Pueden ser sutiles, indiferentes o despiadados. Cada autor enfrenta manías y obsesiones antes de llegar a la versión final de sus obras.
Por: Carolina Esses. Revista Ñ
Héctor Libertella corregía sus originales con liquid paper. Iba tapando palabra a palabra hasta que no quedaba nada en la hoja. Decía: "lo aplico a una palabra, después a otra, después a otra. Y así llego por fin al objetivo final de la literatura: la página en blanco", según cuenta Martín Kohan. César Aira dice que los originales de Osvaldo Lamborghini casi no tenían tachaduras. Susana Thénon se detenía en la disposición de cada palabra en la hoja, y debatía en sus cartas la pertinencia de una "y", de una "o".
Lo cierto es que la manera en la que un escritor corrige puede definir una postura en relación con su oficio y la literatura. Basta con pensar en Proust. Las pruebas de galera que le enviaba Gallimard regresaban, no ya con correcciones, sino llenas de anotaciones y agregados; como si al texto original se le superpusiera siempre otro y ninguna palabra fuese definitiva en ese pasaje del recuerdo a la palabra. Ya sabemos: el poder de la lectura se encuentra en su capacidad para abrir el texto, desenvolverlo, hacerlo propio. Es el lector quien interpreta y da sentido. Pero sería necio no admitir que cuando el texto se convierte en libro, cuando ya no puede ser modificado por su autor, algo se clausura. Por eso, la importancia de ese momento en el cual el escritor se coloca frente a lo ya escrito antes de llevarlo a la imprenta. Sin caer en dramatismos, pero teniendo en cuenta que luego, y hasta nuevas ediciones –si las hay– será demasiado tarde.Uno se encuentra con sorpresas. Porque se podría pensar que la prosa de Saer –y la complejidad de planos narrativos de una obra como Glosa– sólo puede ser posible luego de infinidad de correcciones, como solía hacer Flaubert ("escribir significa reescribir"). Sin embargo –y para pesar del escritor esforzado, convencido de que sí se trata de 90% trabajo y 10% inspiración– no siempre es así: "Saer escribía lentamente a mano en prolijos cuadernos con renglones y márgenes en donde iba inscribiendo el texto sin borradores anteriores, sin blancos, sin pausas, sin arrepentimientos", dice Julio Premat en su libro Héroes sin atributos. Quizás a esto se deba un efecto no ya de realidad –parafraseando a Barthes– sino de naturalidad, como quien se deja llevar por su propia cadencia interna, para quien no habría pasaje entre procedimiento y resultado. Fogwill, por su parte, que escribió Los Pichiciegos en apenas un puñado de días, admite haber corregido su cuento "Muchacha punk" cada una de las veces que se reeditó: "siempre pienso que es la última", dice.El riesgo es corregir demasiado quitándole al cuento, la novela o el poema esas impurezas que muchas veces tienen que ver con lo verdadero: "No pienso la revisión o la corrección como una promesa de adecentamiento o emprolijamiento del texto", dice Sergio Chejfec, "sino como un bastión de arbitrariedad. Creo que toda escritura predica lo incompleto, lo esquivo y lo que pierde forma, también predica todo lo erróneo pero cierto que tenemos alrededor; por lo tanto, la corrección, pensada como parte de la escritura, debe proponer la misma imperfección de todo lo construido o artificial y no buscar ocultarlo". Si quisiéramos llevar la cuestión a posturas extremas, aquí y ahora, tendríamos que pensar en dos nombres, dos modelos si se quiere: Borges y Aira. El del escritor que busca aquella palabra que ya no admita ser cambiada por otra, cual caballero detrás de un santo grial, y el de aquel que pone el acento en el presente de la escritura (y con Aira, Copi, Osvaldo Lamborghini y la ya archiconocida frase "primero publicar y después escribir"), para quien lo importante no es lo escrito sino lo que se va escribiendo, la expansión de la frase y del sentido. La fijeza de la perfección, de lo acabado, la escritura como el camino hacia un lugar preciso. O la opción por lo incompleto, la no depuración del estilo, la frase –o la trama– expandida hacia el infinito y por lo tanto, el abandono de la instancia de corrección. Sin embargo, sobradas razones tenemos para no tomar a los escritores al pie de la letra: Borges publicaba, y mucho, abandonando al menos provisoriamente la búsqueda de ese término perfecto. Y, aunque el proyecto narrativo de Aira se funde en gran medida en esta idea de olvidar lo escrito casi inmediatamente después de haberlo terminado, difícil es creer que no realice una reelectura, cambie de lugar alguna palabra, prefiera, de pronto, esta idea a esta otra. Es cierto que, en tiempos de tecnología, las tachaduras y los agregados podrían correr el riesgo de perderse para siempre: se puede borrar en la pantalla sin dejar huellas ni rastros, casi instantáneamente, permitiendo ese olvido casi mecánico al que nos remite la obra de Aira. ¿Adiós, entonces, a la crítica acostumbrada a bucear en los manuscritos? ¿Ya no tendrá sentido buscar en los cajones de los escritores, a la espera de encontrar esa primera versión del poema que agregue sentido o, al menos, contribuya en la construcción de su mística? Los críticos interesados en el análisis genético saben que no hay motivos para desesperarse.
Lo mismo, los fanáticos, esos que coleccionan los papeles de sus escritores admirados. Con el regreso del autor –de su figura, de esa ficción de sí mismo– vuelven también sus manuscritos. En el blog de Chejfec, por ejemplo, se puede leer el original de su puño y letra, con las correcciones a la vista. "Para mí", explica, "es una manera de ofrecer el original en el sentido plástico de la palabra. El dibujo de lo escrito. Ese dibujo, ya que es una actividad doble, guarda el tiempo en que ha sido compuesto. Algo así como el recuerdo o su estela. El manuscrito exhibido es documento desviado, ya que no corresponde a nada sino a sí mismo, y sin embargo atrae por el grado de incompletud o contingencia que tiene todo lo hecho con las manos, al contrario de lo escrito propiamente dicho, que postula naturalmente la fijación y la permanencia".
Martín Kohan es otro de los que escriben a mano, en prolijos cuadernos Rivadavia. Y, aunque en su caso el momento crucial quizá sea ése en el que reescribe el texto pasándolo a máquina, no concibe escribir sin ir corrigiendo sobre la marcha, como si quisiera huir de cierta precariedad del texto, impedir su deriva: "No puedo dejar cosas sin resolver, no puedo tomar decisiones provisorias y dejar la decisión en firme para después, no puedo multiplicar versiones de lo mismo ni dejar abiertas posibilidades distintas. No puedo: tengo que saber, tengo que decidir en firme. Y eso lo voy haciendo a medida que escribo; si no, no puedo seguir". Para Viviana Lysyj, la experiencia es casi la contraria. Encuentra el destino de la narración mucho tiempo después de haber comenzado: "Al principio, siento que trabajo con una enorme piedra a la que hay que cincelar, a tal punto la materia del lenguaje es tosca. Así avanzo, un poco a ciegas, sin saber muy bien adónde voy, hasta aproximadamente la página 70 o incluso la 100, y por fin sé de qué se trata el camino emprendido, de modo que cuando llego al final, tengo que retomar otra vez toda la novela para darle la soltura y el tono finales". Quizá sea fácil decirlo ahora, que cada uno ha revelado la cocina de su escritura pero, leyendo Ciencias morales, de Kohan o Tragamonedas, de Lysyj es posible percibir la manera en la que cada uno trabaja y corrige, casi como si se tratara de una poética. Una prosa medida en la que el escritor pareciera mirar constantemente de reojo, en el caso del primero, y un ritmo vertiginoso donde la prosa cede al exceso, en el caso de Lysyj. Luego está la mirada del otro. No ya del otro que es uno mismo frente al texto –la poeta Irene Gruss transcribe así ese diálogo en espejo: "suelo hacerle preguntas al poema. Preguntas crueles, también, como el '¿y a mí qué me importa?' o un 'mirá qué bien, ¡qué interesante!'–, sino de esos tres o cuatro lectores a los que se suele recurrir como manera de "probar" lo escrito. Estos pueden comenzar siendo, allá lejos y hace tiempo, cuando recién se perfila la vocación por la literatura, simples compañeros de taller o materializarse en la palabra muchas veces arbitraria del coordinador del grupo. Quienes hayan atravesado esta experiencia –y quien escribe estas líneas puede dar fe– saben que hay que estar preparado. Incluso para hacer oídos sordos. "La primera vez que fui a un taller literario tendría unos diecisiete, dieciocho años", cuenta Samanta Schweblin. "El tallerista era un escritor que apenas nos doblaba en edad y corregía los textos con una lapicera roja, al mismo tiempo que los leía en voz alta, para todos. Cuando leyó mi texto se detuvo a mitad de la primera hoja, con un gesto de reprobación. Pensé que, tal como había ocurrido con otros alumnos, me haría algún comentario, bueno o malo. Sentí que estaba preparada para todo. Pero él miró su lapicera, se estiró hasta el escritorio, la cambió por un grueso marcador de pizarra rojo y, con toda la meticulosidad del mundo, dibujó una cruz gigante sobre cada una de las tres páginas de mi cuento. 'Vas a tener que empezar de nuevo', me dijo". Parece imposible que ni siquiera se salvara una frase, una palabra, una línea... quizás habría que haber tamizado la lectura del vehemente coordinador con la de alguno de los asistentes del taller, como para salir de dudas. Parafraseando al pragmático Stephen King –él mismo tiene un sistema de corrección según el cual debe disminuirse progresivamente el número de palabras de versión en versión– siempre se trata de valoraciones subjetivas. Cuando coinciden cuatro o más lectores, según King, habría que correr a corregirlo todo.Con el paso del tiempo, esos grupos de taller pueden transformarse en grupos de pares, con los que se debaten textos en proceso. Gruss así recuerda esta etapa: "El taller de Mario Jorge De Lellis fue mi cimiento. Eramos crueles. En general, se contestaba con el texto de algún grande, se leía mucho. En particular, lo menos que nos decíamos era 'lindo'. A mí me han hecho pasar pruebas durísimas, como el no incluirme en una antología porque 'todavía no estaba para eso'; y tenían razón. Lo acaté y agradecí. En las reuniones de El escarabajo de oro, aprendí por qué un texto es bueno o no. Se fundamentaba todo. El que no leía era eyectado del grupo". Más tarde quizás, se recurra a algún escritor admirado para una "clínica de obra". Muchas veces será la autoridad del nombre detrás del escritor lo que funcione. El lugar que ocupe este lector autorizado dentro del campo literario puede ser algo que no tenga importancia para los más experimentados, pero para el que recién comienza, no es poca cosa. Cualquiera que visite el blog de Gustavo Nielsen, por ejemplo, puede leer la larga transcripción de una charla con Fogwill, allá por el 93, en la que el autor corrige –frase a frase– un cuento del, entonces, inédito Nielsen. Más allá de la anécdota, hacer pública esta intervención implica que algo se juega en ese intercambio. Otra cuestión, es la del género literario. "En un cuento", dice Schweblin, "una palabra de más, una coma mal elegida, es como un adoquín en medio de la ruta, uno avanza a cien kilómetros por hora, y no es que al esquivarlo no haya chance de sobrevivir, pero sería mucho mejor que no hubiera estado ahí". Claro, una cosa será corregir un cuento en su concepción más clásica, ese engranaje casi de relojería, otra una novela y otras, atender a las demandas de la poesía: "la narrativa pide más culo en silla", sigue Gruss. "Según qué poema, puedo pensar un verso incluso viendo el programa La ley y el orden: sencillamente aparece o se lo encuentra. O no. Ojo, pueden pasar años hasta que lo encuentro". Carver, por ejemplo, llegó a admitir haber corregido un relato más de treinta veces. Y eso que sus cuentos no responden a las normativas más clásicas.
Hebe Uhart, podría ser su contracara en cuanto al método. "Me da mucho trabajo corregir. Prefiero tirar y empezar todo de nuevo", dice, "dejar en remojo tampoco me gusta, porque si no he aceptado el texto en su momento es porque tiene alguna deficiencia que, en general, le encuentro después. Eso me pasa porque soy trabajadora pero no empeñosa, no me gusta intercalar, cortar, emparchar. Me gusta más hacer todo de nuevo, lo que es muy trabajoso, porque no soy flexible, lo he descubierto con pena, me gusta ir todo derecho como el caballo a la cuadra". Quizá tenga que ver con el lugar en el que cada uno ponga el acento: la frase, la palabra, la cadencia pero también la trama, el argumento, los personajes, el género que se aborde. Lo interesante será que la manera de corregir lleve consigo una reflexión sobre el lenguaje y la propia práctica. Que marque una posición –aunque a veces se trate de una pose, una postura, un estereotipo– frente a la literatura. Por supuesto que los extremos siempre se tocan: Borges busca la palabra que no admita más correcciones pero es consciente de la imposibilidad de su empresa. Aira también conoce las limitaciones del lenguaje pero en lugar de depurarlo lo multiplica y lo expande. Cada uno arma un proyecto literario. Y luego, siempre está Fogwill. "Más que no corregir y proseguir la huida hacia delante agregando obras, lo ideal sería componer una obra completa de mil o dos mil páginas –no más– y tener tiempo para corregirla frase por frase justo a la edad en que uno ya sabe todo lo que puede llegar a saber", dice vía correo electrónico. "Pero casi nadie tolera pasarse treinta años de anonimato y todos quieren ser escritores, y escritores famosos, reconocidos, traducidos, bien remunerados, prostituidos y ¡jóvenes! Yo gozo corrigiendo, porque de repente me gusta algo que escribí, y que nadie, ni yo mismo ahora, podría emular, y, entonces, ensoberbecido, me doy ánimos para enfrentar cada frase a la pesca de lo que me autoengañé de haber logrado. Es más fácil corregir un texto que cualquiera de las cagadas que uno fue cometiendo en la vida, especialmente la de publicar y creérsela."
Fuente : http://www.revistaenie.com.ar/
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Domingo 6 de diciembre de 2009
Edición impresa Suplemento Temas Nota
Lo que nos pasa
Control de territorio
Jorge Londero
De nuestra Redacción
jlondero@lavozdelinterior.com.ar
El domingo 19 de julio de 1992, el famoso juez italiano Paolo Borsellino almorzó en su casa de Villagrazia. Tras la sobremesa, se quitó la servilleta que se ponía en el cuello para comer, se limpió la boca, beso a su mujer y a sus dos hijos para luego, como lo hacía casi todos los domingos, partir de visita a la casa de su madre, acompañado de sus seis escoltas ¿Por qué tantos guardaespaldas? Porque Borsellino era por entonces uno de los jueces que, junto con el famoso magistrado Giovanni Falcone, llevó a cabo los procesos judiciales contra la Cosa Nostra siciliana. Eso justificaba con amplitud tanta guardia y trataba de evitar una suerte de profecía lanzada por el mismo Borsellino, quien, al denunciar la soledad con la que los jueces se enfrentaban a la mafia, vaticinaba que el asesinato era el destino de todos los magistrados que cumplían con su deber, incluso el suyo. No se equivocaba. Al llegar a la casa de su madre y cuando el auto en el que viajaba se aprestaba a estacionar, estallaron los 100 kilos de TNT que estaban en el interior de un Fiat 126 que unos desconocidos habían estacionado frente a la vivienda. Borsellino y cinco de sus escoltas murieron al instante. La premonición del magistrado se cumplió. No es el resumen de una novela del genial escritor Andrea Camillieri. Es lo que realmente le sucedió a uno de los pocos hombres que se atrevió a enfrentarse a la temible mafia siciliana. El homicidio no quedó impune: el capo mafia Bernardo Provenzano y Salvatore Riina, jefe de los Corleonesi, se encuentran purgando condenas por los asesinatos de Borsellino y Falcone. Al mundo le hacen falta más jueces como Borsellino y menos mafiosos y políticos corruptos. A nuestro país también, por eso rescato aquel tan oportuno como acertado diagnóstico del magistrado italiano: "La política y la mafia son dos poderes que viven del control del mismo territorio; o se hacen la guerra o se ponen de acuerdo".
Fuente:
http://www.lavoz.com.ar/
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CHARLES BUKOWSKI
Estados Unidos 1920 - 1994
Reseña biográfica
Poeta y novelista norteamericano nacido en Andernach, Alemania, en 1920, trasladado a Los Angeles, EE.UU., en 1922.
El traumático ambiente familiar que soportó en su infancia lo convirtió en un joven de carácter conflictivo, amante del alcohol y de la vida bohemia, costumbres que sólo abandonó por períodos muy cortos de su vida. Algunos estudios de arte, periodismo y literatura, fueron la base para iniciar su carrera literaria, publicando los primeros poemas a la edad de treinta y cinco años. Su obra, unas veces realista y brutal, y otras, tierna y sentimental, está representada por más de treinta publicaciones entre las que se destacan: "Crucifijo en una mano muerta" 1965, "Cartero" 1970, "El amor es un perro del infierno" 1974, "La senda del perdedor" 1982, "Shakespeare nunca lo hizo" 1990, "Peleando a la contra" 1991 , "La última noche de la tierra" 1992 y "El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco" 1994.Falleció en 1994. ©
Poemas de Charles Bukowski:
Abraza la oscuridad
La confusión es el dios
la locura es el dios
la paz permanente de la vida
es la paz permanente de la muerte.
La agonía puede matar
o puede sustentar la vida
pero la paz es siempre horrible
la paz es la peor cosa
caminando
hablando
sonriendo
pareciendo ser.
no olvides las aceras,
las putas,
la traición,
el gusano en la manzana,
los bares, las cárceles
los suicidios de los amantes.
aquí en Estados Unidos
hemos asesinado a un presidente y a su hermano,
otro presidente ha tenido que dejar el cargo.
La gente que cree en la política
es como la gente que cree en dios:
sorben aire con pajitas
torcidas
no hay dios
no hay política
no hay paz
no hay amor
no hay control
no hay planes
mantente alejado de dios
permanece angustiado
deslízate.
( Versión de Rafael Díaz Borbón )
Amor, fama y muerte
Se sienta afuera de mi ventana
como una vieja que va al mercado;
se sienta y me observa,
suda nerviosamente
por entre alambre y niebla y ladrido-perro
hasta cuando inesperadamente
golpeo la pantalla con un periódico
como manoteando una mosca
y usted pudiera escuchar el grito
en esta ordinaria ciudad,
y entonces salió.
la manera de terminar un poema
como este
es quedarse de pronto
callado.
( Versión de Rafael Díaz Borbón )
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“EL JUGUETE RABIOSO”, DE ROBERTO ARLT
La potencia
Por Claudio Zeiger
El juguete rabioso es la potencia de la literatura argentina. Cuando todo tiende a la extinción, a la languidez, al formalismo o el exceso de pudor, suena el despertador: vuelve el juguete rabioso. La potencia.
Volver a El juguete rabioso es un placer fuerte, como comer ceviche. Es picante, vigente, vivo. Pensar que alguna vez se dijo que está mal escrito da risa. Cambió la literatura social y la cultura de izquierda de un plumazo, con un puñado de escenas, dos por lo menos: la larga escena del robo a la biblioteca de la escuela y la escena de la pensión en la que Silvio Astier se encuentra con un ambiguo niño bien que se viste de mujer. Cambió todo pero, me atrevo a decir, no cambió a Arlt mismo. Es notable cómo la huella de El juguete rabioso se esfuma en las novelas posteriores y persiste más bien en algunos cuentos y crónicas, en algunas escenas dispersas. O sea, el Arlt de, sobre todo, Los siete locos y Los lanzallamas ya es otra cosa, otra potencia, otra angustia. Probablemente El juguete rabioso no haya tenido descendencia en el propio Arlt porque es demasiado autosuficiente, como una obra cerrada sobre sí misma, como una descarga de la que no queda nada en el cargador. El tiempo que separa el Arlt de El juguete rabioso con el de las novelas posteriores parece mucho más que un puñado de años. El escritor, que en su primer libro crece de golpe, de golpe se vuelve demasiado adulto. En su libro iniciático, Arlt procesa infancia y adolescencia con ademán brutal, sin piedad, sin tiempo. Silvio Astier, a los catorce, quince, dieciséis años, parece tener la edad del mundo más que la real, que era la edad del siglo XX. El agobio de la miseria y la edad del mundo llevan a Astier a escribir sus “memorias” como si éstas culminaran antes de haber alcanzado los veinte años.
La potencia de El juguete rabioso fascinó y estimuló a muchos: a los contornistas, Viñas, Masotta, Sebreli, Correas, a Piglia y a Saccomanno y a muchos otros. Sexo y traición, vida y literatura, confesión y memoria. Me animaría a decir que el escritor más consecuente con el programa de El juguete rabioso (no necesariamente el más arltiano) fue Carlos Correas en cuentos como “El revólver” o “La narración de la historia”, y en la primera parte de la trilogía Los reportajes de Félix Chaneton. Correas habló de la potencia arltiana y dijo que continuarlo debería ser una política literaria que se planteara superar la ya desgastada fórmula del cross a la mandíbula. Planteaba, pensaba en un lector nuevo para una potencia nueva.
Esta novela se renueva y se alimenta de los lectores que Arlt siempre tuvo. Piglia dijo que a Arlt siempre lo bancaron los lectores, no los críticos ni la crítica institucional. En su mezcla milagrosa de Lazarillo de Tormes y Naranja mecánica, el relato de unos pibes chorros, que querían ser sensibles, inteligentes y científicos para salvarse del trabajo y el disciplinamiento social, brilla en el comienzo del siglo XXI como brilló en el comienzo del siglo XX. Y Silvio Astier será joven para siempre ante la indiferencia del mundo.
Fuente : http://www.pagina12.com.ar/ / Verano 12
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Domingo, 7 de febrero de 2010
Entre Dios y la nada
Entre la filosofía y la mística, Vicente Fatone fue una figura importante y muy relegada en la cultura argentina. Profesor en varias universidades, llegó a ocupar el cargo de embajador en la India. La publicación de dos de sus obras puede encauzar un camino de retorno al pensador argentino de la filosofía oriental.
Por MARIANO DORR
Mística y religión
Vicente Fatone
Universidad Nacional
de Córdoba y Las Cuarenta
182 páginas
¿Por qué un libro sobre el conocimiento de Dios (o, mejor, sobre su desconocimiento) es un libro con plena actualidad filosófica? El intento por pensar de un modo no metafísico, ni objetivo ni subjetivo, por fuera de una lógica de la identidad, no tiene su origen en los esquivos ensayos que dejó el posmodernismo sino en el éxtasis de la mística. Por eso, Oscar del Barco (autor de El otro Marx y de numerosas publicaciones en revistas nacionales e internacionales) escribe en el Prefacio que Fatone, antes de todos los “post”, planteó un pensamiento errático “filosófico y post–filosófico, místico y post-místico”. Vicente Fatone nació en 1903, en Buenos Aires; consagró su vida al estudio de la filosofía oriental (y occidental), y murió en 1962. Fue profesor de Cosmología y Metafísica, y de Lógica en la Universidad Nacional del Litoral, profesor de Historia de las Religiones en la Universidad Nacional de La Plata y profesor titular contratado en la Universidad de Buenos Aires. Llegó incluso a ser embajador argentino en la India. Su influencia en la cultura argentina fue enorme y, aun así, la publicación de Mística y religión viene a (intentar) sacarlo del olvido: “Sí, un olvido generalizado, de casi todos, y más singularmente de la Universidad. En cierta medida, Fatone (aunque la edición del libro que estoy presentando podría, relativamente, desmentirme...) fue borrado de la universidad (deben ser muy pocos quienes lo lean y muchos menos los que estudien la formación y exposición de su pensamiento)”, escribe Oscar del Barco en un texto en el que repasa las obras de Fatone, ubicando al filósofo argentino en el centro de los debates éticos contemporáneos (en la línea abierta por Levinas y Derrida, continuada hoy –en Francia– por J.-L. Nancy y J.-L. Marion, y –en la Argentina– por Mónica Cragnolini y el propio Oscar del Barco). Jacques Derrida, en varias ocasiones, señaló que la deconstrucción no es una “teología negativa”; paradójicamente, negando esta filiación se acercó más y más a la extraña disciplina de estudiar a Dios mediante la negación de sus predicados. La “tradición mística” se inicia con la teología negativa del pseudo Dionisio (siglos V y VI d.C.), para quien “Dios no es ni alma, ni inteligencia, ni número, ni orden; Dios no es ni inmóvil, ni móvil; ni potencia, ni vida, ni esencia, ni eternidad, ni tiempo, ni sabiduría, ni verdad, ni uno, ni bondad, ni divinidad. Dios no es nada de lo que es, ni nada de lo que no es...”. En esta lógica del ni, ni..., la tradición mística es desarrollada por Fatone y presentada como una superación de la dialéctica.
Hegel enseñó que para comprender la realidad debíamos atender a sus tres “momentos” lógicos: el primero, la afirmación; el segundo, la negación (momento negativo que contiene al primer momento, pero negado); y el tercero, el devenir del uno en el otro (momento propiamente dialéctico). Vicente Fatone presenta la mística como un cuarto momento; su principio dicta que tanto la afirmación como la negación “deben ser negadas, y en este sentido es la negación de toda afirmación y de toda negación. El principio es lo que Otto ha llamado lo enteramente otra cosa”. Fatone agrega que lo mismo sucede en el budismo inicial, donde “el pensamiento parece complacerse con la paradoja”. Ahora bien, ¿cómo entramos en contacto con lo enteramente otra cosa? La mística –destaca Fatone– es experiencia, y “la experiencia mística es, como toda experiencia, incomunicable, pero no imparticipable”.
Mística y religión reúne dos tratados breves de Fatone; el primero, Temas de mística y religión (1963), comienza con una definición de la mística y sus problemas, “la presencia” y “el presente”. Los últimos cuatro capítulos están dedicados a Meister Eckart (el gran místico alemán), Leibniz, Nietzsche y Bergson. El segundo texto, El Hombre y Dios (1955), desarrolla la relación posible entre el existente humano y la divinidad. La prosa teórica de Fatone brilla en cada capítulo de ambos textos. Eckart (1260-1328) habló de alcanzar la unión del alma con “la cosa necesaria que llamamos Dios” mediante la abstracción y el desprendimiento, la renuncia, “el desierto del alma”. ¿A qué debemos renunciar para unirnos a la cosa necesaria? Prácticamente a todo, menos a la renuncia misma. ¡Incluso renunciar a Dios! “El más grande honor que el hombre puede concederle a Dios es ése: dejarlo tranquilo y quedar libre de él.” Para conocer a Dios sin mediación, Meister Eckart planteó una abstracción que no es sino “vacío, la nada”. Dios es la nada, y nos hizo a su imagen y semejanza, nos sacó de la nada. El vacío, la nada de Dios es referida por Fatone con hermosas palabras: “Si fuésemos capaces de mantener una copa vacía, totalmente vacía, la copa perdería su naturaleza para elevarse hasta los cielos. La pura nada del alma eleva así a la criatura hasta los cielos; y esa pura nada es la que obliga a la divinidad a descender hasta el alma”. Para Eckart, el conocimiento de Dios es sólo posible “sin mediación”, a través de la pura nada abstraída en el alma reunida con la divinidad. Creer que se sabe algo de Dios es caer “al nivel de las bestias”. Dios no se entrega al conocimiento “porque no se entrega a ningún querer extraño”. Sólo es posible tener de El un “conocimiento sin conocimiento”.
Siguiendo siempre de cerca la lógica paradójica, en El Hombre y Dios, Fatone se ocupa de diferentes tópicos religiosos; uno de ellos es la plegaria. Aquí se observa otra vez el carácter indecidible que Fatone coloca en el centro mismo de la relación entre Dios y los mortales. La plegaria no consiste en pedir algo. Si así fuera, dos pedidos contradictorios entre sí no podrían cumplirse (al mismo tiempo). La plegaria sólo tiene sentido cuando el hombre que la eleva “sabe que no merece nada; aun más: sabe que desear algo ya es no merecerlo: ninguna humildad más profunda que la suya. En la plegaria, el hombre no reclama nada: ni siquiera pide nada. Elevar una plegaria para conseguir algo significaría exigir un mundo especial para uno mismo”, y esto nada tiene que ver con la experiencia mística o religiosa, que implica ante todo un desasimiento. La plegaria es la posibilidad de que nuestro monólogo interior se abra en un diálogo con ese absolutamente otro que es Dios, aun cuando soñamos solos, sufrimos y morimos solos. Y si ese diálogo toma la forma del silencio, éste puede “decirlo todo, precisamente porque ha renunciado a decir nada”.
Este libro doble de Fatone nos enseña que –con respecto a Dios– erramos el tiro si pretendemos creer o no creer en su existencia, porque Dios –justamente– no existe (como existen las cosas y los seres vivos) sino que, en todo caso, es aquello que hace que cada cosa exista y que cada cosa que no existe, no exista. Incluso el propio Dios se sustrae a la existencia, se oculta. La mística es la experiencia de esta sustracción, la “conciencia cósmica” de un ahora eterno o, como dijo Meister Eckart, un regreso a la nada que somos y que fuimos cuando todavía no éramos, y junto a Dios... creábamos el mundo.
Link a la nota:http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/suplementos/libros/10-3713-2010-02-09.html
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EL PAIS / OPINION
Avatar político
Criticada por el Vaticano y por China y elogiada por Evo Morales, la exitosa película de Cameron dispara reflexiones tanto políticas como éticas y estéticas que permiten una mirada que cruza los diferentes planos significativos.
Por Horacio González
Avatar fue criticada por el Vaticano y por China, elogiada por Evo Morales y los críticos de la nueva minería transnacional. ¿Todo esto provoca o admite este film, que en poco tiempo más –obvio– será multipremiado por Hollywood? ¿Cuál es el tema de Avatar? Es la vieja tesis de que toda metamorfosis es la forma más delicada del espíritu. Es lo que implicaría su verdadera dimensión ética. Metamorfosis mística entre la naturaleza vegetal, los animales y los hombres. Y amalgama entre todos los hombres, de la estirpe que fueran. ¿Qué agrega el director de la película a esta cosmología? La bienvenida metamorfosis entre la vida humana y su réplica tecnológica. Videojuegos denominados Second Life y otros del mismo género están en la mente de Cameron, el director.
Sólo que en Avatar hay muchos más planos significativos. En cuanto a las artes de la interpretación actoral, cambia totalmente la raíz del antiguo oficio. Queda sometida la actuación a un proceso también de metamorfosis. Entre la gestualidad dramática y el dramatismo tecnodigital. Se sustituyen así las teorías de la acción dramática que inauguraron el siglo XX y que originaron la diversidad de identidades actorales que conocemos. ¿Están en peligro luego de Avatar? No, porque, a su vez, el film se basa en las más conocidas mitologías narrativas, base de todas las teorías actorales, atrayéndolas momentáneamente a la nueva industria del cine digital. Nada nuevo bajo el sol (el que ilumina nuestros pobres asuntos terrícolas).
Otro avatar más del film: el misticismo naturalista que lo impulsa no parece contraponerse a la tecnología, sino que podrá ser un capítulo posterior de ella. O bien, se insinúa que mantendrá con ella una relación circular, complementaria. Lo que se narra es una lucha entre civilizaciones guerreras, una de ellas cazadora, que viaja montada en grandes pájaros de reminiscencia prehistórica como en las películas de Walt Disney. (Se ve una escena de caza a simulacros de rinocerontes diseñados oníricamente. Sangre, inverosímilmente, hay poca.)
El héroe lo es por igual de las dos civilizaciones, la técnica y la mística, que se transfunden. En un caso, el héroe soldado deja entrever un destino a autoinculpación del cual saldrá el salvataje de la cultura técnica planetaria. Y por otro, el mismo héroe desdoblado, pero ahora extranjero, se suma a la lucha ajena descubriendo en sí destrezas de redención. Ambos héroes practican una fusión mística. Mueren juntos, en una suerte de cristianismo bífido que no deja de ser interesante, una suerte de doble de Cristo rápidamente borroneado. Herético, desde luego. A Ratzinger no le va a gustar, claro. Pero se equivoca el Vaticano al ver todo eso poco teológico. Son las altas devociones profanas del cine norteamericano progresista.
Las tecnologías de guerra son presentadas como remedos monstruosos, zoomórficos, carros de guerra que de tan fantasiosos parecen griegos o romanos (obvio: siempre en la Ilíada suenan mejor estas cosas), pero hay detalles que permiten entrever que los pueblos agredidos desde sus místicas danzas power flower, no dudarán en utilizarlas (de hecho, lo hacen en el combate).
Sin duda, es una película con un viejo argumento teológico-político, pero de tono menor respecto de Solaris o Blade Runner, para mencionar dos proyectos considerados de ciencia ficción que contienen genuinas vetas filosóficas. Si se quiere, es mediocre lo que presenta Cameron (aunque no hollywoodianamente hablando) frente al mundo metafísico de la ciencia ficción de Tarkovsky o lo que hizo Ridley Scott con las novelas de Philip Dick. Esas llevan a la verdadera refundación ética de lo humano luego de un pasaje por otro “avatar”, si se quiere más interesante: el fracaso de la fabricación de bellos semidioses asesinos que quieren volver a ser humanos.
No le restamos mérito a la escritura digital expresionista del film de Cameron. Pero no es tan novedoso el factor tridimensional, ni mucho menos lo es la hipótesis del hombre prometeico que sucumbe al no respetar la sacralidad de la naturaleza. En toda su expresividad está en el Fausto de Goethe (¡qué decimos!), proveniente de la Metamorfosis de Ovidio. Filemón y Baucis, que son también arbolitos sacros, son sacrificados ante el espíritu fáustico industrialista, en sobrecogedora escena. Ahora, el coronel de ese ejército que pinta Cameron, burdamente tratado, es un pobre agente de las empresas multiplanetarias de minería. No hay naciones definidas en Avatar, hay vil experimento humano, aunque sea bajo el aspecto de una negociación (al principio) con los nativos de otro planeta. El coronel Kilgore de Coppola en Apocalipse Now –que remotamente inspira a Parker, el de Avatar– es infinitamente superior, pues en su condición caricaturesca, conserva un lúgubre y dolorido patetismo. Por no hablar del coronel Kurtz, donde se dan cita todas las líneas de ruptura del relato occidental. No hay que olvidar que a este crucial personaje (en donde se resumen todos los manierismos actorales de la mágica baulera de Marlon Brando) lo encontramos en Apocalipse Now leyendo un poema de Thomas Elliot. Ahora que los canales públicos vuelven a pasar como verdadera “replicante” de Avatar a Apocalipse Now, surgen las enormes diferencias artísticas.
Es que Coppola se inspira en Elliot, que a la vez conduce a Joseph Conrad, luego a La rama dorada, de Frazer, y por último a un libro revelador de la crítica literaria, From ritual to romance, de Jessie Weston, que en 1920 examinó la importancia de las leyendas del rey Arturo en la configuración de las mitologías narrativas de Occidente. Todos ellos son objetos de un grácil metalenguaje en el film y aparecen en una toma de la película de Coppola como un pilón de libros abandonados en la recámara de Kurtz. Un absoluto gesto de retroalimentación entre cine y literatura. Ese sí es un avatar, una carnosa metamorfosis.
La reciente recreación de Apocalipse Now en la novela de José Pablo Feinmann, Carter en Vietnam, se hace en nombre de seguir examinando la decadencia del propio lenguaje de la sociedad norteamericana, su ejército y sus industrias culturales. En el último número de la revista Los inrrokuptibles, un buen artículo sobre Avatar indica que en una de las escenas, donde el ejército bombardea un árbol totémico, se reproduce la caída del World Trade Center. Conclusión: “Hace asumir al ejército estadounidense la responsabilidad del 11 de septiembre”, además de otras vergüenzas profundas, esta vez por las culpabilidades ecológicas.
Como se ve, el film de Cameron parece representar una universalización política, de raíz humanística, en la discusión sobre las relaciones del hombre con la naturaleza. Surge evidente, además, la crítica a los medios militares-corporativos de destrucción de las fuentes de vida planetaria. Hay que agregar, sin embargo, que la “salvación” proviene del propio Imperio y su poder autocrítico, minoritario, pero efectivo. Un poder científico-cinematográfico.
Es que Avatar proviene en particular del nuevo giro científico y representacional de su industria cinematográfica. Su relato no es sino una fábula sin la calidad aristocratizante que tenía la radical crítica de Coppola a la historia devastada. Cameron hace predominar demorados remates finales calcados del viejo western y se deja ganar por las connotaciones de una love story que promete un retorno humano al planeta que los derrota, una mejor negociación entre las corporaciones mineras-militares, la ciencia que creó los hombres-avatar y las poblaciones nativas.
No sabemos por qué China la prohíbe; nada justifica una prohibición ni ésta puede entenderse cabalmente. Que Evo Morales la recomiende como una reflexión oportuna sobre la Madre Tierra nos parece muy comprensible. Esta gran figura del presente momento boliviano une la digna densidad de su antropología política con un candor novedoso, en un modelo de reconstrucción del lenguaje político inhabitual, desafiante e inspirador.
Sin embargo, siempre queda en pie el problema de estos films surgidos del guionismo y la nueva “gnosis tecnológica” de las grandes producciones de un sector del capitalismo informático liberal, que agita mitologías y meta-leyendas surgidas de la propia historia del cine norteamericano, con profesionalismo enraizado en una historia del relato industrial-cultural muy evidente. Pero sin realizar esfuerzos como el que en su momento, en plena década del ’70, iluminó a Apocalipse Now. Evidentemente, es necesaria una nueva cinematografía que esté al nivel de las discusiones mas profundas de nuestras sociedades. Desde luego, no la representa Avatar.
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Luis Franco
De Wikipedia, la enciclopedia libre
Luis Franco, nacido Luis Leopoldo Franco (Argentina 1898-1988), poeta y ensayista argentino nacido en Belén, provincia de Catamarca.
Con 17 años, ganó el Premio de Honor en el certamen literario “Juegos Florales”, presidido por Jaymes Freyre, con su Oda Primaveral. La prensa del país y la popular revista Caras y Caretas comentaron ese pintoresco episodio ya que, llegado el día en que se entregaban los premios y sin tener noticias del ignoto escritor, éste se presentó, acompañado de un peón, habiendo viajado en lomo de mula durante dos días a la ciudad de Tucumán, para recibir la distinción.[1]
Cinco años más tarde escribe su primer libro, La Flauta de Caña (1920). A éste siguieron los poemarios Libro del gay vivir, Coplas del pueblo, Los trabajos y los días, Suma (1938), Pan y Constelación.
En La Revisión de los griegos (1960), habla de los valores del espíritu griego presentes en los poemas homéricos. En 1941 recibió el Premio Nacional de Literatura y en 1960 el Premio Municipal de Poesía por Constelación, su antología general. Durante muchos años fue colaborador del diario La Prensa de Buenos Aires.
Luis Franco fue un arduo defensor de de la libertad como valor máximo. Sufrió varias veces la cárcel por defender el agua de riego, respaldando a los labriegos y por ser considerado enemigo del gobierno y de la sociedad.
Murió el 1 de Junio de 1988 en un asilo de ancianos de Ciudadela, Buenos Aires.[2]
Poesía
Constelación
ANDES 1936 (fragmento)¡Olor de piedra, miradas de piedra, silencio de piedra,emboscada de piedra!Lo enorme nos comprime las costillas,no puede respirar por nuestras narices.Como galopes al borde de un barrancolos relojes se han parado en seco.Se está bajo las edades como una tortuga bajo las imbricaduras de su concha.La inmovilidad nos pesa más que una joroba.Queremos ver, oír, saber,pero nuestros sentidos son muñones de ala.Los antípodas de lo humano están aquí.
Suma (fragmento)En tus ojos la sombra y las estrellas pierden sus límites,pero de tu voz salen las mañanas;tu piel es de estío, pero de tu alma llega el olor de la lluviay el relámpago orna, por ratos, tus cabellos.País profundo de tus formas en que ando desde el sol hasta los sueños.Me rodeas como una selva sagrada,como una atmósfera violenta y suficiente.Tus manos se hunden en mis cabellos y latidoshasta más allá del sueño y la vigilia.
LA GUITARRA (fragmento)Formade puñal y puñalada,y entre puñal y mujer,ay, forma sacramentada,ay, morena de avería,guitarra.
Más enjutaque tambores y cigarras:cuerpo enjugado de espiga, flanco abierto de granada,y en tu lisuralas dos caras de la taba.La cintura, imán de abrazos,y esas cadenas lunadas, como lunas de los médanosque alumbran quizá agua amarga.
CANCIÓN DE LOS NIÑOS CON HAMBRE (fragmento)¿Que aún se ignore que el hambre espeor que todos los inviernos?Se me saltan los ojosy los pulsos, ebrios.Mi rebelión aúlla oscuramás que en la nieve lobo hambriento.Cantaré como los pirataspulsando con el vientoy el alma desterradael cordaje velero.
Que ignoréis lo demás, no importa:hay niños con hambre, sabedlo.Niños que lloran con llanto de hombre, oh cielos.
Cuentos
Cuentos Orejanos
En un principio fue el polvo (fragmento)(…) Pedro Carrasco acababa de despertar de una pesadilla sólo para entrar en otra. De veras el campo se iba pareciendo a un arrabal del infierno. La gran sequía era como un incendio reciente, del que sólo quedaban la ceniza y el resquemor. Blancos de polvo hasta las pestañas, hombres y bestias tenían algo de amortajados. Los bofes debían estar ya arrugados como fuelles. Sed antediluviana de agua. Pisaban polvo, respiraban polvo, paladeaban polvo. Tal vez comenzaban a ser polvo ellos mismos.
Pedro Carrasco sentía su corazón cada vez más encogido y tembleque, como mula que baja por un despeñadero. (…)
El regreso del Moro (fragmento)(…) Como otros tienen la pasión del juego, el alcohol o los dividendos, yo tengo la pasión del caballo, desde niño y siempre, aunque ya haga años que no sienta consonar con el mío el latido del galope.
Para mí el relincho no sólo es un clarín, con un pulso y vida que no tiene el otro, sino una de las músicas del mundo, que aumenta la hondura del cielo y el verdor de los prados. Para mí el galope sólo tiene paralelo en el arrojado brinco de la catarata o del arco iris.
He trabajado durante un cuarto de siglo en pastos, lidiando con vacunos y yeguarizos. La Morita –yegua de sangre peruana, mansa como una paloma y arrojadiza como un torrente- levantaba tan altas las manos al trotar, que cierta vez, cruzando un callejón muy arbolado, advertí un refucilo a mi costado izquierdo y sentí después un tintineo en el techo de ramas. La yegua había perdido una de sus herraduras…
Hijo de la Morita y nieto de un caballo de carrera de la región, negro y volador como un tordo, el Moro fue, desde chico, un potro excesivamente avispado y travieso.Lo trajeron a casa, desde los potreros, una mañana muy temprano, a los dos o tres días de nacer, con su madre, que fue atada al tronco del aguaribay del traspatio. Allá corrimos todos, golosos de novedad, a conocerlo. Era negrísimo como una semilla de sandía. Hallábase mamando en ese momento, con las orejitas amusgadas y una de las patas traseras muy apartadas de las otras. De pronto dejó el chupete, se plantó sobre sus diminutos vasos y sus larguísimas canillas, con un ¡quién vive! en las orejas erectas, meneando el breve rabo y removiendo el hociquillo en el paladeo de la última gota de leche. Los ojos: dos gotas de infinito… Se oyó un coro de ponderaciones y arrumacos, en que distinguí hasta la voz de mi madre. (…)
Ensayo
La Hembra humana (Fragmento)El gozo del verdadero amor es quizás el modelo más perfecto y armonioso del gozo humano. El gozo compartido no sólo es fecundo en el sentido biológico, sino también en el moral y espiritual. Gozo doble como las alas: se goza por sí mismo y por el gozo que se ofrenda al ser amado. Aunque nosotros no tengamos conciencia de ello, alguien se alegra en nosotros de crear más vida.
Pequeño Diccionario de la desobediencia (fragmento)El hombre es exterior e interiormente un hijo de sí mismo.
Los más de los hombres sueñan que están despiertos. Algunos ni eso, pues duermen sin soñar.
De un vicioso puede salir mañana un hombre honrado o grande. De un poltrón nunca saldrá nada
Creer en el paraíso futuro –celestial o terrenal- es una ilusión de místicos y mistificados. Creer en el advenimiento de una sociedad mejor, y trabajar por ello, es el deber y el honor de la inteligencia, el sentimiento y la voluntad del hombre moderno.
Quien es capaz de hospedar bien a la desgracia, puede hospedar serenamente a la felicidad.
Bibliografía:
Verso :
La flauta de caña - Ediciones América, Bs. As. 1920.
Coplas - Bs. As. 1921.
Libro del gay vivir - Ediciones Babel, Bs. As. 1923.
Coplas del pueblo 1920-1926 (incluye Coplas de 1921) - Ediciones Gleizer, Bs. As. 1927.
Nuevo Mundo - Ediciones Gleizer, Bs. As. 1927.
Los trabajos y los días - Ediciones Babel, Bs. As. 1928.
Nocturnos - Ediciones Babel, Bs. As. 1932.
Suma 1927-1937 - Ediciones Perseo, Bs. As. 1938.
Catamarca en cielo y tierra - Ediciones Kraft, Bs. As. 1944.
Pan 1937- 1947 - Ediciones Suma, Bs. As. 1948.
Constelación - Editorial Stilcograf, Bs. As. 1959.
El corazón de la guitarra, carpeta con dibujos de Ricardo Carpani, Bs. As. 1963.
Poemas, carpeta con litografías de Demetrio Urruchúa, Bs. As. 1965.
Poesía de Luis Franco, antología - EUDEBA, Bs. As. 1965.
Trotsky- Chajá - Ediciones de poesía, Bs. As. 1967.
Guitarra (teoría y práctica de la copla) - Editorial Lagos, Bs. As. 1971.
La mar se embarca - Editorial Papeles de Buenos Aires, Bs. As. 1975
Insurrección del poema - Ediciones Colihue/Hachete, Bs. As. 1979
Prosa :
Los hijos de Llastay (Fábulas o relatos de animales) Bs. As. 1926.
América inicial - Ediciones Babel, Bs. As. 1921.
El general Paz y los dos caudillajes - Ediciones Anaconda, Bs. As. 1933.
Biografía de la guerra - Ediciones Perseo, Bs. As. 1941.
El Fracaso de Juan Tobal - De Nuestra Novela (editorial), 1941.
Walt Whitman - Ediciones Americalee, Bs. As. 1945.
El otro Rosas - Editorial Claridad. Bs. As.1945.
Rosas entre Anécdotas - Editorial Claridad, Bs. As. 1946.
Biografías animales - Editorial Peuser, Bs. As. 1953.
Antes y después de Caseros - Editorial Reconstruir, Bs. As. 1954.
Hudson a caballo - Ediciones Alpe, Bs. As. 1956.
Biografía sacra - Editorial Reconstruir, Bs. As. 1957.
Sarmiento y Martí - Editorial Lautaro, Bs. As. 1958.
Biografía Patria - Editorial Stilcograf, Bs. As. 1958.
Pequeño diccionario de la desobediencia - Editorial Americalee, Bs. As. 1959.
Domingo F. Sarmiento (antología) – Cía. Gral. Fabril Editora, Bs. As. 1959.
Revisión de los griegos - Editorial Americalee, Bs. As. 1960.
La hembra humana - Editorial Futuro, Bs. As. 1962.
Prometeo ante la U.R.S.S. - Dávalos y Hernández Editores, Bs. As.1964.
Espartaco en Cuba - Dávalos y Hernández Editores, Bs. As. 1965.
De Rosas a Mitre: medio siglo de historia argentina – Editorial Dávalos (Astral), Bs. As. 1967.
Los grandes caciques de la pampa - Editorial Schapire, Bs. As. 1967.
Sarmiento entre dos fuegos - Editorial Paidós, Bs. As. 1968.
Cuentos orejanos - Centro Editor de América Latina, Bs. As. 1968.
La Pampa habla - Editorial Schapire, Bs. As. 1968.
Guitarra adentro- Centro Editor de América Latina, Bs. As. 1971.
Rosas - Editorial Propósitos, Bs. As. 1970.
Lucifer. Los Museos contra el devenir - Editorial Cultural Argentina (E.C.A), Bs. As. 1972.
El Arca de Noé en la Plata - Editorial Lagos, Bs. As. 1973.
El zorro y su vecindario - Editorial Plus Ultra, Bs. As. 1976.
Zoología de bolsillo - Editorial Schapire, Bs. As. 1976.
Nuestro padre, el árbol - Editorial Colihue/Hachette, Bs. As. 1978.
Esquilo y Shakespeare - Editorial Talgraf, Bs. As. 1980
El Presidente Illia y un libro de ocasión - Edición del autor, Bs. As. 1984.
Referencias «Biografía Luis Franco según la Editorial Sarquis». Consultado el 24 septiembre de 2008. «Biografía Luis Franco». Consultado el 24 septiembre de 2008.
Fuentes: http://www.editorialsarquis.com.ar/
http://es.wikipedia.org/wiki/Luis_Franco
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TENDENCIAS INFORMÁTICAS
Hacer búsquedas en internet reactiva el cerebro adulto
Científicos proponen usarlo como terapia cognitiva para ejercitar, estimular y mejorar la función del cerebro
Científicos de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) han puesto a prueba a personas de mediana edad y de edad avanzada, con y sin conocimientos previos de internet, y han usado la resonancia magnética funcional para averiguar cómo se comportaban sus cerebros al hacer búsquedas en internet. Así han descubierto que usar los buscadores mantiene sus cerebros mucho más activos que otras actividades como la lectura. Además han visto que es capaz de estimular los cerebros de los no iniciados, en tan sólo una semana con una hora diaria de 'ejercicio', hasta los mismos niveles de activación de los más expertos. Este inesperado efecto, sobre todo en pacientes de edad avanzada, abre la puerta a su uso en terapia cognitiva.
Por Rubén Caro.
Resonancia magnética funcional de un cerebro leyendo (izquierda) y realizando búsquedas en internet (derecha). Foto: UCLA
Es habitual que en una conversación casual surja el tema de la proximidad de las nuevas generaciones con la tecnología. Nuestros niños y jóvenes crecen entre los omnipresentes teléfonos móviles, las indispensables consolas de videojuegos, y preguntan antes a los buscadores de internet que a sus padres o a sus amigos.
Entonces inevitablemente la conversación llega a un punto en el que se pone de manifiesto la presunta ineptitud de los adultos presentes a la hora de interactuar con esas cosas. En todas las familias existe la figura del manitas tecnológico que se encarga de conectar la videocámara a la televisión porque los demás se declaran no aptos. Y quien dice conectar la videocámara, dice descargar fotos del móvil, reproducir un vídeo desde un pendrive usando el reproductor de DVD, o buscar información en una enciclopedia de internet sobre aquello que dijo el médico en la última revisión.
Buscar en internet es beneficioso
Según el estudio, efectuado en dos etapas, llevado a cabo por científicos de la Universidad de California en Los Ángeles ( UCLA ), parece que no deberíamos dejar en manos de otros las tareas que impliquen hacer búsquedas en internet. De hecho resulta ser beneficioso llevar a cabo este tipo de actividad, sobre todo para aquellos menos habituados.
"Los resultados del estudio muestran que las tecnologías informáticas emergentes podrían tener efectos fisiológicos y potencialmente beneficios para sujetos de mediana edad y edad avanzada", dice el doctor Gary Small, profesor en el Instituto Semel de Neurociencia y Comportamiento Humano en UCLA, "Las búsquedas en internet ponen en marcha una compleja actividad cerebral, que puede ayudar a ejercitar y mejorar la función cerebral".
Leer libros y buscar en internet
Para el estudio inicial se usaron 24 voluntarios neurológicamente normales de entre 55 y 76 años de edad. La mitad tenían experiencia previa en búsquedas en internet. La otra mitad no. La edad, el nivel cultural y la distribución de sexos era similar entre las dos mitades. Los participantes fueron sometidos a la monitorización mediante resonancia magnética funcional, mientras realizaban actividades de lectura de libros y búsquedas en internet.
Mientras leían libros, todos los participantes mostraron gran actividad cerebral en las zonas de control del lenguaje, la lectura, la memoria y las habilidades visuales del cerebro. Cuando realizaban búsquedas en internet, los sujetos sin experiencia previa mostraron una actividad cerebral muy similar a la registrada mientras leían. Sin embargo, los voluntarios que tenían experiencia haciendo búsquedas en internet activaron otras regiones cerebrales además de las usadas para leer. Mostraron moderada actividad en las zonas de toma de decisiones y de razonamiento complejo del cerebro.
Imágenes de los cerebros de un sujeto con experiencia (abajo) y de uno sin experiencia previa (arriba) , mientras leen (derecha) y mientras buscan en internet (izquierda). Foto: UCLA
De hecho, en las imágenes tridimensionales de los cerebros de los inexpertos se podían contar un promedio de 8.646 voxels (pixels volumétricos, unidades de imagen tridimensional) activos, mientras que en los cerebros de los expertos había un promedio de 21.782 voxels activos. Más del doble.
Tras 7 días todos estaban al mismo nivel
Tras estos resultados, los participantes realizaron una hora diaria de búsquedas en internet durante siete días. Entonces se les volvió a someter al mismo procedimiento, obteniendo resultados bastante elocuentes.
Los sujetos sin experiencia en la etapa anterior, que ahora tenían una semana de experiencia, mostraron una activación cerebral muy similar a la de los que sí tenían experiencia antes. Es decir, que sólo con pequeños ejercicios de una hora durante siete días habían conseguido cablear y activar regiones del cerebro que antes permanecían inactivas.
El cerebro se mantiene receptivo con la edad
"Hemos visto que en personas de edad avanzada con experiencia mínima, hacer búsquedas en internet, incluso durante un periodo relativamente corto de tiempo, puede cambiar los patrones de actividad cerebral y mejorar el funcionamiento", sentencia Small.
Esto contradice la concepción erróneamente generalizada de que los cerebros adultos o envejecidos no mantienen la capacidad de aprender y reestructurarse para incorporar nuevas habilidades. El doctor afirma que "una tarea simple y rutinaria como buscar en internet parece mejorar las conexiones cerebrales en adultos mayores, demostrando que nuestros cerebros son sensibles y pueden seguir aprendiendo mientras nos hacemos viejos".
Uso terapéutico de internet
Su compañera de investigación, la doctora Teena D. Moody, va más allá diciendo que "los resultados sugieren que la búsqueda en internet puede constituir una forma simple de ejercicio cerebral que puede ser empleado para mejorar la cognición en adultos de edad avanzada". Esto deja la puerta abierta para el uso terapéutico de algo tan accesible como la búsqueda en internet.
A partir de ahora parece más beneficioso para toda la familia que sean los más mayores los que se encarguen de hacer las búsquedas en internet, en lugar de los jóvenes ya habituados. Y no hay excusas, cuanta menos sea la experiencia previa mejores serán los efectos.-
Lunes 26 Octubre 2009
Domingo 1 Noviembre 2009
Rubén Caro
Fuente:
http://www.tendencias21.net/
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Textos MACEDONIANOS
El cánon según Juan José Saer
El Gran Escritor se quedó rumiando algo. Entonces, como si fuera un medium en trance, me empezó a dictar el súper cánon: Borges, Macedonio, Juan L. Ortiz, Faulkner, Onetti, Musil, Joyce, Kafka. Me parecía estar en la cancha escuchando a La Voz del Estadio pasar la formación de un equipo de muertos. Cuando el listado pareció llegar a su fin, yo, tímidamente, le pregunté si le gustaba Ricardo Zelarayán. "¿Zelarayán?", me dijo. "¿Es un escritor argentino?". Le dije que sí. Se quedó pensativo un rato largo, mirando la mesa, la tacita blanca de café. Era Anatoli Karpov pensando qué pieza mover. Después agachó el mentón, se durmió, roncó, pedorreó.
(Fabián Casas: Casa con diez pinos, Eloísa Cartonera, Buenos Aires, 2003, páginas 8-9)
Macedonio presidente (1920)
Habiendo permanecido el Dr. Borges, durante el periplo europeo de la familia en contacto epistolar con Macedonio, Jorge Luis estaba al tanto del proyecto presidencial del amigo de su padre, cuya clave era la difusión del nombre del candidato, para lo cual convenía insinuarse en la mente del público de manera "sutil y enigmática"; los conjurados en el plan -entre quienes se contaba Norah Borges, una incondicional de Macedonio, y otras amigas de ella- habrían de escribir el nombre de éste en papelitos o tarjetas que dejarían olvidados en confiterías, tranvías, veredas, salas de cine y zaguanes de casas. (...)
En cuanto a los mensajes crípticos cuya diseminación Macedonio suponía un medio para aumentar su popularidad, deberían ser de este tipo: "Macedonio busca a Casilda La Cubana. Teléfono 3729 Rivadavia". Fernández Latour ha retenido algunas de las frases de la campaña pergeñadas por Macedonio a fin de llamar la atención sobre su sonoro y original nombre:
"Macedonio... ¿volará? Cuando el aire tenga baranditas".
"Macedonio, aviador del piso".
"Macedonio, un misterio político de la próxima Presidencia".
"Macedonio (no vuela pero volará) os dirá el número de teléfono de la próxima Presidencia y os dará garantías contra el ridículo si encuentra a Casilda La Cubana. Rivadavia 4996".
"Prohibido irse de Buenos Aires (primer decreto del futuro Presidente)"
(Álvaro Abós: Macedonio Fernández. La biografía imposible, Plaza&Janés, Buenos Aires, 2002, página 102)
Prólogo a la eternidad
Todo se ha escrito, todo se ha dicho, todo se ha hecho, oyó Dios que le decían y aún no había creado el mundo, todavía no había nada. También eso ya me lo han dicho, repuso quizá desde la vieja, hendida Nada. Y comenzó.
(Macedonio Fernández: Museo de la novela de la Eterna, Corregidor, Buenos Aires, 1975, página 13)
Si más exótica, más argentina (del Prólogo de Héctor Libertella)
Como en una sola y envolvente paradoja, de la literatura de Borges se podría decir esto: que por haber nacido un poco marginal y descentrada, por lo mismo terminó haciéndose centralmente argentina.
Sobre la mesa del alquimista, muchas lecturas dispersas, restos, pedazos tomados aquí o allá de la enorme tela de la cultura universal armaron esa obra que durante años pareció el capricho de un hombre en un país exótico. Y en el largo tornasol de los años y de la lectura -que en cada región es exclusiva e imprevisible-, ese país caprichoso fue convirtiendo al hombre en su máximo símbolo de identificación.
Si el pathos o carácter de este escritor hoy es depositario de la representatividad argentina en el mundo, ¿qué decir entonces de quienes, en el más acá o el más allá de él, necesitarán algún tiempo extra para caminar del arrabal al centro? Es el "lento venir viniendo" de Macedonio Fernández. A la diferencia que ya era Borges él suma otra diferencia, ¿un Borges al cuadrado?, y nos ofrece con toda naturalidad el espectáculo de una literatura cada vez más argentina si cada vez más exótica, rara.
(Héctor Libertella [editor]: 11 relatos argentinos del siglo XX (una antología alternativa), Perfil Libros, Buenos Aires, 1997, página 7)
Diálogo sobre un diálogo
Z (burlón). -Pero sospecho que al final no se resolvieron.
A (ya en plena mística). -Francamente no recuerdo si esa noche nos suicidamos.
(Jorge Luis Borges: El hacedor, Alianza Editorial, Madrid, 1998, páginas 15-16)
Colaboración de las cosas
Empieza una discusión cualquiera en una casa cualquiera pues llega un esposo y busca la sartén ya que es él quien sabe hacer las comidas de sartén y ésta no aparece. Crece la discusión; llegan parientes. Se oye un ruido. Sigue la discusión. Se busca una segunda sartén que acaso existió alguna vez. El ruido aumenta. Tac, tac, tac. No se concluye de esclarecer qué ha pasado con la sartén, que además, no era vieja; se escuchan imputaciones recíprocas, se intercambian hipótesis; se examinan rincones de la cocina por donde no suele andar la escoba. Tac, tac, tac. Al fin, se aclara el misterio: lo que venía cayendo escalón por escalón era la sartén. Ahora sólo falta la explicación del misterio: el niño, de cinco años, la había llevado hasta la azotea, sin pensar que correspondiera restituirla a la cocina; al alejarse por ser llamdo de pronto por la madre, después de haber estado sentado en el primer escalón de la escalera, la sartén quedó allí. Cuando trascendió el clima agrio de la discusión conyugal, la sartén para hacer quedar bien al niño, culpable de todo el ingrato episodio, se desliza escalones abajo y su insólita presencia a la entrada de la cocina calma la discordia.
Nadie supo que no fue la casualidad, sino la sartén. Y si es verdad que puede haberle costado poco por haber sido dejada muy al borde del escalón, no debe menospreciarse su mérito.
(Macedonio Fernández: Relato, cuentos, poemas y misceláneas, Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 2004, página 77)
Abogados
(Macedonio Fernández: Selección de escritos, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1968, páginas 46-47)
Borges sobre Macedonio Fernández
No he conocido hombre más friolento. Solía abrigarse con una toalla, que pendía sobre el pecho, de un modo árabe; una galerita de cochero o sombrero negro de paja podía coronar esa estructura (los gauchos arropados de ciertas litografías me lo recuerdan). Le gustaba hablar del "halago térmico"; ese halago, en la práctica, estaba constituido por tres fósforos, que él encendía a un tiempo y acercaba, en forma de abanico, a su vientre. La mano izquierda gobernaba esa efímera y mínima calefacción; la derecha acentuaba alguna hipótesis de carácter estético o metafísico. El temor de las peligrosas secuelas de un enfriamiento brusco le había aconsejado la conveniencia de dormir vestido en invierno; el calor adicional de la cama no le importaba. Sostenía que la barba, que asegura una temperatura constante, era una protección natural contra los dolores de muelas. La dietética y las golosinas le interesaban. Una tarde discutió largamente las respectivas virtudes y desventajas del merengue y del alfajor; al cabo de imparciales y escrupulosas consideraciones teóricas, se pronunció a favor de la dulcería criolla y sacó una valija polvorienta que tenía bajo la cama. De un fondo exhumó, entre manuscritos, yerba y tabaco, unas cosas confusas que ya habían perdido su carácter de alfajor o merengue y que nos ofreció con insistencia.
(Jorge Luis Borges: Prólogo con un prólogo de prólogos, Alianza Editorial, Madrid, 1998, páginas 81-82)
Fuente : para espantar fantasmas.blogspot.com
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Domingo, 24 de enero de 2010
LAS ACTIVIDADES CULTURALES DURANTE EL FESTIVAL
Más allá del bombo y el poncho
Mientras la música ocupa la plaza y sus aledaños, otras cosas suceden: en el Congreso del Hombre Argentino y su Cultura, José Pablo Feinmann, Miguel Angel Estrella y Rep se dedicaron al pensamiento, en charlas imperdibles.
Por Cristian Vitale
Miguel Angel Estrella al piano; atrás, Hernaiz, Feinmann, Adaglio, Castiñeira de Dios y Rep.
“Un culo es ideología pura.” Muchas cosas pueden pasar en Cosquín, más allá del habitual ocurrir de la plaza y sus peñas. Muchas, como ver gauchos a caballo desfilando por el río o la peatonal, toparse con muestras, recitales callejeros, altavoces en camioneta difundiendo movidas de punta a punta, o gente tocando el bombo en cada esquina. Pero siempre hay lugar para lo inesperado. A nadie se le hubiese ocurrido así de fácil, aunque sea en los márgenes de un festival de folklore, plantear que un culo es ideología pura. A nadie que no fuera, claro, José Pablo Feinmann. Un dedito fulminante en la cola de la tontera de la argentinidad actual. Feinmann salió con este formidable cross a la mandíbula del sistema-oposición en el marco del 24 Congreso del Hombre Argentino y su Cultura, cuyo cierre será el mismo día que el del festival (domingo 31) en la Escuela Julio Argentino Roca, ubicada en diagonal a la otra plaza del pueblo. “Nadie nace sabiendo lo que quiere. Digo, nadie nace destinado a los culos de Tinelli. Se los meten. Un culo es ideología, porque tiene el destino concreto de paralizar la capacidad crítica del receptor. Es decir, un tipo trabaja todo el día, come mal, vuelve cansado. Si escucha radio, le dicen lo que tiene que pensar. Llega a la noche cansado ¿y qué ve?: esas minas que pone Tinelli, que son lo imposible para él, porque ese señor no va a tener una de esas minas en la vida. Lo que va a hacer esa noche si tiene sexo con su mujer es taparle la cara con la almohada e imaginarse que es Luli in Love”, dijo el filósofo y escritor, ante las risas y aplausos de la concurrencia que colmó el patio de la escuela.
La charla apertura del Congreso –organizado por la Municipalidad de Cosquín y el canal Encuentro– también contó con la presencia de José María Castiñeira de Dios, Miguel Rep, Ignacio Hernaiz –director del canal– y el pianista Miguel Angel Estrella, que fue homenajeado por las autoridades y se le animó al viejo pianito de la escuela para tocar chacarera, zamba, milonga y una breve pieza de Bach, recordando sus vivencias de exilio en París junto a Atahualpa. “Quiero transmitir un pensamiento muy fuerte de Yupanqui, un hombre que, para beneplácito de mis hermanos, formó parte de nuestro paisaje adolescente. El tenía una enorme pasión por la música de Bach... decía que cualquiera que, durante un año y medio, escuchara media hora de su música todos los días, terminaba siendo mejor persona. Venía a mi casa de París con mucha frecuencia. Llamaba por teléfono y decía ‘prepárenme un pollito sin sal, con mucho limón, y aparezco mañana al mediodía’. Cuando llegaba, lo primero que hacía era sentarse al lado del piano y decirme ‘Changuito, limpiame el alma. Tocá Bach’”, dijo Estrella, antes de entrarle a la emotiva pieza del genio de Leipzig.
La fecha apertura deslizó lo que sería el hecho clave de la posterior: el homenaje a Fontanarrosa, la permanencia de su memoria a través de la muestra Los Mendietas, montada en la escuela con 24 reproducciones en fibra de vidrio del perro parlante que acompañaba a Inodoro Pereyra, desde los ’70 hasta el final del rosarino mágico. “El Negro fue uno de los que me metió Cosquín de otra manera, porque la verdad nunca fui muy amigo del folklore ni del tango, pero mucho del folklore que me ronda en la cabeza es por él. Por las inolvidables citas de Inodoro”, dijo Rep. El Congreso, que ayer contó con la presencia del Secretario de Cultura de la Nación, Jorge Coscia, y del Intendente de Cosquín, Marcelo Villanueva, prosigue hoy y mañana con el estreno de la obra infantil Ciencia con Experiencia, de Sol Canesa y Emiliano Larea (Paka Paka); continúa el lunes con la proyección de la serie Presidentes de Latinoamérica en el microcine de la Dirección de Cultura de Cosquín y finaliza el 31 con la permanencia de Los Mendietas.
Y la reminiscencia de ese culo. Feinmann puso en eje la sentencia y, para concluir, siguió con el ejemplo del tipo, una especie de Doña Rosa en masculino. “Ese señor durante todo ese día no vivió”, retoma. “Estuvo muerto, realmente muerto, porque no hubo un momento en él en el que un pedacito así de subjetividad autónoma le surgiera. La conquista a la que tenemos que llegar es lograr algo propio, algo nuestro, algo que sea distinto de lo que nos tira encima el poder que hoy, en Argentina, no tiene nada enfrente. Estamos ante una revolución comunicacional que tiende, como dice Foucault, a sujetar al sujeto. A que los sujetos no tengan ni media idea propia, porque si algo llega a filtrarse por una hendija, cambia la realidad ¿no? El tipo no habla, es hablado; no piensa, es pensado. Heiddeger llamaba a esto la existencia inauténtica... el existente inauténtico que vive en estado de interpretado. El gran desafío es cómo salir de esto cuando los medios están en manos de un poder que quiere colonizar las subjetividades. Para eso estamos acá”, epilogó ante otro aplauso cerrado y, por qué no, un poquito más esperanzado. Otro color más intenso para la inmensa paleta de Cosquín.
Linkalanota:http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/suplementos/espectaculos/2-16737-2010-01-24.html
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“LA IDEA” y REVISTA MACEDONIO BELARTE EN COSQUIN
El Periòdico Regional “La Idea”, a travèz de su Director Dr. Dreifo Omar “Tutti” Alvarez, y la Revista Macedonio Belarte, asistieron al 24º Congreso Nacional del Hombre Argentino y su Cultura, en el marco de la 6ta. Feria del Libro de Cosquìn, el dìa 22 de Enero de 2010, y tuvieron el privilegio de escuchar al prestigioso filòsofo y pensador nacional JOSE PABLO FEINMANN, a quièn hicieron entrega de sendos materiales publicados , y tambièn mantuvieron un breve diàlogo con el Secretario de Cultura de la Naciòn JORGE COSCIA, y con el Director del CANAL ENCUENTRO, Ignacio Hernaiz.-
Licurgo, Cosquìn 22 de Enero 2010.
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Iván Illich, una crítica ecológica a las instituciones
Bruno Villalba
Ecopolítica
El original pensamiento de Iván Illich (1921-2002) ha marcado de manera profunda el siglo XX, ya que no dudó en denunciar la medicina que enferma más que cura, el automóvil que nos hace perder más tiempo del que ahorramos, la escuela que deforma más que educa. Illich es, ante todo, un pensador de la resistencia. Podemos considerarle también con su amigo y filosófo francés Jacques Ellul como uno de los padres de la idea de decrecimiento.
Iván Illich murió el 2 de diciembre de 2002 en Bremen, Alemania, a la edad de 76 años. Sacerdote alejado de la Iglesia, propuso en los años 1970 una crítica radical y global de la sociedad industrial, de la escuela y de la medicina. Iván Illich nació el 4 de septiembre de 1926 en Viena, de padre croata católico y de madre judía sefardí. Expulsado en 1941 tras la aplicación de las leyes raciales nazis, se marcha a estudiar a Florencia, entra en la universidad gregoriana del Vaticano en Roma, para luego convertirse en sacerdote. Políglota, devora los conocimientos y las ideas. Influenciado por el filósofo Jacques Maritain, consigue su licienciatura de teología en 1951 para entrar más tarde, en 1961, en el CIDOC (Centro Intercultural de Documentación) en Cuernavaca, México. Este centro se convertirá en un extraordinario cruce de discusiones entre intelectuales y estudiantes de América Latina o de jóvenes occidentales, a menudo religiosos. Esta universidad sin jerarquía y sin títulos es también un terreno de experimentación de sus ideas. En 1969 renuncia al ejercicio y a su cargo como sacerdote, sin renunciar a su fe. Su pensamiento consiste en tomar a contrapiè las verdades oficiales y, principalmente, aquellas que componen el fundamento de la modernidad humana. Se interroga sobre el “progresismo”, como postulado no criticado y como legitimación, casi tautológica, de la conducta de las sociedades industriales modernas. Tiene una “mirada sin respeto” y utiliza sin duda también una técnica de dramatización y de sistematización del fenómeno estudiado. Esta toma de postura radical lleva a algunos a menospreciar su reflexión... mediante simplificaciones rápidas o resúmenes truncados, para concluir con el calificativo “utópico, irracional” que pone punto final a cualquier discusión...
En sus escritos Illich construye una teoría crítica de la sociedad industrial. Al llegar los años 1970 es el portavoz reconocido y brillante de una crítica no marxista de las instituciones que fundan la economía contemporánea: la escuela, la salud, el desarrollo y el consumo energético son las dianas de un discurso potente que da a la ecología una base sólida. Estudia la lógica de las instituciones de la sociedad industrial y las condiciones de su superviviencia, tanto en su dimensión colectiva como en el nivel individual. Para Illich, la función de estas instituciones es legitimar el control de los hombres, su esclavización a los imperativos de la diferencia entre una masa siempre creciente de pobres y una elite cada vez más rica. Ni la enseñanza ni la medicina ni la producción industrial están dadas ya a escala de la convivencialidad humana. Su función real está en contradicción con el discurso común que se basa en la idea del progreso indefinido.
Iván Illich insistirá en sus obras en la desmesura de las herramientas que aplastan al hombre y, entre otras, en la cuestión clave del umbral de desarrollo racional de estas herramientas. En la “Convivencialidad”, Illich analiza la transformación de la herramienta en un aparato esclavizante: “al traspasar un umbral, la herramienta pasa de ser servidor a déspota. Pasado un umbral la sociedad se convierte en una escuela, un hospital o una prisión. Es entonces cuando comienza el gran encierro. Importa ubicar precisamente en dónde se encuentra este umbral para cada componente del equilibrio global. Entonces será posible articular de forma nueva la milenaria tríada: hombre, herramienta y sociedad. Llamo sociedad convivencial a aquélla en la cual la herramienta moderna está al servicio de la persona integrada en la colectividad y no al servicio de un cuerpo de especialistas."
No crítica la tecnología sino el monopolio que le ha sido otorgado y que es nocivo para la libertad de cada uno de satisfacer sus propias necesidades. Illich describe la lógica de la sociedad que persigue un crecimiento sin límites, por aculturización de los grupos y de los individuos, sin aportar respuestas contra la pobreza que, al contrario, se sigue expandiendo. “La organización de la economía entera hacia la consecución del mejor-estar es el obstáculo mayor al bienestar”, resume Illich. Luego anuncia que “convivencial es la sociedad en la que el hombre controla la herramienta.”
La sociedad convivencial tiene que llevar remedios en varios ámbitos (la sobreprogramación, el monopolio radical, la devalorización, el rendimiento negativo) y por supuesto para el medioambiente cuya destrucción hay que parar. Sin embargo la Ciencia es incapaz de preveer las consecuencias de la destrucción de la fauna y la flora (entre otros la submarina) o los efectos combinados que los ingredientes químicos de los alimentos, los insecticidas y las píldoras contraceptivas tendrán sobre el patrimonio genético de las generaciones futuras.
Pero Iván Illich quiere insistir en la dimensión banal de su crítica. Así pues se puede denunciar el transporte automovilístico por ser un ejemplo de “monopolio radical”, según la teorización que hace del mecanismo socio-económico. En esta perspectiva, la evolución de las sociedades industriales occidentales parece haber otorgado al coche un lugar tan privilegiado que éste se convierte en hegemónico frente a los otros modos de transporte, disminuyendo por lo tanto la autonomía del individuo para sus desplazamientos. El argumento es central en la reflexión de René Dumont, figura histórica e influyente de la corriente ecologista francesa. Illich establece una equivalencia original entre tiempo ganado -por la rapidez- y tiempo perdido –trabajando para conseguir estos medios que permiten ir más rápido. Lo esencial en la revolución que Illich desea, consiste en la aceptación de dos cambios solidarios: la institución de procedimientos políticos de “autolimitación” de producción y consumo y la adopción preferencial de herramientas conviviales.
En 1971 se publica un éxito mundial: “Una Sociedad sin escuela” (...). Este ensayo plantea que la escuela actúa como un sistema de exclusión, rechazando a las y a los que no han obtenido un título y, al mismo tiempo, monopolizando lo que es digno de ser reconocido como “saber” y excluyendo las otras formas de conocimiento humano. Para Illich, la enseñanza está en manos de profesionales y se convierte en una enorme máquina, centralizada y automatizada, destinada a fabricar desigualdad social. La educación se vuelve por lo tanto problemática. Tiene como objetivo adaptar la enseñanza vinculada a los imperativos económicos. La cuestión central es saber si la escuela tiene como meta el desarrollo del poder de los individuos de todas edades para su propia formación (escolar o extra-escolar) o el aumento de la dependencia de cada uno en relación con el saber útil a los intereses de la clase dominante. Se trata por lo tanto de “descolarizar” la enseñanza, suprimir los programas y enseñanzas profesionales... Hay que instaurar “redes de enseñanza” donde las y los que solicitan conocimientos se relacionarían con las personas dispuestas a suministrarles la información.
En 1973, “Energía y equidad” (...) critica el análisis clásico de la crisis energética -vista de forma general como un problema de recursos escasos- y muestra que se vincula con el consumo, es decir los usos, mediante el desarrollo ilimitado del transporte.
En la segunda mitad de los años 1970, Illich sigue con su trabajo de denuncia de las instituciones médicas (con “Némesis medica”), las ilusiones del trabajo (“El Trabajo fantasma”), el concepto de medioambiente (“H20”). Pero el optimismo de los años 60 ha desaparecido y poco a poco se olvida a Illich. Trabaja en México y, a partir de 1990, enseña cada otoño en la Universidad de Bremen en Alemaña. En su “Espejo del pasado”, en 1994, propone sus nuevas reflexiones sobre el compromiso social o el lenguaje. Sin embargo, tiene dificultad para entender los fenómenos de los años 1990 como Internet y la biotecnología e inicia una crítica aguda de las tesis de Hans Jonas (por ejemplo del principio de responsabilidad). En uno de sus últimos ensayos (“La perdida de los sentidos”), sigue con sus reflexiones teológicas.
Publicado en la revista EcoRev: “Figures de l’écologie politique”, número 21, otoño-invierno 05Disponible en versión original en www.ecorev.orgTraducido del francés por Florent MarcellesiPrincipales Obras:Alternativas, Joaquín Mortiz, México, 1974, 1977. 189 pp.Energía y equidad. Desempleo creador. J. Mortiz /Editorial Posada, México,1978. 204 Némesis médica, Joaquín Mortiz, México, 1978. 385 pp.La sociedad desescolarizada, Joaquín Mortiz, México,1985. 161 pp.La convivencialidad, Joaquín Mortiz /Planeta, México, 1985. 161 pp.Némesis médica, Joaquín Mortiz, México, 1986. Reimpresión, 385 pp.Alternativas II, Joaquín Mortiz / Planeta, 1988. 190 pp.El género vernáculo, Joaquín Mortiz / Planeta, 1990. 207 pp.El H2O y las aguas del olvido, Joaquín Mortiz / Planeta, 1993. 122 ppSeñalamos también la publicación en 2006 de todas las obras de Iván Illich reunidas en 2 volúmenes:Iván Illich, Obras Reunidas I y II, rev. de Valentina Borremans, Javier Sicilia, México: FCE, 2006 .
Para saber más sobre Iván Illich: http://www.ivanillich.org/
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Miércoles 17 de Febrero de 2010
Cruz del Eje y San Francisco ya tienen 16 presos trabajando en sus municipios
CRUZ DEL EJE - SAN FRANCISCO - A partir de sendos convenios suscriptos por los intendentes Mario Blanco (Cruz del Eje) y Martín Llaryora (San Francisco) con el Ministerio de Justicia y el Servicio Penitenciario de Córdoba un total de 16 reclusos de las respectivas unidades carcelarias cumplen diariamente tareas laborales en cada una de esas municipalidades.En la primera de esas ciudades actualmente realizan tareas de limpieza general en las calles, trabajos de mantenimiento o pequeñas obras públicas 15 internos de la cárcel que fueron seleccionados por su buena conducta, por no tener antecedentes en delitos de instancia privada y porque además están a punto de concluir sus condenas.“Desde enero del año pasado vamos rotando el personal que nos aporta la Unidad Penitenciaria de entre sus presos. Algunos se quedan dos, otros tres o cuatro meses. Todos han cumplido muy bien sus tareas y no tuvimos ningún problema con los vecinos y la comunidad en general”, explicó Mario Blanco.Estos reclusos trabajaron activamente durante la última edición de la Fiesta Nacional del Olivo en tareas de limpieza y reparación de sillas. Por su buen comportamiento y el esfuerzo demostrado, ayer el municipio los agasajó con un asado al que asistieron el intendente acompañado del secretario de Obras Públicas, Juan Carlos Fasoli, y del concejal Osvaldo Luna.“Los reclusos trabajan de lunes a viernes, de 8 a 12 horas cumpliendo las tareas que les asigna el capataz municipal. Reciben un salario de parte del Estado provincial de 900 pesos. De esa cifra una parte se destina al pago de aportes jubilatorios y a gastos particulares de la persona y el resto se va depositando en una caja de ahorros. De esta forma, cuando el interno recupera su libertad, tiene disponible una importante cantidad de dinero para afrontar los primeros meses fuera de la cárcel o para poner en marcha un pequeño microemprendimiento”, destacó por su parte Héctor Acosta, Director de la Unidad Penitenciaria de Cruz del Eje.Algunos de los presos han llegado a ahorrar entre 10 y 13 mil pesos antes de quedar en libertad a partir de este programa especial que incluye la capacitación en oficios tan diversos como carpintería, sastrería, herrería, mimbrería o panadería.San FranciscoEn tanto, en San Francisco la intendencia liderada por Martín Llaryora emplea actualmente a un preso, que cumple sus tareas en la Administración Municipal de Obras Sanitarias (Amos), colocando medidores domiciliarios de agua potable.Ya cumplieron su período de trabajo otras dos personas y están en lista de espera otras dos más para empezar su tarea en las próximas semanas.Según se informó desde el Ministerio de Justicia, en poco tiempo más la experiencia de contratar reclusos sumará a las Municipalidades de Río Cuarto y Villa Dolores, dos ciudades que cuentan con sendas unidades carcelarias.
Fuente: http://www.lmcordoba.com.ar/
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Domingo 21 de febrero de 2010
Edición impresa Suplemento Temas Nota 200 años
El primer centenario
Esteban Dómina. Historiador.
La Argentina de 1910 no era un lecho de rosas. Estaba, sí, entre las 10 naciones más ricas del mundo, pero puertas adentro el paisaje era diferente, dicotómico. Estaban los muy ricos, los que tenían "la vaca atada", y los muy pobres, la mayoría recién llegados, que se aferraban a la esperanza de una vida mejor a la que les hubiera deparado su propia tierra. Las fotografías color sepia de los fastos del primer centenario muestran en primer plano a los aristócratas argentinos, galera en mano, complacidos por la glamorosa visita de la rechoncha infanta Isabel, una de las pocas celebridades que aceptaron la invitación del gobierno argentino. La otra cara de la moneda puede rastrearse en el informe del estado de las clases obreras en el país encargado por el presidente Julio A. Roca a Juan Bialet Massé en 1904 y que refleja precisamente eso: el estado de las clases obreras. La sola lectura deja sin aliento. La Argentina venía de varias décadas de crecimiento impulsada por el modelo agroexportador y una inserción privilegiada en el sistema internacional de división del trabajo que le aseguraba la colocación de sus cosechas y ganados. Tal era el suceso económico que inmigrantes de todas partes del mundo llegaban a este paraíso terrenal que los recibía con los brazos abiertos. Sin embargo, el clima social reflejaba otra cosa. Las condiciones laborales y la ausencia de legislación protectora alumbraron un movimiento obrero combativo, liderado por anarquistas y socialistas europeos. Los enfrentamientos con la policía dura del régimen conservador estaban a la orden del día y, cada tanto, terminaban en verdaderos baños de sangre, como ocurrió el 1º de mayo de 1909. Mandaba la llamada Generación del 80, esa elite visionaria y libre de prejuicios que sentó las bases de un país a la medida de sus convicciones. El presidente era José Figueroa Alcorta, el cordobés que acompañó a Manuel Quintana en la fórmula triunfante de 1904 y que dos años después, tras la muerte del titular, se quedó con el Sillón. Pertenecía al Partido Autonomista Nacional (PAN), sinónimo de oficialismo desde Roca en adelante. Sin embargo, el PAN no estaba sólo en la cancha. Desde 1990 existía una fuerza opositora civil llamada Unión Cívica Radical, que reclamaba en las calles una mayor apertura. Es que el modelo político de la época era cerrado y autoritario. Los gobiernos se elegían en una suerte de parodia de comicios arreglados de antemano que sólo servían para legitimar candidatos nominados de antemano en los cenáculos de poder. No había padrones, el voto era cantado y la escasísima concurrencia a las mesas se reducía a peones, empleados y amanuenses de los caudillos de turno, que debían expresar su voto en voz alta ante la mirada amenazante del puntero de la parroquia, el oficial de policía y los matones enviados por los patrones para disciplinar a la tropa. "Voto por el ‘dotor´", ¿qué otra cosa podían declarar esos pobres diablos ante la mirada torva del escribiente que esperaba, impaciente, para asentar otro palote en la planilla? Claro que había cosas que funcionaban bien, como la educación. La escuela pública, que respondía al paradigma de educación popular enarbolado por Sarmiento, funcionaba a pleno y florecía por todas partes, convirtiéndose en una poderosa herramienta de integración cultural e igualación social. Fue, la educación pública, una auténtica política de Estado que operó como una impetuosa turbina capaz de elevar al país y ponerlo a la vanguardia de la lucha contra el analfabetismo y la marginación. La Ley de Servicio Militar Obligatorio, sancionada en 1902 y conocida como ley Riccheri, era la otra parte del modelo de inclusión social. La salud, no tanto. Había escasa infraestructura asistencial y pocas obras de higiene, y cada tanto las epidemias se cobraban numerosas víctimas a la vez que la mortalidad infantil causaba estragos. Así estaban las cosas en la Argentina del primer centenario, joven todavía; todo estaba por hacerse. Que mutaba día a día, buscando su propia identidad, fecundada por las lenguas, las costumbres y las ilusiones que los inmigrantes portaban en sus bagajes y liberaban no bien ponían sus pies sobre esta bendita tierra. Que ni siquiera contaba con una historia oficial ni líderes asentados en la conciencia colectiva, frescas aún las guerras externas e internas que forjaron la nacionalidad. Así era aquella Argentina, tierra promisoria y preñada de esperanzas.
Centenario Revolucion 1810 -1910
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Dos Poemas de JLPO
A quièn…
A quièn se le ocurre
demarcar lo inexistente,
poner lìmites al Infinito
con inùtiles fechas, horas,
minutos, segundos, solo
existentes en la mente
de algunos pocos obsesionados
con el orden, la medición, la
demarcación de la realidad,
o de lo que entienden por ella.
Lo peor es que algunos necios
Pretenden imponer horarios
A las personas libres
Autoritariamente desean someter
A otros a sus obseciones.
JOSE LUIS PLANAS OSORIO
Cruz del Eje, 11 de Diciembre de 2009 .-
Serà posible
Serà posible resistir,
tolerar al menos
el insoportable dolor
de estar arrojado asì en
este indescifrable mundo
que nos rodea, nos abarca,
nos sumerge en su horror
cotidiano, de mediocridad,
desidia, dolor, dolor y màs dolor.
Si todo es ilusiòn
como recitan los mìsticos
y esta realidad es la no-realidad.
Cuàl es la verdadera realidad de
este universo cambiante, menguante,
decadente, resuelto en interminables
ciclos de existencia y no-existencia,
de ser y no-ser .
El dolor nos consume, agota nuestras
fuerzas, nos hace decaer, arrojar las armas,
Sumirnos en la desesperación o la resignaciòn
De que “ las cosas son asì …”, por leyes
impuestas no se sabe por quièn …
No, el dolor no salva,
El dolor destruye, corrompe,
Empequeñece a los seres.
Pero es el signo de este mundo.
Josè Luis Planas Osorio
Cruz del Eje, 9 de Febrero de 2010.-
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VERANO12 › “CABECITA NEGRA”, DE GERMAN ROZENMACHER
Un burgués asustado
Por Guillermo Saccomanno
“Cabecita negra” no es sólo uno de los cuentos excepcionales de la literatura argentina. Su prosa directa, firme, avanza sin parar involucrando al lector en su tensión. Este podría ser, de sus méritos, el más evidente. Y no está mal, nada mal para un escritor de veintiséis años, estudiante de letras y periodista, que se banca publicar ese cuento en un volumen con el mismo título y lo distribuye con su compañera por las librerías de Corrientes.
Pero “Cabecita negra” va más allá. Porque debe leerse en la misma línea que unos pocos textos ejemplares de nuestra historia literaria. “El matadero”, para empezar. “Casa tomada”, también. Y contemporáneo a su escritura, “Esa mujer”. Brecht escribió que un fascista es un pequeño burgués asustado. Y eso es el señor Lanari, un ferretero próspero que una noche se topa con la chusma, una piba y un cana que violarán su respetable intimidad de clase media.
Con un filo despiadado Rozenmacher eviscera tanto el reaccionarismo de una clase que se presume carapálida, ilustrada y bien pensante y la enfrenta con la barbarie. Su autor se llama Germán Rozenmacher. Según Alvaro Abós, escritor, amigo y compañero de militancia en la revista Compañero, a Rozenmacher lo golpearon las asperezas: “Por judío, incomodaba a algunos peronistas que sospechaban al sionista. Por peronista, incomodaba a ciertos judíos. Por defender a los palestinos, fue tachado de traidor. Por peronista defraudaba a la izquierda y era insoportable para la derecha. Por revolucionario, para los amantes del orden”.
Rozenmacher empezó joven. Y también murió joven. En 1971, a los treinta y cinco, en Mar del Plata, junto a uno de sus hijos, por un escape de gas.
Permalink:
http://www.pagina12.com.ar/diario/verano12/23-139485-2010-02-03.html
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El paísViernes, 5 de marzo de 2010
OPINION
Los jueces y el secreto de sus ojos
Por Julio Piumato *
El juez Gustavo Ricardo Recondo, a la sazón titular de la Asociación de Magistrados nacionales, sabe bien que lo que la presidenta Cristina Fernández dijo respecto de la Justicia argentina es la más purita verdad.
Al gremialista de los jueces, se le escapa la tortuga de su pasado radical y opera políticamente, como un aprendiz de comité, dejando de lado la cordura y la templanza que su cargo le exige. Se le nota.
Es doloroso que en el año del Bicentenario los referentes más notorios de la Justicia argentina se parezcan tanto a los que saquearon el país durante los 200 años que nos preceden a hoy, a cuyos desbordes políticos y económicos evidentemente jamás les pusieron límite.
Debe saber la sociedad argentina que Recondo fue subsecretario de Justicia durante el gobierno de Raúl Alfonsín. En tiempos de aquel gobierno, la Justicia dócil con los poderosos, “heredada” de la dictadura, no merecía del Estado democrático de entonces ni siquiera el status de ministerio. Recondo, pues, cumplía su labor burocrática bajo órdenes del secretario de la cartera, Ideler Tonelli, quien luego fuera ascendido a ministro del mismo gobierno, aunque en otra área: Trabajo.Tonelli, sin embargo, carga una charretera aún más portentosa: él fue el autor del texto de la ley de Obediencia Debida, que –oh casualidad– Fayt se negó a declarar inconstitucional en 2004. Contingencias de la familia judicial, cuyas vinculaciones exceden a veces el apellido que portan sus protagonistas.
Una delgada costura une a la mayoría de sus integrantes en un tejido común: su pertenencia ideológica al rancio pensamiento oligárquico, a veces neoliberal; otras, fascista a secas.Ese enclave oligárquico dentro del Estado, impermeable a los cambios coyunturales que operan en la superficie de la vida política y social, se resiste a las variaciones históricas a fuerza de los privilegios que le confiere la Constitución: cargos vitalicios, concursados en lo formal, con acuerdo del Senado, pero previo concierto del poder real, económico o eclesiástico, de las Fuerzas Armadas o las corporaciones mediáticas; muy bien remunerados pero sin carga fiscal (como sí tributa el resto de los asalariados argentinos que supera un límite determinado), y que hasta hace muy poco ni siquiera pagaban el impuesto a la patente de sus autos particulares, que usan para, entre otras tareas, ir a jugar partidos de polo mientras sus empleados atienden las urgencias del juzgado.
Será por eso que la Asociación de Magistrados y el mismo cortesano Carlos Santiago Fayt han opinado públicamente sobre la conveniencia de volver atrás la última reforma a la ley que regula el funcionamiento y composición del Consejo de la Magistratura.
La familia judicial, integrada por la corporación de jueces, académicos, abogados, quiere quedarse con la hegemonía absoluta de ese cuerpo colegiado, alejando de su quehacer cotidiano a la “chusma” política que gana elecciones y arrasa con el voto popular. Como el peronismo, mismamente, ese que tanto indigesta a Fayt.
Ahora, mire usted, Recondo saca turno en las radios y canales de noticias, para gozar él también de su minuto de fama en el cielo opositor. ¿Su leit motiv? La defensa de una declamada y no practicada “independencia judicial”, ese artilugio de los republicanos en abstracto, ideales, y que, en su visión con miopía y astigmatismo antiperonista y antipopular, el gobierno nacional vulnera repetidamente.
Es paradójico que la Asociación de Magistrados que él dirige se preocupe recién en estos años sobre la independencia judicial. Nunca se le escuchó pronunciar a esa entidad queja alguna cuando varios magistrados bondadosos con el poder político de entonces eran anotados por Corach y Domingo Cavallo en sus servilletas de papel tissue.
No se le conoce a la Asociación de Magistrados ninguna declaración contra la dictadura militar que removió de sus cargos a los jueces que, ellos sí independientes y soberanos, no aceptaron jurar por los estatutos de la junta golpista que usurpó el poder en marzo de 1976. Todo lo contrario.
La sede de la entidad sobre la calle Lavalle al 1300, donde ahora Recondo pasa buena parte del día y atiende por teléfono a las radios, fue comprada por la Corte Suprema de la dictadura y entregada en comodato al gremio de los Señorías un día de octubre de 1982. Hasta el día de hoy, no se ha escuchado a las autoridades de la Asociación pedir perdón públicamente por la conducta de tantos y tantas jueces durante los años del genocidio argentino.
Tienen la oportunidad, sin embargo. Una última oportunidad acercándose los 200 años desde el nacimiento de la patria.
El pueblo argentino espera que, al igual que su Presidenta, los jueces también lo miren a los ojos y le hablen con la verdad, y esclarezcan el secreto de la oscura trama que bordan por detrás de muchos de sus fallos más resonantes.
El pueblo reclama saber las vinculaciones de muchos de los jueces argentinos con los grupos económicos más concentrados, con los dueños de grandísimas extensiones de tierra fértil.
Quiere saber por qué la Asociación de Magistrados nada dijo sobre los jueces que asintieron quiebras fraudulentas durante los años ’90, para beneficio de empresarios que se alzaron con toda la riqueza y confinaron en la miseria y el desempleo a sus trabajadores.
Quiere saber por qué el Poder Judicial fue garante de los buenos negocios de clientes potentados, pero no de millones de argentinos violentados en sus derechos sociales más elementales plenamente insatisfechos: una casa, un trabajo, un salario que alcance, un sistema de salud que cure.
Quiere saber al detalle la relación existente entre el Opus Dei y los jueces que, todavía hoy, contrariando incluso leyes nacionales en vigencia, niegan sistemáticamente el derecho al aborto no punible a mujeres víctimas de delitos sexuales.
Ese pueblo, el nuestro, ya en las puertas de cumplir dos siglos de existencia social, como parte inseparable de una patria todavía inconclusa en su proceso de liberación, ansía saber de qué se trata escaleras arriba del Palacio de los Tribunales.
¿Se animarán a decírselo los jueces?
* Secretario general de la Unión de Empleados de la Justicia de la Nación.
Link a la nota:
http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/elpais/1-141447-2010-03-05.html
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Macedonio Belarte
AÑO V- Nº L IV, MIERCOLES 31 de MARZO de 2010
Revista Digital de Cultura de Cruz del Eje
Arte, Cine, Literatura, Música, Poesía, , Historia, Tecnologìa, Política, Filosofía
Sumario:
El Reino del Làpiz Rojo. 01 / CHARLES BUKOWSKI. 05 / “El Juguete Rabioso”, de Roberto Arlt. 08 / Entre Dios y la nada. 09 /Avatar Polìtico. 12 / Luis Franco. 15 / Hacer bùsquedas en Internet reactiva el cerebro adulto. 21 / Textos MACEDONIANOS. 24 /Màs allà del bombo y el poncho. 28 / Ivan Illich, una crìtica ecològica a las instituciones . 31 / Cruz del Eje y San Francisco ya tienen 16 presos trabajando en sus municipios. 34 / EL PRIMER CENTENARIO. 35 / Dos Poemas de JLPO. 37 / Un burquès asustado. 40 /Los jueces y el secreto de sus ojos . 41
Ni Angel ni Demonio
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Ediciones JLPO/ e-mail: gottan@gmail.com / Edicion Impresa: $ 12 Pesos
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