y teoricista, del mundo económico y social tal como es, se muestran particularmente inclinados a confundir las cosas de la lógica con la lógica de las cosas.
Participan y colaboran en un formidable cambio social y económico - confiando en modelos que tunca tuvieron la oportunidad de someter a la prueba de la verificación experimental, propensos a mirar desde arriba los logros de las otras ciencias históricas, en las que no reconocen la pureza y la transparencia cristalina de sus juegos matemáticos, y cuya profunda necesidad y su capacidad suelen ser incapaces de comprender - que, pese a que algunas de sus consecuencias les causan horror (pueden cotizar para el Partido Socialista y dar meditados consejos a sus representantes en las instancias de poder), no puede disgustarles ya que, aun a riesgo de algunos fallos, imputables a lo que ellos llaman a veces "burbujas especulativas", tiende a hacer realidad la utopía ultraconsecuente (como ciertas formas de locura) a la que consagran su vida.
Y, sin embargo, el mundo está ahí, con los efectos inmediatamente visibles de la puesta en práctica de la gran utopía neoliberal: no sólo la miseria cada vez mayor de las sociedades más avanzadas economicamente, el crecimiento extraordinario de las diferencias entre las rentas, la desaparición progresiva de los universos autónomos de producción cultural, cine, edición, etc., por la imposición intrusista de los valores comerciales, sino también y sobre todo la destrucción de todas las instancias colectivas capaces de contrapesar los efectos de la máquina infernal, a la cabeza de las cuales está el Estado, depositario de todos los valores universales asociados a la idea de público, y la imposición, generalizada, en las altas esferas de la economía y del Estado, o en el seno de las empresas, de esta especie de darwinismo moral que, con el culto del "triunfador", formado esencialmente en las matemáticas superiores, instaura como normas de todas las prácticas la lucha de todos contra todos y el cinismo.

¿Cabe esperar que el volumen extraordinario de sufrimiento que produce semejante régimen político-económico llegue un día a ser el origen de un movimiento capaz de parar la carrera hacia el abismo? De hecho, nos encontramos aquí ante una extraordinaria paradoja: en tanto que los obstáculos encontrados reiteradamente en el camino de la realización del otro orden - el del individuo solo, pero libre - se consideran hoy imputables a rigideces y a arcaísmos, y mientras que cualquier intervención directa y consciente, al menos cuando viene del Estado, es desacreditada de antemano, es decir, conminada a desaparecer en beneficio de un mecanismo puro y anónimo, el mercado (olvidamos con frecuencia que éste es también el ámbito del ejercicio de los intereses), en realidad, la permanencia o la supervivencia de las instituciones y de los agentes del orden antiguo a punto de ser desmantelado, y todo el trabajo de todos los niveles de trabajadores sociales, y también todas las solidaridades sociales, familiares y muchas más, es lo que hace que el orden social no se hunda en el caos a pesar del volumen creciente de la población precarizada.

El paso al "liberalismo" se ha realizado de manera insensible, o sea imperceptible, como la deriva de los continentes, ocultando así a las miradas sus más terribles efectos a largo plazo. Efectos que, paradojicamente, también son disimulados por las resistencias que suscita ya por parte de los que defienden el orden antiguo bebiendo en las fuentes que encerraba, en las solidaridades antiguas, en las reservas de capital social que protegen toda una parte del orden social presente de su caída en la anomía. (Capital que si no se renueva, ni se reproduce, está abocado a su depauperación, pero cuyo agotamiento no es para mañana).

Pero esas mismas fuerzas de "conservación", a las que no es tan fácil tratar como fuerzas conservadoras, son también, bajo otra relación, fuerzas de resistencia contra la instauración del orden nuevo, que pueden terminar siendo fuerzas subversivas. Y si, por consiguiente, podemos guardar alguna esperanza razonable, es porque todavía existe, en las instituciones estatales y también en las disposiciones de los agentes (en especial, los más vinculados a esas instituciones, como la pequeña aristocracia funcionarial), de tales fuerzas que, bajo la apariencia de defender simplemente - como se les reprochará en seguida -un orden desaparecido y los "privilegios" correspondientes, deben ciertamente (para resistir la prueba) afanarse en inventar y construir un orden social que no tenga por única ley la búsqueda del interés egoísta y la pasión individual del beneficio, que prepare el camino a colectivos orientados a la consecución racional de fines colectivamente elaborados y aprobados.

¿Cómo no hacer un sitio especial, entre estos colectivos, asociaciones, sindicatos, partidos, al Estado, Estado nacional o, mejor todavía, supranacional, es decir, europeo (etapa hacia un Estado mundial), capaz de controlar y de imponer eficazmente los beneficios obtenidos en los mercados financieros y, sobre todo, de contrapesar la acción destructora que estos últimos ejercen sobre el mercado de trabajo, organizando, con la ayuda de los sindicatos, la elaboración y la defensa del interés público que, se quiera o no, no saldrá nunca, ni siquiera al precio de algunos errores en la escritura matemática, de la visión de contable (en otra época se hubiera dicho "de tendero") que la nueva creencia presenta como la forma suprema de la realización humana.
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Notas:
(1) NDLR: en referencia a Auguste Walras (1800-1866), economista francés, autor De la nature de la richesse et de l'origine de la valeur (1848); fue uno de los primeros que intentó aplicar las matemáticas al estudio económico.
(2) Erving Goffman, Asiles, Etudes sur la condition sociale des malades mentaux, Editions de Minuit, Paris, 1968
(3) Sobre todo esto, cabe remitirse a los dos números de las Actes de la recherche en sciences sociales dedicadas a las "Nouvelles formes de domination dans le tranail" (1 y 2), n°114, septiembre de 1996, y n°115, diciembre de 1996, y muy especialmente a la introducción de Gabrielle Balazs y Michel Piatoux, "Crise du travail et crise du politioque", n°114.-

Fuente : http://www.u-abcteoria.blogspot.com/



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Onomasiología de la izquierda

“…no nos transformemos en jefes de una nueva intolerancia,
no nos situemos como apóstoles de una nueva religión,
aunque ésta sea la religión de la lógica.”


(carta de Pierre Joseph Proudhon a Carlos Marx)


Conocemos, qué duda cabe, el significado del fascismo, del franquismo, del nazismo. También hemos podido ver lo que representa el populismo o las ideologías redentoras confesionales. Lo conocemos y lo padecemos. Asimismo, después de mucho tiempo, intelectuales y militantes descubrían los crímenes del estalinismo y la pesadilla del totalitarismo soviético. Y descubrimos, con perplejidad, que permanentemente existirá un traductor de la historia dispuesto a hacer la tarea en humillantes condiciones. Hora a hora sentimos imbecilidad, prejuicio, silencios sistemáticos, desprecio, seres de cejas y zapatos de mayordomo, señoras neo-hegelianas encargados de generar enemistades imperecederas. Tal vez sea la visión elemental de un poeta, pero lo sabemos desde que décadas atrás, en mi primera juventud, me lo enseñaron los viejos libertarios. Y comenzaba a leer pensadores olvidados y negados.
Una vez más -ante las nuevas generaciones y ante el vacío ideológico, moral y de formación - debemos preguntarnos qué se entiende por izquierda, por progresismo, por proceso revolucionario. La izquierda vitorea líderes y denosta todo aquello que supuestamente no es revolucionario. De manera autoritaria y dogmática forma parte del ansia de poder, muchas veces mayor, que los gobiernos del resto del mundo. Aparecen en escena los intelectuales lúcidos, los artistas arribistas, los profesores esclarecidos recomendando el último libro de pensadores franceses, incomprensible y fatuo. Y, por lo general, justificando lo injustificable. Para luego entrar en la zona de sombras, de olvidos y de nuevos engaños. Rebelión en la granja es uno de los ejemplos brillantes de lo que hablo.
Apóstoles de iconografías y símbolos comparten la visión polarizada del Estado. Y escriben o vociferan pueblo en un proceso que pocas veces los tuvo en cuenta más que para hacer número. Además, desde un púlpito sacro, discuten la democracia, la burguesía, el liberalismo. Sin terminar de entender muy bien cada cosa. Confundiéndolo todo; a veces por ignorancia, otras por mala fe.
La historia, la sociedad, crece en términos de complejidad e incertidumbre. Baudelaire afirmaba que debíamos de ser sublimes sin interrupción. Difícil, pero utópico y poético.
Necesitamos deseducarnos para recuperar la espontaneidad. En lo cotidiano, en lo fraternal, en el amor, en la belleza, en la mirada del alba y de la noche. Habituados a un mundo de valores absolutos y palabras mayúsculas –por las cuales se cometieron crímenes, torturas y vejaciones- ese hombre supuestamente pensante vive enajenado. El hambre, la pobreza, la industria cultural, la falta de pasión, genera pedantería; devaneos y alardes. Inconstancia y frivolidad en la gran mayoría de los intelectuales.
Surge con mil variantes la nomenklatura, el mito del héroe mártir, los gestos vistosos y dramáticos, los textos canónicos, el culto idolátrico, la pedagogía del paredón. Nos alejamos de la ética, de la responsabilidad. Participamos en la ilusión constante en desacuerdo con la realidad. La idea del bien y del mal se transforma en coraje, en cobardía, en lealtad o traición. En “patria o muerte”, en “religión o muerte”. Y esa izquierda que generó campos de concentración, castigó a homosexuales, exilió rebeldes, ocultó fusilamientos, generó engaños y falsificaciones, levantando banderas, apoyando complots o regímenes reaccionarios, elevando fantasmas y leyendas, persiguiendo el pensamiento libertario en mujeres y jóvenes, prohibiendo películas de Orson Welles o el teatro de Ionesco, mutilando fotografías, historias, documentos, cambiando y olvidando sin pudor, esa izquierda que negocia, oculta y distorsiona, está entre nosotros.
El fascismo de derecha sabemos qué es, qué representa. Lo que nos negamos a ver es el fascismo de izquierda con sus poetas, artistas, profesores, intelectuales, doblando la espina dorsal sin pudor, con anhelos apocalípticos o rituales multitudinarios. Calladitos, tapaditos, grises. Pero siempre con el culto a la personalidad, deformando lo real con políticas maquiavélicas, creyendo -con un infantilismo ideológico impensable es este siglo- que si se rebela la miseria, el despojo del hombre, se logra la revolución.
Pues bien, estimado y polémico lector, le ofreceremos un extracto que publicó el gobierno chavista en un periódico, suplemento gratuito financiado por el gobierno de cobertura nacional, Vea. Y Últimas Noticias, el de mayor venta.
El anarquismo forma criolla del reformismo.
La Revolución Bolivariana debe estudiar muy bien al Anarquismo, ese es un enemigo principal, que mucho nos ha perjudicado, y si no se erradica mucho nos desgastará y, sin duda, nos puede llevar a la derrota.Si la lucha es contra el Estado burgués se ponen al lado de esa lucha y pasan por revolucionarios, pero si la lucha es contra el Estado Revolucionario, se colocan, objetivamente, al lado de los enemigos de la Revolución.
Los anarquistas viven un dilema existencial, para avanzar en sus ideas deben organizarse, al organizarse van contra su postulado de libertad irreal, prefiguran un Estado, se niegan, es por eso que nunca avanzan, no son buenos para construir, son agentes disgregadores de las luchas revolucionarias, funcionan como disolventes, frenos de los avances revolucionarios. En Venezuela, en la Revolución Bolivariana el enemigo de esta etapa es el anarquismo pequeño burgués en todas sus variantes.
Como podemos advertir hay cosas que parecen no querer cambiar. Lo irracional, la torpeza, la falta de información, el oportunismo, la ingenuidad típica del turista de izquierda, el modificar al mundo en un segundo, la izquierda ortodoxa y la otra, profetizan sobre nuevos mausoleos.
Esta tarde, ante tanta necedad y despropósito, necesito releer unas cartas de Tolstoi. En una de ellas escribe: “Hoy no fui lo suficientemente modesto.”


CARLOS PENELAS
Marzo 2009

Fuente :www.carlospenelas.com/2009/09/fotomontajes/html






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.. Caosmosis ..
COLLAGE: “ELOGIO DEL ANARQUISMO”
July 28th, 2006 at 10:36 pm.


Tengo sobre mi escritorio el busto de Marx. Está ciego como toda estatua y alguien, por pura vagancia, le raspó las cejas, quizás el mismo que anotó varios números telefónicos en los intersticios de su barba y le colocó como arete en una de sus orejas, un anillo protector de un conocido ron nicaragüense. Hasta hoy caemos en la cuenta que ya puede ser colocado, sin temblarnos las manos, junto a los utopistas modernos clásicos como Fourier, Saint-Simon y Owen o a los medioevales como Tomás Moro y Campanella. Si asumimos como cierta tal ubicación, también debiese ser cierto, a la luz de todo lo que ha acontecido, que en su eterna polémica contra Bakunin, alrededor del papel del Estado, poco tuvo de razón.
Como se sabe, la gran polémica entre anarquistas y marxistas siempre fue: ¿quién es el enemigo esencial de los trabajadores: la burguesía o el Estado? Al responder los anarquistas que el Estado, inmediatamente tuvieron que coincidir con el liberalismo quien, por su lado y razones propias, siempre exigió el “Estado mínimo”. De ahí que la situación presente encuentra a los revolucionarios anarquistas con mucha experiencia y grandes tradiciones diferentes de las marxistas que, a pesar de ello, pueden en los momentos actuales presentarse como una alternativa revolucionaria arrastrando consigo lo que aún tenga de rescatable, si lo hay, tal marxismo.
El anarquismo, por muchos de sus principios, puede ser considerado como una de las corrientes postmodernas (Foster, 1988:11, los llama “postmodernismo de resistencia…que se opone al status quo”) si le retiramos en especial el mito soreliano del proletariado, precisamente su gran coincidencia con el marxismo y de paso con las religiones en el sentido mesiánico, y se rescatan sobre todo sus apreciaciones antiautoritarias, antipartidarias, antiestatales, el cultivo del respeto a las diferencias, el desprecio hacia los intelectuales, el ejercicio de la democracia directa en pequeñas unidades y la prohibición de normas de cualquier tipo para el conocimiento, la investigación, el pensamiento y la creación (Bakunin, 1972).
Quizás debamos hablar, en consecuencia, de un anarquismo postmoderno (conjunto de corrientes que combaten la razón occidental, el sujeto trascendente y el progreso continuo) para diferenciarlo del anarquismo clásico de Proudhon, Bakunin y Sorel. Hemos, pues, para caracterizar tal cruce, dividido este ensayo en tres partes esenciales, un poco a lo Kant: a) la epistemología (razón pura) como discurso de poder en la más pura tradición foucaultiana, vinculando a sus representantes par excellence, los científicos, esa “banda de hambrientos de poder y dinero” (Feyerabend, 1982:215) como los responsables de imponer su teoría del conocimiento como si fuera la única y la mejor eliminando, por la vía de la educación, las otras tradiciones; b) la propuesta anarquista (razón práctica) de cara a la crisis que sufre la democracia indirecta al entrar el sistema de partidos del mundo occidental en un profundo estado de coma; c) la promoción y estímulo del arte dentro de la más pura tradición del vanguardismo estético.

I. ANARQUISMO EPISTEMOLOGICO
1. Piaget (1970:15) trabaja el concepto de epistemología como “cierta relación entre un sujeto (a) y un objeto (b). Pero estos hacen intervenir, además, estructuras (c) y éstas son inherentes a todas las relaciones de conocimiento que vinculan los sujetos a los objetos. Es imposible saber por anticipado si estas estructuras o formas pertenecen al sujeto, al objeto, a ambos o sólo a su relación, o bien a ninguno de los dos”. A partir de aquí, Piaget (íbid:16-64) presenta tres tipos de epistemología: la metacientífica, la paracientífica y la científica dividida, esta última, a su vez, en tres subconjuntos: el positivismo lógico, los filósofos de la ciencia y las reflexiones a lo interno de la ciencia. La representatividad como concepto responde, dentro del último tipo, a una epistemología racionalista que viene básicamente de creer que el sujeto coincide con su objeto por medio de una coherencia racional crítica (Popper, 1973) y/o empírica lógica (Carnap, 1969) entre ellos, de tal manera que el sujeto siempre puede hablar por su objeto debido al alto grado de conocimiento que tiene y a la fidelidad de interpretación que supone derivado de tal proceso. De este modo, “hablar”, por una especie de teoría ingenua del reflejo (Lenin, 1980) o de confidencia de algún telos del Todo (Luckács, 1968; Kosik, 1967) en nombre de “otros” ha pasado a ser una tradición típica del racionalismo, ilustrado o dialéctico. Esto último desde que Heráclito, como dice Castoriadis (1983:11), habló en nombre del Logos (que la modernidad usó después como discurso) hasta que fue desconstruida por Derrida (1970) basado en parte en Michel Foucault.
2. El concepto Logos, originado desde los griegos, fue usado en su Edad de Oro como medio para demostrar las verdades últimas hasta que la Razón terminó en mano de los sofistas para demostrar cualquier cosa (como gustaba burlarse Aristófanes de ellos, sobre todo en su comedia “Las Nubes” donde el propio Sócrates es el blanco) y con lo cual creyeron sentirse muy fuertes en el terreno del conocimiento, lugar donde son minimizados en sus pretensiones como una tradición más (ni la mejor ni la más importante) por el anarquismo epistemológico de Feyerabend (1986) con demostraciones extraídas de sus propias fuentes y de su propia historia. “Hasta los pensadores audaces y revolucionarios se someten al juicio de la ciencia. Kropotkin quiere acabar con todas las instituciones existentes, pero a la ciencia ni siquiera la toca. Ibsen llega muy lejos en su crítica de la sociedad burguesa, pero sigue haciendo de la ciencia la medida de la verdad. Lévi-Strauss ha hecho que nos demos cuenta de que el pensamiento occidental no es –tal y como en otro tiempo se pensaba– la cumbre solitaria de los logros humanos, pero tanto el como sus seguidores dejan a la ciencia al margen de la relativización de las ideologías. Marx y Engels estaban convencidos de que la ciencia ayudaría a los trabajadores en su búsqueda de la emancipación mental y social. Tal actitud tenía perfecto sentido en los siglos XVII, XVIII e incluso XIX, cuando la ciencia era una entre las muchas ideologías en competencia, cuando el Estado aún no se había declarado en su favor y cuando su decidida carrera estaba más que equilibrada por puntos de vista de instituciones alternativas. En aquellos tiempos la ciencia era una fuerza liberadora, no porque hubiera encontrado la verdad o el método correcto sino porque restringía la influencia de otras ideologías y dejaba así espacio individual para el pensamiento” (Feyerabend, 1982:85).
3. Así, pues, todo esto ayuda a demostrar que hablar en nombre de los “otros” y servirse para ello de conceptos como Clase, Raza, Historia, Estado, Ciencia, etc. no ha traído más que las miserias propias que la modernidad nos deparó y nos sigue deparando: dos guerras mundiales por repartirse el planeta, una gran esperanza en 1917 para detener el relajo y una desilusión definitiva con la caída de una triste pared en 1989.
4. Todo el chiste de la postmodernidad no se reduce más que a leer la cultura occidental como una víctima de “la nostalgia de los orígenes”. Sea hacia adelante (como hoy quiere hacernos creer Toffler, 1990a), hacia atrás (como hoy también se nos presenta la ecoteocracia de Bahro, 1990) o en este momento (como cree Fukuyama, 1989), siempre queremos reconciliarnos con nuestras raíces perdidas (”todo lo sólido se desvanece en el aire”, decía Marx, anunciando una característica típica de la modernidad muy bien trabajada por Marshall Berman, 1988 y, en otro sentido, por Baudrillard, 1969) o encontrarlas al final de los tiempos por medio de la tecnología (de nuevo Toffler, 1990b, como “sucesor” de Marx) que nos promete reunir todo lo fragmentado que somos y resolver nuestros extrañamientos. Si ya no alcanzamos a verlo, ni modo, pero al menos trabajamos para la especie y de esa manera encontramos sentido y consuelo a cada uno de nuestros actos cotidianos y presentes.
5. Hay otro modo de ver las cosas: reconocer nuestra condición fragmentada y no creer en la trascendencia de la nostalgia del paraíso perdido, versión secularizada de la caída adánica y la búsqueda de recuperación de la gracia, nos lleva a aceptar nuestras limitaciones y a nadar en las pequeñas escalas. Limitaciones que anidan en un espíritu de incertidumbre e indeterminancia que ha llegado hasta la paradoja de ser reconocido por los físicos cuánticos (Heisenberg, 1985), en contra de todas las antiguas certezas científicas, en sus estudios sobre la estructura de la materia.
6. Pero qué propone este señor (Feyerabend, 1982:224), imaginado como Peter O’Toole, sin barba, manos finas, cuerpo enjuto y, al parecer sólo conocido por sus acreedores, para no ser un romántico más que lucha contra las tradiciones de la Ilustración y la Ciencia? “Efectivamente soy un romántico, –nos confiesa sin los amaneramientos de los caballeros ingleses– mas no en el sentido que dice H. Desde su punto de vista, el romanticismo consiste en una añoranza de las viejas tradiciones y un amor por la imaginación y la emoción. Lo que yo digo es que las viejas tradiciones deben preservarse no porque sean viejas, sino por que son diferentes del status quo, porque nos permiten ver con perspectivas y porque hay mucha gente que todavía está interesada en ellas y que desea vivir de acuerdo con ellas. También defiendo la imaginación y la emoción, pero no pretendo que sustituyan a la razón, sólo que la limiten y la complementen” (subrayados del autor).

II. ANARQUISMO POLITICO
7. Sartori (1984:147-151), un aburrido escritor italiano que ha dedicado toda su vida adulta a tratar de demostrar que la política puede ser una ciencia, dice que las democracias indirectas son muy grandes para ser controladas con instrumentos como los usados en las polis griegas y en la Comuna de París (rotabilidad, temporalidad y revocabilidad en los cargos junto a salarios ordinarios) para evitar las burocratizaciones (Marx, 1977). El descrédito de los partidos políticos, en buena parte de nuestro mundo occidental, obedece, además de la crisis de representatividad de los metarrelatos, a la falta de control sobre ellos por parte de la gente sencilla. Valdría la pena luchar por ampliar, o introducir en aquellos casos en que no exista, los mecanismos de democracia directa (referendums, plebiscitos, etc) como excepciones cada vez más periódicas dentro de las constituciones modernas. Ese debiese ser la única preocupación de los movimientos sociales: unirse entre ellos aunque sólo sea para ampliar esas excepciones en la Constitución y limitar así los desafueros de los partidos políticos.
8. Lo anterior nos lleva a un problema que se está replanteando de nuevo entre los partidos políticos para recapturar clientelas: la ética. Ya no es el problema de la razón pura la que está dominando el circo, sino el propósito de enmienda por parte de quienes no brindan garantías de su nuevo compromiso. Como no se les puede creer a estos irredentos, hay que controlarlos hasta donde se pueda y practicar por parte de los movimientos sociales en sus ámbitos concretos, una moral de pequeñas esferas responsable sólo ante los miembros y defender en abstracto Los Derechos Humanos para vincularse unos con otros.
9. La participación directa en escalas locales quiebra la prisión logocéntrica y representativa. Entonces en las pequeñas esferas sí se pueden reeditar las viejas enseñanzas que los marxistas extrajeron de la Comuna de París (aunque Bakunin (1972:74) dice que “los propios marxistas, cuyas ideas todas habían sido derribadas por esta insurrección, se han visto obligados a dar el sombrerazo ante ella”), sobre los controles del poder (rotabilidad, temporalidad y revocabilidad en los cargos junto a salarios ordinarios) para evitar las burocratizaciones. La democracia directa de algunos movimientos sociales, es la que en otros términos Gramsci llamó “atrincheramiento”, Fourier “falansterios”, Foucault “microfísica de poder” y Toffler “mosaico de poder”. Así, se podrían entender, releídos, los ejercicios imaginativos que Proudhon propuso sobre el poder agrario en sus pequeñas comunas.

III. ANARQUISMO ESTETICO
10. El “anarquismo de inspiración estética” del que no habla muy bien Habermas (1989:15), a pesar de ser su bautizador, demuestra poder de creación. Hoy la representación, en términos epistemológicos y políticos, está en crisis debido casi exclusivamente a las críticas profundas, en sus códigos, que le hizo el vanguardismo estético europeo y mundial a las sociedades capitalistas y postcapitalistas. El arte postmoderno (desde la arquitectura hasta la novela pasando por la escultura y la pintura) usa hoy una técnica, sustituta de la representación modernista, que puede brindar sus frutos en las disciplinas sociales: el collage. Sin embargo, tal técnica ha pasado a ser también una suerte de mestizaje que nos emparenta directamente con el fenómeno en todos los sentidos. Nuestras sociedades latinoamericanas, de alguna manera son confluencias de múltiples corrientes culturales y de cosmovisiones cruzadas.
El collage, pues, es la combinación de las más insólitas probabilidades de la existencia con su entorno, con la vida, con el “otro”, con el cambio de teorías para impresionar a las señoras casadas, con el desecho reciclable o no, con el acompañamiento de violines para enfatizar nuestra admiración secreta por Nelly, con lo banal, con lo sagrado, con lo erótico, con un dolor de estómago, con el miedo a morir, con la locura, en fin, con cualquier mierda… incluyendo la chapita que le dejó a Marx –según me cuenta el coautor de este artículo– el borracho de cejas gordas que nos presta siempre el teléfono para llamar a los bares que le han prometido crédito.-

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS :
BAKUNIN, MIKHAIL (1972) La Libertad. Grijalbo. México.
BAUDRILLARD, JEAN (1969) El sistema de los objetos. Siglo XXI. México.
BERMAN, MARSHALL (1988) Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la modernidad. Siglo XXI. México D.F.
CARNAP, RUDOLPH (1969) Fundamentación lógica de la Física. Sudamericana. Buenos Aires.
CASTORIADIS, CORNELIUS (1983) La Institución Imaginaria de la sociedad. Marxismo y teoría revolucionaria. Volumen I. Tusquets Editores. Barcelona.
DERRIDA, JACQUES (1970) De la Gramatología. Taurus. Buenos Aires.
FEYERABEND, PAUL (1982) La ciencia en una sociedad libre. Siglo XXI. México D.F.
— (1986) Tratado contra el método. Tecnos. Madrid.
FOSTER, HAL (1988) “Introducción al postmodernismo”. La Postmodernidad. Kairós. México.
FUKUYAMA, FRANCIS (1989) El fin de la historia. mimeo, s/e, s/c.
HABERMAS, JURGEN (1989) El discurso filosófico de la modernidad. Taurus. Buenos Aires.
HEISENBERG,WERNER (1985) “Ley natural y estructura de la materia” Antología de métodos. Centro de Estudios Generales. Universidad Nacional de Heredia, Costa Rica.
KOSIK, KAREL (1967) Dialéctica de lo concreto. Grijalbo. Barcelona.
LENIN, V.I (1980) Materialismo y Empiriocriticismo. Progreso. Moscú.
LUCKACS, GYORGY (1968) Historia y Conciencia de clase. Grijalbo. Barcelona.
MARX, KARL (1977) La guerra civil en Francia. Progreso. Moscú.
PIAGET, JEAN (1970) Naturaleza y métodos de la Epistemología. Proteo. Buenos Aires.
POPPER, KARL (1973) La lógica de la investigación científica. Tecnos. Madrid.
SARTORI, GIOVANNI (1984) La Política. Lógica y método en las ciencias sociales. Fondo de Cultura Económica. México.
TOFFLER, ALVIN (1990a) El Cambio del Poder. Plaza & Janés. Barcelona.
—- (1990b) La Tercera Ola. Plaza & Janés. Barcelona.


Fuente: caosmosis.wordpress.com




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lunes, marzo 06, 2006
La Rebelión de los Ángeles, de Anatole France.





¿Qué harían si estando en la cama con su amante se les apareciese su ángel custodio en la habitación para explicarles que se ha sublevado contra el altísimo y que planea una revolución angélica como la que produjo la caída de Lucifer? El protagonista de la novela, Mauricio Esparvieu, no tiene dudas al respecto: lo primero es vestir al hombre, sea ángel o no, y para ello sale a la calle para comprarle un traje, aunque no demuestra ser muy generoso con su protector y le compra el traje de un suicida, mientras Arcadio aprovecha para comprobar que los amores entre ángeles y mujeres de los que ha leído en numerosos tratados religiosos pueden ser muy satisfactorios.

La premisa de “La rebelión de los ángeles” es la concienciación de algunos ángeles insurrectos de que el Dios judeocristiano es en realidad un ignorante demiurgo llamado Ialdabaoth que ni siquiera comprende como se creó el mundo o las reglas de la naturaleza que lo rigen. Arcadio, que previamente se ha instruido sobre Filosofía y Teología en la biblioteca de los Esparvieu, hace de hilo conductor entre los demás ángeles caídos que viven pobremente en el Paris de principios del siglo XX.
La novela de France tiene varios fragmentos que me han parecido curiosos:- En el primer capítulo, donde se describe la Biblioteca Esparvieu, que cuenta con más de trescientos sesenta mil volúmenes, y al excéntrico personaje que cuida de ella, el anciano Sariette, que guarda con tanto celo sus preciadas posesiones que ha inventado una críptica clasificación delirante para que nadie pueda localizar los libros. La obsesión del señor Sariette llega tan lejos que es capaz de inventar los pretextos más absurdos para no dejar ningún volumen en préstamo. Imaginar sus preciados tesoros en manos ajenas le quita literalmente el sueño.
- En el núcleo de la historia uno de los ángeles extraviados que lleva en la Tierra desde la caída de Lucifer en forma de fauno explica una historia de Europa desde la creación del hombre profundamente pagana, poblada de diablos curiosos y lúdicos que habrían ayudado al hombre en su proceso evolutivo.
Les dejo con esta hermosa descripción del ángel caído que lo emparienta con el dios Pan:

“Tras escalar las siete altas terrazas que ascienden desde la orilla del Ganges hasta los templos sepultados entre lianas, los cinco ángeles alcanzaron a través de alamedas desdibujadas el jardín salvaje, rebosante de racimos perfumados y monos que reían, y en cuyo fondo encontraron Aquello que habían venido a buscar. El arcángel estaba recostado sobre negros almohadones bordados con llamas de oro. A sus pies yacían leones y gacelas. Enroscadas a los árboles, serpientes domesticadas volvían hacia él sus ojos amistosos. A la vista de los angélicos visitantes, su rostro se ensombreció por la melancolía. Antes, cuando aleccionaba y consolaba a los hombres con la frente coronada por racimos de uvas y sostenía su cetro de pámpanos, su corazón estaba a menudo henchido de tristeza; pero nunca como ahora, desde su caída gloriosa, su hermoso rostro había expresado tanto dolor y angustia”.
Etiquetas: Libros

"Bebe de mí", dice Aura 9:34 AM

Fuente : aura-archangemaudit.blogspot.com








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31.10.2009. Ideas
La crónica de un viaje psicodélico



CARL JUNG, 1961. El fundador de la psicología analítica en Zurich, poco tiempo antes de morir. Al recordar su crisis, un “cara a cara con el inconsciente”, lo comparaba con un experimento con mezcalina.


Cuando ya era un psiquiatra exitoso, Carl Jung se perdió en la niebla de su propia mente: visiones y voces lo acosaban. Registró esa crisis durante 16 años en un texto secreto. Celosamente silenciado por décadas, el Libro rojo acaba de editarse en inglés, como "la obra inédita más influyente en la historia de la psicología".

Esta es la historia de un libro de casi cien años de antigüedad, encuadernado en cuero rojo y que ha pasado el último cuarto de siglo guardado en la bóveda de un banco suizo. El libro es grande y pesado y su lomo tiene grabadas letras doradas que dicen Liber Novus, que en latín significa Libro nuevo. Sus páginas son de un grueso pergamino color crema y están llenas de pinturas de criaturas de otro mundo y diálogos manuscritos con dioses y demonios. Si uno no conociera el origen del libro, lo podría confundir con un volumen medieval. Y, sin embargo, entre las pesadas tapas del libro, se desarrolla una historia muy moderna. Es la que sigue: El hombre llega a la mediana edad y pierde el alma. El hombre sale en busca de su alma. Tras un sinnúmero de didácticas penurias y aventuras –que tienen lugar en su cabeza– vuelve a encontrarla. Algunos opinan que nadie debería leer el libro y otros que deberían leerlo todos. La verdad es que nadie lo sabe. La mayor parte de lo que se ha dicho del libro –qué es, qué significa– es producto de conjeturas, porque, desde el momento en que se lo comenzó en 1914 en un pueblito suizo, sólo unas dos docenas de personas han logrado leerlo o echarle una ojeada. De los que lo vieron, al menos una persona, una inglesa culta a quien se le permitió leer parte del libro en los años 20, consideró que contenía una sabiduría infinita –"En mi país, hay personas que lo leerían de cabo a rabo sin detenerse a respirar", escribió–, mientras que otra, una figura literaria muy conocida que le dio un vistazo poco después, lo halló fascinante e inquietante y llegó a la conclusión de que era obra de un psicótico. Por eso, durante casi todo el siglo pasado, pese al hecho de que se lo consideraba una obra crucial de uno de los grandes pensadores de la época, el libro existió sólo como un rumor, arrebujado en la maraña de su propia leyenda, venerado y visto como un enigma.Es por eso que una noche lluviosa de noviembre de 2007 tomé un vuelo en Boston y cabalgué sobre las nubes hasta despertarme en Zurich y llegar a la salida del aeropuerto a la hora aproximada en que abría la casa central del Union Bank of Switzerland. En aquel momento, se estaba produciendo un cambio: el libro, que había pasado los últimos 23 años en una caja de seguridad de la bóveda subterránea del banco, estaba siendo envuelto en una tela negra y colocado en el interior acolchado de un discreto maletín con ruedas. Pasó rodando frente a los guardias hasta salir al sol y al aire diáfano y frío, donde se lo cargó en un auto que velozmente se lo llevó.Sé que esto parece el comienzo de una novela de espías o una película sobre el robo a un banco, pero en realidad es un relato sobre el genio y la locura, sobre la posesión y la obsesión, en el que un objeto –este viejo y extraño libro– deambula entre todo eso: el Libro rojo secreto de Carl Jung –escaneado, traducido al inglés y anotado– está disponible desde este mes, publicado por W. W. Norton y promocionado como "la obra inédita más influyente en la historia de la psicología". Descenso al infiernoCarl Jung fundó el campo de la psicología analítica y, junto con Sigmund Freud, fue responsable de popularizar la idea de que la vida interior de una persona merecía no sólo atención sino una esmerada exploración, concepto que desde entonces ha llevado a millones de personas a la psicoterapia. Freud, que comenzó como maestro de Jung y luego se convirtió en su rival, veía a la mente inconsciente como un depósito de deseos reprimidos, que luego podían ser codificados, caracterizados como patológicos y tratados. Con el tiempo, Jung llegó a ver la psiquis como un lugar intrínsecamente espiritual y fluido, un océano donde se podía pescar en busca de iluminación y cura.Lo haya querido o no, hoy día Jung –que se consideraba un científico– es recordado más como ícono contracultural, como defensor de la espiritualidad fuera de la religión y un adalid de los soñadores y los buscadores, lo cual le ha valido tanto el respeto como el ridículo póstumos.

Las ideas de Jung sentaron las bases del conocido test de personalidad de Myers-Briggs e influyeron en la creación de Alcohólicos Anónimos. Sus dogmas fundamentales –la existencia de un inconsciente colectivo y el poder de los arquetipos– se han filtrado en el pensamiento New Age, pero permanecen en los márgenes de la psicología tradicional.Jung pronto se vio enfrentado no sólo a Freud sino también a la mayoría de los que se dedicaban a su especialidad, los psiquiatras que constituían la cultura dominante en esa época y hablaban el idioma clínico de los síntomas y los diagnósticos tras los cerrojos de los pabellones para enfermos mentales. La separación no fue fácil. Cuando sus convicciones empezaban a cristalizarse, Jung, que en aquel momento era un hombre exteriormente exitoso y ambicioso con una joven familia, un próspero consultorio privado y una elegante casona junto al lago Zurich, sintió que su mente comenzaba a vacilar y tambalearse, hasta que finalmente cayó en una crisis que cambiaría su vida.Lo que a continuación le ocurrió a Carl Jung ha dado lugar, entre los jungianos y otros estudiosos, a perdurables leyendas y controversias. Se lo ha interpretado como una enfermedad creativa, un descenso a los infiernos, un ataque de locura, una autodeificación narcisista, una trascendencia, una crisis de la mediana edad y una perturbación interior que reflejaba el cataclismo de la Primera Guerra Mundial. Sea como fuere, en 1913, Jung, que entonces tenía 38 años, se perdió en la niebla de su propia mente. Lo acosaban perturbadoras visiones y oía voces interiores. Ante el horror de lo que veía, por momentos temía estar "amenazado por una psicosis" o "haciendo una esquizofrenia", según sus propias palabras.Más tarde compararía este período de su vida –este "cara a cara con el inconsciente", como lo llamaba– con un experimento con mezcalina. Decía que las visiones le llegaban como un "río incesante", que eran como piedras que le caían en la cabeza, como una tormenta eléctrica, como lava fundida. "Muchas veces tuve que tomarme de la mesa", recordaba, "para no caerme a pedazos".

Como psiquiatra y alguien con una veta decididamente rebelde, trató de derribar el muro que separaba su yo racional de su psiquis. Durante seis años, Jung se esforzó por impedir que su mente consciente bloqueara lo que quería mostrarle su inconsciente. Entre las consultas con sus pacientes, después de cenar con su mujer y sus hijos, cada vez que tenía una hora o dos, Jung se sentaba en el escritorio tapizado de libros del segundo piso de su casa e inducía las alucinaciones –que él llamaba "imaginaciones activas". "Para comprender las fantasías que se agitaban en mí 'subterráneamente'", escribió Jung más tarde en su libro Recuerdos, sueños, reflexiones, "sabía que tenía que zambullirme de cabeza en ellas". Se descubrió en un lugar liminal, tan lleno de riqueza creativa como de posibilidades de destrucción, que, según creía, era la misma zona fronteriza que transitaban los locos y los grandes artistas.Jung lo registró todo.

Primero tomó notas en una serie de pequeños diarios negros y luego interpretó y analizó sus fantasías y las escribió con un tono majestuoso y profético en el librote de cuero rojo. Este detallaba un viaje desenfadadamente psicodélico a través de su propia mente, una progresión vagamente homérica de encuentros con seres extraños en un paisaje de ensueño curioso y cambiante. Escribiendo en alemán, llenó 205 páginas con cuidada caligrafía y pinturas de ricos colores y sorprendente detalle.Lo que Jung escribió no pertenecía a su anterior canon de ensayos desapasionados y académicos sobre psiquiatría. Ni tampoco era un diario hecho y derecho. El libro era una especie de moralidad fantasmagórica, surgida del deseo de Jung no sólo de trazar un mapa del manglar de su mundo interior sino también de traer consigo sus riquezas. Fue esto último –la idea de que una persona podía oscilar provechosamente entre los polos de lo racional y lo irracional, la luz y la oscuridad, lo consciente y lo inconsciente– lo que constituyó el germen de su obra posterior y de lo que llegaría a ser la psicología analítica.
El libro cuenta la historia de cómo Jung trató de enfrentar los demonios que surgían de las sombras. Los resultados son humillantes y a veces desagradables. En él, Jung recorre la tierra de los muertos, se enamora de una mujer que luego resulta ser su hermana, es aprisionado por una serpiente gigantesca y, en un aterrador momento, devora el hígado de un niño. ("Trago con desesperados esfuerzos –es imposible– una y otra vez... casi me desmayo... ya está".) En determinado momento, hasta el demonio dice que Jung es aborrecible.

Trabajó en Libro rojo de manera intermitente unos 16 años, hasta mucho después de superada su crisis personal, pero nunca logró terminarlo. Se impacientaba pensando qué hacer con él y preguntándose si debía publicarlo o guardarlo en un cajón. Pero respecto de la importancia de lo que contenía el libro, Jung no tenía dudas. "Toda mi obra, toda mi actividad creativa", recordaría después, "proviene de esas primeras fantasías y sueños".
Cuando Jung murió en 1961, no dejó instrucciones específicas sobre qué hacer con él. Su hijo Franz, arquitecto, el tercero de sus cinco vástagos, se hizo cargo de la administración de la casa y decidió dejar el libro donde estaba. Más tarde, en 1984, la familia lo trasladó al banco. Cada vez que alguien pidió ver el Libro rojo, los familiares dijeron, sin titubear y a veces sin decoro, que no. El libro era privado, afirmaban, una obra estrictamente personal.Sonu Shamdasani, un historiador residente en Londres, se acercó a la familia con una propuesta de editar y publicar el Libro rojo en 1997, momento que resultó oportuno. Franz Jung acababa de morir y la familia estaba golpeada y aturdida por la publicación de dos libros controvertidos y muy comentados escritos por un psicólogo estadounidense llamado Richard Noll, quien planteaba que Jung era el profeta autoproclamado y mujeriego de una secta aria de culto al sol y que varias de sus principales ideas habían sido plagiadas o se basaban en falsas investigaciones. Shamdasani se presentó con la moneda de cambio indicada: dos borradores parciales (sin ilustraciones) del Libro rojo escritos a máquina que había descubierto en otra parte. Uno descansaba en la biblioteca de una casa del sur de Suiza, hogar de la anciana hija de una mujer que había trabajado para Jung como transcriptora y traductora. Halló el segundo en la Biblioteca Beinecke de la Universidad de Yale. El hecho de que fueran copias parciales del Libro rojo significaba dos cosas: una, que Jung lo había entregado al menos a algunos amigos; y dos, que el libro, considerado confidencial e inaccesible durante tanto tiempo, en realidad no era inhallable. El fantasma de Richard Noll y de todos los que quisieran ensuciar el nombre de Jung citando selectivamente pasajes del libro se perfiló en el horizonte.

Con o sin la bendición de la familia, el Libro rojo se haría público en poco tiempo, "probablemente", escribió inauspicioso Shamdasani en un informe a la familia, "de manera sensacionalista". Durante dos años, Shamdasani fue y vino de Zurich, tratando de convencer a los herederos de Jung. Tuvo almuerzos, tomó café y dio una conferencia. Finalmente, luego de tensas deliberaciones en el seno de la familia, Shamdasani recibió un pequeño sueldo y una copia en color del original del libro y la autorización para comenzar a prepararlo para su publicación, aunque debió firmar un estricto acuerdo de confidencialidad. Después de vivir prácticamente a solas con el libro durante casi una década, Shamdasani –amante del buen vino y las complejidades del jazz– ahora tiene el aspecto ligeramente azorado de alguien que acaba de encontrar la salida de un enorme laberinto. Cuando lo fui a ver este verano, estaba agregando al Libro rojo la nota al pie número 1.051. "Es el reactor nuclear de todas sus obras", dijo Shamdasani y destacó que los conceptos más difundidos de Jung –entre otros, su creencia en que la humanidad comparte un caudal de sabiduría antigua que denominó inconsciente colectivo y la idea de que las personalidades tienen componentes tanto masculinos como femeninos (animus y anima)– hunden sus raíces en el Libro rojo. La creación del libro también llevó a Jung a reformular la forma en que trabajaba con sus pacientes, como testimonia una referencia que Shamdasani encontró en el libro autopublicado escrito por una ex paciente, en la que esta recuerda el consejo que le dio Jung para procesar lo que se desarrollaba en las zonas más profundas y a veces aterradoras de su mente.Después de escaneado, el libro regresó a su bóveda del banco, pero volverá a trasladarse, esta vez a Nueva York, acompañado por un grupo de descendientes de Jung. En los próximos meses se expondrá en el Museo de Arte Rubin. En el Libro rojo, luego de que el alma lo exhorta a aceptar la locura, Jung todavía tiene dudas. De pronto, como ocurre en los sueños, el alma se convierte en un "profesor pequeño y gordo", que manifiesta una especie de preocupación paternal por Jung.Jung le dice: "Yo también creo que me he perdido por completo. ¿Verdaderamente estoy loco? Todo es terriblemente confuso".El profesor responde: "Ten paciencia, todo saldrá bien. De todos modos, duerme bien". © The New York Times y ClarIn, 2009. Traducción de Elisa Carnel


Fuente : http://www.clarin.com.ar/ . Publicado en Revista Ñ







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Lunes, 26 de octubre de 2009
Jorge Halperín por su libro Las muchachas peronistas
“El conflicto es inherente a la naturaleza política”




El periodista explora el impacto de la mujer en la vida política. “Hay una creencia de que las mujeres tienen mayores virtudes cívicas, pero otra cosa es aceptarlas gobernando”, apunta. Halperín indaga en el modo en que el imaginario procesa “lo femenino” en el poder.

Por Silvina Friera

“El peronismo es como la Argentina: innovador y a la vez brutal, una síntesis perfecta de este país.”

Aunque pasaron treinta tres años y todos los cataclismos imaginables en la Argentina, el pensamiento de un burgués pequeño sigue inalterable. El periodista Jorge Halperín sale a la cancha con los tapones de punta en el prólogo de Las muchachas peronistas (Aguilar), que escribió junto con Diego Tomasi. El libro analiza por qué Eva, Isabel y Cristina, llevadas al poder por el mismo movimiento político, desatan un sinfín de tempestades políticas y de odios viscerales que las convierte en innombrables: “esa mujer”, “la puta”, “la yegua”. El libro no busca equiparar, sino contextualizar los momentos altamente conflictivos en que ejercieron el poder estas mujeres. Pero la investigación encuentra afinidades en el rechazo que sufrieron por parte de las clases altas y medias (paradigmático es el “Viva el cáncer” contra Evita), los juicios comunes brutales a los que fueron sometidas, bajo apelativos como “arribista” y “vengativa”, y el hecho de ser consideradas “ineptas” para ejercer el poder. De las tres se dijo que sólo llegaron por el dedo elector de sus maridos, sin importar el respaldo popular con que contaran.
¿Cómo funciona lo masculino y lo femenino en el imaginario del peronismo y de los argentinos en general? ¿Por qué virtualmente ninguna otra fuerza política llevó mujeres al poder de manera tan significativa, siquiera en el interior de sus organizaciones? Halperín explora el impacto que ha tenido la mujer en la cultura política argentina, guiado por un puñado de “insumos fundamentales” provistos por el politólogo Edgardo Mocca; los politólogos y encuestadores Analía del Franco, Ricardo Rouvier, Enrique Zuleta Puceiro y Roberto Bacman; la socióloga Nélida Archenti; Carolina Barry, investigadora del Partido Peronista Femenino; el psicoanalista Juan Carlos Volnovich, estudioso de los temas de género; el semiólogo Oscar Steimberg y el plástico Daniel Santoro, entre otros.

A Halperín lo sorprendió la “calentura” con la que se estaba formulando el rechazo hacia Cristina Fernández, con una intensidad que sonaba a odio. “El día de la elección mandé a un muy buen productor a la calle para registrar si eso que yo estaba olfateando, un clima de odio creciente, era real o no”, recuerda Halperín en la entrevista con Página/12. “Estamos hablando de cuando Cristina aún no había empezado a gobernar, el día que la eligieron. A tal extremo llegaba ese odio que las respuestas eran del tipo ‘por supuesto que voté a Lilita, no iba a votar a ésa’.”
–¿Quién es “ésa”? –preguntó el productor de Halperín.
–No te voy a decir el nombre, no vas a conseguir que la nombre, en poco tiempo la van a echar a patadas –respondía, ofuscada, la mujer entrevistada.
–¿Quién la va a echar a patadas?
–Los militares.
–¿Y usted qué va a hacer?
–Voy a aplaudir...
La comprobación de lo que olfateaba en el aire lo impulsó a indagar en los costados más viscerales de la política. “Nunca me interesé por los textos del feminismo y miro con mucho interés al peronismo, pero nunca con la idea de ser parte del peronismo, aunque siempre le reconozco muchas innovaciones –admite Halperín–. El libro, además de profundizar en toda la visceralidad de la política y las creencias, tenía que ofrecerle al lector datos concretos de cómo gestionaron el poder esas tres mujeres.” El periodista recuerda que, además de promover el voto femenino, a principios de los años cincuenta el peronismo instaló el parlamento con más proporción de mujeres del mundo, “no había en el mundo otro parlamento que tuviera tal proporción de mujeres”, aclara el periodista. En 1952, 23 diputadas y 6 senadoras asumieron un lugar en el Congreso Nacional. En total, incluyendo las diputadas provinciales, fueron 109 legisladoras en todo el país.

“Ninguna de las otras fuerzas presuntamente más democráticas, como los radicales y socialistas, les dieron a las mujeres una chance de llegar al tope de poder. La única fuerza que lo hizo es esta fuerza tan contradictoria que es el peronismo. En el imaginario colectivo, el peronismo es macho y el radicalismo es hembra. Los liderazgos radicales, por sus formas más pomposas o más retóricas, de gente civilizada, aparecen como más femeninos. Y sin embargo, los peronistas les abrieron las puertas a las mujeres”, compara el autor de Las muchachas peronistas. “Hoy tenemos una oferta femenina en el paisaje político bastante notable para lo que es la historia argentina. Una gobierna; otras tres están expectantes, consiguen masividad de votos y son protagonistas de la política. Pero las ayudó el rechazo hacia la política y la televisión.”

–Es paradójico que el ascenso de la mujer se dé en un contexto de decadencia de la política. ¿Cómo explica que las mujeres asciendan cuando las acciones de la política están en baja?

–Allí donde hay una decadencia de cierta actividad, la mujer encuentra espacios. Cuando la política está en descrédito, hay que probar lo distinto. Y lo distinto también son las mujeres. Pero las mujeres encuentran otra ayuda. La política ya no se rige por los sistemas clásicos, las formas clásicas de barricadas, ahora la política es a través de los medios de comunicación, fundamentalmente la televisión. Esto hace que las mujeres puedan eludir todo el sistema de filtros de los partidos, manejados todavía por los hombres. Tienen que construir una opción por fuera de los partidos, como hizo Carrió y prácticamente Margarita Stolbizer, que se salió de la estructura de poder del radicalismo para tener peso.

–¿Por qué se imponen esos sistemas de filtros si muchas mujeres miden muy bien, a veces mejor que los hombres?

–En el terreno de las creencias, muchos hombres que manejan los partidos piensan que es más fácil pactar con un hombre, que los hombres son previsibles; que si vos hacés un pacto, van a cumplir. La mujer es más imprevisible. Esto tiene que ver con prejuicios y con la falta de experiencia de dejar militar a las mujeres en los ámbitos de poder. Si no milita porque se le cierra el paso, podés hacerte cualquier prejuicio, total no tenés cómo confirmarlo. Todo este fenómeno a su vez proyecta un nuevo prejuicio que es que las mujeres supuestamente tienen virtudes cívicas superiores a los hombres, cosa que yo no creo. No creo que ni los hombres ni las mujeres sean superiores, ni en el plano intelectual ni en el moral. Gabriela Michetti, Elisa Carrió, podrán tener defectos, pero son consideradas honestas y virtuosas. Fijate qué paradójico: hay una creencia de que las mujeres tienen mayores virtudes cívicas, pero otra cosa es aceptarlas gobernando.

–¿Por qué cree, como señala en el libro, que la gente destaca como valor de la política el consenso cuando la esencia de la política es conflicto?

–Hay una creencia, incluso en el progresismo y eso lo señala Chantal Mouffe, de que la democracia tiene que ser consensual. Hay una idea de que es verdaderamente civilizado. Por supuesto que el Gobierno también busca el conflicto. Supuestamente es anacrónico y antiguo buscar el conflicto de intereses, como en los ’70, y lo moderno sería propiciar el acuerdo. Esta tendencia que impera en el sentido común y que los medios de comunicación reafirman todos los días es lo que Ricardo Rouvier define como “la democracia del cementerio, la democracia sin conflictos”.
–¿El fuerte rechazo que genera Cristina en algunos sectores está relacionado con el hecho de ser una mujer que sale a confrontar “a la vieja usanza”?

–Sí, exactamente, ella acepta la idea del conflicto. De hecho durante su carrera legislativa afrontó la pelea contra el menemismo; en consecuencia es visible que para Cristina el conflicto es inherente a la naturaleza política. La manipulación de la política es la negación de los conflictos de intereses; entonces una empresa periodística que tenga intereses en el campo, en negocios que contaminan, informa sin ningún miramiento por sus propios intereses. Podemos imaginarnos ese mundo ideal que cantaba Louis Armstrong (risas). Pero el mundo es conflicto también. En ese sentido hasta se supone que la mujer debería ser menos conflictiva que el hombre y para colmo Cristina no lo es. Da la pelea. La promesa que tenían los Kirchner en la gestión que empezaría con Cristina era mejorar la calidad institucional. Ellos mismos, en cierto modo, no podían sustraerse al prejuicio de que era mejor una mujer para manejar la calidad institucional. Así como hay un prejuicio de que la mujer no puede gobernar, también hay un prejuicio de que cuando actúa en política tiene mayores virtudes cívicas que los hombres y buscan el entendimiento.
En el libro, Halperín recuerda cómo el artista plástico Daniel Santoro vivió el odio a Evita en tiempo presente. Cuando presentó el libro Evita para principiantes en la librería Cúspide de Recoleta colocó una pancarta de promoción, una Evita tamaño natural, pintada, con el libro en la mano. Pero duró un día. “Cuando pregunté el motivo –cuenta Santoro–, me dijeron que desde la casa central de Cúspide los habían llamado y tuvieron que retirar la promoción porque la gente se quejaba mucho.” Unos meses después se presentó en el mismo local el libro de Pacho O’ Donnell sobre el Che Guevara. “No hubo ningún problema con el Che. Quizás esa gente piensa que el Che ‘es uno de los nuestros’, aunque haya hecho la revolución. Sin embargo, a todas esas mujeres de Barrio Norte, el Che las hubiera fusilado sin piedad –ironiza Santoro–. Eva, ¿qué hubiera hecho? Nada. Lo que hizo ella fue peor: ser pobre y tener poder.”

–¿A qué atribuye el enojo y la visceralidad de los sectores medios contra este gobierno?

–Uno puede ensayar algunas hipótesis. Una vez que la clase media asomó la cabeza de la crisis, que pudo recuperar los ahorros, dejó a un lado la solidaridad con los pobres. “Ahora no impidan ir a trabajar, no me corten el paso, no me molesten.” A esto se sumó la pelea del Gobierno con los militares por la reactivación de los juicios. Muchos sectores de la clase media le dieron consenso a la dictadura y no ven con simpatía las políticas de derechos humanos de los Kirchner. Esa mezcla de piquetes que les molestan, las políticas de derechos humanos, el enfrentamiento con la Iglesia y la imagen tradicional del peronismo en lo peor que tiene, en los punteros y aparatos, toda esa combinación hace a un rechazo general que es muy difícil de superar.

–¿Por qué quien investiga algún aspecto del peronismo siempre tiene que aclarar si es o no es peronista?

–El peronismo dio vuelta la cultura política y ocupó de tal manera el escenario que vos no tenés otra alternativa que “ser” o “estar en contra”. Si querés decir algo a favor y no sos peronista, tenés que aclarar que no sos, como si estuvieras esperando la andanada de cuestionamientos que te llegarán del otro lado. Como lo aclaro en el prólogo, no soy peronista, pero me gusta mirar lo que no vemos tan fácilmente. En el ’47, Gino Germani hizo un censo y descubrió que el país tenía un grado de equidad como pocos en el mundo. La brecha entre ricos y pobres era bajísima en ese momento. Ninguna sociedad de América latina tenía semejante equidad. Argentina lanza la innovación y después retrocede. Es la primera, se adelanta y después no se lo banca, no lo puede digerir. Qué paradoja que tiene el peronismo, porque también produce cada bestia bruta... El peronismo es como la Argentina: innovador y a la vez brutal, una síntesis perfecta de este país.

Link a la nota:
http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/suplementos/espectaculos/2-15771-2009-10-26.html






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Los diarios perdidos de Nicola Tesla



“Antes de que pasen muchas generaciones, nuestras máquinas funcionarán movidas por una fuerza disponible en el universo. Hay energía en todo el universo”
“Estamos dando vueltas en el espacio infinito, con una velocidad inconcebible, todo a nuestro alrededor está girando, todo se está moviendo, en todas partes hay energía. Debe de haber alguna forma de proveernos de dicha energía más directamente. De esa forma, con la luz obtenida del medio, con el poder que deriva de ella, con toda esa energía obtenida sin esfuerzo, de un almacén inextinguible y eterno, la humanidad habrá dado un paso de gigante. La sola contemplación de estas magníficas posibilidades expande nuestras mentes, fortalece nuestras esperanzas y llena nuestros corazones con un supremo placer”


Nikola Tesla. 1891

Electricidad sin quemar combustible

Estoy leyendo un libro estupendo que compré en Internet, “The Lost Journals of Nicola Tesla” (Los Documentos perdidos de Nicola Tesla), datos e información muy poco conocida sobre los documentos privados y notas más desconocidas de Nicola Tesla y que han sido mantenidas en secreto (y siguen sin gran difusión hasta la fecha) por las grandes empresas e intereses militares.
Después de la muerte de Tesla hubo un gran revuelo en el Gobierno de los Estados Unidos por encontrar todos sus documentos y notas de investigación, antes de que se adelantaran otras potencias extranjeras. El sobrino de Tesla (Tesla era de origen servio aunque se nacionalizó estadounidense), Sava Kosanovic, denunció que antes de que se presentaran las autoridades norteamericanas, alguien lo había hecho antes y se había llevado una desconocida cantidad de notas y documentos personales de Tesla.
A Nicola Tesla se le atribuyen la invención de mucha de la tecnología que usamos hoy de forma habitual: la corriente alterna, la luz fluorescente, la luz de neon, dispositivos de radio control, robótica, rayos-X, microondas, y docenas de inventos apasionantes que pertenecen al lado más místico y desconocido de Tesla, al que en su época consideraban una persona con poderes síquicos extraordinarios. Algunos de esos inventos más desconocidos se mencionan en este artículo.
Ya antes de su muerte la inteligencia alemana había robado una buena cantidad de documentos de investigación de Tesla. Eso era un dato conocido para el FBI quien, después de la muerte del genial inventor, se quiso asegurar de que ninguna investigación o documento de Tesla más se filtrara a potencias extranjeras.
Muchos de esos documentos, en cajas que habían quedado en hoteles donde Tesla vivió toda su vida, como el Regis, el Governor Clinton Hotel o el Waldorf Astoria, habían sido vendidos en subasta por parte de los hoteles para pagar los gastos pendientes de Tesla tras su muerte. Tesla nunca se casó ni se compró una casa. Dedicó toda su vida hasta el final a la investigación y vivió en hoteles la mayor parte de su vida.
Alguno de estos diarios ha llegado a conocerse por las personas que tuvieron acceso a aquella documentación.
Escribiendo en Junio de 1902 Tesla a su amigo, Robert U. editor del Century Magazine, Tesla incluyó un recorte del New York Herald sobre Clemente Figueras, un ingeniero forestal en Las Palmas, capital de las Islas Canarias, que había inventado un dispositivo que generaba electricidad sin quemar combustible.
Lo que ocurrió con Figueras y su generador sin carburante no lo sabemos, pero este anuncio en el periódico motivó que Tesla, en la carta que le escribió a Johnson, le dijera que él (Tesla) ya había inventado un aparato así y había llegado a conocer las leyes físicas subyacentes para que su invento funcionara.
A finales del siglo XIX nadie en la elite de Nueva York desconocía el genio de Tesla. La creatividad e intelecto de Tesla atraían a estrellas y celebridades de otras escenas culturales , y entre ellos estaban el escritor Rudyard Kipling, el arquitecto Stanford White, el pianista Ignace Paderevski, el escritor John Muir o el mismo Mark Twain.
Cuando Nikola Tesla murió en el año 1943 con 86 años, muchos de sus inventos y teorías fueron olvidados o pasaron a ser repudiados por la ciencia oficial.

Patentes de Dispositivos de Energía Libre

Patentes como la #2,811,058 o la # 3,879,622 y #4,151,4310 eran inventos de motores que funcionaban exclusivamente con energia permanente. La tercera patente ,por ejemplo, tal y como está descrita en la revista Science & Mechanics, (Spring 1980) requiere un tamaño crítico, formas, orientaciones y espacio entre los magnetos, pero no requiere alimentación de ningún tipo. Un motor así podría hacer funcionar un generador eléctrico o una bomba de calor en una casa, todo el año, totalmente gratis.
La copia descriptiva completa de las patentes de EEUU cuesta 3$ cada una y puede comprarse de la US Patent Office, 2021 Jefferson Davis Hwy, Airlington VA22202.
De acuerdo con Oliver Nichelson, un experto en Tesla y en máquinas de energía libre, el dispositivo que parece encajar mejor en la descripción de Tesla de “aparato para la utilización de energía radiante”, es la número 685,957, que fue solicitada el 21 de Marzo de 1901 y se concedió el 5 de Noviembre de 1901.
El concepto que subyace detrás de “aparato para la utilización de energía radiante”, en lenguaje actual sería el siguiente: una placa de metal aislado se situa lo más alto posible. Otra placa de metal se coloca en el suelo. Un cable enlaza la placa de arriba con un lado de un condensador de capacidad y otro cable enlaza la placa del suelo con el otro lado del condensador.
El sol, como otras fuentes de energía radiante, desprende particulas de materia cargada positivamente, las cuales inciden sobre la placa superior, comunicándole permanentemente una carga eléctrica a la misma. La terminal opuesta del condensador se conecta al suelo, el cual puede ser considerada como una vasta reserva de electricidad negativa. Una débil corriente corre continuamente al condensador, y dado que las partículas están cargadas con un muy alto potencial, esta recarga del condensador se produce de forma indefinida, incluso hasta el punto de ruptura del dieléctrico. Hoy llamaríamos a esto panel solar-eléctrico. Sin embargo, el invento de Tesla es muy diferente, aunque lo más parecido al invento de Tesla que existe hoy es la tecnología fotovoltaica. Una diferencia radical es que los paneles solares-eléctricos consisten en un substrato cubierto con silicio cristalino, mientras que el de Tesla emplea silicio amorfo.
Los paneles de energía solar convencional son caros y cualquiera que sea la recubierta que se emplee, la manufactura requiere complicados procesos. Sin embargo, el panel solar de Tesla es simplemente una placa metálica brillante cubierta por un material transparente de material aislante.
Si tienes conocimientos básicos de electricidad, puedes intentar hacerlo tú mismo. Sujeta uno de esos paneles (a modo de antena) en un lugar cuanto más alto mejor y conéctalo a un lado del condensador; el otro panel conéctalo a un buena base en la tierra firma. Ahora la energía del sol está cargando el condensador. Conecta a través del condensador algún tipo de dispositivo interruptor de forma que pueda ser descargado a intervalos rítmicos y ya tienes energía eléctrica.
De esa forma la patente de Tesla nos dice de una forma muy sencilla cómo conseguir energia eléctrica. Cuanto más grande sea el área de la placa aislada, mayor cantidad de energía se obtendrá.
Sin embargo, esto es más que un panel solar porque no se requiere el sol para que funcione. También produce energía eléctrica por la noche. Por supuesto, esto es imposible según la ciencia oficial. Por esta razón, hoy no podrías patentar un dispositivo así. El receptor de energía libre de Tesla se refiere al Sol, y también a otras fuentes de energía radiante, como los rayos cósmicos.
Rayos Cósmicos
Que el dispositivo funciones por la noche se explica en términos de que por la noche los rayos cósmicos siguen estando disponibles. Tesla llamaba al suelo de la tierra, la reserva vasta de electricidad negativa. Tesla estaba simplemente fascinado con las posibilidades de la energía radiante. El radiómetro de Crooke (un aparato cuyas agujas rotan en el vacío cuando son expuestas a la energía radiante) le pareció una hermosa invención. Este podría haber sido el invento más importante de Tesla pero éste fue aún más allá.

En Junio de 1900 publicó el que él consideraba su artículo más importante, en el que describe una máquina de activación autónoma que puede extraer energía del medioambiente, un generador sin carburante, que es diferente del Dispositivo de Energía Radiante.
El artículo llamado “ El Problema del Aumento de la Energía para usos humanos, por medio del Sol” y fue publicado por Robert Johnson en la revista Century Illustrated Monthly.
El título del capítulo donde describe este dispositivo de llamó: “Un punto de partida para nuevos métodos y posibilidades de un motor o máquina autónomo, inanimada y sin embargo, capaz, como si se tratara de un ser humano, de obtener energía del medio, la forma ideal de obtener energía motora” .
En el artículo Tesla narra cómo se le ocurrió la idea de obtener energía directamente del entorno, del medio, idea que hasta 1899 no maduró completamente. Cuenta que en 1893 habia obtenido la patente para una bobina (la bobina de Tesla), su “Bobina para electromagnetos” , patente #512,340.
En la patente, Tesla explica que esta doble bobina almacenaría mucha más cantidad de energía que la bobina convencional. Sin embargo, no da pista alguna sobre la razón por la que esto es así.
En un artículo para Century Magazine, Tesla compara el extraer energia del entorno según su concepción con el trabajo realizado con otros científicos, que por aquella época estaban intentando condensar gases atmosféricas en líquidos. Cita en particular el trabajo de Dr. Kart Linde que había descubierto un método de autoenfriado para el aire licuado.
Lo que tienen en común los trabajos de Tesla y Linde, en este campo, es que ambos emplean una trayectoria doble para el material con el que trabajaban. Linde tenía un compresor para bombear el aire hasta una alta presión, dejaba bajar la presión según atravesaba un tubo y después usaba ese aire enfriado para reducir la temperatura del aire que entraba a continuación haciéndolo volver por un segundo tubo que rodeaba al primero. El aire que ya estaba enfriado se añadía al proceso de enfriamiento de la máquina y eso permitía condensar los gases en líquidos.
Lo que hacía Tesla, de forma similar, era condensar la energía atrapada entre la superficie terrestre y las capas superiores de la atmósfera y convertirla en una corriente eléctrica. Tesla dibujaba el sol como una bola inmensa de electricidad, cargada positivamente con un potencial de 200 mil millones de voltios. La tierra por otro lado está cargada con electricidad negativa.
La enorme fuerza eléctrica entre estos dos cuerpos era, al menos en parte, lo que él llamaba Energía Cósmica. Variaba de estación a estación y del día a la noche pero siempre estaba presente. Tesla obtuvo las patentes para sus motores y generadores (sin carburante) a finales de 1880.
Durante l890 la potente industria de energía eléctrica, en forma de Westinghouse y General Electric aparecieron en escena. Con decenas de millones de dólares invertidos en plantas y equipamiento, la industria no podía permitirse abandonar esa tecnología que sólo tenía 10 años de vida y en la que se había invertido tanto para abrazar la tecnología de Tesla.
Al final del artículo en el Century, Tesla escribió “Trabajé años en mis inventos completamente convencido de que la realización práctica de esa tecnología para obtener energía del sol sería de un valor industrial incalculable, pero el estudio ha revelado que, aunque serían comercialmente rentables, si mis cálculos son acertados, no lo serían hasta un punto extraordinario.”
Años después en 1933 en una entrevista a Tesla fue inquirido sobre si el principio de sus invenciones afectaría negativamente al sistema económica actual él respondió: “Ahora más que nunca, ha llegado el momento de madurar para el desarrollo de nuevos recursos”.
No cabe duda de que hoy seguimos atrapados en las consecuencias que produjo que aquella disyuntiva entre dos tecnologías se resolviera a favor de la más obsoleta, ya entonces.
Los carburantes siguen siendo nuestra forma más importante de obtención de energía, y este hecho determina nuestras vidas. Nuestra vida está marcada por los precios de esos carburantes y porque el abastecimiento esté asegurado. Se llevan a cabo guerra, invasiones, golpes de estado, genocidios y atentados contra la humanidad para resolver el control sobre los recursos energéticos. Sin la energía obtenida así no podemos encender la luz de nuestras casas, ni preparar una comida, ni desplazarnos, ni calentarnos. Somos esclavos de una forma de energía limitada, sucia, y cada vez más cara y por la que además pagamos altisimos impuestos. Pero, como Tesla sabía bien, el acceso a la energía inagotable y limpia, la energía libre que mana de la propia naturaleza de la creación, es factible, real. La tecnología está inventada, ahi están las patentes.
No existe ninguna razón, más que las razones económicas y de poder, para que los humanos sigamos manteniendo una tecnología obsoleta que esclaviza nuestra existencia.
Esta entrada fue publicada el Noviembre 28, 2007 en 12:12 pm y esta archivado en Cambio Climático, Control de la Información, General, Nicola Tesla, Proyecto HAARP. Puede acompañar las respuestas a esta entrada a través de RSS 2.0 feed. Puedes deja un comentario, o trackback de tu propio sitio.

Fuente : http: // trinityatierra.wordpres.com






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Contratapa. Domingo, 1 de noviembre de 2009
Electricidad inalámbrica
Por Adrián Paenza

Fíjese alrededor suyo. Fíjese lo que la/lo rodea diariamente.- Teléfonos inalámbricos- teléfonos celulares- computadoras de mesa- computadoras portátiles- impresoras- televisores- radios- videocaseteras (cada vez menos)- cámaras digitales- videocámaras- reproductores de CD y DVD- playstations- reproductores de mp3- controles remotos- heladeras- planchas- hornos de microondas- lámparas- tostadoras- aspiradoras- cafeteras
¿Sigo? No, mejor paro acá.


La lista no es exhaustiva ni pretende serlo. Seguro que usted puede agregar múltiples aparatos que yo o bien olvidé u omití para no escribir una suerte de “guía de artefactos eléctricos o electrónicos”.
Todo lo que figura más arriba funciona o bien a electricidad o a pilas (o baterías). En definitiva, usan algún tipo de energía.
Cuando yo nací (1949) no había transistores. Las radios se enchufaban y no había televisión. Hoy, eso es impensable. Sin embargo, a nadie le sorprendía (al menos yo no lo recuerdo) que las ondas de radio no vinieran por cable. Ni tampoco las de la televisión. Llegaban, de “alguna” manera pero llegaban. O mejor dicho, llegan. Estaban (o están) “en el éter” (como se decía en ese momento).
Más aún. Con el tiempo, nos acostumbramos a aceptar –sin mayores dificultades– que los aparatos empezaran a funcionar en forma inalámbrica. Nos desprendimos de los cables de los teléfonos y de los controles remotos. Aparecieron los celulares, las conexiones wi-fi a Internet, las transmisiones vía satélite, la tecnología bluetooth, que se usa con algunos auriculares, micrófonos, impresoras.
Una vez más, las comunicaciones telefónicas habladas, los mensajes de texto, las fotos, videos, música (por poner algunos ejemplos) se transmiten en forma inalámbrica. Están en el aire también, en algún lugar. Y no nos sorprende.
Todavía recuerdo el “poder” que sentí que tenía el primer día que pude hablar por teléfono desde adentro de mi auto. Hoy, con sólo señalarlo, parece que estuviera hablando de la prehistoria.
Sin embargo –y toda esta introducción apuntaba hacia esto– hay un lugar en donde todavía no hemos hecho (como sociedad) los progresos equivalentes. Todavía necesitamos los cables que conectan los aparatos a la electricidad. Todavía vivimos “enredados” o “estrangulándonos” con ellos. La mayoría nos damos por vencidos y dejamos que “afloren” por todos lados. Forman parte de la escenografía de una casa o una oficina.
Pero no por mucho tiempo más. Y acá es donde quería llegar. Si bien “damos por aceptado sin cuestionar” que ciertas ondas llegan hasta los receptores (teléfonos, televisores, radios, computadoras) y las hacen operar y funcionar sin problemas, todavía “no se nos ocurrió” que con la electricidad podría pasar algo similar.
Es decir, el concepto “electricidad inalámbrica” es algo que no tenemos incorporado, la fantasía no llega hasta allí. Lo que nos detuvo hasta acá –creo– es que uno sabe que si pone los dedos en un enchufe se “electrocuta” o “queda pegado” o recibe una “patada” o directamente se “muere”. Por eso, imaginar que la electricidad puede circular por el ambiente transformaría en potencialmente “peligrosa” esa zona. ¿Quién entraría a una habitación sabiendo que hay electricidad circulando?
Por supuesto, todo esto es equivocado. Mientras usted está leyendo estas líneas, hay gente que se prepara para lanzar el año que viene comercialmente lo que se denomina “electricidad inalámbrica” (o “wireless electricity”).
Uno de los que están haciendo la presentación en sociedad de esta tecnología es Eric Giler, egresado del MIT (Massachusetts Institute of Technology). Giler creó una compañía junto con un grupo de físicos teóricos e ingenieros. Entre todos, advirtieron el potencial de una idea de un ingeniero croata, Nikola Tesla, a quien se le atribuye el nacimiento de la electricidad comercial, que además registró la patente de lo que se conoce hoy como “corriente alterna”. Y muy posiblemente haya sido el primero que pensó en la electricidad inalámbrica.
Piense lo que está leyendo: electricidad inalámbrica. Esto significa que se terminan los cableados, las pilas y baterías van a ser recargables, y todo lo que hemos vivido desde que nacimos está a punto de cambiar.
Y no digo cambiar dentro de 10 o 20 años. No. Hablo del año que viene, del 2010. En realidad, la tecnología ya existe tal como anunció hace poco más de un mes el propio Giler en una de las conferencias TED (*) que se hicieron en Oxford, Inglaterra.
En algún sentido, como dice Giler, esta tecnología opera en forma parecida a lo que sucede cuando una cantante de ópera (por ejemplo) emite con su voz un sonido de muy alta frecuencia que viaja por el aire también y que puede hacer estallar una copa de cristal.
Naturalmente, la pregunta que “todo el mundo” le hace es: “¿Cuán seguro es este tipo de transmisión inalámbrica de electricidad?”, y él se ocupa en aclarar que no se usan radiaciones, no hay campos eléctricos. Lo que sí se usan son campos magnéticos, que son como los que hay hoy en la Tierra y son seguros tanto para personas como para animales. Supuestamente (otra vez, supuestamente) no hay peligro alguno.
La tecnología sirve para ser usada en todo artefacto móvil: teléfonos celulares, laptops, controles remotos, pero también artículos electrónicos en el hogar, lámparas, computadoras de mesa, televisores, radios, etcétera.
Y más allá de los cables que van a de-saparecer, hay un tema ciertamente mucho más profundo –y oculto– al que le prestamos poca atención, especialmente en nuestro país: va a decrecer la necesidad de fabricar, consumir y desechar pilas y baterías. Los países más desarrollados del mundo buscan sistemáticamente (y encuentran) países pobres y dependientes, que sirven como “basurero” de los ricos. Por eso, habrá más confort (menos cables) pero disminuirá el crimen también. O la necesidad de cometerlo.

¿Cómo funciona?

La tecnología desarrollada por la compañía WiTricity (que preside Eric Giler) se llama “resonancia magnética acoplada” (magnetic coupled resonance), y funciona así: hay dos bobinas (espiras de alambre enrolladas). Una está conectada con la electricidad, digamos, en el cielorraso de una habitación. La otra está instalada dentro de un aparato (teléfono, televisor, laptop, etc.) que usualmente está conectado a la corriente o funciona a pilas o baterías.
La primera bobina, al recibir la electricidad, la convierte en un campo magnético (como si la estuviera “codificando”) y lo envía a través del aire hacia la “otra” bobina.
Esta segunda bobina, si está sincronizada con la primera en forma correcta (como si vibraran en la misma longitud de onda o en la misma frecuencia) recibe ese campo magnético y lo reconvierte en electricidad. O sea “decodifica” la información que le llega y la transforma en electricidad.
La compañía Palm ya diseñó el primer teléfono celular (una variedad del Treo) que tiene instalada la bobina adecuada, como para recibir la señal que emite la otra bobina (la que está conectada con la electricidad) y de esa forma puede cargar el aparato sin necesidad de ningún cableado.

La idea es también instalar las bobinas receptoras en mesadas de cocina, de manera tal que uno pueda usar –por ejemplo– licuadoras, cafeteras, planchas sin necesidad de usar cables.
El mundo de la electrónica está incluyendo ya estas bobinas (las receptoras) dentro de los aparatos predecibles (teléfonos celulares, televisores, laptops, computadoras, etc.). Y otro grupo de empresas se ocupan de producir bobinas del primer tipo, las emisoras.
Por ahora, es sólo el comienzo de algo que parece de ciencia ficción, al menos para mí.

* La conferencia TED en donde Eric Giler explica cómo funciona la tecnología se puede ver en esta página web: http://www.ted.com/talks/eric_giler_demos_wire%20less_electricity.html

Link a la nota:
http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/contratapa/13-134464-2009-11-01.html
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¿Conocés esta Historia?

En cada fiesta patria argentina se escucha la Marcha de San Lorenzo:"Febo asoma, ya sus rayos iluminan el histórico convento.... etc."
Ya sea a través de una grabación, entonada por los asistentes o tocada por una banda militar, varias veces por año disfrutamos de la querida Marcha, una tonada de neto corte marcial, alegre y pegadiza a la vez que heroica y épica, que logra el difícil objetivo de despertar en los asistentes sentimientos de patriotismo.

Si alguien nos preguntara qué sabemos de la Marcha de San Lorenzo nos vendrían a la mente los siguientes preconceptos:
1. Debe haberla compuesto algún ilustre maestro musical argentino, seguramente de estirpe patricia.
2. Debe tratarse de una marcha imaginada en homenaje al General San Martín.
3. Desde su creación debe tener esa letra acorde a la gran batalla.
4. La habrán creado por encargo del gobierno nacional.
5. Con el correr de los años, el autor habrá alcanzado el reconocimiento y distinción acordes a su obra patriótica.
6. Se debe utilizar solamente en Argentina y con el fin de ensalzar la gesta Sanmartiniana.

Esa breve descripción alcanzaría para sintetizar lo que la mayoría creemos saber o pensamos acerca de la Marcha de San Lorenzo.

Pero estaríamos enormemente equivocados:
Su autor, Cayetano Alberto Silva, era uruguayo, nacido el 7 de agosto de 1868 en Maldonado, hijo de Natalia Silva, una esclava de la familia que le dio el apellido.
Estudió música, integró una banda en Montevideo, y en 1889 viajó a Buenos Aires, donde incursionó en el Teatro Colón.
Se trasladó luego a Rosario, donde fue nombrado maestro de la Banda del Regimiento 7 de Infantería.
En 1898, al ser contratado por la Sociedad Italiana de Venado Tuerto, se muda con su familia a esa ciudad, donde funda un centro lírico, enseña música y crea la "Rondalla " con la que actúa en el Carnaval de 1900.
Escribió la música para las obras teatrales "Canillita" y "Cédulas de San Juan" de su compatriota y amigo Florencio Sánchez, así como otras marchas militares:
"Curupaytí ", "San Genaro" (en homenaje a este pueblo de Santa Fe), "Río Negro", "22 de Julio" y "Tuyutí".

La partitura musical que después conoceríamos como Marcha de San Lorenzo, fue compuesta por Silva para dedicársela al Coronel Pablo Ricchieri, Ministro de Guerra de la Nación en ese entonces y modernizador del Ejército Argentino.... El Ministro agradeció el homenaje pero le pidió que le cambiara el título por "Combate de San Lorenzo", lugar donde él había nacido y escenario de la contienda que el General San Martín llevó a cabo en territorio argentino.
Fue estrenada oficialmente en 1902 (sin letra) en las cercanías del histórico Convento de San Carlos donde se gestó la batalla de San Lorenzo...
Ese día la marcha fue designada Marcha Oficial del Ejército Argentino.
Asistieron el Presidente de la Nación , General Julio A. Roca, y el Ministro Ricchieri.

En 1907 su vecino y amigo de Venado Tuerto, Carlos Javier Benielli, le agregaría la letra que luego sería adaptada para las escuelas.
(También escribió las letras de "Curupaytí" y "Tuyutí").
Años después, acosado por la pobreza, Cayetano Silva vendería los derechos de la marcha a un editor de Buenos Aires en $ 50 de esa época, una suma insignificante.
La marcha se hizo famosa (en Europa se considera una de la cinco mejores partituras militares de la historia) y estuvo presente en momentos históricos fundamentales:
* El Gobierno inglés solicitó autorización a nuestro país y fue ejecutada el 22 de Junio de 1911 durante la coronación del Rey Jorge V.
* Se ejecuta habitualmente en los cambios de guardia del Palacio de Buckingham, modalidad que estuvo suspendida únicamente durante el conflicto en las islas del Sur.
* Fue incorporada al repertorio de bandas militares de Uruguay, Brasil y Polonia, entre otras.
* Fue usada como música incidental en algunas películas (Rescatando al Soldado Ryan, por ejemplo).
* El Ejército Argentino, en la época previa al nazismo, le regaló la Marcha de San Lorenzo al Ejército Alemán como muestra de amistad, y a cambio éste nos obsequió la marcha "Alten Kameraden" (Viejos camaradas) que hemos escuchado en numerosas ocasiones en nuestras fiestas patrias.
* Durante la Segunda Guerra Mundial , la Marcha de San Lorenzo fue tocada por los alemanes en París cuando entraron por el Arco de Triunfo de esa ciudad.
* A manera de desagravio, el General Dwight Einsenhower también la hizo ejecutar cuando el ejército aliado entró en París para liberarla.
Cayetano Silva fue también empleado en la banda policial. Tras serios problemas de salud, falleció en Rosario el 18 de Enero de 1920.
Por ser de raza negra, la Policía de Santa Fe le negó sepultura en el Panteón Policial, y fue sepultado sin nombre.
Recién en 1997 sus restos fueron trasladados al Cementerio Municipal de Venado Tuerto.-


¿Conocías esta HISTORIA? ...





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Juicio a los campesinos de Represa de Morales: El día de los inocentes
Por Alexis Oliva


La Justicia Penal de Cruz del Eje absolvió a los hermanos José Luis y Alcira Godoy de la acusación de “impedimento de acto funcional” y ordenó que se “investiguen y resuelvan” las denuncias que hicieron desde el comienzo del conflicto en defensa de su campo de Represa de Morales.


- ¿Cómo sigue la vida ahora?

- Contenta… Con un gran alivio, para darnos fuerza a nosotros y para darles fuerza a otros compañeros que tienen el mismo problema nuestro. Y con más fuerza para ayudar a la gente que necesita, como Ramonita (Bustamante), que ha salido mal el fallo para ella. Le damos fuerza a la Ramona y vamos a seguir luchando para que se quede en su campo, porque no puede ser que no la dejen en su territorio, porque ella ha dejado su vida en el campo y tiene que quedar. No puede venir otro de afuera a sacarles la tierra.
Ramiro Fresneda y Raúl Almeyda, abogados de los Godoy y el Movimiento Campesino de Córdoba.
Justamente, en la última frase que Alcira Octaviana Godoy, a pocos minutos de haber sido absuelta junto a su hermano José Luis, dedicó a doña Ramona Bustamante -la emblemática campesina del norte cordobés-, está también la causa remota de la odisea familiar y el extenso periplo jurídico -civil y penal- que debieron recorrer durante más de veinte años y que acaba de terminar con una sentencia absolutoria: alguien que vino de afuera a sacarles la tierra.
Así comenzó un conflicto en el que pasaron por las manos de una decena de abogados, al intentar defenderse por la vía legal, a pesar de las dificultades para acceder a la Justicia que afrontan las familias campesinas de la zona.
Entre ellos, el primero al que recurrieron, Aristóbulo Gutiérrez, luego de representar a Américo Godoy, padre de los acusados, se cambió de vereda para asistir a Víctor Manuel Gómez, el que “vino de afuera” y pretendía quedarse con el campo. Primero el padre y luego los hijos resistieron el despojo, lo que les valió que en diciembre de 2004, la Cámara Penal de Cruz del Eje condenara a José Luis a tres años y a Alcira a dos años y medio de prisión en suspenso por “coacción” y “usurpación”.
Al final de la audiencia, los militantes del Movimiento Campesino de Córdoba reciben con aplausos a los imputados.
Meses después, cuando la misma Cámara -a pesar de que la sentencia no estaba firme porque había sido apelada- ordenó al Juez de Paz de Villa de Soto liberar el camino a la cantera de granito rojo codiciada por Gómez y Gutiérrez, los hermanos Godoy se opusieron, les franquearon el paso y quedaron nuevamente imputados.

Esta vez, con la defensa de los abogados del Movimiento Campesino de Córdoba, Ramiro Fresneda y Raúl Almeida, el fallo absolutorio de la Cámara Criminal y Correccional puso fin al menos a la parte penal del sufrido derrotero de los Godoy, que podría haberlos llevado a la cárcel por defender la posesión de su tierra:


“El Tribunal resuelve: 1) Absolver a Alcira Octaviana Godoy y José Luis Godoy, ya filiados, por el hecho que le atribuye la requisitoria fiscal de fojas 296/300, calificado como impedimento de acto funcional, por prescripción de la acción penal, sin costas. (…) 2) Oficiar a la Fiscalía de Instrucción de esta sede, a fin de que las denuncias formuladas por los acusados Alcira Octaviana Godoy y José Luis Godoy sean debidamente investigadas y resueltas (…). 3) Diferir la lectura de los fundamentos de la sentencia para el día 11 de febrero de 2010, a las 12,30 horas”.

Casi ni se pudo escuchar la fórmula de rigor: “Este juicio ha terminado”, pronunciada por la jueza Clara Luna de Manzano, porque apenas terminada la lectura del fallo el público estalló en aplausos y ovaciones y pugnó por abrazar a los hermanos Godoy.

Era mediodía de un 28 de Diciembre y la escena hacía honor a la efeméride. Por las caras de estos dos adultos corrían las lágrimas de aquellos niños inocentes que eran cuando comenzó su calvario. Pero ahora lagrimeaban de alegría.

Cba.noticias, 29.12.2009.-



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Macedonio Belarte
AÑO V- Nº L II - Domingo, 31 de ENERO de 2009
Revista Digital de Cultura de Cruz del Eje
Arte, Cine, Literatura, Música, Poesía, , Historia, Tecnologìa, Política, Filosofía

Sumario :

Santiago Kovadloff traduce a Fernando Pessoa en “El Libro del Desasosiego”. 01 / La Esencia del neoliberalismo. 06 / Onomasiologìa de la Izquierda. 10 / Collage: “Elogio del Anarquismo”. 12 / “La Rebeliòn de los Angeles”, de Anatole France. 17 / Yo soy el Chacho y estoy rendido…19 / La crònica de un viaje psicodèlico. 21 / “El conficto es inherente a la naturaleza polìtica”, entrevista a Jorge Halperìn. 26 / Los diarios perdidos de Nicola Tesla. 30 / Electricidad ihalàmbrica. 36 / ¿Conocès esta Historia? 39 / Juicio a los campesinos de Represa de Morales: El Dìa de los Inocentes. 41


Nikola Tesla


1 comentario:

Anónimo dijo...

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