domingo, 31 de mayo de 2009

revista digital de cultura MACEDONIO BELARTE- AÑO IV- Nº XLIV - MAYO 2009


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Figuras del ambiente. MACEDONIO FERNÁNDEZ. Un viajero que no regresó del país del ensueño.

César Porcio, La Nación, Buenos Aires, 26 de enero de 1930, pág. 39
(El texto apareció en el n°. 30 de la revista semanal del periódico, con una foto de Macedonio)

Introducción

Aunque la entrevista que reproducimos a continuación es ya mencionada en la meritoria "Bibliografía de Macedonio Fernández" compuesta por Nélida Salvador con la colaboración técnica de Elena Ardissone y recogida en el volumen I de las Obras Completas (Buenos Aires: Corregidor, 1981, ítem 257), no ha tenido una buena fortuna crítica.
En 1944, en su prólogo a la reedición aumentada de Papeles de Recienvenido (Buenos Aires: Losada, 1944, página 17), Ramón Gómez de la Serna cita un pasaje de ella en un contexto que se presta al malentendido:
Por culpa de la juventud artística de Buenos Aires, que conocí hace cuatro años –[dice Macedonio]–, estoy abismado en un problema de estética. Me desvalijaron por aquel entonces con tanta prolijidad e inmenso provecho de mi estética pasatista que hasta la fecha no he podido recuperar una ig norancia igual.
La cita devino tan famosa como equívoca: puesto que Ramón había reproducido antes largos pasajes de la correspondencia de Macedonio del año 1928, se supuso a menudo que esta continuación procedía de la misma fuente y era del mismo año.
Si ahora podemos reproducir aquí el contenido completo de la entrevista de Porcio, es gracias a la eficiente amistad de Martín Greco (Buenos Aires).
Como se apreciará, la información obliga a reordenar los datos conocidos hasta ahora. Si la cita procediera, como se ha venido suponiendo, del año 1928, la alusión que ella contiene sería al año 1924. En esas fechas Macedonio ya conocía al joven Borges, pero no había entablado, a mi entender, relaciones estrechas y autónomas con otros jóvenes de la vanguardia porteña. Si el pasaje es de 1929–1930, "cuatro años antes" remitiría al periodo 1925–1926. Es, en efecto, por estas fechas, que Macedonio se integra definitivamente al plantel que realiza el renovado Martín Fierro, comienza a participar asiduamente en las tertulias de los jóvenes vanguardistas – y a convertirse en un personaje del imaginario de Buenos Aires.
El texto de Porcio permite, por lo demás, interesantes (aunque no siempre correctas) vislumbres en la trastienda de Macedonio. Me he servido de él, entre otras fuentes, para confeccionar un trabajo titulado "Vigilia: Realia", que formará parte de un monográfico dedicado a la filosofía de Macedonio, cuya aparición se prevé para mediados del año 2006 en España.

Carlos García(Hamburg, 18 enero 2005)

Hay dos clases de aventuras: las que se viven en el mundo real y las que se sufren en el país del ensueño. Circunscripto a todas las posibilidades de su azar, el hombre de acción no se expone nunca demasiado cuando se lanza en busca de lo desconocido. El panorama natural, cordial siempre con los viajeros audaces, no tiene, al final de su horizonte, más reposo que el de la muerte. Torturado de inquietud, el país del ensueño guarda todas las sorpresas de lo imprevisto. Inexorables para las esperanzas que nos humanizan, las aventuras que se viven en el país del ensueño destruyen para siempre esa gravitación normal a la que hace muchisimos siglos se está aferrando la vida. Ausente para todas las dimensiones, el país del ensueño no conoce los “small talk” de los sucesos cotidianos. Penetrar en él es abandonar, sin ninguna posibilidad de retorno, la cordial hospitalidad de esos “temas indiferentes” que nos sirven de jalones frente a la latitud incambiable del mundo real. Viajero arriesgado, Heráclito no regresó nunca más a la vida después de ese viaje maravilloso a la “realidad inaprensible” que pasaba cada segundo ante sus ojos. Menos afortunado que él en la angustiosa búsqueda de “su” panorama, Berkeley perdió para siempre su “humanidad” en ese “mundo aparamental” que llenó toda su vida de fantasmas.
Desnudo frente a esa vida emocional que nos sirve de pernio hasta la muerte, Macedonio Fernández ha tenido también el supremo valor de vivir la liminal aventura de su ensueño. A costa de todas las situaciones de fortuna, abandonando la cariñosa cordialidad de sus ideales “humanos”, hace más de veinte años Macedonio Fernández emprendió un largo viaje del cual no ha regresado todavía. Inconmovible para sus exploradores audaces, el país del ensueño no devuelve nunca a los que alguna vez se aventuraron por el dilatado horizonte de sus posibilidades. Gastado para la vida que comienza en la calle, inactual para el mundo de los sucesos cotidianos en Macedonio Fernández hay un viajero sin probabilidades de retención para el determinismo humano que la vida necesita vivir. Angustiado como Verlaine o Dostoiewski por su propia complejidad, él puede también erguirse “ante el mundo que pasa” para pedirle, como una limosna, “un poco de simplicidad” que ahora, en plena calle, frente a la vida que no lo roza, él tampoco alcanza a recoger...

– A los diez y siete años de edad – empieza diciéndome Macedonio Fernández – empezó para mi un período angustioso y difícil. Sólo frente a la realidad de las cosas, abandonado en la desolada permanencia de un mundo sin respuestas, sufrí diez largos años en silencio. Torturado por la duda, busqué desesperadamente la salida en aquel laberinto sin luces en el que había encerrado mi vida. Pero sólo encontré, inconmovible y eterna, la angustia de mi soledad... Desde entonces vivo sólo conmigo mismo y el pensamiento –un pensamiento mal mandado y desobediente – me ha quedado como único vicio de mi desamparo...

Yo lo interrumpo. Frente a los ojos lejanos de Macedonio Fernández pongo un poco de “realidad humana”. Le pregunto cómo empezó su correspondencia con William James.

– La Psicología me ha apasionado siempre – me dice –, A esta ciencia – y aquí tengo que pedir disculpas a Schopenhauer, su negador más enconado– le debo las mayores satisfacciones de mi vida. Una noche en que mi “Yo” cerebral se había dormido por completo, mi subconsciente me dio el cabo inicial de un gran descubrimiento. Al despertarme después de un largo ensueño, no pude precisar con exactitud si las imágenes con las cuales había trabajado mi subconsciencia eran auditivas o visuales. No sabís – y todavía no lo sé – si había soñado con una página de novela o con un trozo de “Maestros cantores”, de Wagner. No había, en consecuencia, “estados sensoriales puros”, como sostenían William James y la mayoría de los psicólogos de aquel tiempo, sino “simples referencias a los órganos de percepción”. En una palabra, comprobé que las sensaciones no tenían “especificidad”. “Una sensación pura de sabor no se distingue por si misma como sabor”, como erróneamente afirmaba Rousseau; la vaguedad de la localización sensorial que arrojaba el análisis consciente de mi ensueño me había demostrado con holgura que las sensaciones no son “estados puros en si”, sino simples referencias a los órganos de percepción. Percibimos una sensación de sabor sólo por su incidencia en los órganos del gusto... En una larga carta comuniqué mis conclusiones y el origen de mi descubrimiento al gran psicólogo americano. Me contestó diciéndome que insistiera en percibir la variedad de las sensaciones, prolongando su percepción en los órganos sensorials. Así lo hice, pero a pesar de distinguir con toda nítidez los estados afectivos del ensueño, no pude precisar – ni lo he logrado nunca después – si las sensaciones que los acompañaban eran auditivas o visuales...

Mientras Macedonio sanciona con su sonrisa un largo crédito a mi favor, yo arriesgo toda mi intimidad en una pregunta.

Me pide Vd. que le cuente una “aventura pintoresca” de mi vida – dice –. Le contaré la más estupenda de todas: la que tuve con el azar. Yo estaba por aquel entonces en Mar del Plata, abocado a un doble problema de veraneo y de ruleta. Parado largas horas ante la distraída indiferencia del “croupier”, descubrí un sistema que me abría para siempre las seguridades de la fortuna. Convencido que el azar no se podía prever, traté de corregirlo, como si fuera un chico malcriado. El secreto consistía en ir modificando las puestas, hasta encontrar en las “chances” desfavorables la posibilidad de perder menos que en las que ganáramos. La combinación no era mala, y yo – bueno es que se lo confiese – estaba bastante orgulloso de ella. Pero figúrese cuál no sería mi sorpresa al descubrir un día que ¡doscientos años antes! ya me la había plagiado D’Alembert...

Es que es inútil – añade Macedonio con otra sonrisa –: hemos llegado a una época en que uno ya no se puede fiar de la gente ilustre del pasado. Porque es bueno que le aclare que en otra oportunidad me ocurrió también lo mismo. Después de largas meditaciones, yo había llegado a la conclusión de que el sueño es un correlativo fisiológico de la alternación astronómica de la noche y del día; de manera que si nunca se hubiera puesto el sol, al primer hombre le hubiera resultado tarea bastante difícil el encontrar una hora para dormir. Leyendo mucho tiempo más tarde “Fisiología del gusto”, de Brillat–Savarin, tuve el desagrado de encontrar allí mi idea exactamente expresada. Después de eso, ¡como para creer en la probidad de la gente que ha pasado a la Historia!...

Me han dicho – le interrumpo – que Vd. ha negado la terapéutica. ¿Es verdad eso, Macedonio?

La terapéutica es el hilo más delgado que hay en el mundo de la esperanza – me responde –. Disciplina esmirriada, abortada tentativa antibiológica, ella nunca ha encontrado nada que corrija y frustre las consecuencias de nuestras infracciones higiénicas. Lo único que cura la terapéutica es la sensación popular de lo mucho que se estudia el organismo humano y de lo poco que se consigue para medicar. Este contraste entusiasma a los pacientes demasiado imaginativos, que están en excelentes condiciones para ser curados por su propia fantasia. La lástima grande es que los médicos se empeñen en administrarles remedios cuando están, precisamente, en tan delicadas condiciones de salud para reistirlos...
Por culpa de la juventud artística de Buenos Aires, que conocía hace cuatro años – prosigue Macedonio Fernández, respondiendo a una pregunta mia –, estoy abismado en un arduo problema de estética. Me desvalijaron, por aquel entonces, con tanta prolijidad e inmenso provecho de mi estética pasatista, que hasta la fecha no he podido recuperar una ignorancia igual... Tanteando en el vacío, estoy ensayando sin embargo, la técnica de una nueva novela. Para construirla, no quiero especular con esas “imágenes vividas” o “fuertemente pensadas” que constituyen el natural acervo romántico del lector y que invariablemente usufructúa el novelista. En literatura, –este procedimiento me parece casi tan deshonesto como esas invitaciones de picnics, que debajo del precio de la entrada llevan escrita la indicación de que cada comensal tiene que llevarse el almuerzo... Mi novela será una novela de “presente absoluto” en cuanto a su afectividad. Para no especular con el romanticismo inherente a los hechos acaecido – ya dijo Ortega y Gasset antes que yo que romanticismo es nostalgia – no relataré sucesos pasados, sino acontecimientos que “pueden pasar”. Un epílogo poemático de cuatro o cinco páginas a lo sumo me servirá para cerrar la narración...

Ahora, Macedonio, aunque la pregunta le parezca un poco rara, ¿qué puede decirme usted mismo sobre “No toda es vigilia la de los ojos abiertos”?

Si yo tuviera que escribir su reportaje – me contesta Macedonio –, encabezaría mi respuesta con este subtítulo: “De cómo, a veces, resulta inútil escribir un libro de metafísica para encontrar la explicación del mundo”. Porque esto es, cabalmente, lo que me ha ocurrido a mí. Buscando la explicación del misterio del mundo, mi libro me acercó a la personalidad de mayor poder mental y de más gracia sentimental que he conocido en mi vida. Sin proponérselo, me abrió las puertas de “un mundo nuevo”, con lo cual la explicación del mundo viejo, perseguida afanosamente a través de sus trescientas páginas, me resulta ahora perfectamente innecesaria...

Y cuanto ya en la calle, los dos nos encontramos de nuevo frente a la ciudad y a la vida, retornando a su país imaginario, Macedonio agrega:

– ¿No le parece que hay algo turbiamente sensorial en la música de orquesta? ¿No cree usted en la posibilidad de una “música pura”, sin compás y sin esas apoteosis marciales que han malogrado más de una página de Beethoven?

César Porcio (Buenos Aires, 26 de enero de 1930)









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OCTAVIO PAZ: “La literatura moderna es ante todo y sobre todo crítica del lenguaje “
De Wikipedia, la enciclopedia libre



Gerardo Diego Octavio Paz Lozano
Nacimiento: 31 de marzo de 1914
Ciudad de México, México
Defunción: 19 de abril de 1998 84 años
Ciudad de México, México
Ocupación: Poeta, escritor, ensayista y diplomático
Nacionalidad: mexicano
Período: 1939-1998
Género: poesía
Movimientos: Modernismo
Influido por
Juan Ramón Jiménez
Antonio Machado
Premio Nobel de Literatura.

Biografía


Gerardo Diego Octavio Paz Lozano nació en la Ciudad de México el 31 de marzo de 1914, en medio de la Revolución Mexicana. Criado en Mixcóac, una población cercana (y que ahora forma parte de la Ciudad de México) por su madre, Josefina Lozano, una mujer religiosa, así como por una tía y su abuelo paterno, Ireneo Paz, un soldado retirado de las fuerzas de Porfirio Díaz, intelectual liberal y novelista. Su padre, también llamado Octavio Paz, trabajó como escribano y abogado para Emiliano Zapata; estuvo involucrado en la reforma agraria que siguió a la revolución, y colaboró activamente en el movimiento vasconcelista. Todas estas actividades provocaron que el padre se ausentara de casa durante largos periodos.

Paz fue influenciado desde pequeño por la literatura a través de su abuelo, quien estaba familiarizado tanto con la literatura clásica como con el modernismo mexicano. Durante la década de 1920-1930 descubrió a los poetas europeos Gerardo Diego, Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado, que tambi én influenciaron sus escritos más tempranos. Publicó su primer poema ya como adolescente en 1931, con el nombre Mar de Dia, al cual le añadió un epígrafe del poeta francés Saint-John Perse. Dos años después, a la edad de 19, Paz publicó Luna Silvestre, una colección de poemas. Hacia 1937, Paz ya era considerado el poeta más joven y prometedor de la capital mexicana.

En 1937 terminó sus estudios universitarios y viajó a Yucatán en busca de trabajo en una escuela cercana a Mérida. Ahí comenzó a trabajar en su poema Entre la piedra y la flor (1941, revisado en 1976), el cual describe la situación cultural y el quebranto de la fe del campesino mexicano como resultado de una sociedad capitalista.

En 1937, Paz visita España durante la Guerra Civil Española, mostrando su solidaridad con los Republicanos, cuya ideología política influyó en su obra juvenil, otorgándole una visión preocupada, incluso angustiada, respecto a las condiciones de vida que se daban en su país natal y en España. A su regreso en México, participa como cofundador en una revista literaria llamada Taller en 1938, y escribe en ella hasta 1941. En 1943 recibe la Beca Guggenheim y comienza sus estudios en la Universidad de California, Berkeley en los Estados Unidos de América, y dos años después comienza a servir como diplomático Mexicano, trabajando en Francia hasta 1962. Durante esa estancia, en 1950, escribe y publica El laberinto de la soledad, un innovador estudio antropológico de los pensamientos y la identidad Mexicana.

En 1985 recibe el Premio Internacional Alfonso Reyes. En 1987 le es otorgado el I Premio Internacional Menéndez Pelayo. En 1990 recibió el Premio Nobel de Literatura.

Experimentación e inconformismo pueden ser dos de las palabras que mejor definen su labor poética, pero es un poeta difícil de encasillar. Ninguna de las etiquetas adjudicadas por los críticos encaja con su poesía: poeta neomodernista en sus comienzos; más tarde, poeta existencial; y, en ocasiones, poeta con tintes de surrealismo. Ninguna etiqueta le cuadra y ninguna le sobra. En realidad, se trata de un poeta que no echó raíces en ningún movimiento porque siempre estuvo alerta ante los cambios que se iban produciendo en el campo de la poesía y siempre estuvo experimentando, de modo que su poesía acabó por convertirse en una manifestación muy personal y original. Además, se trata de un poeta de gran lirismo cuyos versos contienen imágenes de gran belleza. Después de la preocupación social, presente en sus primeros libros, pasó a tratar temas de raíz existencial, como la soledad y la incomunicación. Una de las obsesiones más frecuentes en sus poemas es el deseo de huir del tiempo, lo que lo llevó a la creación de una poesía espacial cuyos poemas fueron bautizados por el propio autor con el nombre de topoemas (de topos + poema). Esto es lo que significa poesía espacial: poesía opuesta a la típica poesía temporal y discursiva. Se trata de una poesía intelectual y minoritaria, casi metafísica en la que además de signos lingüísticos se incluyen signos visuales. En los topoemas, igual que ocurría en la poesía de los movimientos de vanguardia, se le da importancia al poder sugerente y expresivo de las imágenes plásticas. No cabe duda de que en la última poesía de Octavio Paz hay bastante esoterismo, pero, al margen de ello, toda su poesía anterior destaca por su lirismo y por el sentido mágico que el autor da a las palabras.
El 19 de Abril de 1998 Octavio Paz murió en su ciudad natal que fue la Ciudad de México..

Desilusionado del fascismo rojo

Originalmente Paz mostró solidaridad con la causa repúblicana en la Guerra Civil Española, pero, como confesó en la serie televisiva Conversaciones con Octavio Paz, el enterarse del asesinato de uno de sus camaradas cometido por el propio bando inició un proceso de desilusión. Al publicar su visión crítica sobre Stalin en marzo de 1951, rompió con sus amigos de izquierdas.

Posteriormente, en sus revistas Plural y Vuelta, Paz denunció las violaciones a los derechos humanos de los regímenes comunistas. Esto le trajo mucha animosidad de parte de la izquierda latinoamericana y algunos estudiantes universitarios. En el prólogo del tomo IX de sus obras completas, publicado en 1993, Paz declara:

“En México, antes, había sido visto con sospecha y recelo; desde entonces, la desconfianza empezó a transformarse en enemistad más y más abierta e intensa. Pero en aquellos días [década de los 1950] yo no me imaginaba que los vituperios iban a acompañarme años y años, hasta ahora” (página 44).
La animosidad de algunos izquierdistas mexicanos hacia la visión política de Paz persistió hasta su muerte en 1998, y aún después.

Obra poética :

1938 - 1946 - Puerta condenada
1937 - La rama
1957 - Piedra de sol
1958 - Libertad bajo palabra
1962 - Salamandra
1969 - Ladera Este
1972 - Le singe grammairien, traducción francesa de Claude Esteban publicada por el editor Albert Skira en Ginebra. La versión en castellano, El mono gramático, fue publicada en 1974.
1975 - Pasado en claro
1976 - Vuelta
1987 - Árbol Adentro
Bajo el título El fuego de cada día el propio Paz recoge una significativa selección de su obra poética.

Obra ensayística :


1950 - El laberinto de la soledad
1956 - El Arco y la Lira
1957 - Las peras del olmo
1965 - Cuadrivio
1966 - Puertas al Campo
1967 - Corriente Alterna
1967 - Claude Levi-Strauss o el nuevo festín de Esopo
1968 - Marcel Duchamp o el castillo de la Pureza, con su reedición ampliada Apariencia desnuda (1973),
1969 - Conjunciones y Disyunciones
1969 - Postdata, continuación de "El Laberinto de la Soledad"
1973 - El signo y el Garabato
1974 - Los Hijos del Limo
1974 - La Búsqueda Del Comienzo (Escritos Sobre El Surrealismo) (2da. Edición: 1980)
1979 - El Ogro Filantrópico
1979 - In-mediaciones
1982 - Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe
1983 - Tiempo Nublado
1983 - Sombras de Obras
1984 - Hombres en su Siglo
1990 - Pequeña Crónica de Grandes Días
1990 - La Otra Voz
1991 - Convergencias
1992 - Al Paso
1993 - La Llama Doble
1994 - Itinerario
1995 - Vislumbres de la India
1997 - L as hojas

Traduccion :

Versiones y diversiones Paz reunió sus traducciones poéticas.
Sendas de Oku, de Matsuo Basho (1957)
Antología de Fernando Pessoa (1984)

“El espíritu crítico es la gran conquista de la edad moderna. Nuestra civilización se ha fundado precisamente sobre la noción de críticas: nada hay sagrado o intocable para el pensamiento excepto la libertad de pensar. Un pensamiento que renuncia a la crítica, especialmente a la crítica de sí mismo, no es pensamiento. Sin crítica, es decir sin rigor y sin experimentación, no hay ciencia; sin ella tampoco hay arte ni literatura. Inclusive diría que sin ella no hay sociedad sana. En nuestro tiempo creación y crítica son una y la misma cosa.[…].El escritor no es el servidor de la Iglesia, el Estado, el Partido, la patria, el pueblo o la moral social: es servidor del lenguaje. Pero lo sirve realmente sólo cuando lo pone en entredicho: la literatura moderna es ante todo y sobre todo crítica del lenguaje “.


Octavio Paz,Discurso de ingreso del Señor Don Octavio Paz, Memoria de El Colegio Nacional, tomo 6, num. 2-3,1967-1968, pp. 61-62.-
( Cfr. Octavio Paz, “Pasión Crítica”, Biblioteca Seix Barrail, Barcelona, 1985).-









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Libros/ Domingo, 04 de Mayo de 2008
Poesia
La poesía como diario




Formado en los clásicos cristianos y griegos, hijo de una madre amante de un psiquiatra que la convenció de que su hijo estaba loco, alcohólico irrecuperable, internado en más de veinte manicomios a lo largo de su vida, padre literario de obras desgarradoras como las de Silvia Plath y Anne Sexton, el norteamericano Robert Lowell cambió para siempre la poesía confesional en lengua inglesa. Aunque es poca su obra que se consigue en Argentina, bien vale revisitarla.

Por Guillermo Saccomanno

En una foto, donde debe rondar los cuarenta, a Robert Lowell se lo ve como a un Clark Kent poseído, con una mirada que radiografía, capaz de hurgar a fondo en sí mismo y en los demás, tan a fondo que inspira temor. Nadie como él supo que era otro, que todos somos otro, y ese otro no es precisamente un superhombre. Nada aconsejable para la salud mental mirar así. Alcohólico perdido, sufrió más de veinte internaciones en distintos manicomios. Cuando de una universidad lo invitaban como escritor residente pedía, además de una casa, un psiquiatra mínimamente competente.

Lowell había nacido en Boston en 1917. Su familia era patricia y calvinista. En el árbol genealógico se destacaban algunos poetas. Muy joven, Lowell se convirtió al catolicismo. Y al escribir sus primeros versos sus referencias fueron tanto los testamentos como los griegos. Sus obsesiones serían, para siempre, la culpa, el castigo, el suicidio. Al estallar la Segunda Guerra se alistó en el ejército , pero al conocerse los bombardeos aliados a poblaciones civiles se hizo objetor de conciencia. “¿Cómo puede/ la guerra cambiar en mí/ el hombre antiguo en uno nuevo?”, escribió. Y citando a Melville: “Todas las guerras son de muchachos”. La resistencia a combatir le acarreó una condena a un año y un día de prisión. Muchos atribuyeron su locura a este período de encierro.

La resonancia de su primer trabajo, Lord Weary’s Castle, acuñando lecturas de Tucídides y Toynbee, sacudió la mohosa poesía de su tiempo: “Chicos, la furiosa memoria se babea/ sobre la gloria de estanques pasados”. Y también: “Diez mil Fords están aquí ociosos en busca/ de una tradición”. Lowell planteaba: “Un poema es un acontecimiento, no su descripción”. En una entrevista de The Paris Review declaró: “Cuando empecé a escribir muchos de los grandes escritores todavía no eran populares. No habían siquiera entrado en las universidades y su difusión era ínfima. Era el tiempo de Schöemberg, Picasso, Joyce, el primer Eliot. Entre nosotros los únicos que valían eran William Carlos Williams y Marianne Moore”. Lowell adquirió repercusión crítica, ganó premios: el National Book Award, el Pulitzer. Su voz se volvió influyente. Padre del confesionalismo, se lo etiquetó. Tuvo discípulas como Sylvia Plath y Anne Sexton, tanto o más temibles que él. Ninguna sería más afortunada que el maestro. Una mañana, después de llevarle el desayuno a sus hijos, Plath metió la cabeza en el horno de la cocina. A Sexton, bellísima y borracha, con sus cócteles de psicofármacos, no le iría mejor. Las dos siguieron sus pisadas: la poesía como escritura autobiográfica. Life Studies puede considerarse un manifiesto íntimo. En sus poemas, auténticos estudios existenciales de un obsesivo, Lowell no se expone sólo a sí mismo. También eviscera a quienes lo rodean: sus padres, sus cónyuges, sus hijos. En un poema acusa a su madre por su frivolidad, los chismes que provocaba y los estropicios pasionales que deterioraron a su padre. También la responsabiliza por haberle creído a un psiquiatra de la familia el diagnóstico de locura que hizo de su hijo. El psiquiatra convenció además al pequeño Lowell de que era un hijo no deseado. Más tarde el hijo se enteraría de que su madre, además de socia en los negocios del psiquiatra, era su amante. “Mi madre era bastante más idiota/ de lo que fueron todas mis mujeres”, escribió. Aunque insistió en casarse tres veces, Lowell comparaba el matrimonio con la nada. En su poesía no se salva siquiera Harriet, su hija adolescente. Adrienne Rich y Wystan Auden no le perdonaron el extremismo confesional. Seguramente a Auden lo irritaba que Lowell compusiera la poesía que él hubiera querido escribir. Lowell no les llevaba el apunte a sus detractores. Estaba demasiado solo y metido en su trabajo. Sin negar a Whitman y a Pound, su poesía se distancia del primitivismo de Robert Frost y los aullidos contestatarios de Allen Ginsberg. Refinado y a la vez impiadoso, Lowell alterna la cita culta con la cotidiana. “Se comienza a espesar la nevada de Boston/ como si se tratase de una venda/quirúrgica, amarilla/ ¡Lo puta que es la vida!” Poemas como instantáneas, autorretratos cada vez menos autocomplacientes. Lowell no les escapa ni al mito ni a la tragedia íntima, sabe conectar la cuestión social con el infierno privado. Estas claves explican por qué su poesía sigue conmoviendo. En la actualidad ostenta el rango de un clásico, pero incómodo. “Circe y Ulises”, el poema que abre Día a día, apela al mito homérico. Utiliza a su mujer y a su hijo, Sheridan, presente en la lectura pública del poema. Lo más recóndito de lo doméstico, después de Lowell, no volvería a ser lo mismo en la poesía estadounidense. Su sombra habría de sobrevolar la poesía descarnada de Raymond Carver.

A los sesenta años, Lowell admitió: “Después de los cincuenta no hay reloj que se pare”. En “Muerte de un crítico” apuntó: “Tediosos, antipáticos y a punto de extinguirse/ veía yo a los viejos, / blanco preferido de mis burlas,/ hasta que el tiempo, que lo cura todo, me hizo como ellos”. Lowell debía reconocerlo: “He llegado a ser mi propio fugitivo”. En 1977, escapando de las ruinas de su tercer matrimonio, volviendo de un vuelo desde Londres, aterriza en el otoño de Nueva York. Sube a un taxi, le da una dirección: la de su segunda esposa. Cuando el taxi llega, el pasajero parece dormido. La mujer baja a la calle. Lowell está muerto. Hacía una semana terminaba de publicar su último libro Day by day.

El título recuerda el pacto que los adictos hacen consigo mismos. Los adictos y cualquiera en estado de angustia. Pero, a la vez, el día a día remite los poemas a un diario. Porque no había nada que no entrara en su registro. En más de un sentido, puede arriesgarse, sus poemas son el equivalente en verso de los diarios de John Cheever.

¿Me ayudarán ustedes a entender
lo que no tiene arreglo ni remedio,
en esta temporada de escritura poética
y de alivio
para mi depresión, que pasaremos juntos?


*

Durante mucho tiempo, empapado,
y a menudo tocando fondo
por el gran mar verde de los semáforos
que autorizaban nuestra navegación
encontré que mi fatiga era la luz del mundo.

*

Ciudad para matar, ciudad americana.

*

Tus libros son hileras de trajes vaciados.

*

Esa capacidad de corromper
que la poesía tiene, es la más genuina
voluntad de la voz, nunca perdida,
más llena de fantasmas, la voz que sobrevive
de forzar resistencias, descontrolada por la inspiración.
Desde tres adjetivos a un objeto
hay un salto imposible.

*

Nos obsesionamos tanto con la escritura.
Al fin lo conseguimos y así nos fue con ella.
¿Te despiertas acaso como yo, tan perplejo
encontrando los anteojos olvidados
dentro de uno de los zapatos?

*

Mis reseñas virginales eran en su momento
el equivalente verbal de los asesinatos.
Ahora son un montón chiquito,
compacto, tan viejo como yo.
Ellas se desintegran amarillas
y sus páginas rígidas
se hacen añicos como las hojas secas
escapando del árbol que les diera vida.
Estoy sin un amigo:
Veo de vez en cuando, en la noche cerrada,
brillar los faros de algún auto suicida
por la autopista y luego diluirse.
Mi vacío fantasmal ahora se me llena
con todos mis amigos agraviados
como tristes moscas familiares.

*

¿Acaso no es hipócrita pretender dar respuesta
a lo que no hemos sido capaces de escuchar?

*

Aunque escribo mis versos por la noche
soy muy poco sincero en mi discurso.

*

¿Merezco alguna consideración
por no haber intentado suicidarme?
Quizá lo que temía es que esa peregrina
decisión resultase fallida
sin darme cuenta de que practicando
es como se corrigen los errores.
¿Y del infierno, qué?

*

Si tuviera un sueño sobre el infierno
en esa pesadilla
me encontraría a mí mismo
embalando mi casa para mudarme,
con todos los demonios preguntando
eternamente impertinencias varias.

*

Lo que en realidad hice no fue mucho,
entonces, como ahora, fue muy poco.
Del fuego del infierno, en cambio,
no puedo apagar un simple fósforo.

*

Estoy ciego de ver.

*

Adiós, adiós a nada. Doy gracias,
muchas gracias.


*
De escasa circulación, la obra de Lowell se divulgó en nuestro país a través de unas pocas antologías.

Poemas, traducido por Alberto Girri, publicado por Sudamericana en 1969, es la versión de Lord Weary’s Castle. Desde hace un tiempo puede encontrarse en algunas librerías Día a día, en edición bilingüe española de Losada, con prólogo y traducción de Luis Javier Moreno. Los fragmentos de distintos poemas de Lowell que reproducimos, aún acotados, pueden dar, como arte poética, una idea del calibre de sus obsesiones.

Fuente : http://www.pagina12.com.ar/






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Borges y Argentina
Macedonio y Borges o la figura del padre
por Elisa T. Calabrese

¿Qué decir de la relación Borges y Macedonio? Es una cuestión bastante compleja como suelen serlo los vínculos parentales, aunque, como aquí, se trate de una paternidad simbólica. Para comenzar, podría decir que uno de los efectos más curiosos de la cronología personal y escrituraria de esta relación es que está signada por la inversión cronológica, ya que para muchos, el saber de Macedonio, de su escritura, está mediado por la previa lectura de Borges. Esto es explicable rápidamente: la escritura borgeana puede verse como una puesta en acto de las teorías macedonianas del belarte. Ahora bien, cabe preguntarse a quién o a quiénes reconoce o niega Borges como padres. El joven vanguardista, junto con su generación, comete el parricidio ritual respecto de Lugones, el poeta nacional, el que ocupaba el centro de la escena consagratoria en el momento en que los jóvenes del veinte deciden, como toda vanguardia, irrumpir con el gesto de la ruptura y la pretensión de iniciar el arte desde cero. Simultáneamente, Borges reconoce como maestro a Macedonio y escr ibe su Macedonio Fernández, donde inventa la ficción biográfica macedoniana. Desde una mirada de superficie, pareciera entonces, que hay demolición de Lugones, y consagración de Macedonio, pero ¿es realmente así? Si miramos más finamente, podríamos observar la ambivalencia de estas actitudes. Es así que, respecto de Lugones, una vez muerto, ya Borges es un escritor consagrado. Ya no hay necesidad de parricidio entonces: el otrora joven vanguardista es ahora el que ha generado su propia obra, su ficción biográfica de destino literario construyendo un canon donde confluyen el saqueo y la nivelación de otras culturas y tradiciones, a la vez que su lectura particular de nuestra propia cultura, especialmente en las reescrituras de la gauchesca, tanto como en los ensayos críticos que le dedica, con los que Borges demuele la interpretación nacionalista de fin de siglo. Contra Rojas, contra Lugones, Borges instaura su propia lectura del canon literario, a la vez que se autoconfigura como el Autor con mayúsculas, e instala en el archivo intertextual de la literatura el tomo de la enciclopedia borgeana, el tomo con la B de Borges, para lo cual resulta central la conformación de sí mismo y del Nombre propio en la misma escritura.

Una vez construida esta gigantesca operación, no sólo ya no hace falta demoler a Lugones, hasta se le puede dedicar un volumen de poemas post mortem, como en efecto hace Borges. Por otra parte, observemos lo que pasa con Macedonio. Recordemos la idea borgeana de que lo más importante de la escritura no está nunca explícito. Esto sin duda aparece muchas veces en los textos de Borges; en el enigma, la única palabra prohibida es la clave. Y es así que el nombre omitido podríamos decir, es el que constituye la clave de la escritura y es el de Macedonio Por eso, a primera vista pensamos: ¿qué mejor homenaje que un ensayo crítico-biográfico? Pero allí podemos leer una frase que cifra la lectura que esbozo aquí, y es ésta: ... «el talento de Macedonio era eminentemente verbal». Con tal enuciado, Borges parece decir que las más valiosas o genuinas capacidades intelectuales, estéticas, filosóficas y humorísticas de Macedonio no son accesibles por medio de su escritura. ¿Qué consecuencias se pueden apuntar? Varias y complejas; por una parte, que la ficción biográfica del texto borgeano, su invención, su Macedonio, ubican a éste en u n lugar inaccesible. ¿Cómo podremos conocer, desde ese momento y pese a todo lo que Borges está escribiendo sobre él, al «verdadero» y talentoso Macedonio? Por otra parte, es un modo de apropiación, ya que, dada la amistad desplegada en esas conversaciones a las que nunca asistiremos, el único que tendrá para siempre ese privilegio, será Borges. También hay una verdad oblicua en este irónico y ambivalente elogio. Si bien el ensayo presenta esta imposibilidad de conocimiento, ese nunca acceder al talento macedoniano, con la falsa modestia característica de Borges —como si pese a sus esfuerzos, no pudiera hacernos llegar a su biografiado— es verdad que la invención del personaje Macedonio representa el desafío de una biografía imposible, porque no solamente su obra es una anti-obra (en el sentido de la no publicación, el deliberado borramiento), sino que el propio Macedonio inventa mucho antes que Borges, las biografías imposibles, empezando por la suya propia.


Borges, Argentina y España
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Vicente García-Huidobro Fernández




Nacido en Santiago, Chile, 10 de enero de 1893 - + Cartagena, Chile, 2 de enero de 1948, mayormente conocido como Vicente Huidobro, fue un poeta. Creador y exponente del creacionismo, es considerado uno de los 4 grandes de la poesía chilena (con Neruda, De Rokha y Mistral).

Edad Negra La muerte atravesada de truenos vivos Atravesada de fríos humanos La muerte de sobra llamando tierra por la tierra Y de subida en los rostros amargos La marea apresurada Sobre los ojos y las piedras... Cómo decir al mundo si es necesario tanto hielo Si exige el tiempo tal suplicio Para futuras voces nuevas ¿En dónde estás flor de las tumbas Si todo es tumba en el reino infinito? Sólo se oye la lenga del sepulcro Llamando a grandes gritos Las campanas secretas En su misterio de memorias a la deriva Semejantes al temblor eterno Que se separa de los astros No hay sacrificio demasiado grande Para la noche que se aleja Para encontrar una belleza escondida en el fuego Perderlo todo Perder los ojos y los brazos Perder la voz el corazón y sus monstruos delicados Perder la vida y sus luces internas Perder hasta la muerte Perderse entero sin un lamento Ser sangre y soledad Ser maldición y bendición de horrores Tristeza de planeta sin olor de agua Pasar de ángel a fantasma geológico Y sonreír al sueño que se acerca Y tanto exige para ser monumento al calor de las manos Penan los astros como sombras de lobos muertos En donde está esa región tan prometida y tan buscada Penan las selvas como venganzas no cumplidas Con sus vientos amontonados por el suelo Y el crujir de sus muebles Mientras el tiempo forja sus quimeras Debo llorar al hombre y al amigo La tempestad lo arroja a otras comarcas Más lejos de lo que él pensaba Así dirá la historia Se debatía entre el furor y la esperanza Corrían a encender montañas Y se quemaban en la hoguera Empujaban ciudades y llanuras Flanqueaban ríos y mares con la cabeza ensangrentada Avanzaban en medio de la sombra espía Caían desplomados como pájaros ilusos Sus mujeres ardían y clamaban con relámpagos Los caballos chocaban miembros en el fuego Carros de hierro aviones triturados Tendidos en el mismo sueño... Guárdate niño de seguir tal ruta
Arte poética Que el verso sea como una llave Que abra mil puertas. Una hoja cae; algo pasa volando; Cuanto miren los ojos creado sea, Y el alma del oyente quede temblando. Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra; El adjetivo, cuando no da vida, mata. Estamos en el ciclo de los nervios. El músculo cuelga, Como recuerdo, en los museos; Mas no por eso tenemos menos fuerza: El vigor verdadero Reside en la cabeza. Por qué cantáis la rosa, ¡oh Poetas! Hacedla florecer en el poema ;
Sólo para nosotros Viven todas las cosas bajo el Sol. El Poeta es un pequeño Dios.

Vicente Huidobro





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Pequeños tesoros
Ultimos pensamientos sobre Woody Guthrie
Por Bob Dylan
Viernes 7 de noviembre de 2008 15:07

Cuando la cabeza te dé vueltas y el cerebro quede insensible, Cuando creas que eres demasiado viejo, demasiado joven, demasiado listo o demasiado tonto Cuando te estés quedando atrás, perdiendo el paso Arrastrándote lentamente en el agitado curso de la vida No importa lo que hagas si empiezas dándote por vencido Si el vino no llega al borde de tu copa Si el viento te aparta a un lado mientras te sujetas con una mano Y se suelta la otra y el sentimiento ha muerto Y el fuego de tu locomotora necesita un nuevo chispazo para encenderse Y aunque la madera sea fácil de encontrar tú no tienes nada que ganar al ir por ella Y tu vereda empieza a dar vueltas y tu calle se hace demasiado larga Y empiezas a caminar hacia atrás aunque te das cuenta que te equivocas Y la soledad se eleva mientras el día cae Y mañana por la mañana parece estar demasiado lejos Y sientes que las riendas de tu pony se te escapan Y la cuerda se te escurre por que tienes las manos húmedas Y tu desierto cubierto por el sol y tus valles siempre verdes Se vuelven barrios bajos deshechos y callejuelas llenas de cubos de basura Y tu cielo llora agua y tu cañería de desagüe vierte líquido Y el relámpago flamea y el trueno restalla Y las ventanas tabletean y se rompen y los tejados se estremecen Y todo tu mundo se cierra con estrépito Y tus minutos de sol se vuelven horas de tormenta Y de vez en cuando te dices a ti mismo "Nunca supe que fuera a ocurrir así ¿Por qué no me lo dijeron el día que nací?" Y empiezas a sentir escalofríos y a dar saltos por culpa del sudor Y estás buscando algo que no has encontrado del todo todavía Y andas metido hasta la rodilla en agua sucia con las manos al aire Y todo el mundo te observa como si fueran mirones Y tu chica te deja, se fue volando hace ya tiempo, Y tu corazón se siente enfermo como un pez a punto de ser frito Y el martillo perforador se te cae de las manos a los pies Y lo necesitas de verdad pero yace allí en la calle Y tu campana suena muy fuerte pero no logras escuchar su tañido Y piensas que tus oídos quizás estén heridos O que tus ojos se han vuelto sucios a causa del tenebroso espectáculo de la suciedad Y te figuras que fracasaste en la disputa de ayer Cuando fuiste engañado y burlado mientras hacías frente a un farol Y tú llevabas todo el tiempo tres reinas Y eso te vuelve loco, te hace sentir vergüenza Como si estuvieras en la página central de la revista "Life" Dando saltos alrededor de la maquinita de juego Y hay algo en tu mente que te gustaría estar diciendo Que alguien en algún lugar debería estar escuchando Pero sigue atrapado en tu lengua y aprisionado en tu cabeza Y eso te molesta horrores cuando estás tumbado en la cama Y por mucho que lo intentas no puedes decirlo Y hasta en el alma tienes miedo al pensar que podrías olvidarlo Y tus ojos nadan por las lágrimas que hay en tu cabeza Y tus almohadas de plumas se convierten en mantas de plomo Y la boca del león se abre y miras fijamente sus dientes Y su mandíbula empieza a cerrarse contigo dentro Y estás boca a bajo y tus manos están atadas a la espalda Y desearías no haber seguido aquella señal de desvío Y te preguntas qué demonios estoy haciendo En esta carretera por la que voy caminando, en esta senda que estoy tomando En esta curva que estoy dando En este camino que estoy recorriendo, en este sitio que estoy ocupando En este aire que estoy respirando ¿Tan confundido estoy, tan totalmente confundido? ¿Por qué estoy caminando, hacia dónde estoy corriendo, Qué estoy diciendo, que estoy aprendiendo De esta guitarra que estoy tocando, de este banjo que estoy acariciando De esta mandolina que estoy rasgueando, de esta canción que estoy cantand o De la melodía que estoy tatareando, de las palabras que estoy escribiendo De las palabras que estoy pensando De este océano de horas del que bebo continuamente? ¿A quién estoy ayudando, qué estoy destrozando Qué estoy dando, qué estoy recibiendo? E intentas con toda el alma No pensar esos pensamientos y no permitir que Ganen terreno O que hagan que tu corazón lata con más fuerza Pero tú sabes por qué dan vueltas a tu alrededor Esperando una ocasión para salir y dejarse caer Porque a veces los oyes cuando la noche se cierne furtivamente Y tienes miedo de que puedan sorprenderte durmiendo Y saltas de la cama, del último capítulo del sueño Y no puedes recordar por más que lo intentas Si eras tú quien daba gritos en el sueño Y sabes que es algo especial lo que necesitas Y te das cuenta de que ninguna droga hará nada por aliviarte Y que no hay alcohol en la tierra que logre que tu cerebro deje de sangrar Y necesitas algo especial Sí, necesitas algo especial de acuerdo Necesitas un tren que vuele rápido sobre una vía de tornado Para que te lance a algún lugar y te traiga de regreso Necesitas un ciclón sobre la sirena de una máquina de vapor Que siempre ha estado haciendo ruido y tronando y soplando Que conoce tus problemas más de cien veces Necesitas un autobús Greyhound que no prohíba raza alguna Que no se burle de tu aspecto Tu voz o tu cara Y que cualquiera que sea el número de apuestas en el libro Siga rodando mucho tiempo después de la manía del chicle Necesitas que abra una nueva puerta Para mostrarte algo que ya has visto antes Pero que pasaste por alto unas cien veces, quizás más Necesitas algo que te abra los ojos Necesitas algo que te haga comprender Que eres tú y nadie más el dueño Del sitio que ocupas, del lugar en que estás sentado Que el mundo no te tiene vencido Que no te tiene derrotado No puede volverte loco no importa cuántas veces Puedas ser maltratado. Necesitas algo especial de acuerdo Necesitas algo especial que te dé esperanza Aunque esperanza sea sólo una palabra Que quizás dijiste o quizás oíste En el rincón de alguna curva muy abierta Pero eso es lo que necesitas y lo necesitas de verdad, amigo Y tu problema es que lo sabes demasiado bien Por que parece que empiezas a sentir escalofríos Porque no puedes encontrarlo en un billete de dólar Y no se encuentra en el antepecho de la ventana de Mary Y no se encuentra en el mapa de carreteras para niños ricos Y no se encuentra en el club de estudiantes para niños ricos Y no se saca de ninguna semilla de trigo de Ho llywood Y no se encuentra en ese escenario de débil iluminación Con esos comediantes medio tontos encaramados en él Declamando a gritos y desvariando y llevándose tu dinero Y piensas que es divertido No, no puedes encontrarlo en ningún club nocturno o club náutico Y no se encuentra en los sillones de ningún club de lujo Y tan seguro como que existe el infierno te dirás Que por mucho que frotes No lo encontrarás en el resguardo del billete No, no está en los chismes que la gente te está contando Y no está en la loción contra granos que la gente está vendiéndote Y no está en ninguna casa hecha con una caja de cartón O bajo la blusa de ninguna estrella de cine Y no puedes hallarlo en el campo de golf Y el tío Remus no puede decírtelo y tampoco Santa Claus Y no está en el peinado de crema o en los vestidos de algodón dulce Y no está en los maniquíes de los almacenes baratos ni en los comics de los chicles, Y no está en los ruidos de malvavisco de las voces de pastel de chocolate Que vienen llamando y golpeando en la envoltura navideña Diciendo: ¿no soy guapo, no soy lindo?, y mira mi piel Mira el brillo de mi piel, mira el resplandor de mi piel Mira la risa de mi piel, mira el llanto de mi piel Cuando ni siquiera puedes sentir si tiene entrañas Esa gente tan hermosa, con sus cintas y sus lazos No, ni hoy ni ningún otro día Lo encontrarás en los umbrales hechos de papel maché Ni en la gente de dentro hecha de melaza Que cada dos días compra un nuevo par de gafas de sol Y que no está en los generales de cincuenta estrellas ni en los farsantes Que te denunciarían por la décima parte de un penique Que respiran y eructan y se encorvan y se rompen Y antes de que puedas contar hasta diez Lo harán otra vez pero a tus espaldas en esta ocasión Amigo mío los que giran y reparten y dan vueltas y se mueven rápidamente Y que juegan con todos en su mundo de caja de arena Y no puedes encontrarlo en los tontos sin talento Que están a tu alrededor adulando Y que hacen las leyes para los que tienen talento Y no está en los que no tienen talento y creen que lo tienen Y piensan que te están engañando Los que saltan al furgón Durante un rato por que saben que está de moda Correr una aventura, salir pitando de ahí Y hacer toda clase de dinero y acostarse con todas las chicas posibles Y te grit as a ti mismo y arrojas el sombrero Diciendo: ¿tengo que ser de esta manera? ¿no hay nadie aquí que sepa de qué voy yo? ¿no hay nadie aquí que sepa cómo me siento? Dios Todopoderoso NADA DE ESTO ES REAL No, pero ése no es tu juego, ni siquiera tu estilo No puedes oír tu nombre, no puedes ver tu cara Tienes que mirar a otro lado Y ¿dónde buscas esa esperanza? ¿Dónde buscas ese petróleo que mana a borbotones? ¿Dónde buscas esa vela que brilla? ¿Dónde buscas esa esperanza que sabes que está allí Y fuera de allí en algún otro lugar? Y tus pies sólo pueden caminar por dos clases de carretera Tus ojos sólo pueden mirar por dos clases de ventanas Tu nariz sólo puede oler dos clases de vestíbulos Y puedes tocar y dar vueltas Y girar dos clases de picaportes Tu puedes ir a la iglesia que se te antoje O puedes ir al Brooklyn State Hospital Encontrarás a Dios en la iglesia que hayas elegido, Encontrarás a Woody Guthrie en el Brooklyn State Hospital Y aunque sea sólo mi opinión Y quizá tenga razón o quizás esté equivocado Encontrarás a los dos En el Gran Cañón Al atardecer.


Bob Dylan







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Marcelo Pezzotta, 3 poemas
marcelopezzotta@hotmail.com



Borges


Es antigua la metáfora del tiempo y del río
como antigua es la idea de círculo y destino
la elegancia del tigre, el color amarillo,
laberintos del tiempo, terribles extravíos.

Son muchos los que escriben incontables poemas,
versiones y versiones sobre los mismos temas,
pero un índice eterno o azarosos designios,
señalan (infrecuentes) al virtuoso elegido.


Canción de San Martín


Libert ad, gloria y poder
aunque cueste las vidas perder
aquel hombre sueña, en realidad
sólo libertad.

Llega a América el clamor
de la Europa del siglo anterior;
de la espada enrojece el metal,
la sangre real.

Únicamente importa ser
libres, no importa lo demás…
dijo y venció sin saber
que los pueblos del lugar
otras cadenas habrían
al fin de arrastrar.

Otros tiempos, otra ley,
sin batallas se impone otro rey,
alguien en su eterna soledad,
sueña libertad.



Las estatuas

En siglos lejanos
timoratos monjes,
habrán invocado
la Divinidad

al ver las figuras
de piedra que entonces,
al Ángel Rebelde
daban realidad.

Recito estos versos
mientras a mi paso
estatuas me acechan
en la oscuridad.

En fuentes y templos,
en plazas y claustros,
vigilan de noche
la fría ciudad.

Quien de madrugada
por calles vacías
se estremece al verlas
siente soledad.


© Marcelo Pezzotta

Marcelo Pezzotta. Periodista argentino (Cruz del Eje, Córdoba, 1971). Reside en Córdoba y es Licenciado en Comunicación Social. Enseña Lengua y Literatura en escuelas secundarias.

Fuente : Revista Literaria Remolinos


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"PASION DE JUSTICIA", de Iris T. Pavón





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San Jauretche

Hace exactamente treinta años, el 25 de mayo de 1974 -de puro patriota nomás-, moría don Arturo Jauretche, uno de los intelectuales más lúcidos, mordaces y críticos de la sociedad y la política argentinas. Nació en Lincoln, Buenos Aires, en 1901. Publicó dieciséis libros de apuro como subproducto de su insobornable militancia -con compilaciones de artículos y polémicas orales, pueden contarse unos veinte-. Hábil polemista, gran maestro del panfleto, maestro del "pensar en nacional" (ya que "lo nacional es lo universal visto por nosotros", decía), se ganó el ostracismo a través de ataques tan agudos como exagerados contra la mitad más uno del Parnaso. Su obra tuvo gran influencia en la nacionalización de las capas medias en los '60 y '70, sobre todo Los profetas del odio, El medio pelo en la sociedad argentina y el Manual de zonceras argentinas.
Dueño de un sentido común infalible, de un coraje a prueba de balas y de un desaforado amor a la tierra, fue conservador a los dieciséis años, y lo subsanó enseguida revistando en el yrigoyenismo. Hundido en el arroyo San Joaquín, cerca de Paso de los Libres en la provincia de Corrientes, con el máuser en alto y el agua al cuello, observó cómo las tropas de Justo cortaban las orejas de los caídos para ensartarlas en un aro. Fue en 1933, durante el levantamiento radical que condujeron los coroneles Bosch y Pomar, cuando integraba un a columna de civiles que intentó una delirante invasión desde Uruguayana. En los meses de cárcel que siguieron a aquella derrota escribió El paso de los libres, poema épico gauchesco inicial que Borges le pidió a Homero Manzi para prologarlo ("obra que merecerá -creo yo- la amistad de las guitarras y los hombres" escribió Borges allí).
Jauretche fundó en 1935 FORJA (cf. Agenda de Reflexión Nº 83) junto a Raúl Scalabrini Ortiz, Homero Manzi, Gabriel del Mazo y Luis Dellepiane, y terminó adhiriendo al peronismo desde su nacimiento. Presidió del 46 al 51 el Banco Provincia y en el 73 fue co-director de Eudeba.

Hace pocos meses la Ley 25.844 estableció al 13 de diciembre, fecha de su nacimiento, como el "Día del Pensamiento Nacional", del que fue elocuente paradigma. Por eso, cantemos con la banda de Los Piojos: "Yo le pido a San Jauretche que venga la buena leche".
"Mientras no comprendamos que hay una superestructura que rodea al Estado y lo somete a sus fines y que está constituida por la finanza, no comprenderemos nada. El vigilante no está puesto para cuidar la libertad de los argentinos, sino para impedir que la libertad de los argentinos lastime los intereses de la finanza. Pues bien, tenemos que crear las instituciones de la Causa, en que la función del vigilante sea meter la finanza en vereda para que no lastime la libertad del pueblo. De otra manera, las mejores intenciones se verán quebrantadas, o serán dejados de lado los bien intencionados. [...] Ni siquiera son familias. Las que gobiernan son sociedades anónimas, frías creaciones del dinero, sin sangre, sin corazón, sin ley, sin patria. Y para peor, con un asiento principal fuera del país y obedientes a directivas políticas que sirven fines imperiales". [De la carta del 9 de julio de 1942, bajo una atmósfera política dominada por la claudicación y el escepticismo, a su amigo y compañero de lucha José Avalos]

"La cosa es sencilla: nos quiere hacer pasar por democracia el mantenimiento del parlamento, la justicia, las instituciones, en una palabra, lo formal que el Régimen maneja. Para nosotros, la democracia es el gobierno del pueblo con o sin parlamento, con o sin jueces y si el pueblo no gobierna, las instituciones no son más que las alcahuetas de la entrega.
"Muchos creen que lo democrático es seguir a la masa, y que así los partidos no tienen otra función que rivalizar a quien la adula más.
"Nosotros, a la inversa, creemos que es la masa la que debe ir hacia los partidos cuando está de acuerdo con los puntos de vista aunque el pueblo no lo comparta, hasta que llegue la hora en que su pensamiento sea el de la mayoría.
"El más difícil arte del demócrata es saber quedar sólo, cosa en la que fue maestro Hipólito Yrigoyen. Sólo al pie de la bandera abandonada, en la certidumbre de que un día, alrededor de ella, se reunirán las multitudes. Porque si el conductor no sabe estar solo, es que no cree en la bandera; no puede infundir la fe que le falta.
"[...] Hay dos Argentinas, una conservadora, que no quiere que ocurra nada, y en la cual está incluido el actual radicalismo. Esa Argentina tiene una apariencia poderosa porque maneja las estructuras oficiales de los partidos, el periodismo, la radiotelefonía, los gobier nos, pero esa Argentina no tiene vitalidad ninguna, es un edificio caduco, subsiste por inercia porque en ella ya no creen ni los que la forman. Y hay una Argentina subterránea, joven, vigorosa, caótica aún, pero que pronto se va a orientar, que se está orientando a pesar del desorden que introducen banderías extrañas en su seno". [Idem]
"Al tilingo la mierda no se le cae de la boca ante la menor dificultad o desagrado que les causa el país como es. Pero hay que tener cierta comprensión para ese tilingo, porque es el fruto de una educación en cuya base está la autodenigración como zoncera sistematizada. Así, cuando algo no ocurre según sus aspiraciones reacciona, conforme a las zonceras que le han enseñado, con esta zoncera también peyorativa. [...] En otros libros he hablado de estas dos actitudes opuestas entre el detractor y el guarango sobrador. La de este último es constructiva y no se apoya sobre una derrota previa. La fanfarronería -más porteña que argentina- es susceptible de corrección. ¿Pero cómo corregir al tilingo que es el fruto buscado de una formación mental a base de zonceras peyorativas que con el respaldo de próceres al caso, ha afirmado nuestra inferioridad como punto de partida inseparable de su 'civilización'?". [Manual de zonceras argentinas]

"... Orientar desde hoy la enseñanza escolar de la historia sacando el acontecimiento del cromo para trasladarlo a una versión dinámica de la misma que enfrente las nuevas generaciones a la responsabilidad de completar la Independencia como programa mínimo de unión. Tal vez cuando los niños de las nuevas generaciones hayan aprendido que la pasta de los héroes no es de papel maché, sino de la sangre y de la carne de que ellos están hechos, integrada por el espíritu que aquéllos tuvieron, podamos completar para nuestro tiempo lo que aquéllos nos dieron como labor empezada y no concluida. Pues ellos concluyeron, visto para atrás, pero empezaron para adelante. Y procedieron en circunstancias mucho más adversas que las que nos tocan y con la certidumbre de que estaban fundando una gran nación, convicción que es punto de partida imprescindible para empresa de tanta magnitud. Y que también nos faltará mientras no nos sintamos iluminados por idéntica fe a la suya y recordando que ellos se veían hombres y no próceres. [...] Descubrir las zonceras que llevamos adentro es un acto de liberación: es como sacar un entripado valiéndose de un antiácido, pues hay cierta analogía entre la indigestión alimenticia y la intelectual. Es algo así como confesarse o someterse al psicoanálisis -que son modos de vomitar entripados-, y siendo uno el propio confesor o psicoanalista". [De Mano a mano, publicado en El Mundo el 9 de julio de 1966]

"El plan Prebisch significará la transferencia de una parte sustancial de nuestra riqueza y de nuestra renta hacia las tierras de ultramar. Los argentinos reduciremos el consumo, en virtud de la elevación del costo de vida y del auge de la desocupación. De esta manera, no solamente aumentarán nuestros saldos exportables, sino que serán más baratos, lo que será aprovechado por el consumidor inglés que ensanchará su cinturón a medida que nosotros lo vayamos achicando. La mayor parte de nuestra industria, que se sustentaba en el fuerte poder de compra de las masas populares, no tardará en entrar en liquidación. Los argentinos apenas si tendremos para pagarnos la comida de todos los días. Y cuando las industrias se liquiden y comience la desocupación, entonces habrá muchos que no tendrán ni para pagars e esa comida. Será el momento de la crisis deliberada y conscientemente provocada.
"Los productores agrarios, que en un momento verán mejorar su situación, no tardarán en caer en las ávidas fauces de los intermediarios y de los consorcios de exportación, que muy pronto absorberán el beneficio de los nuevos precios oficiales. [...] Nos iremos hipotecando con el fin de permitir que falsos inversores de capital puedan remitir sus beneficios al exterior. Y como nuestra balanza de pagos será deficitaria, en razón de la caída de nuestros precios y de la carga de las remesas al exterior, no habrá más remedio que contraer nuevas deudas e hipotecar definitivamente nuestro porvenir. Llegará entonces el momento de afrontar las dificultades mediante la enajenación de nuestros propios bienes, como los ferrocarriles, la flota [mercante] o las usinas.
"Poco a poco se irá reconstruyendo el estatuto del coloniaje, reduciendo a nuestro pueblo a la miseria, frustrando los grandes ideales nacionales y humillándonos en las condiciones de país satélite". [El Plan Prebisch: Retorno al Coloniaje, noviembre de 1955]

"En el espacio de tiempo que media entre una fe que muere y una fe que nace, la frivolidad pone su imperio.
"Los viejos altares se van apagando y los nuevos tienen sólo una llamita incipiente, que no alumbra aún el camino de las oscuras catacumbas donde fermenta el futuro.
"Antes del tornado se produce el vacío.
"Así pasa con las revoluciones. Es en el momento del máximo descreimiento que se dan las condiciones para el nacimiento de una nueva fe". [De la carta citada al Dr. Avalos del 9 de julio de 1942]

"Gusto sentarme, a la caída de la tarde, en el murallón de la costanera, en la ciudad vieja de Montevideo. Hay un lugar que prefiero, a doscientos metros de donde vivo, y es la saliente que hace el antiguo asiento del Templo Inglés.
"Los barcos que van y vienen de ultramar pasan al largo, los que vienen de Buenos Aires se perfilan al tomar la boya que tengo delante, a menos de una milla, río adentro.
"Pienso entonces que este Montevideo es el puerto natural de la Confederación del Plata. El puerto natural de Bolivia y Paraguay, de Argentina y Uruguay. Si las cosas hubieran sido de otro modo y existiese la Confederación, éste habría sido el puerto de intercambio con ultramar y probablemente Montevideo, la gran ciudad comercial e industrial del Plata y el territorio oriental, su granja abastecedora. Buenos Aires, con un puerto que hemos tenido que cavar en el barro, y al que debemos defender, día por día del mismo barro, sería la capital de la provincia de Buenos Aires, o tal vez de la nación, pero no la única gran ciudad del Plata. Una ciudad importante entre muchas, en las imaginaciones de ese posibilismo veo este país, con sus maravillosas playas y su equilibrado paisaje, elaborando gran parte de las materias primas de la cuenca platense, y al mismo tiempo sitio del ocio y del recreo, sin competencia posible. Esta gran ciudad del sur, a la que la naturaleza había fijado un destino de primera, tendida bajo la farola del Cerro.
"Ella es además el contacto marítimo directo con la Patagonia, con la Antártida, con las Malvinas y con el estrecho, que afluyen naturalmente a su seno. Cuando analizo nuestras economías distorsionadas por una estructura política artificial y los grandes ríos y el mar esterilizados para su función, me duele nuestro destino marítimo frustrado, cuando el Plata dejó de ser el río interior de nuestra Confederación. Al perder ese carácter se cerraron las posibilidades de gran cabotaje, que era su consecuencia lógica y hubiera sido nuestro medio de transporte establecido por la naturaleza. Al perder la unidad, perdimos el destino marinero, pues del cabotaje se pasa directamente a la marina de ultramar, por la que afortunadamente se hizo mucho en estos últimos años, como parte del proceso liberador, entre las sonrisas escépticas de la intelligentzia, que quiso ridiculizar el esfuerzo, hablando de los "gauchos al timón". Seríamos hoy potencia en materia de marina mercante, y nuestra marina de guerra, potenciada sobre la misma base, sería Señora del Atlántico Sud. Señora de alianza buscada en razón de potencia, y no ofrecida en razón de debilidad.
"Pero esto que imagino yo ahora, sobre el antiguo asiento del Templo Inglés, lo pensó con clara visión Canning, hace un siglo y cuarto, entre las brumas londinenses. Sus instrucciones a Ponsomby, cumpliendo con la política de balcanización del Río de la Plata y las finalidades económicas que siguen rigiendo, y que dieron por resultado la separación de la Banda Oriental de sus hermanas, atendieron expresamente, como está documentado, a impedir que el Río de la Plata fuera un río interior. Es inconveniente, decía, que una sola nación posea las dos orillas del río, pues tendría gravitación decisiva en el Atlántico Sud.
"Es un poco triste saltar de estas meditaciones a la política del mar que tenemos por delante y a la concepción de nuestro destino que parece regirla, es decir, como simple instrumento de intereses remotos. Y es curioso que quienes más se afanen por servir esos planes sean aquellos a quienes la política de Canning frustró un destino de grandezas ganado por nuestros ejércitos en los campos de Ituzaingó.
"El posibilismo y la imaginación suelen ser deprimentes cuando se contrasta el sueño con la realidad. No es así en este caso. Porque nos reconforta todo lo que se ha podido salvar y todo lo que se ha hecho a pesar de una intelligentzia rectora que trabajó en contra del destino común y que hasta ha presentado nuestras derrotas como victorias. Pues hubo otra inteligencia, esa sí argentina, que desmedrada y todo, salvó lo esencial. Fue ese oscuro instinto de los caudillos federales, la clara visión de un patrón de estancia, que aplicó al gobierno las normas del sentido común, no dejándose confundir por las añagazas de la intelligentzia. El país ha vencido, a pesar de todo, y lo ha salvado, permanentemente, el sentido realista de nuestros humildes y sus intérpretes. Pero, lo que fue intención es ahora inteligencia. Ahora los argentinos "saben" y tienen conciencia de su destino y cómo realizarlo.
"Creo, sin embargo, que no está demás la labor que he intentado: poner al desnudo las finalidades de la llamada intelligentzia". [Epílogo montevideano, de la edición de 1957 desde su exilio, de Los profetas del odio y la yapa].


Publicado por Agenda de Reflexión el Mayo 25, 2004 02:30 AM Link Permanente



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"Una obra trascendental"
Por Raúl Scalabrini Ortiz


Raúl Scalabrini Ortiz nació en la ciudad de Corrientes el 14 de febrero de 1898. Hijo del naturalista Pedro Scalabrini, director del museo de la ciudad de Paraná, estudió en la Facultad de Ciencias Exactas y se dedicó a la ingeniería hasta que llegó a Buenos Aires.

Su adolescencia y juventud transcurren bajo la presión del liberalismo conservador predominante. Varios factores se conjugan, sin embargo, para que Raúl Scalabrini rompa esa trama de pensamiento. Por un lado, su militancia juvenil en un grupo llamado Insurrexit, de ideología marxista, le permite descubrir la importancia de los factores económicos y sociales en el desarrollo histórico. Por otro su permanente deambular por el país (por razones de trabajo viaja a La Pampa, Entre Ríos y Catamarca) lo salvan de encerrarse en una visión porteña y le enseñan cómo viven y sueñan sus compatriotas. A esto se suma un viaje a París, a los veintiséis años, del cual regresa hondamente decepcionado, pues en la "Francia eterna" del "humanitarismo y los derechos del hombre" encuentra un enorme desdén por los latinoamericanos y una antidemocrática xenofobia de pueblo elegido.

En Buenos Aires se vinculó al enfrentamiento literario de los grupos Boedo y Florida. Por temperamento y formación estaba más cerca de la gente de la revista Martín Fierro, que del grupo Boedo. En 1923 se inicia como cuentista con “La Manga". Fue periodista en La Nación, El Mundo y Noticias Gráficas, además de fundar y dirigir el diario Reconquista.

En El hombre que está solo y espera crea un arquetipo de porteño: el hombre de Corrientes y Esmeralda. En Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina (F.O.R.J.A.) publicó varios cuadernos de temas relacionados con los ferroc arriles y el petróleo, serie de cuadernos en la que también participaron Gabriel del Mazo, Arturo Jauretche, Homero Manzi, Amable Gutiérrez Diez y Héctor Maya, entre otros. En la década de los años 30 realiza como intelectual una intensa labor para esclarecer al pueblo de que el país era una colonia del Imperio Británico

Tuvo la lucidez de entender y denunciar la farsa perfectamente organizada de un sistema de entrega, dominación extranjera. Acusaba como cómplice del despojo a "la oligarquía vernácula" y a los que consideraba "personeros intelectuales puestos a su servicio". Expuso con claridad su visión desde dónde y como se manejaban los hilos del destino del país. También escribió otros ensayos como "Tierras sin nada", "Tierra de profetas", siendo considerado —junto con Arturo Jauretche— como precursor del revisionismo histórico.

Una Obra Trascendental

I.-

Era un hombre en absoluto extraño a su medio. Gozaba de una pequeña renta que le permitía dedicarse por entero a su pasión favorita, dividiendo su tiempo entre las bibliotecas y las librerías. Atestaba su casa con volúmenes de los más diversos tamaños, a los cuales acomodaba en los escasos rincones libres, detrás de los roperos y debajo de las camas, respondiendo, en su aparente confusión, al riguroso orden del catálogo.

No era un bibliómano, coleccionista de libros que nunca lee, sino un lector consciente, que llenaba de notas el margen de las páginas y que hasta llegó a preocuparse del número y distribución de los puntos y de las comas. No era tampoco un hombre inquieto, que buscaba afanosamente alguna oculta verdad o un consuelo espiritual; su metódica tranquilidad no se afanaba en vano. Leía con un método desesperante, rechazando cuanta lectura pudiera desordenar sus conocimientos.

—No; por ahora no puedo, le oí contestar a un amigo. Estoy dedicado al estudio de las facultades expresivas, que, según calculo, me ocupará todo el invierno y con lo cual daré por terminado el conocimiento íntimo de la psicología humana. Durante la primavera trataré de leer tu libro, antes me es imposible.
Enterados de sus largos estudios y de sus varias ideas originales, le reprochábamos que no hubiera publicado nada. Él, mirándonos con el aire de un hombre que trata a toda costa de conservar un secreto, nos decía:
—La vida de un ser está en razón directa con su tiempo de incubación. Lo duradero no es nunca obra de un instante.
Y dejándonos abrumados por estas frases rotundas, se alejaba satisfecho y orgulloso.
Un día lo encontramos en la calle. Parecía nervioso, hablaba solo y gesticulaba. Le saludamos y se acercó.
—Me abruma una desgracia, nos dijo. No puedo leer. En cuanto fijo la vista, las letras comienzan a moverse y no consigo ver más que una mancha gris borrosa.
Le aconsejamos que consultara a un oculista; pero él, sin hacernos caso, dijo reflexivo:
—Tendré que apresurarme, de lo contrario no alcanzaré a dar fin a mi obra.
—Al fin te has decidido, exclamamos.
Nos miró asombrado y receloso.
—Qué sabéis vosotros, exclamó. Sin despedirse siguió caminando lleno de inquietud.

Pasaron dos años sin que lo viéramos y lo íbamos olvidando, cuando una tarde su mujer nos hizo llamar apresuradamente. Lo encontramos en su biblioteca; caminaba agitado, tropezando con los muebles, con todo el desesperante aspecto de un hombre próximo al suicidio. Se mesaba los cabellos y decía palabras incoherentes.
Cuando entramos se colgó de nuestros hombros, pidiendo protección.
—Me persiguen. Están confabulados.
—¿Quiénes?, preguntamos.
—Ellos, gritó. Quieren impedir la prosecución de mi obra, de la obra a la cual he dedicado mi vida entera.
Se sentó en una silla sollozando. Ya lo creíamos calmado, cuando, de pronto, se levantó con brusca decisión. Abrió la biblioteca y comenzó a tirar los libros por la ventana. Intentamos en vano contenerle, porque con la fuerza de su desesperación nos apartaba con rabia, bruscamente.
Cuando la biblioteca estuvo vacía, tiró los libros que estaban alineados en el escritorio. Tomándolos en montones, los escupía con asco y los lanzaba por la ventana, gritando:
—Huíd malditos. Ya no me perseguiréis.
Los vecinos se asomaban, los transeúntes se detenían a contemplar el planeo de los libros, y los pilluelos se disputaban, a trompadas, los de tapas doradas o llamativas. Cuando ya no quedó ninguno, se echó a reír.
—Les robé la sangre, gritaba entre risas, y ahora los echo, los ahuyento.
Su risa hueca nos sacudía de horror.
Con los ojos fuera de las órbitas, miró un pequeño librito, caído debajo del escritorio y dio un salto atrás, gritando:
—Vuelven. Suben de nuevo. Me persiguen.
Desesperado, huyó corriendo.

II.-

Fui a verle al manicomio. Pareció reconocerme de inmediato. Llevaba bajo el brazo un gran rollo, hecho con diarios viejos, cuidadosamente envueltos. Se acercó a mí y con una mueca picaresca me dijo:
—Ha venido Vd., señor editor, lo esperaba.

Como no se debe contrariar a los locos, le contesté:
—Sí; me interesa sobremanera su obra. No la conozco aún; pero creo factible un buen negocio.
Sonrió bondadosamente.
—Siempre buscando dinero, ¿eh?, me dijo, adoptando un tono serio, mientras se acomodaba a mi lado.
—Bueno, señor editor, continuó, Vd. busca dinero y hace bien; pero no me hable de él. Le cedo toda la ganancia que como autor me corresponda. En cambio quiero que la obra se imprima de acuerdo a mis deseos.
—Se imprimirá en el mejor papel, aseguré.
—No se trata de que sea el mejor, sino el más apropiado, me respondió. Mejor es un adverbio comparativo, usado en este caso con sentido económico, y ello no me interesa, le repito. Debe ser apropiado, nada más; establecer una íntima armonía entre el cuerpo y el alma del libro, entre las ideas, el papel, las tapas y el tipo. Si en una comedia, debiera caracterizar, entre príncipes, a un paisano, vestiría Vd. ropas burdas, que no serían las mejores sino las más apropiadas; ¿percibe Vd. la diferencia? Veamos: ¿de qué color serán las tapas? Eso es sumamente importante.
Como los locos gustan de los colores violentos, le dije:
—Rojo, rojo sangre.
Él rió largamente y al fin exclamó:
—Es Vd. un ignorante, señor editor. Vd. no ha estudiado, como yo, la importancia de la sugestión cromática; y debiera preocuparse por tan interesante asunto. Muchos libros se pierden por un inadecuado color de las tapas.
—¿Y cuál sería el color conveniente?, pregunté con timidez.
—El color de la tierra, señor editor ¿comprende Vd.? Color tierra siena quemada, chispeado de verde. Ello será simbólico. Anticipará, al lector, el contenido de la obra y preparará su espíritu para las grandes revelaciones. En la tierra germinan todos los seres y p or consiguiente todas las ideas; pero su conquista es el fruto preciado de penosos trabajos. Sí, señor editor, las tapas deben ser color tierra siena quemada, con letras azules. Todo el libro impreso en tinta azul. ¿Se da Vd. cuenta? Se mostrará así la franqueza con que está escrito. Nada de tintas negras, símbolo de hipocresía, de ocultismos. Letras azules, señor editor.

Le hice notar que la impresión con tinta azul, elevaría mucho el costo de la edición, y él se indignó. Su cara se contrajo en una mueca furiosa. Levantó el rollo de diarios y agitándolo en el aire, gritaba:
—Esto ha costado mucho más, señor editor. Este es el resumen de una vida entera de trabajos y sacrificios. Dentro de este rollo hay más que una idea, fundada en firmes conocimientos y expuesta en forma amena. ¿Se da Vd. cuenta del valor de una idea? Esta es una obra maestra, señor editor, que revolucionará las costumbres y las relaciones de los hombres. Vd. mismo, aunque ignorante, cambiará su forma de pensar y de actuar. La humanidad será feliz; el remedio de los males está acá, en forma agradable. Tiene el entusiasmo de la juventud y la parca sobriedad convincente de la edad madura. Nadie hizo nunca una obra semejante. Esta es la cúspide del pensamiento humano. ¿Y quiere Vd. fijarse en el costo de la impresión? Sólo su profunda ignorancia puede disculparlo.

Las venas del cuello, hinchadas, parecían reventar, y sus manos estrujaban convulsivas el rollo de papeles. Un guardián, desde la puerta, me hizo signos para que no lo contrariara.
—Debe disculparme, le dije, pero considere que, si bien tengo las más elogiosas referencias, yo desconozco su obra. Le ruego, por lo tanto, me dé una idea de su grandioso contenido.
Estas palabras le calmaron por completo. Adoptó un arrogante continente y me dijo:
—Perdono sus inconvenientes palabras, producto de su ignorancia y le prometo no citarlas en mis memorias. La posteridad las desconocerá.
Se acercó a una mesa, desató el rollo de papeles, lo extendió cuidadosamente y mientras los ojeaba, me decía:
—Le explicaré la concepción y la elaboración de mi obra. Sabrá Vd. el significado oculto de cada coma, de cada punto y coma y la lógica de hierro que une las palabras menos importantes. Nada hay que no llene un fin. ¿Ve Vd. este prólogo? dijo, separando una arrugada hoja de diario, llena de avisos. Desarrolla el misterio de la gravedad y es la clave de todo el libro. Sin él, nadie comprenderá nada.

Puso el tintero sobre los papeles y calló un rato, como si acomodara las ideas. Luego, con la voz tranquila de una persona normal, que comienza reposadamente una larga narración, el loco narró:
—A los veinte años, la edad más estúpida y bella del hombre, comencé a escribir mi obra. El argumento, grandioso, sobrehumano, me entusiasmó. Una noche, después de haber comprado la cantidad de papel que juzgué necesaria, siempre fui muy ordenado, comencé la redacción. Pensaba decir, bajo una agradable apariencia, verdades tan grandes que conmovieran al mundo. Me faltaban conocimientos y no lo sabía. No me critique mucho, señor editor: la juventud es impulsiva. Mi gran genio en germen no tenía sino la intuición del argumento; pero la intuición es la base del progreso humano. Ello no le interesa a Vd. Sin embargo, debía estudiarlo; son conocimientos útiles para un editor.
Prometí averiguar los fundamentos del progreso, y él continuó:
—Comencé, como digo, una noche tormentosa. ¡Qué tormenta se levantó esa noche! Parecía que la naturaleza estuviera dispuesta a impedir el comienzo de la obra que revelaría sus secretos, librando a los hombres de su yugo. Escribí siete palabras que recuerdo aún claramente: “Marquínez miraba correr las aguas del río”, y me detuve caviloso. Dudaba entre poner un punto, una coma o un punto y coma. ¿Se da Vd. cuenta de la importancia de la duda? Un error gramatical podía hacer fracasar el libro y así lo comprendí de inmediato.

Consulté una gramática, decidido a estudiar a fondo las reglas de la puntuación; pero esa ciencia es confusa a este respecto, sin reglas determinadas que puedan orientar el criterio de un escritor. Busqué ejemplos en las obras clásicas, mas en ninguna encontré descrita una situación semejante. Mi propia originalidad me aislaba de todo ejemplo.

Decidido a corregir esta lengua gramatical, comencé un meritorio estudio que se prolongó por espacio de cinco años. Hice un promedio de comas, en los clásicos y en los modernos, y establecí su relación con el número de palabras, en todos los autores considerados como maestros. Reduje a cifras matemáticas los estilos y así los clasifiqué. Ordené los resultados y obtuve un fichero de los estilos. Puede Vd. traerme un libro, de un autor que desconozca, pero que figure entre los catalogados; contaré el número de signos y el número de palabras; estableceré la relación; buscaré en el fichero y le diré el autor sin lugar a dudas. Es un infalible sistema de investigación literaria, que hubieran adoptado las academias para descubrir plagios, si yo lo hubiera comunicado. Lo mantuve secreto y es Vd. el primer hombre que lo escucha: enorgullézcase. La fama, que hubiera cubierto mi nombre, no me tentó; era el estudio realizado, sólo un paso en la ejecución de mi obra. Supe, en adelante, puntuar un escrito con matemática precisión.

En posesión de ese secreto, me dediqué a continuar la redacción y escribí otras siete palabras: “La atracción del agua sumergíalo en un…” Una nueva duda, de un carácter mental más complejo, me detuvo. ¿Cuál era la denominación exacta del estado de ánimo que yo quería pintar? ¿Nota Vd. la importancia y complejidad progresiva de las dudas? Temí cometer un lapsus psicológico y me dediqué a estudiar psicología.
Para abordar con éxito su conocimiento, me fueron precisas muchas nociones de física, química, anatomía y fisiología; la psicología es una ciencia muy compleja. Por otra parte, nada me será inútil. Ningún conocimiento es inútil, señor editor; le conviene saber eso. Pasé diez años dedicado a esos estudios, al final de los cuales, cuando me encontraba casi capacitado para continuar mi libro, comenzó una tragedia que hasta ahora he mantenido oculta. No la conté a nadie por temor de que me creyeran loco, señor editor. Se la contaré porque veo que, aunque ignorante, es Vd. un hombre inteligente.
Satisfecho por la atención con que lo escuchaba, se acercó aún más y continuó su narración casi en secreto. Paulatinamente entusiasmado habló cada vez más alto y terminó a gritos.
—Un día, un amigo mío me dijo que en un libro se describían las letras como diablitos que narraban cosas bellas. Nunca lo había notado; pero ya desenmascarados, los diablos comenzaron a ser visibles. Al principio me divirtieron; pero noté que los diablos de los libros viejos eran flacos, tristes, y los de los libros nuevos, gordos, rojos, rebosantes de salud. A medida que leía iban enflaqueciendo, palidecían, y quedaban tristes, acongojados. Este enflaquecimiento de los diablos me preocupó mucho. Logré descubrir más tarde que los conocimientos eran su propia sangre, su vitalidad entera. Creyéndolos inofensivos; continué devorándolos. ¿Qué otra cosa podía hacer? Debieron confabularse, porque un día comenzaron a huir, después, alentados, a fastidiarme. No pude leer, y considerando a los diablos como un aviso del destino, traté de dar fin a mi obra.

Otra desgracia me acechaba; no podía escribir, las letras huían. No bien terminaba una, se levantaba, corría un momento, como orientándose, disparaba después y el papel continuaba blanco, sin una mancha. Luché desesperadamente, traté de inmovilizarlas; usé tinta con goma, lápices de todos los colores, porque los colores tienen también influjo sobre los diablos; pero me fue imposible obligarlas a ponerse en su lugar. Me divertía, entonces, viéndolas huir. Las “o” se iban rodando; las “m”, las “n” y todas las letras con patas huían veloces; las “a” y las “e” disparaban dando tumbos, y las “f”, las “g” y las “j”, se alejaban reptando. Estos espectáculos me hubieran desviado, posiblemente, de mi obra; pero las catorce palabras me obsedían: “Marquínez miraba correr las aguas del río; la atracción del agua sumergíalo en un…”. Decidido a darle fin y con la seguridad de que los libros eran los culpables, los destruí a todos una tarde y me vine a vivir a esta cómoda casa, donde el gran número de sirvientes, que vigilan día y noche, ahuyenta todos los diablos malignos. En este tranquilo ambiente he podido dar fin a mi obra. Ahora, señor editor, que está al tanto del enorme trabajo, podrá decir si merece o no un pequeño gasto en la impresión. Llévela Vd. y léala, cuando esté compenetrado de su contenido, venga a verme y ultimaremos los detalles. Yo no puedo acompañarlo porque preparo el segundo tomo.

Ató de nuevo el rollo de papeles y me lo entregó, diciendo:

—Deme Vd. un recibo en forma. Yo se lo dictaré. Y me dictó:

—“Recibí la más grande obra que fuera escrita entre los hombres. Su autor es Anancio Oiro, quien la compuso en veinte años de labor”. Firme Vd. ahora, agregó.

Puse mi firma al pie y me entregó, ceremoniosamente, el abultado rollo de diarios viejos.



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Agosto de 2005
Fernando Pessoa, poemas
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Estoy cansado, claro

Estoy cansado, claro.Porque a esta altura uno tiene que estar cansado.De qué estoy cansado, no lo sé;Y de nada serviría saberlo,Porque el cansancio seguiría igual.La herida duele porque duele,No en función de la causa que la ha abierto.Sí, estoy cansadoY un poco sonrienteDe que el cansancio sea sólo esto:Ganas de dormir en el cuerpo,Deseo de no pensar en el almaY por encima de todo una transparencia lúcidaDel entendimiento retrospectivo...¿Y la lujuria sin par de no tener ya esperanza?Soy inteligente: esto es todo.He visto mucho, y he entendido mucho lo que he visto,Y hay un cierto placer, incluso, en el cansancio que eso da:El de que,



Anarquismo

La noche y el caos forman parte de mí.Me remonto al silencio de las estrellas.Soy el efecto de una causa del tiempo,del Universo [ quizás lo excedo].Para encontrarme, debo buscarme entre las flores,los pájaros, los campos y las ciudades,en los actos, las palabras y los pensamientos de los hombres,en la noche del sol y las ruinas olvidadas de mundos hoy desaparecidos.Cuanto más crezco, menos soy.Cuando más me encuentro, más me pierdo.Cuanto más me pruebo, más veo que soy flory pájaro y estrella y universo.Cuanto más me defino, menos límites tengo.Lo desbordo todo. En el fondo soy lo mismo que Dios.Mi presencia actual contiene las edades anteriores a la vida,los tiempos más viejos que la tierra,los huecos del espacio antes de que el mundo fuera.


Al fin de todo, dormir

Al fin de todo, dormir.¿Al fin de qué?Al fin de todo lo que parece ser...Este pequeño universo provinciano entre los astros,Esta aldehuela del espacio,Y no sólo del espacio visible, sino del espacio total.-



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Non Sancto
Por Alicia Dujovne Ortiz *


Desde París

En el centro del nogocio mundial de la soja y lospesticidas - que van de la mano- hay una multinacional norteamericana especializada en alta toxicidad. Una serie de investigadores denuncia MONSANTO por el sistema con
que opera, que deja el tendal de monocultivo, deformaciones genéticas, enfermedades y que quiere patentar hasta los chanchos .


“Hace más de veinte años que recorro el mundo, y en todas partes he oído hablar de esta multinacional norteamericana, a decir verdad bastante mal. Quise entender de qué se trataba y navegué por Internet durante meses. Es así como he descubierto que Monsanto representa una de las empresas más controvertidas de la era industrial, porque siempre ocultó la extremada toxicidad de sus productos. ¿Qué pasa hoy? ¿Nos dicen la verdad sobre esos OGM? ¿Podemos creerles cuando nos dicen que las biotecnologías resolverán el problema del hambre y de la contaminación del medio ambiente? Para responder a esas preguntas, retomé mi bastón de peregrina y viajé a lo largo y a lo ancho de tres continentes. Hoy estoy segura de que no debemos dejar que esta empresa se apodere de las semilla s, vale decir, de la alimentación mundial.”

La autora de esas palabras, Marie-Monique Robin, ya había tomado su bastón de peregrina para ocuparse, entre otras cosas, de la presencia en nuestro país de la OAS, la organización paramilitar argelinofrancesa que a través de la Triple A exportó a la Argentina sus escuadrones de la muerte. Hace unos pocos meses Robin publicó un libro decisivo, El mundo según Monsanto, de la dioxina a las OGM, una empresa que nos desea el bien, y realizó un documental donde cuenta la historia de estos no menos espeluznantes escuadrones. Según sus declaraciones, los telefonazos insultantes recibidos a raíz de su primer texto fueron juego de niños en comparación con los aprietes que le valieron meterse con Monsanto.

No es la primera vez que se denuncia a esa empresa, pero sí es la primera en que el desenmascaramiento llega, por fin, a una cadena televisiva de tanta difusión como la francoalemana Arte, que transmitió hace poco el filme de Robin. Ya en el año 2000, Isabelle Delforge había publicado, en Bruselas, Alimentar al mundo o el agrobusiness, donde revelaba el engranaje oculto de Monsanto. Para escribir estas líneas me he guiado por los trabajos de Robin, de Delforge y del investigador Raoul Marc Jennar, de la Urfig/Fundación Copernic, que, como nuestro Premio Nobel Alternativo, el doctor Raúl Montenegro, tampoco se queda corto al analizar todo lo que en Monsanto resulta non sancto.

¿Merece Monsanto la calificación de “necroempresa” con que muchos la adornan? El siguiente relato parecería confirmarlo. Si a principios del siglo XX, los “mercaderes de la muerte” fueron la compañía alemana Krupp, la británica Vickers y la francesa Schneider-Creusot, Monsanto los reemplazó simbólicamente en 1945. En primer lugar, al asociarse, dentro de la Chemagrow Corporation, con la IG Farbenfabriken que había sostenido financieramente al nazismo en los años treinta y fabricado el gas para Auschwitz diez años después. Es cierto que una empresa no tiene por qué meterse a fisgonear en lo que han hecho sus socios, antes de haberlos frecuentado en carne y hueso; sobre todo si esa empresa está basada en un criterio de rentabilidad, acaso incompatible con el de humanidad, como el que el propio Edgar Monsanto Queeny, presidente de Monsanto desde 1943, manifestó con una sinceridad casi conmovedora: “I am a cold, granitic believer in the law of the jungle”.

Esta sociedad transnacional comenzó a hacerse célebre por ella misma, y no por sus malas compañías, durante la guerra de Vietnam y a causa de su tristemente célebre “agente naranja”. Destinado a desherbar la selva para impedir que los vietcong se escondieran entre sus vericuetos, el agente naranja, fruto de la combinación de los elementos 2,4-D y 2,4,5-T, fue difuminado en dosis gigantescas desde las avionetas norteamericanas. Peq ueño problema, al fabricar este herbicida surge un producto derivado conocido como TCDD o dioxina, “impureza” que no puede ser eliminada y que provoca malformaciones del feto, transformaciones genéticas y cáncer. La hierba vietnamita murió, en efecto, de un solo saque, pero los seres humanos siguen muriendo de a poco hasta el día de hoy. En 1988, diecisiete años después del bombardeo desherbante, las sustancias tóxicas seguían presentes en la fruta y la verdura repletas de dioxina. “No nos nacen bebés sino monstruos”, exclamó un médico partero, el doctor Le Diem Huong, al tomar entre sus manos a un recién nacido de cuya carita salían los órganos genitales.

Penetrar los entretelones de Monsanto no es tarea difícil. Convencida de su derecho a llenarse los bolsillos, y fiel a la sinceridad de su fundador, la empresa no se traga la lengua. “Nuestro objetivo es la captación de toda la cadena alimentaria”, declaran sin ambages sus máximos representantes, refiriéndose a una dominación que les asegura el control absoluto de las distintas poblaciones por su lado más débil, el vientre. Las predicciones de Aldous Huxley y de Georges Orwell quedan reducidas al tamaño de un poroto, obviamente de soja, al lado de esta posesión de lo comestible que se manifiesta por medio de una curiosa idea: patentar la vida.

¿Cómo se obtiene la patente de algo que, con inconmensurable ingenuidad y en nuestra calidad de seres vivos, hemos creído nuestro? Desde la semilla “Terminator” (admitamos que el nombre es un hallazgo) hasta la producción de pesticidas y herbicidas, de hormonas de crecimiento y de organismos genéticamente modificados, altamente tóxicos y cancerígenos (¿pero acaso un “granítico frío” se achicaría ante tan nimio detalle?), se trata de inventar y de producir todo lo susceptible de ser comercializado en forma óptima, vale decir, sin el menor prejuicio de carácter ético. Ejemplo: crear especies vegetales Monsanto que resistan a los pesticidas y herbicidas Monsanto, y sólo a ellos. Dependencia asegurada: para garantizar la producción, no queda más remedio que desherbar y apestar con esas sustancias específicas y no con otras. Cada semilla genéticamente modificada es propiedad de su inventor, patentada y protegida por las reglas de la Organización Mundial del Comercio. La modificación genética puede ser tan ínfima y, por ende, tan insospechable, que el campesino que compra una semilla cualquiera, y la siembra sin suponer siquiera quién está por detrás, se expone a una persecución judicial. Es lo que acaba de sucederles a los campesinos mexicanos que sembraron maíz, tal como lo vienen haciendo desde mucho antes de Moctezuma. Un buen día les cayó encima Monsanto, a quien desde ese momento no me extrañaría que le llamaran Mondiablo. “Esa semilla es nuestra –les dijeron–. Ustedes no tienen derecho a utilizarla porque está... patentada.”

Terminator se llama así porque termina con las hierbas salvajes, y también con todo intento de autonomía agrícola. Gracias a la introducción de un gene autodestructor, la dichosa semillita sólo germina una vez, de modo que el campesino está obligado a comprarse otras todos los años, en vez de tomarlas de su cosecha anterior como lo tuvo por costumbre desde siempre. Aunque Monsanto haya anunciado que retira del mercado su semilla con nombre de juego electrónico para adolescente con cerebro lavado, otras firmas la comercializan, en particular su genio creador, la Delta & Pine Land Co. Sin contar con que l a tecnología Terminator tiene como treinta patentes distintas, compradas por unas cuantas transnacionales agroquímicas que tampoco se andan con chiquitas. Transnacionales que, con Monsanto a la cabeza, extienden la práctica a todas las especies vivientes que puedan servir como alimento o como medicamento de origen vegetal, pero también animal. Esto último no es broma: Monsanto ha presentado una solicitud de patente para cerdos que, de ser aceptada, le permitiría cobrarle una suma por chancho a cada propietario de chiquero, en la Argentina, en Eslovenia y en Dakota del Sur.

Monsanto, fundada en 1901 por John Francis Queeny y así llamada en homenaje a su esposa, Olga Méndez Monsanto, ha debido enfrentar, y algunas veces perder, unos cuantos procesos. Los veteranos norteamericanos de la guerra de Vietnam, encargados de pulverizar el agente naranja pero incapaces de evitar que el mismo chorro les cayera a ellos; la asociación vietnamita de víctimas del agente naranja, que denuncia a Monsanto y a otros diez fabricantes de herbicidas por crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra; una Madre Coraje paraguaya, Petrona Talavera, entrevistada por Robin y cuyo hijo Silverio, como tantos otros Silverios argentinos, brasileños y paraguayos, súbditos de la “República unida de la soja”, murió envenenado bajo una lluvia de pesticidas; o la asociación bretona Aguas y Ríos, que acaba de reaccionar con santa indignación a una página de publicidad donde se exaltan los beneficios del célebre Roundup, causante de la fuerte contaminación de los ríos bretones y enérgicamente denostado, por sus claros efectos cancerígenos, durante el Grenelle del Medio Ambiente que tuvo lugar en Francia hará dos o tres meses; todos ellos han presentado sus quejas y hasta, en raras ocasiones, obtenido justicia. Nada de lo cual detiene a la necroempresa: en la actualidad, Monsanto es el líder planetario en la producción de glifosato, un herbicida total comercializado bajo la citada apelación de Roundup. La semilla de soja genéticamente modificada que le va como anillo al dedo se llama Roundup Ready y es, qué duda cabe, resistente al herbicida del mismo nombre.

Lo cual, de modo indefectible, nos lleva a preguntarnos: ¿y por casa?

Según datos publicados por este mismo diario, en la Argentina de 2007 la cosecha de soja transgénica llegó a los 47 millones de toneladas y abarcó 16,6 millones de hectáreas, rociadas con 165 millones de litros de glifosato. Los agronegocios basados en la soja transgénica desalojaron, en los últimos diez años, a 300.000 familias de campesinos e indígenas que fueron a engrosar los contingentes de las nuevas Villas Miseria. Un número aún indeterminado de peones perdió su trabajo, y su sueldito de hambre, porque el cultivo de la soja no requiere de muchos brazos. El avance de la soja obligó a desmontar 1.108.669 hectáreas de bosques en cuatro años, con el consiguiente empobrecimiento de la tierra en poco tiempo más. Las compañías que se han beneficiado con el negocio sojero son, por supuesto, Monsanto, pero además Dupont, Syngenta, Bayer, Nidera, Cargill, Bunge, Dreyfus, Dow y Basf, entre otras. Mientras tanto, las malformaciones de fetos, los abortos espontáneos, el aumento del cáncer en vastas zonas de nuestro país, y la aridez inexorable para dichas zonas, no regadas con lo mismo que en Vietnam pero casi, apenas si entran en las discusiones que nos agitan desde cien días atrás.

En el libro de Robin, el capítulo dedicado a la Argentina da frío en la espalda. Todo empezó con Menem a principios de los noventa, en medio de un coro de alabanzas oficiales y privadas a las biotecnologías que contribuirían a “ganar la guerra contra el hambre y a proteger el medio ambiente”. Al principio, las “semillas mágicas”, vendidas muy baratas, a pagar después de la cosecha y fácilmente sembradas con siembra directa sobre los residuos de la anterior, tuvieron el efecto de un canto de sirenas. Frente a la crisis de 2001, el boom mundial de la soja transformó el oro verde en “refugio y motor de nuestra economía”. Algunos comenzaron a comprender, lo cual no garantizó la durabilidad de su inteligencia: “Asistimos a una expansión sin precedentes del agrobusiness en detrimento de la agricultura familiar”, se lamentaba en 2005 un Eduardo Buzzi entrevistado por la investigadora. Sin embargo, las ganancias alcanzaban cifras astronómicas y un programa de “Soja solidaria”, implementado en las villas, pretendió taparles la boca a los pocos aguafiestas que entendieron la trampa.

Hoy tampoco son muchos los que lo saben ni los que lo difunden: la aparición de biotipos que ya no son tolerantes al glifosato obliga a aumentar las dosis de herbicidas. Consecuencia (aparte de las muertes fetales precoces): disfuncionamientos de la tiroides, de los pulmones, de los riñones, malformaciones genitales en los varones, nenas de tres años que ya tienen la regla. “Un verdadero desastre sanitario”, según el doctor Darío Gianfelici, médico de un pueblito entrerriano que ve lo que sucede y que se anima a decírselo, por lo menos, a una francesa, felizmente dispuesta a meter sus narices donde nadie la llama. ¿Habrá previsto el doctor en 2005 que sus palabras nunca serían escuchadas tal como hoy lo son las de un comprovinciano suyo, autor de la mejor frase acuñada en la Argentina en lo que va del siglo, “las vacas morirán de pie”, y para quien, frente a las cámaras, pibe más, pibe menos que nazca enfermo no es un tema que importe?

¿Pero para quién lo es? De memoria sabemos que el productivismo frenético del campo acrecienta la hambruna y la desnutrición en los países pobres, provoca el éxodo rural, la desertificación, la destrucción de los ecosistemas, introduce enfermedades por ahora incurables en las plantas, los animales y los seres humanos, y produce una “contaminación genética” de consecuencias imprevisibles. Con todo, es necesario machacarlo: cuando los responsables políticos sienten la más olímpica indiferencia hacia la seguridad sanitaria de sus respectivas poblaciones, y cuando la investigación científica se ve obligada a venderse al poder privado, la organización mercantilista del mundo gana por varios tantos.

Por sentido de la equidad, y porque el enriquecimiento desorbitado de un puñado de gente me da dentera, desde el comienzo del conflicto he apoyado las tan cacareadas, baladas o mugidas retenciones; y no puedo menos que felicitarme de que con esa plata, la Presidenta se proponga construir hospitales. Sin embargo, tampoco puedo menos que acongojarme al comprobar que los dimes y diretes entre el Gobierno diz que bifronte, y los cuatro jinetes del Apocalipsis, reunidos al grito de mozo jinetazo ahijuna, no hayan tenido en cuenta que, si se sigue sembrando nuestra tierra con semilla transgénica y espolvoreándola con los pesticidas que son su media naranja, ni los nuevos hospitales darán abasto. Toda redistribución de la riqueza que no le imponga las más draconianas trabas legales a Monsanto y a la sojización del territorio sólo será otro modo, por cierto no exclusivamente argentino, de una sola y misma complicidad.

* Periodista y escritora; su último libro es El camarada Carlos.

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Exterminator II, o El Segundo Genocidio




Una vez más, como cada año en esta época, debemos hacer referencia a la tragedia de Malvinas y sus consecuencias políticas, sociales, económicas y culturales, en el seno de nuestra sociedad y de sus habitantes. Iniciada como una burda maniobra de la dictadura militar del auto-denominado “Proceso de Reorganización Nacional”, para perpetuarse en el poder.ésta irresponsable, inoportuna e improvisada aventura del régimen de facto, tuvo marcos de epopeya por la recuperación de esos territorios patrios tan caros a los sentimientos de nuestro pueblo, y el actuar de verdaderos héroes en la misma, pero tal objetivo patriótico fue bastardeado por el accionar a todas luces viciado de ilegitimidad y de ineptitud manifiesta, por parte de la Junta Militar que conducía las acciones de esta guerra insensata.

Debemos señalarlo, nuestras Fuerzas Armadas, no estaban preparadas para enfrentar a tamaño enemigo, ( la O.T.A.N. con el apoyo de los Estados Unidos ), empeñados como estuvieron desde 1955 a la fecha, en derrotar al “enemigo interno”, -llámese éste, peronismo, comunismo, o cualquier actividad política, social, gremial, no compatible con los objetivos y fines de este nefasto proceso militar genocida .etc.- ,y no para hacer frente a hipótesis de Guerra del exterior. Esas cuesiones quedaban reservadas para las FF.AA., de los EE.UU, custodios de la “seguridad hemisférica”, siendo relegadas las fuerzas armadas de los países de la región, a meras “guardias pretorianas”, de los intereses de los sectores dominantes, ( la oligarquía terrateniente , las multinacionales y la especulación financiera ) que se fueron instalando, con el visto bueno de Washington, en nuestro suelo y en los países vecinos, de Latinoamércia , tales como las de Chile, Uruguay, Brasil, Bolivia, Guatemala, el Salvador, Honduras, o gobiernos débiles, semi-legales, sumisos las directivas del amo del norte.-

No nos extenderemos en las consecuencias políticas, tanto internas como de política exterior y económicas del proceso de “desmalvinización“, implementado luego de la derrota argentina y la firma del tratado de Rendición ante Gran Bretaña y sus fuerzas aliadas. Señalaremos como suficiente la adopción del consenso de Washington, como directriz de las política internas y económicas, las presiones del F.M.I., y a las “relaciones carnales“, cómo símbolos de un sistema de entrega de la soberanía y de los recursos naturales, a las potencias triunfantes, y adopción del neoliberalismo, (capitalismo salvaje y repliegue del Estado Benefactor ), y la globalización, ( cultural y financiera ), como los paradigmas “post-modernos“, que posibilitarían el ansiado desarrollo económico y la superación de los problemas estructurales que la aquejaban, principalmente la hiperinflación, la inestabilidad política-social, adoptando sus valores como los símbolos del progreso y la modernización , por parte de las diferentes élites políticas, gremiales, sociales y culturales, que tuvieron responsabilidades o influencias los diferentes gobiernos en esos años post- Malvinas .-

En cuanto a las consecuencias personales o individuales de tal confilcto,según un artículo publicado en el diario “La Nación”, por Oliver Galak, en los meses de Febrero/Marzo del año 2006, se habian registrado hasta esa fecha, 350 suicidios de ex combatientes de Malvinas. Según una Encuesta entre los mismos, realizada por Rodolfo Merlino, Presidente del Centro de Excombatientes de La Plata, el 78 % de los encuestados sufre de trastornos de sueño ; el 28 % manifiesta tener ideas recurrentes de quitarse la vida ; el 10 % admitió haber realizado una o mas intentos de suicidio. Ello porque no se produce la reinserción del soldado combatiente en Malvinas en nuestra sociedad, no se albergan esperanzas, la misma sociedad los discrimina, los estigmatiza, y se sufren las consecuencias de haber estado al frente de acciones de guerra, el recuerdo permanente de los compañeros y amigos muertos en combate, y los trastornos son múltiples, y requieren una contención familiar y un tratamiento profesional, en muchos casos para poder superarlos .-

Esta fecha bién puede conmemorarse como la del comienzo de un nuevo genocidio o plan de exterminio masivo a que nos sometieran los sectores hegemónicos del país, teniendo a las FF.AA., como su expresión político-corporativa, sumados a los terribles sucesos de la “Patagonia Trágica“, la “Semana Trágica“, los bombardeos a la población civil en Junio de 1955, los fusilamientos de 1956, y las siniestras represiones de los gobiernos militares, que sumaron la cantidad de 30.000 Detenidos-Desaparecidos.-

José Luis Planas Osorio
Cruz del Eje, 02.04.09 .
( Publicado en http://www.sosperiodista.com.ar/ el 2-04-2009 )




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"La Idea" en Revista SEGUIMOS N° 11





































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Macedonio Belarte
AÑO IV- N LXIV- Domingo 31 de Mayo de 2009
Revista Digital de Cultura
Arte, Cine, Literatura, Música, Poesía, Plástica, Historia,Política, Filosofía






La Pasión Según Iris


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Sumario

Figuras del ambiente. Macedonio Fernández. 01 / OCTAVIO PAZ:”La literatura moderna es ante y sobre todo crítica del lenguaje”. 05 / La poesía como diario . 08 / Borges y Argentina. 12 / Vicente García-Huidobr o Fernández. 14 / Últimos pensamientos sobre Woody Guthey, por Bob Dylan. 16 / Marcelo Pezzotta, 3 poemas. 20 /"PASION DE JUSTICIA", de Iris T. Pavón . 22 / San Jauretche. 24 / “Una obra trascendental“, por Raúl Scalabrini Ortiz. 29 / Fernando Pessoa, poemas. 34 / non sancto. 35 / Exterminator II, o El Segundo Genocidio. 40 / “La aventura de unos tipos sueltos”. 42





















Temístocles Pedernera


Ediciones JLPO / Paraguay 76 / Cruz del Eje / T.E: 03549421580 / $ 12 Pesos





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