jueves, 1 de noviembre de 2007

revista digital macedonio belarte - año III - nº XXVI - 31 de octubre 2007


20 de junio de 2007
Macedonio ¿presidente?

(Carlos García , carlos.garcia-hamburg@t-online.de)


Según quiere la leyenda, Macedonio se propuso alguna vez ser presidente de la república. Mucho se ha cavilado acerca del género de su proyecto, y se ha afirmado o puesto en duda, con idéntico fervor, que la sonada “campaña presidencial” fuera seria. Asimismo, se confunden, a mi manera de ver, sucesos de hacia 1920-1922 con otros de 1926-1928. La siguiente glosa desea aportar algo de luz al asunto.Por lo pronto, se plantea la pregunta acerca de cuándo tuvo lugar la campaña - si es que lo tuvo.Todos los testimonios que se ocupan de la supuesta campaña presidencial de Macedonio adolecen de vaguedad; algunos pretenden evadir esta mácula esencial, y adosan las fechas 1926 y/o 1927.En el origen de la más difundida versión de la leyenda, según la cual Macedonio se propuso ser presidente en 1928, están, aunque en muy diversa medida, Borges y Enrique Fernández Latour. El confuso artículo del segundo, surgido en 1966 (y reeditado en 1980 y en 1999; mis citas refieren a la edición de 1980), reclama, sin embargo, numerosas precisiones.El primer testimonio de la infausta serie es un texto redactado por Borges en 1960, que Fernández Latour tomará más tarde como fuente, no sin cometer algún error de interpretación, según mostraré más abajo:El mecanismo de la fama le interesaba [a MF], no su obtención. Durante un año o dos jugó con el vasto y vago propósito de ser presidente de la República. [...] Lo más necesario (nos repetía) era la difusión del nombre.(1) [...] Macedonio optó por aprovechar su curioso nombre de pila; mi hermana y algunas amigas suyas escribían el nombre de Macedonio en tiras de papel o en tarjetas, que cuidadosamente olvidaban en las confiterías, en los tranvías, en las veredas, en los zaguanes de las casas y en los cinematógrafos. [...] De estas maniobras más o menos imaginarias y cuya ejecución no había que apresurar, porque debíamos proceder con suma cautela, surgió el proyecto de una gran novela fantástica, situada en Buenos Aires, y que empezamos a escribir entre todos.(2) [...] La obra se intitulaba El hombre que será presidente; los personajes de la fábula eran los amigos de Macedonio y en la última página el lector recibiría la revelación que el libro había sido escrito por Macedonio Fernández, el protagonista, y por los hermanos Dabove y por Jorge Luis Borges, que se mató a fines del capítulo noveno, y por Carlos Pérez Ruiz, que tuvo aquella singular aventura con el arco iris, y así de lo demás.



En la obra se entretejían dos argumentos: uno, visible, las curiosas gestiones de Macedonio para ser presidente de la República; otro, secreto, la conspiración urdida por una secta de millonarios neurasténicos y tal vez locos, para lograr el mismo fin. Éstos resuelven socavar y minar la resistencia de la gente mediante una serie gradual de invenciones incómodas. La primera (la que nos sugirió la novela) es la de los azucareros automáticos, que, de hecho, impiden endulzar el café. A ésta la siguen otras: la doble lapicera, con una pluma en cada punta, que amenaza pinchar los ojos; las empinadas escaleras en las que no hay dos escalones de la misma altura; el tan recomendado peine-navaja, que nos corta los dedos; los enseres elaborados con dos nuevas materias antagónicas, de suerte que las cosas grandes sean muy livianas y las muy chicas pesadísimas, para burlar nuestra expectativa;(3) la multiplicación de párrafos empastelados en las novelas policiales; la poesía enigmática y la pintura dadaísta o cubista. En el primer capítulo, dedicado casi por entero a la perplejidad y al temor de un joven provinciano ante la doctrina de que no hay yo, y él, por consiguiente, no existe, figura un solo artefacto, el azucarero automático. En el segundo figuran dos, pero de un modo lateral y fugaz; nuestro propósito era presentarlos en proporción creciente.



Queríamos también que a medida que se enloquecieran los hechos, el estilo se enloqueciera; para el primer capítulo elegimos el tono conversado de Pío Baroja; el último hubiera correspondido a las páginas más barrocas de Quevedo. Al final el gobierno se viene abajo; Macedonio y Fernández Latour entran en la Casa Rosada, pero ya nada significa nada en ese mundo anárquico. En esta novela inconclusa bien puede haber algún involuntario reflejo del Hombre que fue Jueves.(4) (Borges 1961; 1975: 58-59)A pesar de su vaguedad cronológica (casi todo lo que Borges relata sobre Macedonio parece haber sucedido in illo tempore), del pasaje anterior surge nítidamente que la campaña presidencial, la difusión del nombre mediante papeluchos y el surgimiento de la inconclusa e inédita novela El Hombre que será Presidente fueron sucesos contemporáneos.En efecto, Macedonio planeaba, ya antes del regreso de Borges a la Argentina en marzo de 1921 (a más tardar desde comienzos de 1920, según muestra su correspondencia con Marcelo del Mazo, y según sugieren los pocos rastros de su correspondencia con el padre de Borges), “una serie de publicaciones de exposición de [su] idea” política (OC II:163), cuyo fin era acceder al poder. Las únicas publicaciones de Macedonio en el periodo 1907-1921 (es decir, anteriores al reencuentro con Borges) son, precisamente, de 1920 (OC III: 142-146), y se dejan relacionar con ese proyecto de publicación, que sólo se concretó de manera fragmentaria.Tanto las actividades desplegadas por Macedonio a partir de 1920 como el texto de la siguiente carta de Borges al poeta y pintor mallorquín Jacobo Sureda, del 22-VI-21 (Borges 1999, N° 27; cf. allí mis notas en pp. 312-313), ponen las cosas en claro:No sé si te hablé en mi última carta de un tal Macedonio Fernández y de un muchacho Dabove con los cuales proyecto urdir una novela fantástica en colaboración. El argumento, ideado por mí(5)y todavía muy esquemático y fragmentario, trata de los medios empleados por los maximalistas para provocar una neurastenia general en todos los habitantes de Buenos Aires y abrir así camino al bolchevikismo [sic!].(6) El título -elegido no por su problemática belleza, sino en vista del público- es: “El Hombre que será Presidente”.



El medio empleado por los maximalistas es la multiplicación de muchas pequeñas molestias que, insignificantes cada una en sí, carcomerían combinadas los ánimos de todos. Por ejemplo: que los pianos de manubrio no tocasen nunca entera una pieza sinó la cortasen por la mitad; que se llenase la ciudad de objetos inútiles, como barómetros, que se aflojasen las varillas de los tranvías donde se agarra la gente, etc... No hay gran peligro de que escribamos jamás esa novela, pero es un útil campo de batalla para las luchas verbales. A veces me parece irrealizable, otras creo que con tal argumento podríamos arquitectar un lindo desatino, estilo Ramón Gómez de la Serna.(7) ¿Y tú qué opinas? Contesta con “libertad marginal” como me dices en tu última carta. ¿Te parece un disparate máximo, absoluto, sin redención posible?De la misiva se desprende claramente que la novela El Hombre que será Presidente es un proyecto de 1921, y no de hacia 1926-1927, como erróneamente supone Fernández Latour (1980: 18) - quien, sin embargo, cree estar en línea con los recuerdos de Borges cuando los parafrasea (p. 22).Borges vuelve a aludir a Macedonio y a la novela en otra carta a Sureda, enviada de Buenos Aires a St. Blasien (Selva Negra, Alemania), el 29-V-22 (Borges 1999, N° 36):Esta tarde al volver a casa después de una larguísima conversación con Macedonio Fernández [...] el Hombre que aún quiere ser Presidente [...]En la misma línea, y hacia fines de 1922, bajo los efectos de la asunción al poder de Alvear (“article de Paris”), Santiago Dabove alude en una carta remitida a Macedonio (OC II 362)(8) a que éste, luego de haber “macedonizado” la ciudad, renuncia al sillón más grande de la Casa Rosada, en obvia relación con el final planeado para la novela escrita en conjunto. (“Macedonizar” significa aquí, imagino, que el nombre de Macedonio fue exitosamente difundido mediante el subterfugio de los papeles, o bien que Macedonio ha tenido éxito en su campaña des-realizadora, en su afán por suscitar extrañamiento ante las realidades más banales.)Cuando Borges remite la arriba citada carta a Sureda, las elecciones ya habían tenido lugar. Al asumir Alvear el 12-X-22 el cargo, se desmorona definitivamente el prosaico plan de Macedonio para acceder al poder, siquiera como consejero secreto del presidente (OC II: 163-164; IX: 34; Fernández Latour 1980: 18), pero da paso a varios proyectos literarios.(9)Por cierto, he mostrado hasta aquí, apenas, que Macedonio consideró en 1920-1921 ser candidato a presidente hacia 1922; nada he dicho aún acerca de 1926-1927, fecha en la que podría haber tenido lugar una segunda campaña con vista a las elecciones de 1928.



Al respecto, puede aducirse, por un lado, que Macedonio figura en la lista que Crítica publicara el 20-XII-27, según la cual él y otros jóvenes radicales apoyaban la candidatura de Yrigoyen - intención que no se compadece con los planes que se le endilgan.Pero puesto que su nombre ya no figura en textos similares, publicados a comienzos de 1928, podría suponerse que la “adhesión” a la candidatura de Yrigoyen que se le atribuye en el anuncio de Crítica ocurriera, como a menudo en la época, sin su consentimiento.Nótese, sin embargo, que el nombre de Macedonio figura en la lista que firma el texto de apoyo del “Comité Irigoyenista de intelectuales jóvenes” (presidido por Borges) al “Informe in voce” pronunciado por Horacio B. Oyhanarte “ante la Cámara Federal con motivo de la falsificación de libretas de enrolamiento perpetrada por el oficialismo de Córdoba”, folleto que apareció pocas semanas antes de las elecciones (cf. Horacio Salas: “Borges Irigoyenista”: Desmemoria 3, Buenos Aires, mayo-junio de 1994, 50-51). Considérese, también,, que Ulyses Petit de Murat contaba aún en marzo de 1928 con una colaboración de Macedonio para un libro en apoyo del “Peludo” (OC II: 357), en el cual también debía colaborar Borges (cf. la carta de éste a los hermanos Raúl y Enrique González Tuñón, sin fecha, pero de hacia marzo de 1928, reproducida en Clarín, Buenos Aires, 16-VIII-79).



Fuerza es reconocer, asimismo, que ninguno de los textos de la época 1926-1928 invocados por otros comentadores, relacionados con el proyecto de “difusión del nombre” establece una conexión expresa con el tema “campaña presidencial”.Esa conexión ha sido más bien inferida (a mi modo de ver, erróneamente) ante el escenario desplegado por Borges en la versión de Fernández Latour, aunque las misivas de 1926-1927 de Macedonio al peruano Alberto Hidalgo o al mismo Fernández Latour que refieren al proyecto de difusión del nombre no dicen a qué fin, o mencionan expresamente el tema propaganda para su Novela, cuya aparición Macedonio suponía inminente, cuando no lo elogian como fin artístico en sí mismo (así Hidalgo; cf. OCMF II 90; la carta, sin fecha, es del 27-IV-27).El malentendido se ve propiciado por el hecho de que Macedonio incluye en su “novela buena” no sólo la figura del Presidente, sino varios motivos de la obra escrita años antes en colaboración con Borges, los hermanos Santiago y Julio César Dabove, Fernández Latour y Carlos Pérez Ruiz. (En el recuerdo, Fernández Latour confunde ambas novelas, dando así un involuntario testimonio acerca de la plausible transformación de un proyecto en otro.)Gracias a la afable generosidad del entretanto fallecido Adolfo de Obieta he accedido a algunos de los sobres y papeles que Macedonio repartiera o hiciera repartir por sus allegados. También Fernández Latour cita alguno de esos volantes (1980: 18-19). Si bien el corpus es bastante exiguo, el material permite hacer algunas reflexiones.Su contenido permite inferir, por ejemplo, que son de 1926-1927, lo cual parecería ser desfavorable a mi tesis. Es cierto que varios hablan del Presidente o de la Presidencia, pero, ¿en qué contexto y de qué forma?Dos de los textos aluden al presidente Alvear y a su afán inauguracionista. Otros dos relatan que el futuro Presidente decretará una prohibición de abandonar Buenos Aires. Varios prometen dar a quien coleccione los sobres “el número de la próxima Presidencia”. Y eso es todo. Es decir: nada. Nada en esa hilarante hojarasca (cuya edición comentada preparo) permite discernir que Macedonio aludiera a sí mismo como candidato a la presidencia. En ningún momento pide votos, sino apenas da consejos más o menos abstrusos, se queja de haber sido un “otario”, de que le fuera mal con “Isolina”, y pide ayuda en la búsqueda de Casilda la Cubana...Precisamente el nombre de Isolina remonta el contenido primigenio de los sobres a la época 1921-1922 y al proyecto de las novelas gemelas (Adriana Buenos Aires, originalmente llamada Isolina Buenos Aires, y la que se convertiría en Museo...).(10)Para finalizar, y aunque creo prescindible y hasta de mal gusto apelar a fuentes tan prosaicas, acoto que en ninguna de las dos elecciones en cuestión (1922 y 1928) hubo en los padrones electorales un candidato oficial llamado Macedonio Fernández.(11)Ello aboga a fortiori por la hipótesis de que éste, hacia 1921-1922, había abandonado definitivamente la idea de 1920 de acceder al poder (siquiera como consejero), pero que descubrió las ventajas y posibilidades literarias de denotar algo hablando de sí como candidato o como Presidente. Pero esto es ya materia para otro trabajo.Carlos García(Hamburg, 1998 / 2003)Notas:1 Ya en el cuarto punto de un “Programa” contenido en un Cuaderno de 1905 (inédito), Macedonio anota (p. 21): “Propaganda y fama de nombre: actitud correspondiente de hombre conocido: 10.000 postales y 10.000 libros pequeños para regalar.” (Información que agradezco a Ana Camblong.)”2 Nótese que Borges no se atribuye aquí la invención del argumento de la novela, como lo hiciera en una carta de juventud al pintor mallorquín Jacobo Sureda (reproducida más abajo). El joven Borges tendía, de vez en cuando, a magnificar su papel, según muestran varias cartas de la época. Por lo demás, no se sabrá, a menos que aparezca el manuscrito, qué quiere decir “entre todos”. Imagino que el tema de la novela fue recurrente motivo de charlas y discusiones, y que Macedonio o alguno de los Dabove fue poniendo por escrito las evoluciones que el tema iba tomando.3 Compárese con algunos de los objetos de “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”, relato que contiene, por lo demás, varios paralelos con la novela planeada a comienzos de los 20 (extraña, por ello, que Borges no mencione allí a Macedonio, aunque sí figuran otras amistades suyas, como Bioy Casares, Alfonso Reyes y Xul Solar). Creo advertir en el relato, dicho sea de paso, también dardos contra el mito fundacional erigido por la generación del Centenario.4 El párrafo cierra con una alusión a la novela de Gilbert Keith Chesterton, uno de los autores preferidos de Borges.5 Es posible que Borges propusiera a Macedonio y a los Dabove escribir la “novela fantástica”, pero la campaña electoral fue concebida por Macedonio ya en 1920, como mencioné más arriba, e inicialmente, según sugiere su correspondencia con del Mazo, no como broma.6 Ni Borges ni Macedonio sienten aprecio, en esta época, por el bolchevismo. Macedonio lo dice y lo explica en la carta ya citada a Marcelo del Mazo, del 4-IV-20 (OCMF II : 163), o en textos contemporáneos sobre el “maximalismo”, recogidos en el volumen “Teorías” (OCMF III). Borges, por su parte, lo manifiesta claramente en una carta a Maurice Abramowicz del 12-I-20 (Borges 1999, N° 4): “je suis de ton avis en ce qui concerne le bolchevisme. C’est une sale racaille d’arrivistes - qui arriveront et feront une saleté morale et monotone de la vie... » (Trad. CG: “Comparto tu opinión acerca del bolchevismo. Es una sucia canallesca de arribistas - que llegará y hará de la vida una inmundicia moral y monótona...”). La crítica de Borges no debe ser malinterpretada en el sentido de que adjudique inmoralidad a los bolchevistas, sino, según el contexto, precisamente lo contrario: moralina. De tenor semejante es la crítica que Borges hace en la misma correspondencia sobre Romain Rolland. Por lo demás, ante el trasfondo de la precaria situación política argentina en 1919-1922 (la Semana Trágica, las actividades de la Liga Patriótica Argentina y del ejército, la Gran Colecta Nacional hecha por la Iglesia Católica para debilitar las ideologías de izquierda que estaban asentándose entre los trabajadores, las huelgas de mayo-junio de 1921...), no carecía de riesgo escribir una novela donde aparecieran bolcheviques o maximalistas como figuras principales. (Nótese, por lo demás, que los “maximalistas” de 1921 se convierten, en el recuerdo del Borges de 1960, en “millonarios neurasténicos”. La semejanza entre algunas de sus invenciones y ciertos objetos de “Tlön” no es pequeña.)7 En efecto, la influencia de Ramón en este proyecto de novela es grande. El pocos renglones antes mencionado incidente de las varillas de los tranvías donde se agarra la gente, por ejemplo, procede en línea directa de su pluma: cf. “Disparates: La varilla del tranvía”: Ultra 5, Madrid, 17-III-21.8 La misiva carece de fecha, pero menciona al final una dirección de Macedonio: Rivadavia 2748. Se trata de una pensión en la cual éste vivió entre marzo de 1922 y febrero de 1923 (teléfono: UT 2125 Mitre). Fuente: Un cuaderno inédito de 1922-1923.9 Merecería un estudio aparte la concepción carnavalesca de la política que Macedonio profesa y practica entre 1920 y 1928 aproximadamente. En este sentido, son insuficientes los únicos dos trabajos que se ocupan (a pesar de los títulos, de manera muy periférica y defectuosa) del tema: Enrique Fernández Latour (1966; 1980; 1999) y José Isaacson (1981). Si bien debe pensarse el riesgoso contexto político en que ambos libros aparecieron, no todos sus defectos pueden imputarse a ello.10 Según mostré en mi edición de la correspondencia Macedonio / Borges (García 2000: 53), la persona real detrás de la figura de Isolina se llamaba Celina Cantreva o Kantreva.11 No imagino, por lo demás, quién habría sido su candidato a la vicepresidencia. En cuanto a las elecciones de ambos años, cf. La Nación 22-IV-89, sección 4ª, 10: “Las elecciones presidenciales. Votación de los colegios electorales 1854-1983”. En 1922, los candidatos eran M. T. de Alvear, N. Piñero, N. Repetto, C. Ibarguren, M. Laurencena, R. Núñez y J. A. Correa; en 1928: Yrigoyen, L. Melo, N. Matienzo.BibliografíaBorges, Jorge Luis (1961): Macedonio Fernández. Selección y prólogo: J. L. Borges. Buenos Aires: Ediciones Culturales Argentinas, 1961.Borges, Jorge Luis (1975): Prólogos; con un prólogo de prólogos. Buenos Aires: Torres Agüero, 1975.Borges, Jorge Luis (1999): Cartas del fervor. Correspondencia con Maurice Abramowicz y Jacobo Sureda (1919-1928). Prólogo: Joaquín Marco. Notas: Carlos García (pp. 243-343). Barcelona: Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores / Emecé, 1999.Fernández Latour, Enrique (1966): “Macedonio Fernández, candidato a presidente”: La Prensa, 9-I-66; Macedonio Fernández, candidato a presidente y otros escritos. Carta-prólogo: Jorge Luis Borges. Buenos Aires: Agón, 1980 (pp. 17-23). Reimpresión: 1999.Fernández, Macedonio: Museo de la Novela de la Eterna. Ed. crítica: Ana Camblong. Madrid: FCE, 1993 (Archivos, 25).Fernández, Macedonio: Obras completas, II (Epistolario), III (Teorías), IX (Todo y Nada). Buenos Aires: Corregidor, 1976, 1974, 1995.García, Carlos (1999ª): “Borges y Macedonio: Un incidente de 1928”: Cuadernos Hispanoamericanos 585, Madrid, mar. 1999, 59-66.García, Carlos (1999b): (Notas a Borges 1999, pp. 243-343).García, Carlos (2000ª): El joven Borges, poeta (1919-1930). Buenos Aires: Corregidor, 2000.García, Carlos (2000b): “Crónica de una amistad”: Macedonio Fernández / Jorge Luis Borges: Correspondencia 1922-1939. Edición y notas: Carlos García. Buenos Aires: Corregidor, 2000.Isaacson, José: Macedonio Fernández, sus ideas políticas y estéticas. Buenos Aires: Editorial de Belgrano, 1981.





En: http://www.macedonio.net/critical/presidente.htm






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JOSE PABLO FEINMANN
La astucia de la razón






Por lo que se ve, la realización de lo universal lleva como inseparable el interés particular de la pasión, pues de lo particular y determinado y de la negación de ello resulta lo universal. Es lo particular lo que se halla empeñado en la lucha y lo que, en parte, queda destruido. No es la Idea general la que se entrega a la lucha y oposición y se expone al peligro; ella se mantiene en la retaguardia, puesta a salvo e incólume. Debe llamarse astucia de la razón al hecho de que ella haga actuar en lugar suyo a las pasiones (. . .) Lo particular es, casi siempre, demasiado pequeño frente a lo universal; es así como los individuos quedan sacrificados y abandonados. La Idea paga el tributo de la existencia y de la caducidad no por sí misma, sino mediante las pasiones de los sujetos.
HEGEL

Capítulo I —¿Y usted qué le dijo?—preguntó Norman Backhauss. Pablo Epstein tenía nueve años cuando su padre le dijo: “Yo no me voy a morir”. Se lo dijo en San Clemente del Tuyú, durante unas vacaciones que hubieran sido aburridas, aburridas al menos para Pablo, si éste, Pablo, no se hubiera enamorado locamente de Mónica, la hermana, menor, de uno de los amigos de Enrique Epstein, el hermano, mayor, de Pablo, y si Mónica no se hubiera llamado así, Mónica, nombre que unido al verano, al concepto del verano (como gustaría decir Pablo, años más tarde, inmerso ya en las bifurcaciones de la dialéctica hegeliana), entregaría al, por decirlo así, imaginario sexual de Pablo la vaga sensación de haber ya vivido, en la modalidad, claro, de lo incompleto y premonitorio, la historia bergmaniana de Un verano con Mónica, filme que consagró tempranamente al genio sueco en la Argentina, país tan refinado y culto que se jactaba, más que de producir genios, de descubrirlos, exaltándolos antes que los restantes países del planeta, exaltación que se instaló tumultuosamente en las noches y en las cobijas de Pablo como el intempestivo regreso de Mónica, crecida ahora y mimetizada con la figura a la vez gélida y ardorosa de Harriet Andersson, pero que no era, y Pablo lo sabía, pese a la superposición de las imágenes, pese a la mímesis, Harriet Andersson, sino Mónica, aquella Mónica, la hermana, menor, de uno de los amigos de Enrique Epstein, el hermano, mayor, de Pablo, y de quien, de Mónica, se había enamorado Pablo locamente durante aquellas remotas vacaciones de 1951, en San Clemente del Tuyú, que hubieran sido aburridas, aburridas al menos para Pablo, y que no lo fueron, según ha sido dicho, por Mónica, por ese loco amor que nació en Pablo hacia ella, pero que igualmente hubieran sido, si no aburridas, esas vacaciones insustanciales, pese a la primera Mónica y pese a Harriet Andersson, la que le siguió, para toda su vida insustanciales, si su padre, cuando Pablo Epstein tenía nueve años, no le hubiese dicho: “Yo no me voy a morir”.
—¿Y usted qué le dijo?—preguntó Norman Backhauss.
Cuando Pablo Epstein conoció a Norman Backhauss, cuando estrechó su mano y le miró la cara por primera vez, recordó un texto de Theodor Adorno: “En el psicoanálisis nada es verdad salvo las exageraciones”. Si este texto era cierto, verdadero, Norman Backhauss era entcmces, sencillamente, el psicoanálisis en persona, ya que todo en él era exagerado. Tanto, que hubiera sido posible pensar, y Pablo Epstein lo pensó, que Norman Backhauss era más que el psicoanálisis, más que Freud y más que Lacan, cuyos libros poblaban su escritorio y eran leídos sin fatiga por Backhauss, que los subrayaba profusamente con un lápiz negro y otro verde, y cuya lectura abandonaba, casi sin resignación, cada vez que Pablo Epstein entraba en el consultorio, cada vez que Norman Backhauss iba a su encuentro, al de Pablo, y le estrechaba brevemente la mano y Pablo entonces recordaba ese texto de Theodor Adorno, “En el psicoanálisis nada es verdad salvo las exageraciones”, y concluía que si ese texto era cierto, verdadero, Norman Backhauss era más que el psicoanálisis, más que Freud y más que Lacan, puesto que Norman Backhauss era la exageración de la exageración. O para decirlo como lo hubiera dicho Adorno: la verdad de la verdad.
—¿Y usted qué le dijo?—preguntó Norman Backhauss.
Norman Backhauss era, en efecto, la imagen hollywoodense del psicoanalista, de aquí su condición de exagerado. Sería injusto, y hasta posiblemente cruel para su recuerdo, para el recuerdo, al menos, que Pablo Epstein habría de conservar de él, decir que era una caricatura. No, era otra cosa. Quizá semejante, pero otra cosa. Era un psicoanalista de película. No por otro motivo cuando Pablo Epstein lo conoció, cuando estrechó su mano y le miró la cara por primera vez, no sólo recordó el texto de Theodor Adorno, sino también lo reconoció, reconoció a Norman Backhauss. De modo que para Pablo Epstein conocer a Norman Backhauss fue reconocerlo. ¿Qué duda podía caber? Esa exageración que estaba frente a él, ese personaje hollywoodense que ahora estrechaba su mano era exactamente eso: una exageración, una vieja desmesura de Hollywood. Era el psicoanalista de Spellbound, sin la música de Miklos Rozsa, algo más joven, Backhauss, pero con la misma pequeña barba, los mismos pequeños anteojos y la misma y sabia calvicie. Era el psicoanalista de Spellbound (Cuéntame tu vida, para los argentinos), el former professor de la valiente y enamorada doctora Constance Petersen, Ingrid Bergman. En el psicoanalista de Spellbound, el actor Michael Chekov, que haría años después otro inolvidable professor, aunque esta vez de música, el professor Schumann de la película Rhapsody (Rapsodia, para los argentinos), en la cual Elizabeth Taylor enamoraba a Vittorio Gassman y a John Ericson. Era el psicoanalista de Spellbound, el filme de Alfred Hitchcock. Era el former professor de Ingrid Bergman, el sagaz científico que le entregaba a Gregory Peck un vaso de leche con puré de somníferos, mientras éste, Peck, el neurótico John Ballantine, lo miraba con sus ojos extraviados y sostenía una navaja en su diestra. Era el psicoanalista de Spellbound, era Norman Backhauss.
—¿Y usted qué le dijo?—preguntó Norman Backhauss.
Cuando Pablo Epstein conoció a Norman Backhauss, el 28 de enero de 1979 —las fechas, la fijación de las fechas, no será ocioso decirlo ya, son esenciales en esta narración, ya que fueron esenciales en la enfermedad de Pablo Epstein, en cualquiera de las manifestaciones que ésta, la enfermedad de Pablo Epstein, adquiriría—, habían transcurrido tres años y cuarenta y siete días de la fecha de la operación de Pablo Epstein, eso que los médicos, indudablemente con mayor exactitud, llamaron intervencion quirúrgica, y que consistió en extirparle a Pablo Epstein su testículo derecho, amenazado, como lo estaba, por un tumor que había crecido dentro de él, dentro del testículo derecho de Pablo Epstein cuya sorpresa no fue poca, aunque posiblemente debió haber sido nula, cuando recostado, Pablo, en el diván en el que se recostaban los pacientes de Norman Backhauss, apoyando su cabeza en la almohadilla en la que apoyaban su cabeza los pacientes de Norman Backhauss, escuchó de labios de este lector de Freud y Lacan, o más precisamente: del psicoanalista de Cuéntame tu vida (Spellbound, para los yankis), de este hombre menudo con barbita, espejuelos y sabia calvicie, de este hombre que, según él gustaba obstinadamente decir —y quizá gustara decirlo, conjeturaría Pablo a lo largo del tratamiento, para marcar las diferencias entre él, Backhauss, y quienes se recostaban en ese diván en el que ahora estaba recostado Pablo— trataba enfermos mentales, “porque todos los que vienen aquí (gustaba decir) son enfermos mentales”, de este hombre que más que leer a Freud y Lacan, descubriría Pablo a lo largo del tratamiento, leía a Freud desde Lacan, de este hombre de cuyos labios, en medio de una sorpresa que no fue poca y que posiblemente debió ser nula, escuchó Pablo Epstein el siguiente juicio: “Usted hizo un tumor de testículo”.
—¿Y usted qué le dijo? —preguntó Norman Backhauss.
Cuando Pablo Epstein conoció a Norman Backhauss, el 28 de enero de 1979, habían transcurrido tres años y cuarenta y siete días de la fecha de su operación, eso que los médicos llamaron intervención quirúrgica, la intervención quirúrgica del testículo derecho de Pablo Epstein, acaecida el 12 de noviembre de 1975, en una Clínica del barrio de Palermo, ciento treinta y dos días antes del 24 de marzo de 1976, es decir, ciento treinta y dos días antes del golpe militar del 24 de marzo de 1976, feroz cercanía, feroz coincidencia temporal, que impuso a Pablo Epstein el feroz destino (destino que, como todo destino, marcó un devenir ineluctable inmanente, necesario, una filosofia de la historia en la vida de Pablo, una filosofía de la historia que se desarrollaría en la modalidad de la tragedia) de atravesar el feroz año de 1976 ferozmente agredido externa e internamente, agresión tan feroz que determinaría en Pablo la feroz aparición de eso que Norman Backhauss, obstinadamente (para, conjeturaría Pablo a lo largo del tratamiento, marcar las diferencias entre él, Backhauss, y quienes se recostaban en ese diván en el que ahora estaba recostado Pablo), llamaría su enfermedad mental, la enfermedad mental de Pablo Epstein.
—¿Y usted qué le dijo?—preguntó Norman Backhauss.
Sería inexacto, sin embargo, además de injusto (injusto con cierta condición moral, o, si se prefiere, con cierto conocimiento de sí que Pablo Epstein, pese a su progresiva desintegración como sujeto, aún conservaba cuando fue en busca del psicoanalista Backhauss), decir que Pablo ignoraba que estaba enfermo cuando el 28 de enero de 1979 conoció a Norman Backhauss. Por el contrario, Pablo sabía que a partir del 12 de noviembre de 1975, fecha en la que tuvo lugar el acontecimiento que sus médicos llamaron intervención quirúrgica y que consistió en la extirpación de su testículo derecho, la desintegración de la conciencia de Pablo Epstein había sido progresiva, expresándose, esta desintegración, en la incapacidad para controlar sus actos, en el avance irreparable de la compulsión, esa sintomatología repetitiva que humillaría incesantemente a Pablo, sin darle sosiego, tregua, paz, condenándolo a la realización y, lo que era aún infinitamente más doloroso, a la repetición de los actos más absurdos, ridículos, estúpidos pero lacerantes que jamás —él, un filósofo, un hombre, por decirlo así, entrenado para manejarse con las ideas— había imaginado realizar. De modo que sería (más aún que inexacto e injusto) tan absurdo, tan estúpido y tan ridículo como los actos a los cuales lo arrastraba lacerándolo, su sintomatología repetitiva, decir que Pablo Epstein ignoraba que estaba enfermo cuando el 28 de enero de 1979 conoció a Norman Backhauss. Este saber, no obstante, este saber de su enfermedad se había refugiado, para Pablo, se había encapsulado en lo que Pablo llamaría la progresiva desintegración de su conciencia. De modo que cuando Pablo Epstein conoció a Norman Backhauss, estar enfermo, para él, para Pablo, era padecer la progresiva desintegración de su conciencia. En suma, en el concepto de desintegración de la conciencia había encapsulado Pablo la totalidad de sus desdichas. Norman Backhauss, entonces, debió haber considerado primordial destruir este refugio, este encapsulamiento filosófico desde el cual Pablo se miraba a sí mismo. Conque, instalado en esta plataforma analítica, introdujo, pues, Backhauss, el concepto de enfermedad. Concepto que Pablo habría tolerado, sin aterrarse como se aterraría, si Backhauss no hubiera introducido, junto con el concepto de enfermedad, el concepto (de) mente. De este modo, la unión de estos dos conceptos –el concepto de enfermedad y el concepto (de) mente–, constituiría el concepto que habría de aterrar a Pablo: el concepto de enfermedad mental. “Yo”, diría Norman Backhauss, “sólo trato enfermos mentales. Y todos los que vienen aquí son enfermos mentales”. De modo tal que Pablo, bruscamente, abandonó su encapsulamiento filosófico, y comenzó a llamar enfermedad mental a eso que antes llamaba desintegración de la conciencia. Traslación conceptual que llevó a cabo cckn humillación y pavor, ya que, para Pablo Epstein al menos, ser una conciencia desintegrada (o, si se prefiere, pues Pablo también solía decirlo así, un sujeto desmigajado) era participar de las tendencias actuales, vanguardistas, de la filosofía, mientras que ser un enfermo mental, era ser, lisa y llanamente, un loco. Para siempre, para el resto de su vida, un loco.
–¿Y usted qué le dijo? –preguntó Norman Backhauss.
Cuando Norman Backhauss, en consecuencia, le dijo a Pablo Epstein “Yo sólo trato enfermos mentales”, Pablo Epstein, que estaba en tratamiento con él, con Norman Backhauss, dedujo, coherente mente, que esa frase significaba “Usted (él, Pablo Epstein) es un enfermo mental” y reemplazó, luego, ya no coherentemente, sino impulsado por su pavor, por la irracionalidad de su pavor, el concepto de enfermo mental por la simple y terrorífica palabra loco. De tal manera que el discurso de Norman Backhauss quedó establecido —en la caótica, desintegrada o desmigajada conciencia de Pablo— así: “Yo sólo trato locos. Usted está loco”. Y esta palabra, loco, era simple porque carecía de toda cientificidad, porque pertenecía al habla vulgar, porque a la vez decía todo y decía nada, y era terrorífica porque era definitiva. Porque si uno padecía una progresiva desintegración de la conciencia, era recuperable; porque si uno tenía una enfermedad mental, o, si se quiere, era un enfermo mental, lo cual indica una mayor hondura y permanencia de lo patológico, uno, pese a todo, estaba aún dentro de los ámbitos del saber científico, uno, entonces, pese a todo, seguía siendo recuperable; pero si uno estaba loco, estaba loco para siempre. Así, una y mil veces, sentiría Pablo el terror de la locura, el terror de la locura como destino, como permanencia e inexorabilidad. Y no era poco lo que otros psicoanalistas —otros, es decir: ni Backhauss—, a quienes Pablo había acudido inmerso en las bifurcaciones de su neurosis, a quienes había acudido antes de acudir a Backhauss, habían hecho, estos otros psicoanalistas, para generar en Pablo el terror de la locura como destino. Uno de ellos, por ejemplo, luego de someterlo a un psicodiagnóstico, le había dicho: “El peligro que usted corre es el de la cronificación de su neurosis”. ¿Y qué es, concluía Pablo, desde el corazón de las tinieblas, desde el pavoroso abismo, irrecuperable, la cronificación de una neurosis sino la locura, la locura para siempre, como permanencia e inexorabilidad, como destino? Y esto era lo intolerable: la locura como destino. Porque la locura como destino es el dolor como destino. Y es el dolor —y retengamos esta palabra esencial: dolor— porque la cronificación de una neurosis no es exactamente la locura. Digamos: no lo es en modo alguno. La cronificación de una neurosis es la locura con la conciencia de la locura. Y la conciencia de la locura es el dolor. Porque el tipo que se cree Napoleón, no sufre. Unívocamente se cree Napoleón, es Napoleón y punto, se acabó, no sufre, está loco. Pero el desdichado que revuelve toda una casa, que revisa mil libros de una biblioteca para buscar una carta que nunca fue escrita, una carta que sabe, este desdichado, que nunca fue escrita, y que, no obstante, la busca porque no puede parar de buscarla, porque cuanto más la busca más desea buscarla, y que mientras la busca es consciente, este desdichado, es consciente de su indignidad, de su enfermedad, de su ridiculez, de su patetismo, y que mientras la busca, este desdichado, mientras busca esa carta que sabe que nunca fue escrita, mientras la busca se ve, se mira a sí mismo, se juzga y se desprecia, pero no puede parar, y sigue buscando, abriendo cajones, apilando carpetas, mirando libros que abandona pero que de inmediato vuelve a mirar, porque la compulsión es un monstruo que no se detiene, que se alimenta a sí mismo, memorizando textos, fechas que en seguida olvida y vuelve a leer, y vuelve a memorizar, textos y fechas que horadan su cabeza, que vuelve a leer y vuelve a olvidar y sabe, este desdichado sabe, que aunque los lea y memorice inagotablemente jamás estará seguro de recordarlos, de recordar esos textos y esas fechas, como jamás estará seguro de que esa carta no existe, y entonces, este desdichado, querrá escaparse, salvarse, volverse loco de una vez por todas, padecer una insanía incurable y no una neurosis crónica, ser un loco, pero quitarle a la locura el saber de la locura, esto es: la neurosis, ser una piltrafa humana pero no saberlo, ser Napoleón, Napoleón para todo el mundo, para toda la vida, Napoleón hasta la muerte. Y entonces, pensaría Pablo años después, entonces, pensaría Pablo Epstein cuando pudiera pensar su neurosis, reflexionar sobre ella, y aun escribir sobre ella, entonces lo terrorífico de una neurosis –la intolerable indignidad y el intolerable dolor de una neurosis– no consiste en volverse, uno, el neurótico, loco. La locura es una salvación para el neurótico. La locura es su reposo, el fin de sus padecimientos, Napoleón. Lo terrible de una neurosis es que el neurótico actúa locamente, irracionalmente, pero no está loco. Es decir, está loco y no está loco. Y de esta contradicción surge la conciencia de su locura, y de la conciencia de su locura surge el sufrimiento, el dolor. El neurótico es un loco que sufre. Y en este sufrimiento, y no paradojalmente, está la esperanza de su curación. Norman Backhauss, que era a veces casi tan sagaz como el psicoanalista de Cuéntame tu vida, solía decirle a Pablo Epstein: “Mientras usted tema volverse loco, no se va a volver loco”.
—¿Y usted qué le dijo?—preguntó Norman Backhauss.
Cuando Pablo Epstein escuchó de labios de Norman Backhauss la frase “Usted hizo un tumor de testículo”, frase que Backhauss introdujo –introdujo, digamos, dentro de su encuadre terapéutico– no en la primera, ni en la segunda, ni siquiera en la octava o en la décima sesión, sino, aproximadamente, a los seis meses del tratamiento, del tratamiento de Pablo Epstein, la sorpresa de Pablo no fue poca, aunque, en rigor, si consideramos el tiempo, los meses, seis, de tratamiento que llevaba con Backhauss, y el conocimiento que de él, de Backhauss, tenía, debió ser, la sorpresa de Pablo Epstein, nula, ya que Backhauss lo había acostumbrado a éste, por decirlo así, estilo suyo, a esta modalidad aseverativa, a esta dura apodicticidad que destilaban sus frases olímpicas, arrojadas desde el sillón desde el cual, él, Backhauss, miraba y fraseaba, juzgándolos, a sus pacientes, a los pacientes que como él, como Pablo, pacientemente lo escuchaban, sin mirarlo lo escuchaban, tendidos en ese diván (yacentes e indefensos como los torturados, pensaría Pablo, en las parrillas de los torturadores), ellos, los pacientes, pacientemente escuchaban a Backhauss, sin mirarlo pero sabiendo que él, Backhauss, los miraba a ellos, a los pacientes, y sabiéndolo, sobre todo, Pablo Epstein, que había leído a los dieciocho años El Ser y la Nada, y sabía todo lo que Sartre le había hecho saber sobre la mirada, sobre el poder cosificante de la mirada, y sabía, entonces, que Backhauss, al mirarlo, al mirarlo desde atrás, desde su sillón, por la espalda, lo cosificaba lo transformaba en una cosa, y sabía, también, Pablo, y más precisamente: lo sabía por haberlo elaborado a lo largo de su experiencia psicoanalítica con Backhauss, que esa posición, la situación espacial del sillón de Norman Backhauss, determinaba no sólo la cualidad cosif;cadora de su mirada, sino también la cualidad cosificadora de sus frases, porque sólo desde esa situación espacial se podían decir esas frases, y un psicoanalista, pensaría Pablo, que no se sentara así ante sus pacientes —es decir: así, por la espalda—, posiblemente no les diría esas frases, posiblemente no adoptaría esa modalidad aseverativa, olímpica, apodíctica, posiblemente no los cosificaría con su miradaa y con sus juicios, ya que, pensaría Pablo un juicio tal como “Usted hizo un tumor de testículo”, un juicio de tan feroz apodicticidad, un juicio, qué duda podía caber, destinado a despertar y a exigir la responsabilidad de Pablo ante su enfermedad física, este juicio, sin embargo, lejos de despertar la responsabilidad de Pablo, la aniquilaba, puesto que lo llevaba a absolutizar en él, en Pablo, en eso que Norman Backhauss, una y otra vez, casi con obsesividad, denominaba su inconsciente, el inconsciente de Pablo Epstein, a absolutizar, a otorgarles sustantividad, autonomía, a fuerzas tan poderosas y tan desconocidas, para él, para Pablo, tan agresivas, para con él, para con Pablo (puesto que Pablo no lo ignoraba, puesto que los médicos ya se lo habían dicho: no hay tumor más agresivo que el tumor de testículo), fuerzas tan poderosas y tan desconocidas que Pablo, en modo alguno, podía hacerse responsable de ellas, pues toda la formación de Pablo, todo aquello que había hecho de él un filósofo, lo conducía a sentirse responsable únicamente de los actos que pertenecían a su conciencia, a su razón y si existía en él eso que Norman Backhauss, casi con obsesividad, denominaba su inconsciente, el inconsciente de Pablo Epstein, si existía en él, en Pablo, ese abismo, si existían en él fuerzas tan poderosas y tan desconocidas, entonces, él, Pablo Epstein, era una cosa, era una absoluta ajenidad para sí mismo, una hoja en la tormenta, una barcaza a la deriva, un pobre ser que se autodestruía sin saberlo, un filósofo idiota, un títere de los monstruos que crecían desde su inconsciente, que crecían como habían crecido ya: como tumores malignos, que crecían desde esa zona infranqueable a su conocimiento, a su razón, desde ese abismo, en consecuencia, incognoscible, desde esa cosa en sí que habitaba en él, en Pablo, precisamente, como una cosa, una cosa que hacía de él una cosa, una cosa desde la cual, por increíble que fuera, él mismo se agredía (no hay tumor más agresivo que el tumor de testiculo) y se destruía, una cosa ante la cual, Norman Backhauss, por la espalda, lo obligaba a rendirse, una cosa que ahora, o al menos: siempre que Norman Backhauss lograba, por la espalda, que se rindiera ante ella, lo llenaba de miedo, le producía el más absoluto y primitivo de los terrores, el mismo terror, el mismo miedo, pensaría Pablo, y lo pensaría por haberlo elaborado a lo largo de su experiencia psicoanalítica con Backhauss, que tuvo cuando tenía nueve años y le preguntó a su padre, durante unas vacaciones en San Clemente del Tuyú, que no hubieran sido aburridas pero sí insustanciales si esta pregunta no se hubiese formulado, le preguntó si él, su padre, habría de morirse alguna vez, y su padre le dijo que no, para quitarle el miedo, pensaría Pablo, le dijo que no, sencillamente le dijo: “Yo no me voy a morir”.
—¿Y usted qué le dijo?—preguntó Norman Backhauss



del libro “La astucia de la razón”, de José Pablo Feinmann. Publicado en 1990 por Alfaguara. ©1990 Alfaguara. © J.P.Feinmann.



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Impresa Suplemento Temas CBA MAR 11 SET 14:26
Argentina y su ciclotimia sobre rieles



En un siglo y medio, el país progresó, floreció y exhibió sus peores pecados a la vera de una red ferroviaria que fue orgullo y hoy da mucha pena.

Marcelo Taborda





De nuestra Redacción: mailto:Redacciónmtaborda@lavozdelinterior.com.ar


Aunque historiadores como Raúl Scalabrini Ortiz datan su nacimiento tres años antes, la inauguración de la primera línea de la Sociedad Camino de Hierro al Oeste, antecesora del Ferrocarril Oeste, en 1857, es tomada como piedra fundacional de este medio de transporte, carga, comunicación y desarrollo en la Argentina. El 29 de agosto de aquel año, los 9,8 kilómetros recorridos por La Porteña entre la Estación del Parque (donde hoy se yergue el Teatro Colón) y la de Floresta marcaron el hito inicial de una historia que ha sido espejo de una nación y sus contradicciones y en la que hoy, un siglo y medio después, no hay mucho para celebrar.
En 1891, la ley 2.863 creó la Dirección de Ferrocarriles y para fines del siglo XIX ya había un tendido de 16.500 kilómetros de vías férreas, por las que se movieron 18 millones de pasajeros y 11,8 millones de toneladas de carga.Claro que el diagrama de la red, trazado como un abanico cuyo centro era el puerto de Buenos Aires, respondía al perfil de un modelo agroexportador y estaba al servicio de los que con él se beneficiaban.
La injerencia de capitales ingleses y, en menor medida, franceses y el verdadero papel a cumplir por el Estado, en una dicotomía en la que chocaban la rentabilidad con la función social e integradora de los trenes, se plasmaron casi desde los orígenes, pero la discusión al respecto no es sólo patrimonio nacional.La tuvieron también, sólo que dieron otra respuesta al dilema, naciones como Francia o Alemania, que junto a Estados Unidos, Rusia, India, Canadá y Australia eran en 1941 los únicos países que superaban al nuestro en cantidad de kilómetros de vías. La Argentina fue líder en Latinoamérica y octava en el mundo en este rubro.
Los precios pagados por el gobierno de Juan Domingo Perón en la compra y nacionalización de los ferrocarriles en 1947 fueron uno de los latiguillos con que sus detractores atacaron a su figura hasta el día de su muerte.Pero menos publicitada que aquella controversia en torno a la eficacia antes y después de la estatización fue la instrumentación del Plan Larkin durante la presidencia de Arturo Frondizi, a comienzos de los años ’60.
Thomas Larkin fue un general estadounidense, experto en temas de transporte, que llegó a la Argentina enviado por el Banco Mundial. Venía con un plan bajo el brazo que Frondizi y su ministro de Economía, el ingeniero Álvaro Alsogaray, recibieron como el mejor de los consejos.Para muchos, éste fue el inicio del desguace de lo que era el Sistema Integrado de Transporte Ferroviario, Industrias y Comunicaciones. Una huelga de 42 días contra el plan en 1961 fue, según el líder ferroviario e historiador Juan Carlos Cena, la más feroz resistencia contra planes de desarticular el sistema en aras de oscuros beneficios.A pesar de las luchas obreras, la puja se saldaría con la eliminación en el tiempo de un tercio de los ramales y el despido de unos 70 mil empleados.Lo cierto es que lo que el paro y las protestas demoraron siguió con nuevos embates durante la última dictadura, con cada vez más trenes que dejaban de recorrer las vías hacia fines de los ’70 y con cada vez menos inversiones para hacer eficiente el servicio.
El estigma sobre el tren y sus “costos” para el erario se agigantó de modo interesado en boca de algunos comunicadores, que a fines de los ’80 reclamaban desde su tribuna televisiva el paso a manos privadas, o lisa y llanamente la eliminación de la “empresa elefantiásica” que causaba un millón de pesos diarios de pérdida.
Con la llegada de Carlos Menem a la Casa Rosada, y el retorno del apellido Alsogaray a los despachos oficiales, la ola neoliberal y privatizadora tuvo en el ferrocarril uno de sus primeros blancos. La huelga de 1991 dio la excusa para la implementación de la más fatídica e irracional de las respuestas: “Ramal que para, ramal que cierra”. Los trenes sólo seguirían funcionando en Buenos Aires, como 150 años atrás.La mujer, de abuelo, padre y esposo ferroviario, es capaz de repetir el rito de hacer sonar la campana cada vez que un visitante de la estación mendocina de San Rafael se acerca a husmear, entre las oficinas de piso de madera, lo que eran las antiguas señales, los uniformes ya sin dueño o los mapas de una red inmensa que fue orgullo nacional y que el desguace del Estado de los años ‘90 aniquiló sin piedad. También es capaz de llorar sin impostación cuando evoca la última vez que vio llegar un tren con pasajeros, por más que desde la Secretaría de Transporte de la Nación hayan prometido para Mendoza, como también lo hicieron para Córdoba, un tren bala que uniría en un puñado de horas el extremo oriental y el oeste del país.
La orquesta de tango despunta los primeros acordes de una milonga y algunas parejas de turistas se animan a seguir el ritmo en el hall de la “estación del fin del mundo”, donde guardas que parecen más propios de un tren inglés acomodan a la gente en el convoy de pequeñas dimensiones que saldrá en dirección a Lapataia.El trencito efectuará un pequeño recorrido entre bosques de lengas y turbales, emulando a las viejas locomotoras que llevaban y traían de sus trabajos forzados a los internos del presidio federal de Ushuaia. Las condiciones y el confort actual nada tienen que ver con las salidas que hacían los reos de la cárcel del fin del mundo un siglo atrás, pero algunas de sus huellas dejadas sobre la carne talada de árboles centenarios llevan al viajero a transportarse en el tiempo e imaginar cómo el paisaje, que en ese instante lo embelesa, debió ser despiadado en inviernos cruentos y sin abrigo tras las rejas. El verdadero tren del fin del mundo nació en 1902, como xilocarril, sobre rieles de madera, y en una trocha de 60 centímetros. El ferrocarril austral fueguino duró 50 años y se lo reflotó en 1994 a la manera como hoy se lo puede abordar.



Otro austral.


El rótulo de tren más austral del mundo se lo adjudica también el carguero que durante años ha llevado el carbón desde Río Turbio a Río Gallegos, la capital de una provincia de Santa Cruz que no escapa a la regla argentina de comportamientos cambiantes en torno al tren, con gobiernos que anunciaban proyectos de obras gigantescas y terminaban en realidades tan desoladas como el paisaje circundante.La bellísima estación de Puerto Deseado, con su estilo británico, es parte ineludible del patrimonio histórico de esa ciudad. Pero las inconclusas obras de un trazado que debía llegar desde allí hasta el lago Nahuel Huapi la convirtieron en un museo más y la privaron del movimiento de turistas que seguramente se aventurarían a surcar la Patagonia de costa a cordillera. Este cruce es factible hoy con el tren que une San Antonio Oeste con Bariloche, el otro brazo del mismo plan del que sólo se cumplió la mitad, aunque el proyecto integrador de Exequiel Ramos Mexía en 1908 quedó trunco no sólo aquí. En 1914, las obras se pararon por la Primera Guerra Mundial.
El tendido de vías sólo llegó hasta Colonia Las Heras e incluyó solemnes actos inaugurales en cada tramo, en especial en Pico Truncado, cuya estación es ahora Casa de la Cultura. Desviarse hoy de la ruta 3 hacia el sudeste para explorar las rías del Deseado, antes o después de ver los bosques petrificados de Jaramillo, supone adentrarse en tierras desérticas en las que sólo emergen cada tanto, a distancias simétricas, las construcciones de piedra a las que el tiempo y los vientos huracanados dejaron sin techo. Son las paradas que albergaban los tanques de agua para abastecer a las locomotoras. Esas paradas, como la vieja estación de Deseado, se levantaron piedra por piedra por manos llegadas a la Argentina desde el centro y este de Europa.


Hasta las nubes.


Manos europeas que escapaban de la guerra y las persecuciones se sumaron a las de obreros locales para uno de los emprendimientos de la red ferroviaria argentina más reconocidos en el mundo entero: el Tren de las Nubes. Algunos aseguran que entre las cuadrillas que comenzaron la obra en mayo de 1921 y concluyeron en noviembre de 1932 había muchos rusos y croatas y que entre estos últimos estaba un tal Josip Broz, el mariscal Tito, que años después aglutinó Yugoslavia en un solo país que hoy, a 27 años de su muerte, ya no existe. Con su sistema sin cremalleras y sus curvas rigurosamente calculadas para trepar hasta los cuatro mil metros de altura el “Ramal C-14” que salía de Salta para acabar en Socompa y de ahí conectar con Antofagasta, fue durante mucho tiempo una de las cartas de presentación del noroeste argentino en el exterior. Pero más allá de recrear ojos y espíritus de turistas extranjeros (su boleto cotizaba en dólares) que descubrían las pinceladas de colores de la Puna, entre amenizaciones for export de música andina y tés de coca servidos en cada vagón, el Tren de las Nubes fue pensado como un emprendimiento estratégico de integración continental. El trazado, diseñado por el ingeniero Richard Fontaine Maury, cuyos restos yacen a la vera de los rieles en Campo Quijano, buscaba un paso hacia el Pacífico y fue canal de comunicación de pueblos y comunidades que, en los últimos años, se resignaron a que su fuente de ingresos fueran las ventas que hacían ante el paso del convoy, en paradas como San Antonio de los Cobres, antes de llegar al emblemático viaducto de La Polvorilla, a 4.220 metros sobre el nivel del mar. Fue a 17 kilómetros de San Antonio, en Mina Concordia, que un día de julio de 2005 una falla en la máquina detuvo al tren y dejó varados a 500 pasajeros, sin respaldo ni plan de contingencia de la empresa concesionaria del servicio. El Tren de las Nubes, jugoso negocio turístico, dejó de circular hace más de dos años, pero se anuncia su regreso, en otras manos también privadas, quizá en octubre, quizá en 2008. La travesía queda hoy limitada a cargueros de minerales que desafían aún la gravedad y el abandono.
Tan emblemático como el Tren de las Nubes en los catálogos turísticos de este país que dejó que sus ferrocarriles fueran presa del saqueo, es el Viejo Expreso Patagónico o “la Trochita”. Con un trazado de 402 kilómetros entre Esquel (Chubut) e Ingeniero Jacobacci (Río Negro), se diseñó para conectarse con el ferrocarril de trocha ancha que atraviesa el país de los Andes al Atlántico. Los más de mil kilómetros de vías de 75 centímetros de ancho del proyecto original, a comienzos de los años ‘20 del siglo pasado, nunca terminaron de concretarse. Pero más allá de lo pintoresco que hoy resulta subirse a los pequeños vagones de madera y tratar de buscar el asiento más próximo a las salamandras que ocupan el centro de ellos, cuando el invierno golpea, la Trochita dejó algunas lecciones en la vía. Mientras se hace el recorrido acotado entre Esquel y la comunidad mapuche de Nahuelpan y el humo de la locomotora se pierde entre los bosques y el verde de la precordillera y la agreste estepa patagónica, o bien antes de llegar a los talleres de El Maitén, uno puede escuchar la historia de cómo las poblaciones chubutenses y rionegrinas se unieron para impedir el cierre de su tren, allá por 1992. Una conciencia que no todos tuvieron para defender un medio de carga y transporte que es vital en un país de vastas extensiones y poca densidad como el nuestro, con rutas estropeadas insuficientes, cifras astronómicas de accidentes carreteros y combustibles racionados y de precios en alza en todo el mundo.
Más allá de las ahora estériles discusiones acerca del sentido real que tenían los diagramas originarios del ferrocarril en función de un modelo agroexportador, de los intereses privados y extranjeros o de la polémica posterior a su nacionalización, el debate más cercano se centra en el vaciamiento del sistema que tuvo su golpe de gracia durante el gobierno de Carlos Menem, con la entrega a manos privadas primero y el cierre después de numerosos ramales y servicios. Basta recorrer la Argentina para ver en las vías una metáfora del país. Los rieles caídos como si hubiera ocurrido un terremoto en el límite de Córdoba con Catamarca, se explican en los robos-hormiga de cientos, miles, de durmientes que quizá adornen hogares acogedores en countries de las capitales. El cementerio de vagones en la Estación Belgrano o los viejos talleres de Alta Córdoba, ahora improvisado hogar de miles de excluidos del sistema, se repiten en Chumbicha, Santo Tomé, Villa Mercedes, Concordia o La Pampa.Los más de 600 pueblos que según distintos estudios se cobró la muerte del ferrocarril se diseminan en toda la geografía argentina, desde Jujuy a Corrientes o Chaco; desde Neuquén a Misiones. Muchos de sus habitantes migraron y pueblan las villas sin esperanza de las grandes urbes.Otros se resignaron a reciclar con fines nobles las viejas estaciones ferroviarias, convertidas en el presente en escuelas, centros culturales o célebres museos como en San Juan, donde la llegada de los trenes con ayuda tras el terremoto de enero de 1944 tuvo tanta incidencia en los años por venir en la Argentina.
De los 35 mil kilómetros de vías férreas que tenía el país hasta 1993 (hubo más de 46.815 en los tiempos de mayor apogeo), varios miles están inutilizados. Los pocos ramales hoy explotados entre distintas provincias no podrían utilizarse, sin adecuaciones urgentes, en el ambicioso Plan Ferroviario Nacional anunciado por el gobierno de Néstor Kirchner.Y mientras se prometen inminentes trenes bala e inversiones o proyectos que parecen por ahora de otro país, o se festejan “recuperaciones” de pequeños tramos de un puñado de kilómetros de vía entre Córdoba y las sierras, la famosa cifra de un millón de dólares diarios de pérdida, en cuyo nombre influyentes periodistas aplaudieron la política del “ramal que para, ramal que cierra”, se sigue gastando pero sólo en beneficio de los concesionarios, sobre todo de los servicios del gran puerto y sus alrededores.
En pequeñas ciudades o pueblos del interior, en tanto, la añoranza de muchos se traduce en simbólicos homenajes plasmados en sus plazas principales, donde viejas locomotoras y placas que aluden a “primera máquina...” parecen reclamar la parte que les corresponde de estos 150 años de historia ambigua.


Fuente:http://www.lavoz.com.ar/nota.asp?nota_id=112767




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A propósito del libro: “La otra África” de Serge Latouche
Las orejas diminutas y la boca enorme de los blancos
Pablo Martín Carvajal
Rebelión



Un mito africano presenta las relaciones entre el blanco y el negro como un diálogo de dos máscaras, la máscara del blanco tiene unas orejas diminutas y una boca enorme, la del negro tiene una boca pequeña y grandes orejas , esta es una de las ideas que quiere transmitir Serge Latouche en este interesantísimo ensayo «La otra África, autogestión y apaño frente al mercado global» en el que aboga por un replanteamiento absoluto entre las relaciones África-Occidente.
No es fácil entender a Latouche , para ello el hombre blanco (probablemente no todos, o sí) debería (deberíamos) realizar una especie de ejercicio espiritual con el objetivo de dejar apartado en algún lugar de nuestro cerebro una serie de conceptos existenciales con los que nos menajamos desde que nacimos: por ejemplo, que puede que la riqueza no signifique acumulación monetaria o material sino calidad en las relaciones sociales . Al menos eso es lo que ocurre en África (en muchas lenguas africanas la palabra pobre quiere decir huérfano) y por eso los occidentales nos sorprendemos tanto cuando vamos allí, qué poco tienen y qué felices son —comentamos siempre asombrados al regreso— , y no acabamos de entender (y ni siquiera se nos ocurre plantearnos) que su felicidad no proviene ni se genera por la tenencia o acumulación de objetos materiales, sino por su pertenencia integral a un grupo y por la calidad de las relaciones sociales con el mismo.
Serge Latouche ataca al África oficial, ataca el hecho de que se haya impuesto la creación del concepto de Estado en unas culturas donde el Estado, según el autor, no funciona : el esfuerzo de crear el Estado en África no ha cuajado, todo el libro es un ataque la occidentalización como proyecto económico, político y social universal: el modelo de desarrollo occidental es reproducible, pero no universal . Y bajo esta idea critica a todo lo que sea oficial: critica a los estados africanos, a sus clases dirigentes, critica a las instituciones occidentales que pretenden imponer su modelo en África, critica a los economistas empeñados en cuantificar todo —cuando en África muchas cosas no son cuantificables en parámetros economicistas—, critica a los africanos formados en occidente y critica incluso a las ONGs, todos personas o instituciones con criterios occidentales que pretenden imponer en un continente donde esos criterios no funcionan (y de ahí las consecuencias dramáticas de la realidad africana en lo que se ha denominado afropesimismo y con el que Latouche empieza el libro).
Y bajo esa expansión de la occidentalización tan errónea para el autor aparece el concepto de los «náufragos del desarrollo», es decir, los excluidos de la occidentalización y que sin embargo salen adelante , que no sólo no desaparecen, sino que se multiplican, condenados a organizarse bajo otra lógica, bajo otro sistema de vida que es la «economía informal», una aeconomía que en África está basada en lo social, en las relaciones con la familia, las amistades, los vecinos, la religión, con la obligación de dar y compartir, recibir y devolver, entre los hombres y los dioses, entre los vivos y los muertos, entre los padres e hijos, entre los jóvenes y los viejos, entre todos ellos las prácticas milenarias de la negociación, el regateo, la donación, el intercambio... Y para mostrarnos cómo funcionan estas economías informales Latouche realiza un interesante trabajo de investigación en donde analiza tres comunidades distintas: un poblado de herreros en la ciudad de Kaedi ( Mauritania ), el influjo de la brujería en Duala ( Camerún ) y la aeconomía del barrio del Grand-Yoff en Dakar ( Senegal ).
Intentaré realizar el complejo ejercicio de resumir el ejemplo de Dakar en tan solo un párrafo. Latouche analiza como exitosa los resultados de esa economía informal que no define como una economía en sí, sino como una sociedad . Cada comerciante tiene a sus agrupados , que pueden ser unos centenares de personas entre hijos, familiares, vecinos, personas a las que se les hace un favor, etc. Los pequeños comerciantes (peluqueros, transportistas, vendedores ambulantes, panaderos, gasolina sin impuestos, ropas importadas clandestinamente, casetes piratas, hurtos reciclados, cargamentos desviados) conocen a sus agrupados y las historias personales de cada uno (siende esto el verdadero capital que entra en el comercio social), así que entre los agrupados se puede vender cobrando cuando se pueda, prestar devolviendo cuando se pueda, en un mercado que es una clientela específica de agrupados y no un mercado sometido a leyes de la oferta y la demanda. En la negociación se tiene en cuenta el peso social, y el precio acordado incluye el valor de la mercancía y los favores devueltos. Además, los niveles de precios son increíblemente bajos, lo que garantiza que gente con recursos bajísimos puedan devolverlos, porque los náufragos del desarrollo del Grand-Yoff en Dakar no se guían por unos cálculos de máximos y mínimos, sino por lo que Latouche denomina «la economía del afecto» en donde los encuentros, las visitas, las recepciones, las charlas toman un tiempo considerable; prestar, deber, dar, recibir, ayudar, pasar un pedido, entregar, ocupan una parte importante del día además de la fiesta, el baile, las bodas, los bautizos, el ramadán... Se trata de una economía (o una aeconomía) no cuantificable desde el punto de vista occidental pero que, según el autor, funciona en los suburbios de Dakar. No es tampoco, aclara Latouche, esta aeconomía, un paso previo a la llegada del desarrollo, es decir, un tipo de comercio que evolucionará cuando la economía formal se instale; normalmente las acciones llevadas a cabo por instituciones y ONGs en aras de profesionalizar el sector buscando una mayor eficiencia y racionalidad económica fracasan, se trata simplemente de la manera de funcionamiento africana, desde luego irracional con el punto de vista occidental.
Termina Latouche preguntándose si se debe ayudar a África , para ello define « ocuparse del otro» como un rasgo típicamente occidental que comporta muchas ambigüedades , para el autor la ayuda actual que recibe África la ahoga y la hace sobrevivir al mismo tiempo, prolonga definitivamente su agonía y corrompe la otra África, la que no es oficial (¿quizás ya demasiado tarde?, las pateras siguen llegando y probablemente muchos pertenecientes a esa aeconomía). Ayudar a la otra África, continua Latouche , pasaría más bien por autolimitar nuestras sociedades del norte, por un cambio profundo en nuestros modelos y un cuestionamiento del desarrollo, que por la injerencia humanitaria . Ayudar a África pasa también por tener algo que pedirles, por ejemplo ayuda para resolver nuestros problemas materiales, sociales y culturales; si consideramos a África pobre es porque nosotros somos ricos, pero en cambio el continente africano todavía es rico en lo que nosotros somos pobres (vease «África en auxilio de occidente», de Anne Cécile Robert, comentado en este mismo blog), por eso ayudar a la otra África , termina el autor, significa (aparte de una cuestión hipercompleja) establecer un diálogo en el que las partes actúen con la boca y las orejas del mismo tamaño .
“La otra África Autogestión y apaño frente al mercado global”
Serge Latouche



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Córdoba
El gran fraude argentino





Para Alejandro Olmos Gaona la deuda externa tiene un efecto inmediato en la vida cotidiana: "Tributamos todos los días para pagar algo que no debemos. Nos están sacando plata del bolsillo para pagar un fraude", dice. Su padre, Alejandro Olmos, impulsó hace 18 años la causa penal que determinó el origen ilícito de la deuda pública de Argentina. Ahora, él sostiene que no pagar no conlleva riesgos y que el presidente Kirchner tiene doble discurso: "Este Gobierno se maneja con los mandatos de la economía convencional impuesta por los organismos financieros internacionales. Y la lógica de la deuda implica pagar aunque no se deba", asegura.

Sosperiodista.

Una vez le pidieron a Alejandro Olmos Gaona que tradujera con un ejemplo la manera en que la deuda externa, declarada fraudulenta, afecta a la vida cotidiana. Su respuesta es reveladora, por lo didáctica: "En la vida cotidiana, el efecto es inmediato: lo que compramos todos los días en la panadería, en el supermercado, en la librería, en cualquier comercio del barrio, tributa un impuesto. Parte importante de ese impuesto va a pagar la deuda externa. Nosotros estamos tributando todos los días para pagar algo que no debemos. Nos están sacando plata del bolsillo para pagar un fraude".





Alejandro Olmos Gaona estuvo ayer en Córdoba participando de unas jornadas sobre la Deuda Externa organizada por la Universidad Católica de Córdoba. Olmos Gaona es hijo de Alejandro Olmos, aquel que impulsó la causa penal que determinó el origen ilícito de la deuda pública de Argentina. Su padre hizo la primera presentación en la justicia el 4 de abril de 1982 y siguió aportando pruebas hasta su muerte, el 24 de abril de 2000. El destino quiso que no pudiera ser testigo del fruto de 18 años de trabajo puesto que dos meses después, el 13 de julio del 2000, el juez Jorge Ballestero emitió un fallo que corrobora la ilicitud de la Deuda Externa contraída por los militares. El fallo también estableció la responsabilidad de los funcionarios de la dictadura que la contrajeron y la corresponsabilidad de los organismos internacionales como el FMI, que aprobaron préstamos ilícitos y fraudulentos.


Este fallo no tiene precedentes en el mundo.Ballestero terminó sobreseyendo a José Alfredo Martínez (ministro de Economía de la dictadura) por prescripción de la acción penal, y remitió el fallo al Congreso de la Nación, que todo lo que le dedicó al tema fueron dos semanas de debate. "En vez de tirarle la pelota al Congreso, el juez debió seguir investigando", dice Olmos Gaona, que se presentó como querellante en la causa donde se investigan todas las refinanciaciones de la deuda originaria hasta el día de hoy. De esta manera, evitó que lo hecho por su padre durante largos y trabajosos años de esfuerzo, estudio e investigación, terminará siendo en vano. Su padre perteneció a esa generación de hombres que nacieron para ser militantes de la verdad y de las causas injustas. A propósito, en un encuentro denominado Tribunal de la Deuda Externa, en Brasil, en el año 1999, Olmos afirmaba: "Frente al hambre, a la desocupación y al saqueo levantamos una consigna: O se está al servicio del pueblo contra la deuda, o se está contra el pueblo al servicio de la deuda".Hoy es su hijo el que ha recogido su legado. Hace dos años, cuando el presidente Néstor Kirchner resolvía pagarle toda la deuda al FMI, junto a Pérez Esquivel y más de 50 representantes de entidades sociales, religiosas, sindicales y de derechos humanos, presentaba un recurso de amparo para suspender el pago de las sumas reclamadas por el organismo hasta que la justicia federal se expida sobre la legitimidad de los reclamos. Además de presentarse como querellante de la causa iniciada por su padre, el año pasado denunció por defraudación al Estado a un grupo de empresas que se beneficiaron de la estatización de la deuda privada llevada adelante por el gobierno de la dictadura con la colaboración de Cavallo y Machinea. Son 80 mil millones de dólares que la justicia catalogo de "fraudulentos".Su lucha contra el pago de una deuda "ilegítima, ilícita y fraudulenta", le valió el llamado del presidente ecuatoriano Rafael Correa, para que lo asistiera en la renegociación de la deuda, en el marco de la Comisión de Auditoría Integral del Crédito Público del Ecuador.Lo que sigue son los conceptos vertidos por Olmos Gaona en su exposición de ayer y en la posterior entrevista mantenida con Sosperiodista. En momentos en que en Córdoba la palabra fraude adquiere ribetes de escándalo y conflicto institucional, hay otro GRAN FRAUDE que viene de lejos (del siglo 19) y que una clase dirigente mediocre e inculta como la Argentina, ha reproducido y perpetuado al extremo del hambre y la miseria. Dictadura. "En la Dictadura la deuda adquirió particularidades demenciales, ya que fue contraída para mantener el nivel de oro y divisas del Banco Central. Pedíamos préstamos a bancos extranjeros a una tasa del 8% anual y por el dinero que quedaba depositado en el banco recibíamos un interés del 5% y había un 3% que no veíamos nunca. Es decir se firmaban las obligaciones que nos endeudaban pero el dinero no se usaba para beneficio de la población sino para sostener la fuga de capitales y el tipo de cambio.





"La deuda externa Argentina no tiene justificación administrativa, económica ni financiera. De 7.000 millones que el país debía cuando asumió la dictadura militar, pasó a deber 45.000 millones en 1983. La justicia detectó 470 operaciones ilegítimas. Contratos de deuda manifiestamente ilegales con cláusulas excepcionales que dicen que si estos contratos fueran nulos, inejecutables por ilícitos, la República Argentina renuncia a denunciarlos o pedir la nulidad del contrato. Alfonsín. "En el gobierno de Alfonsín ocurrió un hecho grave. Mediante la circular 340 de 1984, el ministro de Economía Bernardo Grinspun alcanzó a auditar el 50% y determinó que el 90% de la deuda era fraguada. Sin embargo, al año siguiente José Luis Machinea (a la sazón, gerente de finanzas públicas del Banco Central) firma los pagarés y hace responsable al Estado de la deuda privada frente a los acreedores internacionales. La deuda privada se refinanció permanentemente y hoy representa 80.000 millones, la mitad de la Deuda total. Dieciocho peritos determinaron que la deuda privada de empresas como Acindar, Papel Prensa, Banco Galicia, Bridas, Pérez Compac, Renault Argentina, Grupo Clarín, Macri, Bulgheroni, etc., que en la publicidad aparecen interesadas por el país, fue producto de delitos de acción pública. Esta auditoría le costó el puesto a Grinspun y su remplazo por Juan Vital Sourrille, quien junto a Daniel Marx archivan la auditoría, hasta que Domingo Cavallo ordena su destrucción. Marx sería luego el secretario de finanzas de tres ministros -Machinea, López Murphy, y Cavallo- y el que manejó la deuda externa desde 1986 hasta 2001. Así, los documentos que demostraban que se había defraudado al Estado como producto de un "fraude escandaloso", desaparecieron de los archivos del Central.Menem y Cavallo. "Asume entonces Cavallo en Economía. Muchos piensan que él diseñó el plan económico del menemismo. Es un error: contrató al City Bank y a J.P. Morgan para que lo diseñaran. Así lo declaró en la causa penal iniciada por mi padre, José Luis Rodríguez ex gerente de Deuda Externa del Banco Central. También hallé esto revisando los archivos del ministerio. También encontré documentos que prueban el grado de complicidad del FMI. Entre ellos, una carta del director del FMI, Michel Camdessus, fechada el 16 de junio de 1993 y dirigida a la comunidad financiera internacional, en la que sugiere aprobar toda la política económica del gobierno porque Argentina se había comprometido a transformar el país a través de las privatizaciones de las empresas públicas. Existen dos cartas del Banco Mundial y del BID en igual sentido. Es decir, que todo lo que ocurrió de 1992 en adelante, se programó en Estados Unidos con la colaboración del FMI; del BID y del Banco Mundial.El Plan Brady. "El canje de deuda del Plan Brady incrementó la deuda de 63 mil millones a 150 mil millones. Marx, Cavallo y Walter Klein, fueron los que intervinieron en estas negociaciones. Con el Plan Brady el tesoro norteamericano garantizaba los bonos de la deuda Argentina, que pasaron a valer de 0,18 centavos a 1 dólar cada uno. Así se quintuplicó el precio de cada bono y la deuda total. Luego, Cavallo contrató a los bancos tenedores de bonos para que determinaran cuánto le debíamos y los intereses, y los dictámenes jurídicos que sobre la deuda debían emitir los abogados argentinos, lo hicieron los propias instituciones financieras. Nunca en la historia se vio algo semejante. De esta manera los bonos fueron vendidos por los bancos tenedores a sus clientes, los bancos cobraron y los clientes pasaron a ser los nuevos acreedores de la Argentina. Más tarde, con esos mismos bonos se compraron las empresas públicas privatizadas. Uno de los representantes de la banca tenedora era Walter Klein, artífice junto a Martínez de Hoz y Cavallo de la deuda de la dictadura.De la Rúa. "Con el blindaje financiero de Machinea la deuda se incrementó 40 mil millones de dólares. Después tuvimos el megacanje de Cavallo con el que nos endeudamos otros 53 mil millones. Por el megacanje terminaron procesados De la Rúa, Cavallo y Marx, luego de que una pericia revelara un procedimiento defraudatorio contra el Estado argentino.Kirchner. "Kirchner tiene un doble discurso permanente. Lo que pasa es que la gente no conoce los documentos reservados que se firman. Cuando uno ve eso se da cuenta que nada tiene que ver lo que dice con lo que hace. Vocifera contra el FMI, pero le ha pagado 13.000 millones de pesos en dos años. Este Gobierno se maneja con los mandatos de la economía convencional impuesta por los organismos financieros internacionales. Y la lógica de la deuda implica pagar aunque no se deba. Hay una dinámica del poder que establece no discutir este tipo de operaciones. En el decreto 319 sobre el canje de la deuda, Kirchner renunció a la inmunidad soberana del Estado, porque es la práctica común en los mercados extranjeros. Es un decreto similar a los firmados durante el menemismo. Les diría más: mediante este mismo decreto Kirchner contrató al estudio Cleary, Gottlieb, Steen & Hamilton (¡El mismo que contrató Menem en 1989!) para intervenir en todas las cuestiones derivadas de la deuda con el exterior. Este es el doble discurso: critica la década menemista, pero contrata al mismo estudio que contrataba Menem. Muchos creen que con Kirchner se acabó la Deuda Externa. Pero lo que se pagó es sólo el 9% de una deuda global de 140.000 millones de dólares.Como el avestruz. "Hay 139.000 millones de dólares en títulos de la deuda en manos del Club de París, de otros grupos financieros internacionales, y de bonistas particulares. Para pagarlos se nos exigirá un superávit fiscal permanente, algo imposible de sostener. Lo absurdo de todo esto es que el Poder Ejecutivo, teniendo elementos concretos para impugnar la deuda -denuncia y sentencia en la justicia penal-, no dice nada y paga.Riesgos ¿qué riesgos? "No hay riesgos, si no pagamos. Lo que tendríamos que preguntarnos es qué nos va a pasar si seguimos pagando. No existe un solo caso de un país que haya corrido riesgos por no pagar. Un ejemplo es la Unión Soviética, cuyo primer acto jurídico fue repudiar la deuda externa de los zares. Los dos principales acreedores eran Estados Unidos e Inglaterra. Estados Unidos no sólo que no se enojó sino que siguió renegociando con la Unión Soviética y en la década del veinte al treinta, era el segundo proveedor de bienes de capital a Rusia. Finalmente terminó condonándole la deuda y Rusia le terminó pagando a Inglaterra en 1986. Y más allá de los fuegos de artificio, en cuestiones económicas siguieron operando juntos. En bloque. "Si este fuera un planteo de Brasil, Argentina y Ecuador, sería un planteo con fuerza. Lo que sucede es que Lula negoció todo lo que tenía que negociar, kirchner también, y el único es el doctor Rafael Correa (presidente de Ecuador), que no sólo le dio 48 horas al funcionario del Banco Mundial para que se las tomara del Banco Central de Quito, sino que agarró y dijo que Ecuador va a pagar cada crédito previa auditoría. No pagamos un centavo más sin establecer si el crédito es legítimo, dijo.Colonización mental. "Yo le entregué a funcionarios de Kirchner, en persona, un informe de 180 página, y siguieron con lo mismo. El tema es que acá hay una estructura o colonización mental, que no permite cambiar el sistema. Entonces siempre aparecen los sustos: "no porque si no pagamos, los acreedores..." Acá se paga por una razón de economía convencional. Si hasta los economistas del grupo Fénix, que tienen una perspectiva distinta de la economía, dicen que hay que hacer quitas, pero que hay que pagar. Deuda odiosa. "La nuestra es una deuda odiosa porque siendo contraída por el Estado, no es una deuda que haya sido utilizada en beneficio del pueblo de ese Estado. El Banco Mundial certificó que la deuda contraída durante la dictadura argentina fue utilizada en: un 40% para fuga de capitales, un 30% en pago de intereses de la deuda y un 30% en compra de armamentos. El pueblo no vio un centavo. Algunas creen que es odiosa porque sólo fue contraída por una dictadura. Hace un año y medio, Condoleezza Rice (consejera de seguridad nacional del gobierno norteamericano) declaró que la deuda de Irak era una deuda odiosa porque fue contraída por un gobierno ilegítimo y no utilizada por el pueblo de ese país. Es decir, la deuda odiosa es una doctrina estadounidense. Lo mismo dijo EE.UU con la deuda reclamada a Cuba por España, cuando la isla era colonia española. O sea que Estados Unidos no puede repudiar un planteo de odiosidad de la deuda de Argentina. Pero quién lo va a plantear ¿Kirchner? ¿Menem? Hay que tener decisión política y atributos masculinos para enfrentar a este tipo de gente. Congreso. El Congreso no se ocupó del fallo de la justicia porque legitimó todo lo que vino después y ya había legitimado lo que se hizo antes. Pese a que la Constitución Nacional le confiere en el manejo de la Deuda Externa (art. 75), la mayoría parlamentaria nunca se ocupó seriamente del tema. Fraude privado. "Yo el año pasado me doy cuenta que los únicos que no estaban imputados en la causa eran las grandes empresas beneficiadas. Estaban los fraudes demostrados pero no eran materia de imputación.



Entonces inicié una demanda exclusiva en el juzgado federal de Guillermo Montenegro, imputándolos de defraudación al Estado. Es que a veces se argumenta de que la estatización de la deuda privada fue un acto de política, pero no es así, porque los auditores determinaron el fraude. Por ejemplo, en el caso de Renault Argentina, los auditores señalan en su iforme que la deuda de esta firma es notoriamente fraudulenta. ¿Por qué? Porque Renault le pidió al Barclain Bank de Bruselas siete millones de dólares, y no es posible que le haya pedido esa suma cuando tenía depositado en ese banco 85 millones de dólares a plazo fijo. Entonces los auditores concluyeron que es elemental que si uno tiene depositado diez mil pesos no va a pedir un peso de crédito. Optimista. "Todos los funcionarios públicos encargados de renegociar la deuda, desde Martínez de Hoz a Lavagna, son responsables. Ballestero sobreseyó a Martínez de Hoz por prescripción de la acción penal tras 18 años de investigación. La causa terminó en nada. Pero yo soy optimista, creo en la justicia. En derecho penal existe la teoría de los Delitos de Ejecución Continuada, que son los que se producen mediante acciones discontinuas y que se perfeccionan en el tiempo. Esto pasó entre 1976 y 1989, pero también de 1989 hasta la actualidad. En todo este tiempo los ilícitos no sólo que prosiguieron sino que se perfeccionaron a través de actos idénticos".



(Fotos de Olmos de Sosperiodista)
Relacionada: Alejandro Olmos, ese desconocido14/09/07
Imagen Alfonsín y Duhalde : Archivo Macedonio






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Córdoba

OPINION/Sadismo mediterráneo

El abuso político de los chicos

Tomás Abraham.


Una persona de mi mayor confianza me contaba que el otro día en un canal de televisión vio lo que sucedía en Córdoba luego de las elecciones. Era en TN. No tiene información sobre los políticos que batallaban por el resultado del escrutinio y no está al tanto de la disputa electoral. Es psicoanalista, ya veterano, brasileño, y mira estas cosas con cierta distancia aunque con interés. Me dijo que quedó estupefacto ante la imagen del candidato Juez con su hija sobre los hombros que estaba en evidente estado de shock. Se ve, me dice, al intendente, que se aleja a un costado de la manifestación quizás para calmarla, y luego reaparece con la niña semidormida, como si estuviera entregada a su destino de carga en nombre de una palabra sin duda terminante y terminal: democracia.Le dije para su información que Juez había llamado justamente a que los partidarios salieran con los hijos a la calle como demostración de pacifismo, honorabilidad, y supongo, aunque no se diga, de vulnerabilidad. Toda la familia unida para defender la verdad del voto popular y la honradez del acto cívico.Me dijo que no sabía a quién llamar para denunciar el hecho, o escribir un carta de lectores pero no sabía bien cómo y adónde hacerlo. “Ese hombre no tiene ningún escrúpulo para conseguir lo que quiere”, dijo.La verdad es que esa imagen que no vi podría haberme despertado a mí también de ese circo cordobés, en el que un charlatán de feria que no sabe terminar una interminable frase sin hacer un chiste malo, frente a un delegado de un infractor repetitivo como lo es De la Sota, concitan la atención sin ver que los chicos que son ajenos a esta puja, son educados políticamente a las rastras y a expensas de lo que sientan y puedan.En la política municipal de Juez o la de su contrincante, que lo decidan sus votantes, puede haber aspectos buenos y malos, pero la mirada de este señor freudiano me hizo ver lo que no vi. El uso de lo que sea, el hacer de lo propio -se supone que un hijo es algo propio aunque no parte de una hacienda- un muñeco de ambiciones personales, importarles poco que un chico de tres, cuatro, o cuantos tenga, no decide ni entiende a esa edad lo que pasa, salvo que lo meten en una aglomeración de miles de personas en la calle gritando sin tener noción del barullo al que lo han llevado.No es que los chicos sean tontos, sino que los grandes son sádicos, y todo en nombre de la justicia, del pueblo, del candor y de la humildad del pequeño hombre con el niño de escudo.2La nota terminaba en el punto final anterior. Se la envié a Flavia a las nueve de la mañana de hoy domingo. Fui a la panadería y en el kiosco adyacente veo una tapa del semanario Perfil con la foto de Juez y su hija discapacitada en brazos. No lo sabía. Ignoraba la enfermedad de su hija. El copete dice: “Grave acusación de Juez a De la Sota, por su hija discapacitada”.Vuelvo rápido a casa y pido a Flavia que no edite la nota. Quiero leer el reportaje de Fontevecchia por miedo a cometer alguna indiscreción o falta de delicadeza. La entrevista tiene seis páginas en las que el director periodístico quiere sacar el mayor rédito posible contra Kirchner. Juez se deja llevar con ambivalencias. Hasta ayer votaba por Cristina, tenía una muy buena relación con Alberto Fernández, hoy insiste en que a pesar de ser un buen presidente, Kirchner está mal acompañado, que no por eso está con la oposición. Repite que es un buen tipo, simpático, que no roba. Y relata lo de su hija prematura con parálisis cerebral internada apenas nacida cuando su vida estaba en peligro. Sin ningún tipo de pudor cuenta el modo en que su amigo de hace veinte años, De la Sota, para que no pierda la obra social ya que le había pedido la renuncia, y para que pueda pagar los gastos de internación, le exigió hace años que desistiera de proseguir una causa por denuncia de enriquecimiento ilícito contra un diputado afín al gobernador, y confiesa que con los “ojos hinchados” se dejó corromper, por Dios, la Virgen y la vida de su hija. Se dio cuenta de que tenía un precio, pero que si su hija se salvaba, a su viejo amigo, algún día se lo llevaría “puesto”.No abundo en detalles de la entrevista porque es obscena y pueden leerla en el diario. Juez es un farsante, lo que no quiere decir corrupto, no todas las categorías humanas aplicadas a la vida política se reducen a unas pocas atribuciones. Su falta de pudor y de escrúpulos son mayores que los estimados por mi contertulio de café. Este no es un problema que concierne al respeto por los chicos, sino a la falta de respeto por la verdad, usada y abusada cuando mejor le conviene a un señor cuya codicia se enmascara con el dolor, las vírgenes, los dioses y su publicitada honestidad.

Tomás Abraham: Filósofo y sociólogo argentino egresado de La Sorbona, profesor y autor de numerosos libros (19 libros) e introductor del pensamiento de Michel Foucault en la Argentina. Columnista de los diarios Clarín, La Nación, Página 12, La Voz del Interior (Córdoba) y La Capital (Rosario), entre otros. Premio Konex 2004 al Ensayo Filosófico por obra realizada en el período 1993-2003.






http://lalectoraprovisoria.wordpress.com/2007/09/09/sadismo-mediterraneo/




Sigue la polémica provocada por Luis Juez al llevar a su hija menor a una marcha.













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Sobre teros y chimangos
por Jorge Torres Roggero

Tras agradecer a Adolfo Sequeira su viaje al corazón de los nidos de serpiente y su milenario simbolismo, me animo a compartir algunas flexiones sobre el conflicto electoral cordobés y sus protagonistas.
Parto de una reciente nota de Tomás Abraham en un matutino local ( 15/09/07). El filósofo traza allí con incisiva pertinencia, los rasgos patólogicos de la personalidad de Luis Juez: “charlatán de feria” , “farsante”, “ambivalente”, “señor freudiano”, “sin ningún tipo de pudor” ni de “escrúpulo”, protagonista de “una entrevista obscena”, y sobrevuela la imagen de un “abusador político de los chicos”. Una de sus conclusiones, ya referidas al plano institucional, asevera: “Este no es un problema que concierne al respeto por los chicos, sino a la falta de respeto por la verdad, usada y abusada cuando mejor le conviene a un señor cuya codicia se enmascara con el dolor, las vírgenes, los dioses y su plublicitada honestidad”.
Por su supuesto que esta acumulación de rasgos negativos no constituye el meollo de la nota, es necesario añadir las acostumbradas y siempre profundas reflexiones de Tomás Abraham, la delicadeza con que trata el tema, la ecuanimidad crítica de su juicio sobre los adversarios políticos centrales (Juez/ De la Sota) y , a pesar de su dureza, el respeto con que trata al Intendente y su autoproclamada honestidad.
Encuentro, sin embargo, un aspecto discutible en las reflexiones de Abraham y consiste en atribuir la genealogía de las patologías de Juez a su carácter populista. Si bien es una tradición intelectual arraigada en las universidades europeas y norteamericanas la atribución de la categoría populista, como una carga negativa, a los grandes movimientos populares de América Latina, no deja ser insólito este lugar común en un discípulo de Foucault.
Este maestro, a pesar de sus prevenciones académicas, presenta a “los movimientos populares” no sólo como productos de la demanda , sino como episodios de la historia de las luchas por el poder y de las condiciones reales de su ejercicio. Reconoce, sin embargo, que este aspecto sigue estando casi totalmente oculto: “ El saber no entra en ello: eso no debe saberse”. Por eso, si bien le niega “realidad sociológica” a la plebe, considera que es “un movimiento centrífugo de la energía inversa, lo no apresable”. De donde deduzco que, si Foucault hubiera sido argentino, habría compartido las luchas por el conocimiento de la realidad con Jauretche, Scalabrini Ortíz, Kusch y Ortiz Pereyra, entre otros.
Esta objeción a las observaciones de Abraham no debe tomarse como una falta de reconocimiento hacia una obra filosófica de singular excelencia. Es que para nosotros (aquí paso del yo al nosotros ) el llamado populismo es una expresión legítima del pueblo como sujeto histórico y de su irrenunciable facultad de pensar. Es, sin duda, pensamiento y pensamiento profundo ( en nuestras obras solemos llamarlo pensamiento plebeyo) y , por lo tanto, capaz de recibir conocimiento, crear conocimiento y transmitir conocimiento.
Hubo dos grandes viejos en la Argentina política que supieron integrar a su cultura canónica, las voces “ocultas” del pensamiento popular. Me refiero a Yrigoyen y Perón. Yrigoyen, heredero del martilogio de la “democracia federal” cuya serie histórica trazó Ricardo Rojas y, al mismo tiempo, fuertemente impregnado por un krausismo injertado a nuestra realidad, pudo desentrañar una visión esjatólogica de la patria y el mundo.
Perón, por su parte, de profunda tradición criolla y aborigen (autor de un diccionario de topónimos araucanos) estaba, al mismo tiempo, imbuido de la tradición de occidente tanto en su vertiente grecorromana como judeocristiana. Profundo conocedor de las ideologías emergentes, de la historia argentina, discípulo de Ricardo Levene, predice en 1952 el modo de resolución de la guerra fría y anticipa cómo el ganador sólo heredará el hambre y el deterioro ecológico. Este útimo aspecto será profundizado en su “Mensaje a los pueblos y gobiernos del mundo” (comienzos de los 70) en que advierte sobre las tácticas del capitalismo globalizador para apoderarse de nuestros recursos y trasladarnos la contaminación y la muerte. Como Yrigoyen, buceador de la Argentina de los fines, predice el advenimiento del universalismo y sus peligros consecuentes.
Desde ese campo de vivencias y conocimiento dialogaba con las masas. Jamás se le escuchó una grosería juecista, tampoco agitó insultos coprológicos, aunque solía mechar, recurso retórico y vieja sabiduría, los dichos y proverbios del pueblo criollo. Por eso fue amado por los humildes y odiado por los poderosos. Su mensaje era de paz, de amor, de construcción o reconstrucción ( del hombre y de la patria) e iba dirigido a todos los argentinos sin distinción.
En la misma edición del matutino se publica una interesante entrevista a Sofanor Novillo Corvalán en que señala la amenaza del discurso juecista a las instituciones de la provincia y señala, esto quiero destacar, la tradición democrática de Córdoba. Aún en la década infame (él la valora positivamente) se respetaron las leyes del juego democrático y los radicales ganaron su elección en épica contienda electoral. Esto me retrotrae a la objección ya formulada a Abraham: Novillo Corvalán atribuye estos vicios al populismo. De nuevo se confunden clientelismo de furca, experto en prácticas mafiosas y patoteras, con populismo. Aceptamos el aserto sobre la tradición democrática de Córdoba. Pero sostenemos (demostrarlo nos resulturía excesivo abuso de la generosidad de posibles lectores) que tanto Ramón J. Cárcano (léase su autobiografía y las cartas del Cura Bochero), como Aguirre Cámara, Amadeo Sabattini y Santiago del Castillo, auténticos gestores de movimientos populares, vendrían a resultar líderes de un populismo aciago según la versión académica.
Y ahora viene un final en que hacen su aparición el tero y el chimango. Sea esto un homenaje el pensamiento popular. Me refiero a dos tipos de políticos, con sus respectivos discursos de poder, cuyos rasgos se trazan en el Martín Fierro de Hernández.
Por un lado están los teros. Según Hernández, la técnica para esconder sus “niditos”, es decir, sus verdaderos intereses, consiste en lo siguiente: “En un lao pegan los gritos/ y en otro tienen los huevos”. Esto advierte sobre los reales apoyos a Juez por sectores acaparadores (abastecedores diversos que, como dice Brochero, mientras nos peleamos por las achuras, se “llevan la vaca y nos dejan las tripas con todo lo que tienen adentro”) y empresarios noctámbulos. Dan que pensar ciertas relaciones entre algunas cámaras industriales y de servicio, determinados dirigentes gremiales y las prebendas municipales. Los caracteriza cierto sesgo patoteril, la prepotencia y un hábil uso de la mentira.
Añádase a esto el resentimiento de sectores radicales y justicialistas excluidos por prácticas desleales, los oportunistas de todo pelaje y, sobre todo, una comandita de abogados penalistas de cuarto nivel, acostumbrados a utilizar delincuentes para realizar sus aprietes, que recurren a los recursos más bajos de la retórica judicial: falacia, descalificación del oponente, diatriba, amenazas y chicanas de baja estofa. Lejos por supuesto de la tradición de los grandes penalistas de Córdoba y de la tradición jurídica de nuestra Universidad. Toda esa camándula a la que nada importa la decencia proclamada ni los habitantes de la ciudad, pega el grito en los medios, embarra la cancha y no se anima a dialogar con las masas que ellos mismos convocan porque, como el tero, están ocultando dónde tienen “los huevos”. Aunque parezca mentira, habría que completar la lista con ciertos sectores eclesiásticos y confesionales.
Pero están también los chimangos que, por ser depredadores, pueden resultar más peligrosos. En otro matutino de nuestra ciudad aparecen declaraciones de Felipe Pigna, eficaz cambalachero de la historiografía oficial, en que se pregunta por qué no contar voto a voto y siembra desconfianza sobre lo actuado por la ley y la justicia. Es el paradigma del intelectual mediático cuya fama, riqueza y poder dependen de la ostentación de una toma de posición progre. Por supuesto, siempre en etapas democráticas cuando no se corre peligro alguno de represión. Es decir, se aprovechan de la situación: ganan plata, premios Konex y coinciden en esto con “gallinas ponedoras” tipo Mirta Legrand. A ellos, depredadores de la conciencia del pueblo, José Hernández les dedica esta coplita: “Porque aumentan el fandango/ los que están como el chimango/ sobre el cuero y dando gritos”.
Desgraciadamente los chimangos son una plaga en la universidad, los medios de comunicación y en todo lo canónico y políticamente correcto. Son los que levantan el puño izquierdo crispado y con la mano derecha reciben las jugosas propinas del sistema. Por suerte, en el mismo número en que Pigna profesa sus lecciones de gorilismo, Osvaldo Bayer prodiga sabias reflexiones para la discusión política. Porque, después de todo, las contradicciones son la trama secreta de las luchas por la libertad y la justicia.

Jorge Torres Roggero, Dr. en Letras Modernas FFy H., de la UNC, Septiembre 2007







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RENÉ GUÉNON (ABD AL-WAHID YAHIA): "EL OJO QUE LO VE TODO" (1)

Uno de los símbolos comunes al Cristianismo y a la Masonería es el triángulo en el cual está inscrito el Tetragrama hebreo (2), o a veces solamente un yod, primera letra del Tetragrama, que puede considerarse en este caso como una abreviatura de él (3), y que por lo demás, en virtud de su significación principial (4), constituye de por sí un nombre divino, e incluso el primero de todos según ciertas tradiciones (5). A veces, también el yod mismo está reemplazado por un ojo, generalmente designado como "el Ojo que lo ve todo" (The All-Seeing Eye); la semejanza de forma entre el yod y el ojo puede, en efecto, prestarse a una asimilación, que por otra parte tiene numerosos significados, sobre los cuales, sin pretender desarrollarlos enteramente aquí, puede resultar interesante dar por lo menos algunas indicaciones.
En primer lugar, cabe advertir que el triángulo de que se trata ocupa siempre una posición central (6) y que, además, en la Masonería, está situado expresamente entre el sol y la luna. Resulta de aquí que el ojo contenido en el triángulo no debería estar representado en forma de un ojo ordinario, derecho o izquierdo, puesto que en realidad el sol y la luna corresponden respectivamente al ojo derecho e izquierdo del "Hombre Universal" en cuanto éste es idéntico al "macrocosmo" (7). Para que el simbolismo sea enteramente correcto, ese ojo debe ser un ojo "frontal" o "central", es decir, un "tercer ojo", cuya semejanza con el yod es más notable todavía; y, en efecto, ese "tercer ojo" es el que "lo ve todo" en la perfecta simultaneidad del eterno presente (8). A este respecto, hay, pues, en las figuraciones ordinarias una inexactitud, que introduce una asimetría injustificable, debida sin duda a que la representación del "tercer ojo" parece más bien inusitada en la iconografía occidental; pero quienquiera comprende bien ese simbolismo, puede fácilmente rectIficarla.
El triángulo recto (o sea, con un vértice superior), se refiere propiamente al Principio; pero, cuando está invertido por reflejo en la manifestación, la mirada del ojo contenido en él aparece en cierto modo como dirigida "hacia abajo" (9), es decir, desde el Principio hasta la manifestación misma, y, además de su sentido general de "omnipresencia", toma entonces más claramente el significado especial de "Providencia". Por otra parte, si se considera ese reflejo, más particularmente, en el ser humano, debe notarse que la forma del triángulo invertido no es sino el esquema geométrico del corazón (10); el ojo que está en su centro es entonces, propiamente, el "ojo del corazón" ('aynu-l-qalb en el esoterismo islámico), con todas las significaciones que implica. Además, conviene agregar que por eso, según otra conocida expresión, se trata del corazón "abierto" (el-qalbu-l-maftùh); esta abertura, ojo o yod, puede ser figurada simbólicamente como una "herida", y recordaremos a este respecto el corazón irradiante de Saint-Denis d'Orques, sobre el cual ya hemos hablado anteriormente (11), y una de cuyas particularidades más notables es precisamente que la herida, o lo que exteriormente presenta esa apariencia, tiene visiblemente la forma de un yod.
Más aún: a la vez que figura el "ojo del corazón", como acabamos de decir, el yod, según otra de sus significaciones jeroglíficas, representa también un "germen" contenido en el corazón asimilado simbólicamente a un fruto; y esto, por lo demás, puede entenderse tanto en sentido "macrocósmico" como "microcósmico" (12). En su aplicación al ser humano, esta última observación debe ser vinculada con las relaciones entre el "tercer ojo" y el lûz, (13) del cual el "ojo frontal" y el "ojo del corazón" representan, en suma, dos localizaciones diversas, y que es además el "núcleo" o "germen de inmortalidad" (14). Es también muy significativo a este respecto que la expresión árabe 'aynu-l-juld presente el doble sentido de 'ojo de inmortalidad' y 'fuente de inmortalidad'; y esto nos reconduce a la idea de "herida", que señalábamos antes, pues, en el simbolismo cristiano, está también referido a la "fuente de inmortalidad" el doble chorro de sangre y agua que mana de la abertura del corazón de Cristo (15). Es éste el "licor de inmortalidad" que, según la leyenda, fue recogido en el Graal por José de Arimatea; y recordaremos a este respecto, por último, que la copa misma es un equivalente simbólico del corazón (16), y que, como éste, constituye también uno de los símbolos tradicionalmente esquematizados con la forma de un triángulo invertido.

NOTAS:
(1). Publicado en "Etudes Traditionnelles", abril-mayo de 1948. Recopilado en Symboles fondamentaux de la Science Sacrée.
(2). En la Masonería, este triángulo se designa a menudo con el nombre de delta, porque la letra griega así llamada tiene, efectivamente, forma triangular; pero no creemos que haya de verse en ello una indicación acerca de los orígenes del símbolo de que se trata; por otra parte, es evidente que la significación de éste es esencialmente ternaria, mientras que el delta griego, no obstante su forma, corresponde a 4 por su lugar alfabético y su valor aritmético.
(3). En hebreo, a veces el tetragrama se representa también abreviadamente por tres yod, que tienen manifiesta relación con el triángulo mismo; cuando se los dispone triangularmente, corresponden claramente a los tres puntos del Compagnonnage y de la Masonería.
(4). El yod es considerado como el elemento primero a partir del cual se forman todas las letras del alfabeto hebreo.
(5). Ver a este respecto La Grande Triade, cap. XXV.
(6). En las iglesias cristianas donde figura, este triángulo está situado normalmente encima del altar; como éste se encuentra además presidido por la cruz, el conjunto de la cruz y del triángulo reproduce, de modo harto curioso, el símbolo alquímico del azufre.
(7). Ver L'Homrne et son devenir selon le Vêdânta, cap. XII. A este respecto, Y más especialmente en conexión con el simbolismo masónico, conviene destacar que los ojos son propiamente las "luces" que iluminan el microcosmos.
(8). Desde el punto de vista del "triple tiempo", la luna y el ojo izquierdo corresponden al pasado; el sol y el ojo derecho, al porvenir; y el "tercer ojo", al presente, es decir, al "instante" indivisible que, entre el pasado y el porvenir, es como un reflejo de la eternidad en el tiempo.
(9). Se puede establecer una vinculación entre esto y el significado del nombre de Avalokitèshvara [el Bodhisattva mahayánico a veces llamado "Señor de Compasión"], que se interpreta habitualmente como 'el Señor que mira hacia abajo'.
(10). En árabe, "corazón" se dice qalb, e "invertido" se dice maqlûb, palabra derivada de la misma raíz.
(11). Ver "Le Coeur rayonnant et le Coeur enflammé" [cap. LXIX de Symboles de la Science Sacrée].
(12). Ver Aperçus sur l'Initiation, cap. XLVIII. Desde el punto de vista macrocósmico, la asimilación de que se trata es equivalente a la del corazón y el "Huevo del Mundo"; en la tradición hindú, el "germen" contenido en éste es el Hiranyagarbha.
(13). Le Roi du Monde, cap. VII.
(14). Acerca de los símbolos relacionados con el Lûz, haremos notar que la forma de la mandorla ('almendra', 'pepita, que es también el significado de la palabra lûz) o vesica piscis ['vejiga del pez') de la Edad Media (cf. La Grande Triade, cap. II) evoca también la forma del "tercer ojo"; la figura de Cristo glorioso, en su interior, aparece así como identificable al "Purusha en el ojo" de la tradición hindú; la expresión insânu-l-'ayn ['el hombre del ojo'], con que en árabe se designa la "niña de los ojos", se refiere igualmente a ese simbolismo.
(15). La sangre y el agua son aquí dos complementarios; podría decirse, empleando el lenguaje de la tradición extremo-oriental, que la sangre es yang y el agua yin, en su mutua relación (sobre la naturaleza ígnea de la sangre, cf. L'Homme et son devenir selon le Vêdânta, cap. XIII).
(16) Además, la leyenda de la esmeralda caída de la frente de Lucifer pone también al Graal en relación directa con el "tercer ojo" (cf. Le Roi du Monde, cap. V). Sobre la "piedra caída de los cielos"', ver también "Lapsit exillis" [cap. XLIV de Symboles Science Sacrée].




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PAPELES PARA EL PROGRESO DIRECTOR: JORGE BOTELLA NÚMERO 24 ENERO - FEBRERO 2006 página 9



DESIDEOLOGIZAR



El universo de las ideas ilumina la ciencia, el pensamiento, la filosofía... cualquier saber es una compilación de ideas adecuadamente ordenadas de la que se extraen conclusiones prácticas para la vida; ansia de saber que responde a la búsqueda de una respuesta, a un ¿por qué? En el mundo del pensamiento social, a ese conjunto de ideas que definen y justifican un cuerpo doctrinal acerca del comportamiento humano en sociedad hemos dado en llamarlo ideología.
Los ideólogos siguen más o menos de cerca alguna fuente filosófica, pero en su interpretación asumen un recurso esencial: la necesidad de que la argumentación encuentre una justificación en sí misma, para que pueda ser presentada a la sociedad. Las ideologías se construyen sobre principios filosóficos pero, las más de la veces, se cierran en función de la pragmática social, por dos razones:
1ª Porque la profundización filosófica siempre es una línea de investigación abierta, en cambio la ideología, por su finalidad persuasora, ha de ser conclusiva, aunque para ello haya de recurrir a argumentaciones poco contrastadas.
2ª Porque ha de asumir expectativas sociales que no siempre siguen criterios de racionalidad, ya que las aspiraciones de la humanidad en muchas ocasiones no se ajustan a lo que por naturaleza debieran. Las ideologías deben decidir entre la racionalidad filosófica o la pragmática social, y con mucha frecuencia en sus exposiciones se ajustan a esta última porque su discurso precisa una línea que conecte con los sentimientos populares para que la ideología encuentre arraigo en la masa.
Esa veleidad de las ideologías que se concreta en la orientación de las tendencias políticas que la reinterpretan advierte a los pensadores la necesidad de estar vigilantes para de continuo contrastar las condiciones de verdad de los contenidos que se difunden. La crítica de los cuerpos doctrinales de las ideologías debe realizarse según los métodos de la filosofía social, porque la importancia de su trascendencia no debe dejar que se cuelen y ratifiquen proposiciones con contenidos de verdad nulos o dudosos que, consignados desde el conjunto del pensamiento ideológico, dejaran enmascarada la justificación metafísica de los mismos.
Desideologizar -como actitud de tomar distancia sobre los enunciados doctrinales- para juzgar racionalmente sobre las demostraciones de sus contenidos de verdad no debe quedar para el ámbito de los filósofos, sino que debería constituirse como ejercicio práctico de todo pensador social. No hay que olvidar que una gran parte de la humanidad se muestra escéptica respecto a las ideologías que gobiernan sus vidas como a las contrarias al uso en el país. El problema fundamental de la sociedad lo encontramos en la falta de crítica que puede suponer enfrentarse a las ideologías desde la perspectiva de que los demás cuerpos ideológicos son más inciertos, y desde esa posición amparar las tesis más próximas sin mayor rigor crítico al considerar que ello debilitaría esas posiciones frente a las contrarias. La filosofía sólo admite como progreso el hábito de contraste de las condiciones y contenidos de verdad asumidos para cada proposición particular. La metafísica social, por versar sobre las esencias de las relaciones sociales, debe reducir a sus principios los valores ideológicas que se ofrecen a la sociedad, porque cada valor trascendentalmente sólo lo es si vale en servicio al ciudadano porque no transgreda en verdad la justicia que se debe a las partes de cada relación.
Desideologizar no consiste en condenar las ideologías, como muchas ciudadanos lo hacen simplificando su responsabilidad, sino en conservar la libertad de juicio para realizar una crítica de los postulados hacia una mayor evidencia de los contenidos de verdad. Cegarse en el adoctrinamiento, por muy coherente que pueda parecer, es comenzar a deslizarse hacia la habitación de una cárcel intelectual.
La transposición de la coherencia lógica a las relaciones sociales no puede realizarse sin el refrendo de la metafísica social, porque la lógica que estudia condiciones de hechos de verdad en el mundo material no asume las derivadas de la libertad humana en que se formalizan las relaciones sociales. Por ello las ideologías no se justifican como cultura social en la mera teoría de la lógica formal de sus planteamientos, sino que se hace necesario contrastar si no se violenta las intrínsecas condiciones de verdad de la libertad de las personas afectadas en cada relación sobre las que se proyecta.
Dado que la libertad es el mayor bien de la persona humana, la definición de su contenido de verdad debe primar en toda ideología para la justificación moral de la misma. Se podría decir que cada ideología se identifica como cultura humana por su tratamiento de la libertad. Pero siendo los actos libres condicionados por y para la integridad intelectual de la persona, requieren un contraste de su aplicación con la verdad de la ejecución de sus objetivos.
Distanciarse de las formalizaciones culturales ideológicas parece aconsejable para conservar plenamente la libertad de juicio en la crítica desapasionada de la efectiva realización social. Del contraste de los objetivos de verdad logrados se puede progresar en la afirmación del cuerpo doctrinal, pero de su conculcación se deberá seguir la necesaria revisión. Toda ideología así considerada podrá ser referencia de desarrollo de culturas de progreso, pero nunca, como se suele enarbolar, culmen o fin ideológico del progreso.






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El País
Una ganancia de 37.500 por ciento




El periodista ciudadano y sus alumnos relatan que al azar averiguaron el costo de un descongestivo nasal en gotas cuya droga base es nafazolin: mientras un proveedor de la industria farmacéutica lo comercializa a 0,03 pesos el frasco, el precio de venta es de 11,25 pesos. "Esto no tiene parangón con ninguna actividad lícita", reflexiona el autor de esta nota quien denuncia que por difundir esta situación perdió su trabajo.




Eduardo Marcelo Cocca (desde Buenos Aires).



Como profesor universitario de la Universidad Kennedy, dictaba cinco asignaturas, entre ellas, Ejercicio y Administración Farmacéutica. Con más de 50 excelentes alumnos, inquisitivos, ávidos de adquirir conocimientos, mi misión además de enseñar Legislación Farmacéutica, era explicarles como es ésta actividad comercialmente.
Tal es así, que como trabajo práctico averiguamos al azar el costo de un descongestivo nasal en gotas, la droga base es Nafazolina, con un tiempo en el mercado de más de 40 años. Consultado el proveedor más importante de drogas para la industria farmacéutica, dio el costo por frasco: 0,03 pesos y el precio de venta de 11,25 pesos. Por lo que la ganancia por unidad es de 37500 por ciento. Por supuesto, esto no tiene parangón con ninguna actividad lícita.
El 5 de junio de 2007 fui invitado al Anexo de la Cámara de Diputados de la Nación, donde se realizaron unas Jornadas sobre “Ética y Medicamentos" estando presentes, legisladores, funcionarios gremialistas, las Cámaras Farmacéutica (que supuestamente no habían sido invitadas, pero ahí estaban en segunda fila) farmacéuticos, etc. Al finalizar la Jornada, cada uno podía exponer su posición, yo fui uno de ellos y me dirigí a las Cámaras de la Industria a cuyos represerntantes tenía a pocos metros. Comenté que el drama es la accesibilidad de nuestro pueblo a los fármacos, se nos mueren compatriotas, en particular niños, muchos de ellos muy pequeños y esta gente sin ninguna culpa gana el 37500 %, esto es un escándalo de proporciones y el Estado debe y puede solucionarlo, no puede hacerse el distraído.La respuesta a mis palabras no se hizo esperar, no para intentar solucionar el tema sino para sacarme del medio. Me citó el decano de la facultad y la directora de Farmacia. Con un discurso Kafkiano e hiriente, me sacaron la cátedra de Farmacia. Días después, todas las demás. No estoy arrepentido, no puedo ser cómplice de tamaño despropósito. Como curiosidad mi último sueldo, aguinaldo incluido fue de 231 Pesos.
20/09/07



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MADRID HASTA EL 22 JULIO 2007
El Teatro Circo Price acoge un conjunto de retratos de personas asesinadas durante la dictadura estalinista

P-ES.- PHotoEspaña y el Centro Andaluz de la Fotografía han presentado en Madrid Ordinary Citizens. Las víctimas de Stalin, una muestra que recoge más de 100 retratos de personas asesinadas durante la dictadura de Stalin, entre 1920 y 1953, con imágenes procedentes de las colecciones Memorial Society de Moscú, David King Collection de Londres y Reinhard Schultz de Berlín.
[04-06-2007]

El Teatro Circo Price acoge esta exposición, que presenta un conjunto de reseñas policiales de los interrogatorios efectuados a personas detenidas bajo acusaciones falsas y condenadas a muerte durante la dictadura de Stalin, desde 1920 hasta su muerte, en 1953. Las fotografías provienen de las fichas policiales en las que se incluía una fotografías en blanco y negro de tamaño carné, acompañando los datos básicos de la vida de la persona retratada.

Las imágenes, que están conseguidas con luz natural a diferencia de otras fichas policiales, muestran una extensa gama de expresiones: temor, ira, desafío o desprecio, y sorprenden por la extrema sensibilidad que transmiten.Todos los documentos, inéditos hasta ahora, han permanecido ocultos durante años en la Lubianka, sede de la policía secreta en el corazón de Moscú.

Las imágenes, recogidas en un catálogo, constituyen un amplio testimonio gráfico de los efectos de los regímenes dictatoriales, así como una denuncia simbólica de todos aquellos países que utilizan la pena capital para dictar sentencia.



Fuente : http://www.periodistas-es.org/



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Benitez


El pueblo, como la mayoría de las localidades de esa zona del sur de la Provincia de Córdoba, estaba recostado a la vera de las vías del ferrocarril.
La ruta corría paralela a las vías por el norte. Hacía una curva a la derecha, cruzaba las vías en un paso a nivel y con otra curva a la izquierda, se transformaba de este lado sur en la calle principal, ( una especie de boulevard), y mediante otra curva y contracurva- paso a nivel mediante- retomaba en la otra punta del pueblo, el lado norte .
En las afueras del pueblo, sobre el lado oeste, camino al cementerio, vivía el “Chaira” Benítez que, como su apodo lo indica era flaco, alto y duro. Matarife. Hombre de pocas palabras y mirada con un cierto desdén, casi burlona.
Como todo hombre de campo, tenía un corazón grande como sus manos .
Pero – siempre hay un pero – cuando estaba fresco. Cuando tomaba, podía pasar cualquier cosa. Por eso lo dejó su mujer. Porque cuando bebía, y era frecuente, se ponía violento. Pegador .

Desde que se quedó solo, se reunía por las noches, en un boliche cercano a su casa, que estaba justo frente a la curva del paso a nivel del lado sur.
Al frente del boliche, en terrenos del ferrocarril, había unos corrales, donde los ganaderos de la zona, acopiaban el ganado que embarcarían a Buenos Aires. Al lado de los corrales, los bretes para cargar los vagones .
Una noche de vasos -decir de copas es darle un lustre que no tenían aquellas oscuras libaciones- con una luna llena que iluminaba casi como de día la calurosa velada, Benítez desafió, por la vuelta, que podía bajar un toro de una trompada. Hubo varios anotados en copar la parada, y salieron del boliche a los corrales. La luna daba un marco espectral a Benítez. Brillaba con su cuerpo humedecido por oleosas exudaciones producto de la ingesta de fermentaciones varias, que s vendía eb l boliche bajo el inocente rótulo de “vino de la casa”.
El “Chaira” estaba parado en medio del corral que da a los bretesl Los ocho o diez que oficiaban de espectadores se acomodaron en el alambrado, mientras dos de ellos abrieron una tranquera y azuzaron a un toro que les pareció el más bravo .
Benítez lo esperó a pié firme en la arremetida. Cuando lo tuvo en frente, descargó un golpe de arriba abajo como un mazazo en la testuz del toro quedobló sus patas delanteras y se desplomó desmayado. Sucedió en un minuto y en silencio…
Después, la voz del Chaira -¿¿ Y ¿? ¡¡ A pagar mierdas !!

Poco se lo veía a Benítez en el centro del pueblo. Solo en algunas fiestas tales como el 25 de Mayo o el de Julio, en que vestía sus mejores galas de gaucho, con arreos de monta incluídos. A él y sus amgios les gustaba en cabezar el desfile a caballo.
En unas fiestas patronales, en que le ofrecieron llevar la bandera la frente ,casi lo desconocieron, tan transfigurado estaba por la emoción .
Esto sucedió en el año 1955. La Revolución Libertadora, según se autotituló, derrocó al General Perón, que era el presidente y el máximo motivo de admiración y fervor de Benítez. Eso pasó en Septiembre y ,desde entonces el boliche del Gringo Morandi, a media cuadra de la plaza principal, se había convertido en el centro de reunión de los más acérrimos antiperonistas, que organizaban, y se repartían futuros cargos y encargos, en largas discusiones, mechadas con denuestos contra los antiguos funcionarios y el tirano depuesto .
El 17 de Octubre – fecha mítica del peronismo – exactamente un mes y un día después del derrocamiento, el boliche del Gringo estaba, a las once de la mañana, con dos mesas ocupadas. En una de ellas, cuatro paisanos jugaban un truco despreocupado, mientras ingerían el acostumbrado Cinzano con fernet y unas aceitunitas. En la otra mesa, los notables del pueblo, con el Gringo Morandi entre ellos llevando la voz cantante .
El sol que entraba por la puerta, formaba un triángulo con el piso mostrando lss infinitas motas de polvo del ambiente. Era la única iluminación de aquel boliche, ya que la ventana poco aportaba, pues recibía las ombra de los árboles en la vereda.
Cada uno en sus cosas, nadie vió al hombre que llegó, bajó del caballo, y dió dos vueltas en el palenque de unas riendas finamente trenzadas, con adornos de plata. Sólo notaron cuanto al recortarse su figura en la puerta, quitó luz en el lugar .
Bombacha ancha tan negra como sus botas acordeonadas recién lustradas, espuelas sonajeras, la corralera de seda negra con unas rosas bordadas en rojo punzó, camisa blanca, pañuelo al cuello, impecablemente afeitado, con el sombrero de ala ancha circundado por una cinta patria, y prendido a la cinta y al sombrero, del tamaño de un naipe el escudo peronista, el Chaira Benítez entró.
-¿¿…nn díaaaa!!- dijo, reacomodando el facón de plata que llevaba terciado bajo la rastra, atrás en la cintura .
Se acodó en el mostrador y sin mirar al Gringo, que estaba atrás en las mesas :
-¡ Una ginebra ! – pidió
Morandi ni mú dijo .. Se apresuró a dar la vuelta al mostrador y servirlo.
El Chaira, se dio vuelta y mirando a los notables, erguido en toda su extensión, levantó el vasito de ginebra y propuso:
_ Brindo por el General Perón y el 17 de Octubre –
Un silencio de sepulcro cerró el paso destiempo en el boliche. Los notables eran estatuas de hielo.
-¡¿ Y ustedes no brindan, carajo ¿! – preguntó Benítez con un centelleo en los ojos
Diez manos alzaron los vasos. Los cuatro del Truco y los notables. Once con la del Gringo Morandi que derramando, se apuró a servirse él también una ginebra.
-¡ Salud ¡ - contestó el coro con voz difusa.El Chaira dejó el vaso en el mostrador, volvió a recorrer morosamente a todos on la mirada. Nadie hablaba. Nadie se movía. Meneó decepcionado la cabeza.
-¡ Puta que habían sido cagones estos revolucionarios ! - dijo escupiendo el piso.
Puso un peso en el mostrador y salio despacio. El único sonido que lo acompañó fue el de sus propias espuelas.

Solo un grupito de chicos que siempre ronda en los grandes hechos, para memoria de los tiempos, vió las lágrimas de bronca de Benítez subiendo al moro con voz desgarrada preguntó:
- ¿Porque no nos llamaste, General ¿?
El moro salió tranquilo llevando al Chaira al boliche de los suyos .


RICARDO VALENTINI





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Poemas


Eterna Princesa


Siempre seràs mi
Eterna Princesa,
inalcanzable,
lejana en el tiempo,
alma antigüa,
muy cercana
en el corazòn.



Refugio inagotable
del alma cansada,
dolorida, sufriente.
Dulce consuelo,
ayuda eficaz
en el momento
oportuno.



Quiero que sepas
de mi cariño infinito,
de mi amor irrealizable.
Tù, la Bella,
debes saber que,
en mi ùltimo suspiro,
estarè pensando en tì .


José Luis Planas Osorio
Cruz del Eje, 12 de Junio de 2007







EL DOLOR DEL MUNDO

Muy pocos, o casi nadie sabe
que hay un dolor,
un dolor profundo, inimaginable,
inabarcable.
Un dolor que cala los
huesos, enfría el ser,
desnuda el alma,
no deja mentir, no deja avanzar,
que todo lo paraliza,
lo torna lento,
demasiado lento,
lo obstaculiza todo,
lo trastorna todo,
lo detiene todo.
Incluso lo hace andar para atrás.

Enturbia todo, ennegrece todo,
Lo llena de niebla, de oscuridad,
de amargo sabor aceite rancio.
No es angustia, no es miedo,
ni Soledad, ni abandono,
desamparo.
Es todo eso, más dolor.
Dolor profundo del Ser,
desgarro del alma,
cicatriz incurable,
intratable,
inenarrable.

Es el dolor del mundo,
del ser, del no-ser,
de la nada y del todo.
Está en todos lados
y en ninguno.

No tiene lugar, ni nombre,
es, solamente se siente,
se vive, se sufre.
Es la esencia de la vida,
sufrir, morir, nacer, sufrir.
Círculos concéntricos.
Laberinto de dolor.
Eso es .

José Luis Planas Osorio
Córdoba, 24 de Julio de 2007






La podredumbre ...













La podredumbre pareciera
Querer escapar de la prisión
En que la han colocado.
Busca huir, escapar.

Por eso corre presuroza
sobre la escarcha de
la mañana, que apenas
tapa con un fino manto
blanco la negrura insondable
de los cadáveres pestilentes.

Nada es posible hacer ,
mas que correr con ella
o morir en el intento.

Salta y atrapa una sombra animal,
le bebe su sangre oscura
y sigue su camino, corriendo,
como quién huye de su destino
de mancha sanguinolenta,
pestilencia purulenta
que solo emana un horrible
hedor de su interior.

Y sigue su enloquecido correr ...

Cuando estaba por alcanzarme,
me desperté.
Menos mal, me dije, todo transpirado...!



José Luis Planas Osorio
Cruz del Eje, 17 de Febrero de 2007


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Ocio y Tendencias

Al Viejo General Inmortal

Juan Domingo Perón nació en Lobos el 8 de octubre de 1895. Creó el movimiento peronista, fue tres veces presidente del país, fue tantas cosas... En el aniversario 112 de su nacimiento el periodista ciudadano lo define así.





José Luis Planas Osorio.

Al Viejo General Inmortal

Realista , pragmático,Maquiavélico, pendular,“Viejo Vizcacha”,Mussolini criollo, Primer trabajador,Militar prusiano,Germanófilo,Vonclausewitiano,Vendido a Rockefeller,Entregador de la Patagonia,Estuprador,Quemador de iglesias,Corruptor de menores,Megalómano,Gran Conductor, Sanmartiniano,Libertador,Demagogo,Populista,ComunistaObrerista,Agente inglés,Espía nazi,Hitlerista,Cerdeño,Indio, bastardo.Conservador,Revolucionario, maoísta,Hereje,Excomulgado,Degradado,Dado de baja,Tirano prófugo,Dictador depuesto,Multitudes ululantes,Aluvión zoológico,Descamisado,Pollerudo,Espiritista, brujo.General, Viejo,Patriota latinoamericano,Todo eso y mucho más te dijeron,Te endilgaron, pero nunca Pudieron hacerte salir de dentroDel corazón de tu pueblo , y Menos ganarte una elección.Desde donde estás, Cielo para algunos, o Infierno para otros,las seguís ganando mi General.
Cruz del Eje, 8 de Octubre de 2007







adriana
Excelente tu homenaje, el contenido descriptivo de la personalidad del General; es superado por la música del pueblo. Te felicito.



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Entrevista al artista plástico Héctor Valentini en la presentación de su muestra “Grafito

El arte despierta, hace ver y propone un pensamiento crítico”


Por Alexis Oliva

El lápiz suele ser considerado ‘el peticito de los mandados’ en el equipo del artista. Yo he querido con este trabajo rendirle homenaje al lápiz, porque creo que tiene una fuerte entidad propia”, dijo Héctor Valentini en la inauguración de la muestra que lleva por título simplemente “Grafito”.
La exposición, inaugurada el 28 de septiembre en el espacio cultural municipal El Puente, consta de una docena de dibujos que rememoran, como a través de una ensoñación, personajes y lugares de Cruz del Eje que Valentini contempló en su infancia y que invoca a través de una mirada colmada de “realismo mágico”.
Esta nueva serie de trabajos marca un contraste con la anterior, “Modelos interiores”, un conjunto de “cybergrafías” abstractas desarrolladas a partir de dibujos originales modificados y coloreados con una técnica digital. Esta vez, Valentini vuelve a sus fuentes y a su fuerte: el dibujo.
Como destaca en el folleto de presentación la profesora de dibujo y pintura Lucía Martín, “la depurada habilidad en un procedimiento con el cual no es posible disimular flaquezas” y la “expresión figurativa, mediante la cual bucea en su mundo íntimo, nos introduce en la recordación nostálgica de su niñez y adolescencia transcurridas en la ciudad tan querida, cuyo perfil de entonces, sólo vive ya en su recuerdo”.
En la entrevista, Valentini devela la clave de su visión de ese Cruz del Eje donde “empieza Sudamérica” y reflexiona sobre los desafíos de ser artista y docente en el interior del país y sobre el rol humanizador que debieran ocupar las artes en nuestra sociedad.

-¿En qué consiste esta muestra, Héctor?

-La muestra consiste en doce dibujos realizados con grafito. En lo que escribió para el folleto de invitación, la profesora Lucía Martín refleja bastante bien cuál ha sido mi idea. En pocas palabras, se puede decir que los trabajos están relacionados con lo que fue mi infancia, recuerdos de la ciudad de Cruz del Eje de aquellos años, que tenía un perfil muy marcado, con aquellas casitas de cornisas altas que poco a poco han ido desapareciendo. Antiguamente, era casi el signo distintivo de la arquitectura cruzdelejeña. Y eso en mí ha quedado grabado, como así también algunos personajes, como por ejemplo el hombrecito que está tocando el bandoneón. Ese hombre existió, era un enanito, jorobadito y con las piernitas enclenques, que tocaba el bandoneón en una orquesta típica de Cruz del Eje y se llamaba Miguelito González. Yo lo conocí cuando era chiquito y me impresionó sobremanera la pinta de él. Yo era un chico de ocho o nueve años y lo veía llegar a la casa de un vecino a ensayar. Ensayaban a la siesta y se sentía esa música de bandoneón. Nosotros lo espiábamos y nos llamaba la atención esa figura tan grotesca. Medio que asomaba la cabecita del bandoneón, era un espectáculo. Y tocaba muy bien. Tocó muchos años en una orquesta y después falleció. Hay otra que se llama “La sábana de Carmen”, que está tomada de un personaje que existió en Cruz del Eje. Si hay algún pariente, espero que me perdone pero no voy a decir nada malo de ella; voy a decir cosas buenas. Porque la Negra Carmen, como nosotros la conocíamos, era una mujer dedicada a la prostitución. Pero no tenía ningún empacho en reconocer que era prostituta, a pesar de que todo el mundo lo sabía. Tampoco lo andaba vociferando, pero ella sabía que los demás sabían lo que era ella. Y cuando estaba presente en un almacén, era rechazada. Entonces, entraba ella al almacén y las demás vecinas se iban. O el que despachaba, le decía primero a ella que entró al último: “¿Qué querés, Carmen?”, como para que se vaya. Y ella tenía una especie de amor propio muy grande y enfrentaba todo ese rechazo, toda esa contra y esa discriminación de la sociedad, hablando en términos modernos. Por eso yo la hice a la Carmen, que ha lavado su sábana y aparece en la sábana como diciendo: “¡Acá estoy! Acá estoy tendida si me quieren seguir viendo. Este es mi lugar de trabajo”. Por eso hice la sábana con el cuerpo de la mujer, que es la Negra Carmen. Si hay algún pariente de la Negra Carmen, no hablo mal de ella. Al contrario, hablo bien. A esto lo digo en tono de broma, pero si yo tuviera que ponerle el nombre a una calle le pondría Negra Carmen, porque tiene más valor que muchos de estos próceres...

-¿Cómo Julio Argentino Roca?

-Claro, Julio Argentino Roca, Bernardino Rivadavia... Porque la Negra Carmen hizo felices a generaciones enteras.

-En vez de matar indios los hacía felices...

-Los hacía felices. Entonces yo pondría le pondría el nombre de Negra Carmen. Y también hay otras obras, pero está todo basado en esa ida y vuelta de los recuerdos de la infancia al presente.

-Estos recuerdos no están vistos como en un retrato fotográfico, con la intención de representar la realidad tal cual es. ¿Cómo está enfocado?

-Está enfocado desde un punto de vista que en la literatura se llama realismo mágico. Hay una mezcla de realismo con cosas raras. Van a ver que en todos los cuadros hay una suerte de sensación de soledad. Van a ver las casas solas, unos barriletes en la loma donde no aparecen los chiquitos que los tienen; están ahí colgados y nadie sabe quién los tiene. No he querido hacer la realidad fotográfica, porque eso no dice nada. Hay que ponerle siempre algo de uno para que a la realidad la veamos a través de nuestro espíritu. Uno trata de modificar esta realidad.

-¿Se puede decir que están visto como desde los sueños, como en el surrealismo?

-Seguro. Pero sin tocar lo que es el surrealismo estrictamente. Por eso hablo de un realismo mágico más que de surrealismo. Algo más latinoamericano. Alguna vez yo dije que acá empieza Sudamérica. Nuestro paisaje se diferencia del de casi toda la provincia de Córdoba. Yo tengo a todos mis parientes bien al sur de Córdoba; un pueblito más abajo es provincia de La Pampa y un pueblito a la derecha es Buenos Aires. Ahí vivían mis abuelos y nosotros íbamos anualmente a verlos y volvíamos desde Córdoba en el coche motor. Y al pasar por las sierras, eran todos los pueblitos iguales, con el chalecito, los pinitos, las montañitas verdes, todo muy pintoresco. Cuando pasábamos de Charbonier para acá, la cosa cambiaba; y cuando entrábamos a Cruz del Eje por la calle Alem a la estación de Toco Toco, ya veíamos estos perfiles y yo le decía a mi hermano: “Ya estamos en Cruz del Eje”. Porque uno pasa por Valle Hermoso, La Falda, Huerta Grande, Molinari, Casa Grande y es todo lo mismo.

-Es como una Suiza falsa...

-Sí, son como fotocopias.

-Como artista y como docente ¿cuál considera que es el mejor ámbito dónde aprender el arte? ¿En la educación no formal o en la academia?

-Para cualquiera de las ramas del arte, siempre hay algo que uno trae dentro, pero que no es todo. La academia tiene un valor impresionante en el sentido de que a uno lo va formando sistemáticamente en el estudio de algunas cuestiones que tienen necesariamente que seguir un orden. No podemos hablar del surrealismo sin saber cuál fue la escuela surrealista, qué período abarcó y cuál era la temática y el estilo del surrealismo. Eso nos da la academia, nos ubica en el tiempo y en el espacio. Y también nos da algunas herramientas prácticas para realizar la obra. Pero la academia no es todo, porque tiene una desventaja: se burocratiza mucho la enseñanza. El docente está muy urgido por las planificaciones, las libretas, por acudir a las reuniones, por tener esos talleres de reflexión, etcétera, y poco a poco se va perdiendo el contacto con la creación pura. Eso lo tiene que seguir alimentando el individuo, pero no como un hecho individual de cortarse solito haciendo sus cosas, sino tratar de alimentarse, nutrirse y sobre todo hacer esto: conversar con los que hacen estas cosas, leer y las cosas van saliendo después con la experiencia. Esto es un oficio; hay que salir de esa visión romántica que se tenía de que el artista era un hombre elegido, que se diferenciaba de los demás porque tenía esa virtud que se la había mandado no sé quién. Esa es una concepción occidental, en la que incluso se decía que el artista era flaco, sufrido y que tenía que chupar para poder crear. Son todas macanas, el artista es un laburante. Acá deberían existir sindicatos de artistas que fijen pautas, porque si me preguntan cuánto vale este cuadro yo no sé cuánto vale. Y capaz que te diga 300 pesos y otro lo cobra a 1.000.

-¿Alguna vez le generó un ingreso económico su actividad artística?

-Jamás. Para nada.

-Pero es muy reconocido como artista...

-Sí, pero Cruz del Eje es un medio bastante duro. Falta mucho todavía para que la gente integre y vea y trate de tener en su casa obras originales. La revolución industrial vino a maldecir esto, por el hecho de que al crear la máquina de reproducción, la imprenta, ahora un gran artista puede hacer una edición de veinte mil afiches con un cuadro y eso es lo que se le vende a la gente. La gente se conforma con tener un papel pegado ahí, que en realidad no tiene tanto valor como tener un original. Tampoco es posible tener un original de Dalí, porque eso cuesta millones de dólares. Pero sí pueden tener un original de algún artista local y al mismo tiempo significar un apoyo o un incentivo para que los artistas locales sigan trabajando porque ven que algo les entra, por lo menos para salvar el costo de la exposición. A mí armar una exposición de doce cuadros me significa 700 pesos de gastos de material.

-¿Cuál es el rol del docente de las artes, pensando en la realidad actual donde afloran en la escuela situaciones sociales problemáticas?

-El docente antes que nada tiene que considerar que la persona antes que nada es hombre y luego es artista. El hombre siempre está adelante, porque es el que va a sentir el impacto de la realidad social y política, y después todo eso se trasunta en arte o en alguna creación. El docente tiene que actuar con una gran capacidad de apertura y sentirse feliz si hay algún discípulo que lo supere. Con esto quiero decir que no tiene que existir para nada el egoísmo. No existe arte egoísta ni existe artista egoísta. Si es egoísta, no es artista.

-¿Y en la docencia?

-En la docencia menos. Es una permanente entrega de toda la experiencia que uno pueda haber logrado al cabo de los años y al cabo de la práctica y la experiencia y eso se tiene que dar por completo al alumno. Y el alumno seguirá a su vez aumentando eso. Pero el docente que se queda con cositas, que descubre algo y no lo quiere compartir, no es docente como tampoco es artista.

-¿Qué lugar debería ocupar el arte en la sociedad actual? Porque cuando se piensa el presupuesto para la cultura siempre se la suele considerar un “lujo” y termina siendo el último orejón del tarro...
-El arte debería ocupar un lugar preponderante, porque creo que muchas de las cosas que están ocurriendo es porque el hombre no tiene una formación espiritual que lo ayude a comprender y humanizarse. El arte humaniza, el arte jerarquiza el espíritu de la persona. Y una persona jerarquizada espiritualmente tiende siempre al bien, porque el bien espiritual se transforma en el bien general. No tiene mucha cabida el arte en la sociedad actual, salvo en las grandes capitales y no en todas. Podemos hablar de Buenos Aires, Rosario, Córdoba y de Mendoza que siempre fue una plaza muy importante en arte. Pero para el interior del país no existe. No existe porque el arte también despierta, hace ver, propone enigmas que los debe resolver el hombre. Y eso mucho no conviene. Desde el punto de vista del poder no conviene que la gente piense, elabore pensamiento propio y tenga un sentido crítico. Entonces, por eso van a seguir estando los Marcelo Tinelli y los que te dan resueltas las situaciones sin que el hombre elabore un pensamiento crítico propio, que es lo que propone el arte. Una obra de estas no está terminada ahí. Esa obra de arte va a estar terminada cuando alguien la vea y pueda conversar con la obra, tratar de descubrir qué quiso decir el autor, a qué apunta, por qué puso tal cosa y así recibir el mensaje. Es lo que se llama diálogo visual.

-Y quizás ni siquiera es el mensaje que pensó el creador...

-Y quizás ni siquiera sea ese mensaje y esta persona vea otra realidad dentro de esa realidad. Por eso una obra nunca está terminada con el artista mismo, sino que la termina el público. Es como la novela, tal vez. Se parecen en eso.

La Frase : “ si es egoísta, no es artista …”




La Sábana de Carmen




Miguelito y su Bandoneón


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Exposición de Arte Textil











INAUGURACIÓN: Viernes 0-10-07, 19,30 hs., en Salón

de Arte Centro Cultural Municipal "El Puente", Cruz del Eje .


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Con Tomy en el Centro Cultural “El Puente “

Cyber, Centro Cultural "El Puente"




"Victorino, café & letras"















Centro Cultural Municipal "El Puente "



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MACEDONIO Belarte
REVISTA DIGITAL DE CULTURA
31 de Octubre de 2007

Sumario :

MACEDONIO ¿ presidente ? . 1 / José Pablo Feinman:”La Astucia de la Razón”. 6 / Argentina y su ciclotimia sobre rieles. 11 / “Las orejas diminutos y la boca enorme de los blancos”.14 / El Gran Fraude Argentino. 17 / El abuso político de los chicos. 20 / “Sobre teros y chimangos”. 22 / René Guénon ( ABDAL WAHID YAHIA):” El Ojo que Lo Ve Todo “. 24 / Desideologizar . 28 / Una Ganancia de 37.500 por ciento. 29 / Las Víctimas de Stalin. 30 / Benítez . 31 /
POEMAS JLPO. 33 / Al viejo General Inmortal. 36 / “ El arte despierta, hace ver y propone un pensamiento crítico”. 38/
Exposición de Arte Textil. 43 / Con Tomy en el Centro Cultural “El Puente”. 44




"Te Quiero Conocer", HV2007 “Candelaria” , HV2007



COLABORAN:


Boletín Literario Basta ya!
Alejandro Planas
Eduardo Alberto Planas
Jorge Torres Roggero
Hèctor Basilio Valentini
Tomás Planas



AUSPICIAN:






ARTE MUSEO LUIS JOSE PISANO ( 1913- 1996 )
Una muestra Pictórica Diferente –Didáctica e Histórica

Visitas Guiadas- Escuelas solicitarlas al TE.:03549-496265
San Marcos Sierra – CP(5280 )- Córdoba –Argentina-

http: //www.sanmarcossierras.com / e-mail: info@sanmarcossierras.com
norconce@latinmail.com-Horario Verano : 8,30 a 18,30 hs- Horario Invierno : 8,30 a 17 hs. / MIERCOLES CERRADO –“Escultura en vidrio” de la Prof. Marta Pisano -





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“nuevo”, Isabel 2007


Ediciones JLPO / Paraguay 76 – Cruz del Eje – TE: 03549-421580 - $ 7 Pesos

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