sábado, 31 de julio de 2010

Revista Digital de Cultura de Cruz del Eje MACEDONIO BELARTE - Año 5 - Nº 58 -JULIO 2010

Sábado, 5 de junio de 2010
Tierra adentro
Por Pablo Capanna


EL VIAJE AL CENTRO DE LA TIERRA ES UNA DE ESAS FANTASIAS A LAS QUE CUESTA RENUNCIAR.

Entre los fabulosos proyectos a los cuales la última crisis financiera pudo haber puesto fin está esa expedición al Polo Norte que había montado Steve Currey para demostrar que la Tierra es hueca. Sus organizadores creían que es posible acceder a su interior, ya no bajando por un volcán de Islandia, como Julio Verne, sino encontrando un pozo que ubicaban con coordenadas tan precisas como las que hubiera dado Verne.
El líder de la expedición murió inesperadamente cuando ya tenía contratado a un rompehielos nuclear ruso, con el cual se disponía a llevar a cien pasajeros al Polo, a razón de 20 mil dólares por cabeza.
A pesar de que otros se hicieron cargo del proyecto, la crueldad del mercado parece haber frustrado un sueño (o negocio) que despertaba ecos de las novelas de aventuras en espíritus dotados de curiosidad y buena chequera.
Un siglo antes, un capitán norteamericano ya había conseguido el apoyo del presidente norteamericano Adams para financiar una expedición que, saliendo de Siberia, se proponía encontrar el gran pozo polar. Pero no le fue tan bien cuando asumió Jackson, quien le retiró la ayuda oficial, y el proyecto quedó trunco.
Es cierto que en aquellos tiempos todavía nadie había llegado a pisar los polos, mientras que hoy cualquiera puede acceder a las fotos satelitales y salir de dudas. Pero todavía hay mucha gente que está dispuesta a pagar por una ilusión.
El viaje al centro de la Tierra es una de esas fantasías a las que cuesta renunciar. Quizás el escéptico John Sladek tuviera razón cuando imaginaba que en cuanto se estableciera una colonia en Marte, allí tampoco faltaría quien fundara una Sociedad de la Tierra Plana.



EL MUNDO SUBTERRANEO



Los relatos de esos remotos antepasados nuestros que alguna vez bajaron a las cavernas subterráneas y volvieron deslumbrados con fantásticas bóvedas, columnas de estalactitas, oscuros túneles y lagos sulfurosos, deben haber sugerido la idea de que debajo de nuestros pies había otro mundo. Quizás allá abajo estuviese la morada de los muertos, así se llamara Hades, Sheol o Averno.

Pero por más mitológico que pueda ser su origen, la hipótesis de la existencia de un mundo subterráneo tomó su forma moderna con Edmond Halley (1659-1743), un amigo y colaborador de Newton, a quien todos conocemos gracias a su temido y puntual cometa.
Basándose en los datos incompletos con que contaba la ciencia en cuanto al magnetismo terrestre, y especialmente a causa de un error de Newton (luego corregido) sobre la densidad de la Tierra y la Luna, Halley llegó a la conclusión de que nuestro planeta no tenía dos polos magnéticos sino cuatro. La mejor hipótesis que se le ocurrió para explicar esa supuesta anomalía era que la Tierra no era una esfera maciza. Imaginó que tenía la estructura de una cebolla, con tres cáscaras superpuestas y un núcleo, separados por sendas capas atmosféricas.
Ya que estaba, Halley estimó que las tres capas tendrían un espesor de 800 kilómetros y que sus diámetros serían parecidos a los de Venus, Marte y Mercurio. Girarían sobre un mismo eje, pero lo harían a distintas velocidades.
Incluso llegó a explicar que las auroras boreales eran nubes de gases que se desprendían de las chimeneas naturales que había en cada uno de los polos. Esa era la hipótesis que había sugerido el científico jesuita Athanasius Kircher en su Mundus subterraneum (1664), cuando se le ocurrió hacer circular el agua de los océanos por el fuego central.
Sin ahorrarse una cuota de ironía posmoderna, el historiador N. Kollestrom observó que esa fantasía infundada fue la primera predicción que se hizo a partir de la teoría de Newton.
En esos tiempos, el tema del mundo subterráneo, que había estado olvidado desde Dante, reapareció en la literatura con el sueco Ludvig Holberg y sus imitadores. Holberg escribió El viaje subterráneo de Nicolás Klim (1741), una imitación bastante floja de Los viajes de Gulliver, que describía un mundo subterráneo dotado de su propio sol.
La Tierra hueca todavía no había desaparecido del mundo científico. El físico Sir John Leslie (y hasta el matemático Leonard Euler) todavía fueron capaces de especular con que nuestro planeta podía ser una cáscara que encerrara un mundo interior. En 1829, a Leslie lo alumbraban dos soles, a los que llamaba Plutón y Proserpina.
Si todas estas especulaciones no salieron de las páginas de los libros, quien más hizo para popularizar el tema fue el capitán John Symmes (1779–1829), un veterano de Missouri y exitoso conferencista. Su modelo de Tierra hueca tenía un solo sol central y los ya conocidos agujeros en los polos. Como hemos visto, propuso montar una expedición, para ir a buscar la boca del pozo que estaba en el Polo Norte.
Uno de sus diez hijos le hizo levantar un monumento (algo así como un mate de doble entrada) en el cementerio de Hamilton (Ohio). Sus teorías se habían popularizado gracias a una novela utópica, la Symzonia, que probablemente escribió el propio Symmes. Al estilo de las grandes novelas de aventuras, sus viajeros bajaban por el pozo polar y exploraban el interior del planeta, donde habitaba una raza magnífica, pacífica e ilustrada. Symmes anunciaba que en el Polo Sur había otra entrada, y se atrevía a decir que de allí venía la fauna de las Islas Malvinas. Con todo, Symzonia inspiró el Moby Dick de Melville y especialmente Las aventuras de Arthur Gordon Pym (1838) de Edgar Allan Poe.
Pese a la opinión adversa de todos los geólogos, la Tierra hueca siguió siendo atractiva para los escritores de ficción. Los más famosos fueron Verne (Viaje al centro de la Tierra, 1864), que se inspiró en Leslie, y Conan Doyle (El mundo perdido, 1912). Pero también frecuentaron las profundidades gente como Casanova, George Sand, Bulwer Lytton, Edgar Rice Burroughs, C.S. Lewis, Sydney Fowler Wright y Vladimir Obruchev.
Aunque no pareciera necesario, habrá que decir por qué toda la geología se opone a esa hipótesis. Si la Tierra fuera hueca, su masa no alcanzaría para retenernos en la superficie, y la fuerza centrífuga no sería suficiente para que otros pudieran caminar por su interior. La perforación más profunda, realizada por los soviéticos, alcanzó una profundidad de 12,3 km. No hemos llegado más abajo, pero podemos captar las vibraciones de la corteza y sabemos que una Tierra hueca sería sismológicamente muy distinta. Aunque, por supuesto, nada de eso arredra a los fabuladores.



DEL OTRO LADO



Para los esoteristas, el interés por la Tierra hueca casi parecía obedecer a un mandato. La fórmula que repetían alquimistas, rosacruces y masones (V.I.T.R.I.O.L.) era la sigla de “Visita el Interior de la Tierra y Encontrarás la Piedra Oculta”.
Por una de esas vueltas a que nos tienen acostumbrados los mitos, cuando la Tierra hueca salió de manos de los científicos y cayó en poder de los esoteristas, se dio vuelta como una media. A partir de ese momento se empezó a pensar que el mundo no era convexo sino cóncavo. Eramos nosotros los que estábamos del lado de adentro, como si viviésemos en una estructura de esas que hoy llamaríamos Esferas de Dyson. Afuera no había nada; eso era todo el Universo.
La idea la tuvo Cyrus Reed Teed, un alquimista muerto en 1908, que fundó en la Florida la comunidad utópica de los Koreshitas. La idea de la Tierra cóncava se la sugirió, en sueños, una mujer que decía venir del mundo subterráneo. Durante un tiempo anduvo tratando de probarla, haciendo prolijas mediciones en las playas con un estrambótico aparato de su invención. Teed publicaba un boletín llamado La Espada Llameante, que a los lectores de Philip K. Dick les recordará sin duda una historia que está en Lotería solar (1950).
El azar quiso que un ejemplar del boletín de Teed cayera en manos de Peter Bender, un piloto alemán que había caído prisionero de los franceses durante la Primera Guerra Mundial. El aviador, que había sido colega de Goering, llevó la idea de la Tierra cóncava a Alemania. Sus discípulos –otros aficionados llamados Lang, Neupert y Braun– la difundieron con el nombre de Hochweltlehre, y durante la era nazi llegaron a enseñarla en algunas escuelas.
Todo culminó con una increíble expedición al mar Báltico. Bender había convencido a Goering de que si la Tierra era cóncava, apuntando al cielo los radares desde la isla de Rügen se podría espiar a la flota británica, que estaba en los antípodas. La experiencia salió mal, de manera que Bender, su esposa y sus amigos fueron a parar a un campo de concentración, a pesar del amigo Goering.
Pero la idea del mundo cóncavo se resistía a desaparecer. En fecha tan reciente como 1983 la resucitó el matemático egipcio Mostafa Abdel Kader, en las páginas de la revista científica australiana Speculations in Science and Technology. Con ingeniosos desarrollos geométricos, el egipcio logró proyectar toda la geografía conocida sobre una superficie cóncava. Y lo hizo tan bien que se considera imposible una refutación empírica. Eso era lo que le había costado la vida al malogrado Bender.



LA LEYENDA CONTINUA



Cualquiera hubiese dicho que en cuanto el almirante Byrd pisó el Polo Norte, la historia del agujero de Symmes debería haber muerto de muerte natural. Por el contrario, aprovechándose de algunas efusiones poéticas de Byrd, que habló del Polo como “centro de lo desconocido” y de la Antártida como “tierra del misterio”, los amantes de lo insólito dieron vida a una nueva leyenda. Anunciaron que Byrd había bajado al interior de la Tierra, donde habría encontrado vegetación prehistórica, mamuts y la avanzada civilización de Agartha, que hasta contaba con máquinas voladoras.

Agartha y Shamballah (o Shangri La) eran dos imaginarias ciudades, perdidas en las estepas del Asia Central. Madame Blavatsky, la fundadora de la Teosofía, decía haberse entrevistado allí con los sabios inmortales que gobernaban (sin mucho éxito) el mundo. Cuando los viajes de exploración se intensificaron, Shangri La fue a parar al subsuelo. Pero antes alcanzó una fama inesperada con una novela de James Hilton (Horizontes perdidos, 1933), que la situaba en un valle tibetano más allá del tiempo. Frank Capra la llevó al cine, Roosevelt le puso su nombre a la quinta presidencial y la US Navy botó el portaaviones Shangri La, de gran actuación en la guerra de Vietnam.
Antes de ser apropiadas definitivamente por los esoteristas, las historias de la Tierra hueca tuvieron otro revival sobre fines de la Segunda Guerra Mundial, cuando el editor Ray Palmer les dio cabida en las páginas de una revista de ciencia ficción. Eran otros tiempos, y los lectores del género organizaron un eficaz boicot que obligó a Palmer a cambiar de ramo. El editor aceptó las sugerencias, y desde entonces se dedicó a promover al Triángulo de las Bermudas y los platos voladores.
El imaginario de las mentes conspirativas (cualquier buscador nos puede dar cuenta de su variedad y abundancia en Internet) ha convertido al interior de la Tierra en el último refugio de todos los misterios. Ahora que ya la geografía no tiene nada que ocultar, el subsuelo todavía puede ser intrigante.
Como hemos visto, por esta historia pasaron los nazis, de modo que no faltan quienes juran que se han refugiado allí, han colonizado el subsuelo y se preparan para volver. Como si no hubiese suficientes nazis en la superficie, por más que acostumbren a disfrazarse de otra cosa. Hay quien dice que de allí vienen los platos voladores, que en el subsuelo hay bases extraterrestres o viven los descendientes de Lemuria, derrotados por los de la Atlántida en una prehistórica guerra termonuclear. Para los místicos, el subsuelo ha dejado de ser el infierno: es la morada de los Maestros Ascendidos, los grandes líderes espirituales de la humanidad.

En cuanto a los accesos, los agujeros de los polos han quedado chicos. Hay toda una variedad de destinos para turismo de aventura, que nos promete acceder al mundo subterráneo desde lugares tan variados como las cuevas de Kentucky y el monte Shasta. No podían faltar las pirámides de Egipto, pero la Argentina ocupa un lugar destacado gracias al cerro Uritorco y las Cataratas del Iguazú, sendas entradas al submundo. Es una importante fuente de divisas para la explotación hotelera, que con algún esfuerzo puede incluir a Merlo, el Calafate o Calamuchita. ¿Qué esperamos, argentinos?






































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El enigma de la cultura negra en Córdoba
En algún momento, los negros llegaron a ser casi el 50 por ciento de la población de Córdoba. Hoy se discute qué pasó con ellos.

28.05.2010 , por Patricia Cravero























PATIO DE LOS ESCLAVOS. En el actual Museo Sobremonte.




En el patio de la que alguna vez fue la casa del Marqués de Sobremonte, lejos del lujo de sus salas, permanece una de las pocas huellas de la Córdoba negra, un cepo que siglo atrás fue utilizado para castigar y torturar a los esclavos africanos.
El artefacto de madera está ubicado frente a los tres cuartos destinados a la servidumbre de las familias adineradas que ocuparon esa casa. Ninguna de las habitaciones tiene ventana. “De esa forma, el dueño se aseguraba de que no hubiese fugas”, relata el guía del Museo Sobremonte,de nombre Hugo Salas.
Los estudios sobre la esclavitud revelan una importante presencia africana en la época de la colonia, lo que cambia drásticamente al llegar el siglo XIX, lo que abre interrogantes sobre qué fue lo que sucedió con los negros en la provincia.




Eran mayoría.






En su Historia de Córdoba, Efraín Bischoff indica que en el empadronamiento de 1779 se contaron en ciudad y campaña 17.340 españoles, 5.482 indios, 14.892 negros y mulatos libres, y 6.388 negros y mulatos esclavos.
Ese número cambió significativamente a comienzos del siglo XIX. “En 1813, un 8.41 por ciento del total de la población cordobesa, urbana y rural, era esclava. En 1840 había disminuido al 3 por ciento”, indica la historiadora Mónica Ghirardi.




Hipótesis.




¿Qué pasó entonces con los cientos de africanos que llegaron a la ciudad tras ser introducidos por el Río de la Plata? ¿Dónde están las huellas del pasado negro de Córdoba? Las respuestas a esas preguntas son variadas y forman parte de una discusión historiográfica en desarrollo.
Es un tema muy controvertido. Hay quienes dicen que murieron en los frentes de batalla, peleando en las guerras de la Independencia, mientras otros sostienen que se mestizaron con el resto de la sociedad”, señala Ghirardi.


El trato con los esclavos.









Otro aspecto de la esclavitud que genera debates es el trato que tenían los amos con los negros en Córdoba.
Había una relación en general bastante buena. Quienes maltrataban a sus esclavos eran mal vistos, lo que no quiere decir que no hubiera castigos”, indica la escritora Cristina Bajo, quien rememora el caso de los esclavos de los Reynafé, quienes se compraron a sí mismo cuando se remataron los bienes para seguir con la familia.
“Generalmente aparecían en los documentos como 'los familiares'”, agrega la escritora.
Ghirardi, por su parte, asegura que hubo “de todo”, casos de amos que fueron más “comprensivos” y otros que fueron “muy crueles”. “Recuerdo el caso de un amo que decía tener gran reconocimiento a su esclavo. Entonces en su testamento deja a su descendiente el legado de que todos los días festivos le diesen una fruta como recompensa”, relata.
La historiadora dice que muchas veces se habla de un trato "más benévolo" porque las tareas que hacían eran menos "duras" que en otros centros de colonización. También porque algunos amos les permitían trabajar mediodía a la semana por su cuenta, con lo que podían juntar dinero para comprar su libertad.
“Pero lo que hay que tener en cuenta es que jurídicamente eran bienes muebles, piezas que se vendían en los mercados, en la plaza. En ese sentido hablar de benignidad o malignidad en el trato es muy difícil, es anacrónico”, sostiene la investigadora.































PATIO DE LOS ESCLAVOS. Cepo para castigo y tortura de los esclavos








Fuente : http://www.lavoz.com.ar/











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Domingo, 20 de diciembre de 2009
Cómo desesperar completamente







En su primer libro de cuentos, Mariana Enriquez les da una unidad poco frecuente en la literatura argentina a sus doce relatos: el miedo. No simplemente el terror como género o el miedo como efecto sorpresa del cuento breve, sino como materia palpable, algo que se puede tocar y oler. El miedo cuya sombra es la desesperación que se cierne sobre sus protagonistas: los fantasmas, los aparecidos y los desaparecidos, pero también los marginales, los locos y los muertos.


Por Esther Cross






Los peligros de fumar en la cama, Mariana Enriquez, Emecé, 2009, 224 páginas.


El miedo no es un recién llegado a la escritura de Mariana Enriquez. En su novela Cómo desaparecer complemente, es algo que está ahí, para desgracia del protagonista, y hace un trabajo de fondo en todas sus reacciones.
En Los peligros de fumar en la cama ese miedo reaparece en todo su esplendor y ocupa el primer plano. Es una consecuencia de causas diferentes y una fuente de problemas. Los cuentos lo enfocan desde distintos puntos de vista pero siempre desde adentro. No se trata de asustar al lector (“limitarse a sorprender y conmocionar al lector es un truco barato”, dijo Patricia Highsmith, y en este libro no hay ni un solo truco barato) sino de remontarse hasta el corazón mismo del miedo. Cuando una quiere darse cuenta ya está adentro de ese mundo habitado por muertitos macabros, maldiciones y deseos descontrolados. No importa si las causas del miedo son normales –habría que ver, en todo caso, qué es eso–, naturales, paranormales o sobrenaturales, justificadas o injustísimas. Una entiende muy bien de qué le están hablando.
Los cuentos de Los peligros de fumar en la cama empiezan con escenas de aspecto inofensivo, pero no hay que engañarse. Por lo bajo se oyen los latidos del mal. Cuando una chica cava en el patio del fondo, cuando un grupo de amigas –y el chico que les gusta– van en colectivo a las tosqueras, cuando una mujer lleva a su hija y sus nietas a ver a una “señora”, cuando una empleada municipal archiva datos y fotos de chicos perdidos, cuando un viejo aparece con su carrito en la cuadra del barrio, algo huele a podrido en los renglones. Como dice un personaje en uno de los cuentos, “la desesperación se huele” y usa la palabra en sentido literal.





Las cosas no se demoran, la cara y contracara de la historia se dan vuelta, lo profundo sale a la superficie y enseguida se abre el juego. Los personajes se meten en problemas y el lector –que es el personaje fantasma de los libros– se encuentra metido en los mismos problemas que ellos. Todos los caminos desembocan en un sitio sin salida. La claustrofobia trabaja hasta en espacios abiertos. El miedo es un sistema que se expande y que encierra. Ni siquiera podemos derrotarlo en el suicidio porque el miedo a morir también hace de las suyas. El panorama es terrible y los personajes avanzan hacia ese panorama. Hunden la mano donde otros sepultaron un secreto, llegan al fondo con sus preguntas y obsesiones. Se meten, por ser breves, donde no tienen que meterse. Hacen lo que hace un buen escritor.
Paralelo al mundo de todos los días hay otro mundo que pocos quieren ver y ahí van los personajes. Hay tumbas profanadas. La miseria es una maldición que puede contagiarse. La amiga protectora es el blanco del odio de sus protegidas. La voz que le dice a una nena “que no tenga miedo” proviene de alguien que no puede tranquilizar, por definición, a nadie. A veces se abren las compuertas que comunican la vida de todos los días y esta otra vida alternativa. En ese pase de una vida a la otra nacen las historias de este libro. Las adolescentes se encierran a hablar con los muertos, la copa se mueve y dibuja el mapa del mundo que explora Mariana Enriquez para después volver y reportar.





¿Cómo es ese mundo? Tiene sus especificaciones. Para empezar, hay que “dejar definitivamente de pensar en términos de qué es posible y qué no”. Para seguir, algunos hábitos del género son puestos en duda. Quién dijo que los aparecidos tengan que vestirse con sábanas. Un fantasma vestido de blanco es un eufemismo de fantasma. La angelita de “Los peligros de fumar en la cama” no “flota ni está pálida” sino que “está a medio pudrir y no habla”. Quién dijo que los muertos no puedan presentarse de día. A veces se sientan a la mesa del bar de un hotel y toman algo con nosotros. Son como todos porque, muertos y todo, son personas. Apestan y si una puede olerlos es porque están cerca. Están dispuestos a hablar pero imponen condiciones. Para que una chica pueda comunicarse con sus padres desaparecidos, tiene que salir de la habitación una de sus amigas que “está de más”. En este mundo “el miedo no se parece a la desesperación” pero la antecede y la vuelve inevitable. Los cuentos son historias de gente desesperada. La gente desesperada es capaz de hacer cualquier cosa y por eso muchas veces ahuyenta a los demás. “No se puede estar desesperado y ser razonable al mismo tiempo”, dice la protagonista de un cuento. Tiene razón pero lo que hacen las personas de estos cuentos igual es comprensible.
En una fracción de segundo, resulta que los huesos de pollo no eran de pollo, la masturbación experta acaba en una herida sangrienta, la paralítica que no sentía dolor mientras se le incendiaban las piernas ve que se le quema todo el cuerpo y una señora confiesa una verdad, que nos transforma en testigos de un crimen perpetuo. Cuando la historia termina es porque está por empezar lo mejor o lo peor –eso depende, en todo caso, del que mira—.
Leer buenos cuentos de terror es algo más bien raro. Como dice Stephen King, el miedo es una cuestión muy personal. No muchos escritores se atreven a explorarlo. A veces se limitan a imitar, de oídas, los tics de las historias que un día los asustaron. Cuentan historias de terror pero no hablan del miedo. El miedo es la intención pero no es la materia con que escriben. En la fórmula “cuento de terror” el escritor equivocado subraya la palabra “terror” y se olvida del cuento. Es un género difícil porque el miedo es difícil y esos errores temibles pueden ser casi inevitables. Hasta que aparece una escritora que, como Mariana Enriquez, no imita las historias de terror sino que las escribe desde cero.
El lector abre el libro y ve el impacto que llega. El entusiasmo lo lleva al borde de la silla. Y todo tiembla un poco.-





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OPINION
La realidad y la piedra
Por Eduardo Aliverti














En apenas siete días, el escenario político produjo un efecto dominó de cierto impacto pero en sentido inverso: las fichas acostadas fueron levantándose y empujando unas a otras. El punto es ver si realmente se trata de hechos sorpresivos, o si son novedades sólo porque materializaron lo esperable.
Para darle contexto, sólo un dato muy significativo. El pasado domingo 6, el diario La Nación, nada menos, encabezó su portada –otra vez: nada menos– con el dato de que más de la mitad de los argentinos tiene expectativas iguales o favorables sobre la evolución general del país para el próximo año (encuesta Poliarquía). En cotejo con últimas mediciones al respecto, la percepción negativa se redujo 22 puntos. Mucho más de uno manifestó su asombro. No por las cifras, que al margen de su precisión situaron en caja lo que el clima social ya revelaba. Es que se hacía difícil entender que el vocero cualitativamente supremo de la derecha ubicara así, con ese despliegue, una referencia de tan grato favor para el oficialismo. Al día siguiente, un mínimo zapping radiofónico exponía cuán absortos estaban comunicadores varios. De haber sido algo más perspicaces (o tal vez lo advirtieron, pero les faltó ánimo para expresarlo), habrían caído en la cuenta de que La Nación no hizo más que poner negro sobre blanco una obviedad, con el objetivo más obvio todavía de prender una luz roja restallante sobre la hibridez del conjunto opositor.
Ese mismo domingo, en las internas bonaerenses de la UCR para cargos partidarios, el hijo de Raúl Alfonsín se imponía con alguna comodidad sobre el denominado “aparato” del partido. Acerca de los vencidos, mucho antes que las figuras de Federico Storani y Leopoldo Moreau (únicos reconocibles hacia afuera), contaba el apoyo que les había brindado Julio Cobos. Los diarios del lunes le dieron al episodio un rango de noticia casi prodigiosa pero no por la extrañeza de que hubiera triunfado el hijo, sino porque el dictamen radical acelera las definiciones electorales 2011 con un ingrediente inesperado. Es más: absolutamente nadie se detuvo, como elemento curioso, en que “Ricardito” había volteado al “aparato”. Interesa, únicamente, que la lid queda entre él y Cobos. Y de allí las especulaciones, en torno de cómo se reposicionan las chances en uno de los tercios de los dos tercios opositores que se enfrentan al tercio kirchnerista. Como entretenimiento de invierno, cual si fuera juego de mesa familiar, es atractivo. ¿Les conviene a los K que haya ganado un apellidado Alfonsín, susceptible de aglutinar votos entre sectores de clase media melancos, creyentes en la reproducción genética de un progresismo vacuo pero incorruptible? ¿O más les convenía que hubiera resultado ganador un Cobos, quien es a todas luces un político mediocre pero en condiciones de unificar la voluntad de eso que llaman “panradicalismo” (o sea: porción de clase media ex medio-progre y vigente medio-gorila)? ¿Logrará el hijo de Alfonsín reagrupar a la tropa de Carrió & Cía., con el concurso de una parte de los socialistas y los dispersos independientes anti K? ¿O era mejor que ese tercio se dirimiera en derredor de Cobos, para que –presuntamente– mantuvieran el beneplácito de los enclaves conservadores que rodean a las ciudades grandes del interior, y a éstas mismas?

Explícito e implícito, eso duró hasta que, a mediados de semana, salió la foto que en verdad querían todos. Los K la deseaban para que quedara registrado, de una buena vez, la impresión causada por cierta gente al verla codo con codo. Y sus enemigos peronistas, para que también resulte claro que finalmente no hay manera de que no se reagrupen si se sienten rodeados. Duhalde, Reutemann, De Narváez, el Adolfo, Solá, Romero, ¡¡¡Toma!!! Es muy fuerte. Faltaba Macri, nada más, que se quedó al margen del retrato pero no se privó de resaltar, poco después, lo “muy bueno” de que se trabaje en “proyectos comunes”. Es muy fuerte por más preparado que se esté y aunque se tenga claro que, salvo por sus torneos de egolatrías, representan un mismo pensamiento. Cualquier matiz que quiera encontrarse entre ellos está a miles de kilómetros de encarnar algo que no sea el resentimiento profundo hacia el kirchnerismo; y la necesidad de derrotarlo como sea, aun cuando no expresen, siquiera, un modelo alternativo al actual. Más bien lo contrario, en algún aspecto, porque el autoritarismo que adjudican a los K es moco de pavo en comparación con lo que escenifica ese colectivo de conservadores. Sobran sus antecedentes. La única excepción es tal vez el Cobos peronista, Francisco de Narváez, de quien no se sabe cosa alguna que exceda al alica-alicate, tanto como el Gardiner mendocino jamás produjo nada superador del voto no positivo. Todos ellos personifican la ideología y las resoluciones que sucesivamente acabaron por incendiar la Argentina. Todos ellos son socios del club que le vació al peronismo lo mejor que tenía, cuando lo hundieron entre los tomos neoliberales, para encima potenciarle lo peor de sus rasgos u ontología fascistoides: el indulto a los genocidas, la alianza con el sector más retrógado de la Iglesia, el connubio con las corporaciones empresarias a fin de controlar a la clase trabajadora. La foto de todos ellos es la foto de esa inmundicia. Y lo es también de los medios y colegas que claman por la calidad institucional y el retorno a “la República”. Carecen de drama para tragarse el sapo imponente de lloriquear en ese rogatorio, rodeado su mensaje por las figuras a quienes otrora endilgaban corrupción, narcotráfico, clientelismo.

Previo a esta sucesión de “apariciones”, había ocurrido el impacto de los festejos bicentenarios. Y tales desperezos son, quizá, el registro que se esperaba en torno de la oposición en su conjunto, acerca de que el país convulsionado y transmitido por los grandes medios de alcance nacional no tiene anclaje en la realidad. Sin embargo, ¿cómo harán para tomar nota de que la sociedad se percibe mejor y simultáneamente plantar un discurso confrontativo, capaz de mostrar un programa de gobierno distinto? Salvo por lo que enseñan los pergaminos de unos y otros, la plataforma económica de sus ideas brilla por ausencia; y tampoco parecerían tener espacio para reinstalar propuestas que den marcha atrás con lo ya plasmado. Los radicales no dicen ni mu y la derecha peronista se remite a cuestionar el sufrimiento del movimiento campestre, a más de los “ataques” a las Fuerzas Armadas y el alerta por la legislación para homosexuales o la “avanzada” abortista.





Muy mal haría las cosas el Gobierno si calculase que esas deficiencias opositoras ya le dejaron libre el camino, gracias a que el buen andar económico y las perspectivas propicias lo resolverían todo. La economía podrá ser la madre de todas las batallas, pero los componentes reaccionarios de esta sociedad son tan considerables como los atributos de alguna progresía para colocarse en el lado equivocado. Huelga recordar el historial respecto de las veces en que se chocó contra la misma piedra.






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¿Existe un derecho a la diferencia?
Publicado: 10 Junio 2010 a las 7:00
Por Alfredo Lemon /Abogado – Constitucionalista









Lo querían matar los iguales porque era distinto"





Juan Ramón Jiménez








En estos días en que el Senado se apresta a tratar el tema de que si los homosexuales se pueden casar o no, tras una manifestación en contra por parte de ciertos sectores de nuestra sociedad cordobesa -pacata, pseudo-progre, hipócrita y de dobles apellidos-, resulta oportuno considerar el asunto a la luz de un marco más amplio, que involucra lo que en doctrina vengo denominando desde fines del siglo pasado “el derecho a la diferencia”.






Esencialmente

Como se advierte a partir de la exquisita frase del poeta español enunciada precedentemente, lo distinto tiene su mejor (y mayor) reconocimiento, en el rechazo que suele producir, por el apartamiento, la extrañeza en que se lo pone, porque puede identificarse como lo que sale de los cánones que normalmente instituye la mayoría, porque podemos saber que de él se trata.
Asimismo, de entre los diferentes criterios de diversificación social, la observación más superficial permite colegir que los grupos humanos, paralelamente a los individuos que se aglutinan, difieren por múltiples situaciones. Más allá de que a ello se deban variadas causas, la diversidad o la distinción pueden considerarse ejes valorativos a tener en cuenta con base en la posible naturaleza (discrepancia, disensión) u oposición individual que entre ellos subsista. Por eso, puede conceptualizarse la diferencia como la cualidad o el defecto que conduce a una preferencia o a una exclusión o, dialécticamente, a la circunstancia que determina una peculiaridad dentro del género o, desde una perspectiva más amplia, un distingo dentro de la especie. Ahora bien, en referencia a conductas o modos de actuar, el punto se focaliza dentro de las similitudes más o menos relativas, con respecto a lo determinante que se valore (se apruebe o se condene) con relación a otro en situaciones específicas. Sociológicamente, Franklin Giddins afirma que la conducta humana con respecto a los prójimos -los semejantes a nosotros- se diferencia de la que adoptamos frente a quienes juzgamos distintos y que en este fenómeno hay elementos de psicología individual y social, pero con un factor ideológico entremezclado que tampoco puede soslayarse. Germán Bidart Campos, siguiendo a Armand Cuvillier, reconoce que el hecho de sentir a otros como semejantes o como extraños, lleva adherida una dosis de motivación ideológica y agrega que, en consecuencia, también son ideas y valoraciones que confluyen a los bandos, las facciones, los agrupamientos, las entidades asociativas, lo cual colabora a engendrar identidades y diferencias. Por ello nos preguntamos: ¿Qué otra cosa sino ésta, advertimos en los partidos políticos, en las comunidades religiosas, en los entornos del poder, en los clubes y clanes, en el consenso y el disenso, en el estamento militar y acaso también en lo que los sociólogos califican como la “conciencia de clase”?
Creemos que hay intereses sectoriales que, al crear divisionismos, conducen a que los hombres deparen trato “distinto” a los que sienten como semejantes respecto de los que consideran “diferentes”. Son, finalmente, “simpatías y antipatías” que alimentan comportamientos discriminatorios (exclusión, marginalidad, persecución, represión, violencia, o cualquier otro tipo de hostilidad) hacia quien se manifieste o actúe de modo “distinto” (o diferente) con respecto a lo que la mayoría hace o acepta.
Desde un punto de vista antropológico más profundo, vemos que cada hombre es único y diverso en su existir, no se repite; y se nos muestra siempre en la originalidad de un nuevo ser, en una potencialidad de su ser él mismo y no otro, lo cual importa, que en el transcurso de su existencia -y al desarrollar sus facultades- construya en plenitud su personalidad, su felicidad, su ideal de vida, su proyecto, lo esencial de su ser en el mundo, su yoidad. Así, si bien existe semejanza por naturaleza, la diferencia surge por los caracteres propios de cada uno y se fundamenta en las desigualdades que operan tanto en la capacidad intelectual, volitiva o afectiva; como a su vez, en las múltiples facetas en que éstas se trasuntan.







Enunciación, marco constitucional, axiología






El derecho a la diferencia implica el respeto frente al otro, al que tiene actitudes o pensamientos o rasgos distintos (por ejemplo, y sin agotar la cuestión con una breve enunciación: el venido de fuera, el inmigrante, los feministas, los homosexuales, los que se salen de algunas normas morales que suelen erigirse en parámetros rígidos de una determinada sociedad o en un determinado momento histórico, los que tienen otro color de piel, otro idioma, religión, posición social, opinión, etcétera), y que no dañan mediante su accionar (o formas de concebir el mundo), los intereses o los derechos de terceros, aun cuando estos últimos puedan considerarse en mayoría, y siempre que se lohaga dentro del marco de legalidad que nos rige. Constitucionalmente, lo sostengo a partir de una lectura armónica de nuestra Carta Fundacional, en cuanto se hace un llamado a “todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino” a gozar de los derechos que se enumeran o no se enumeran (arts. 14, 14 bis, 15, 20, 25 y 33), de cuyo dédalo de protección se desprende una lista incompleta de ejemplos bajo la órbita del amplio espectro de la libertad contenida en el artículo 19, en la medida en que “nadie puede ser obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo que ella no prohibe”.
Cuentan también el derecho a la intimidad, el derecho a la dignidad y el derecho a la identidad personal. Todo ello porque la posible diferencia de cada cual es suya y pertenece sólo al ámbito de su inviolable “zona de reserva”; tiene el derecho de vivir (o planificar su existencia) como su conciencia (o su ideología) le recomiende, y hay que respetarla de la misma manera que él debe respetar la nuestra, aunque no se tengan los mismos valores (perfil moral no jurídico).
Las razones expuestas nos sirven de apoyo para sostener que nadie puede ser estigmatizado o tratado discriminatoriamente por actos que realice en su privacidad o, si exteriorizándolos en la esfera de lo público, no dañan o perjudican a otros.











De la igualdad al derecho a la diferencia






Lógicamente unido a la proclamación y el respeto por el derecho a la igualdad consagrado en el artículo 16 de la Constitución Nacional, creemos que surge un derecho a la diferencia. Dentro de ese contexto, el Estado y la sociedad no tienen que actuar procurando nivelar las desigualdades, de hecho existentes, sino que deben aceptarlas como son y, primordialmente, respetarlas. Ha dicho la Suprema Corte de Justicia de la Nación en interesantes párrafos que avalan nuestra postura: a) hay un derecho de todos a que no se establezcan privilegios o excepciones que excluyan a unos de lo que se le concede a otros en igualdad de circunstancias (Fallos 3 12:826 y 85:1); b) pueden las leyes formular distinciones entre supuestos que estime distintos, siempre que no resulten arbitrarias, y “mientras no obedezcan a propósitos de injusta persecución o indebido privilegio de personas o grupos” (Fallos 299:146; entre otros); c) puede plantearse la violación al art. 16 quien haya sufrido (o sufra) discriminación (Fallos 312:1484).
Por su parte, específicamente, la ley 23592 -llamada “antidiscriminatoria”- ha reglamentado el principio constitucional de la igualdad en cuanto dispone: artículo 1: “Quien arbitrariamente impida, obstruya, restrinja o de algún modo menoscabe el pleno ejercicio sobre bases igualitarias de los derechos y garantías fundamentales reconocidos en la Constitución Nacional, será obligado, a pedido del damnificado, a dejar sin efecto el acto discriminatorio o cesar en su realización y a reparar el daño moral y material ocasionados. A los efectos del presente artículo se considerarán particularmente los actos u omisiones discriminatorios determinados por motivos tales como raza, religión, nacionalidad, ideología, opinión política o gremial, sexo, posición económica, condición social o caracteres físicos”. En el art. 2 se elevan los topes máximos penales para los delitos cometidos por persecución u odio a una raza, religión, nacionalidad, o con el objeto de destruir en todo o en parte a un grupo nacional, étnico, racial o religioso. El art. 3 incrimina a quienes participen en una organización o realizaron propaganda basados en ideas o teorías de superioridad de una raza o de un grupo de personas de determinada religión, etnia o color, o que justifiquen o promuevan la discriminación racial o religiosa. También lo hace en cuanto a quienes -por cualquier medio- alentaran o incitaron a la persecución o al odio contra una persona o grupos, con motivo de raza, religión, nacionalidad o ideas políticas.






Democracia, pluralismo y tolerancia







La democracia es la única forma de gobierno y de vida adaptada a la idea de la libertad en sus aplicaciones sociales. Es la forma política que, por fundarse en la dignidad de la persona, cumple realmente esa función tutelar de los derechos y les proporciona márgenes suficientes de expansión dentro de la dimensión sociológica de su vigencia. Desde ese entendimiento, importa que la comunidad -sobre la base de la igualdad de todos los hombres sin que se les cercene sus autonomías y determinación-, contando también con un orden cívico armónico que permita aun el disenso dentro de la diversidad de los habitantes ligados por los lazos de la común unión.
Supone una estructura social abierta al cambio, un clima cultural y una perspectiva específica por parte de sus protagonistas, que la convierte en un régimen vital en continuo movimiento para adecuarse a las transformaciones sociales y lograr su mejoramiento y precisa, para ser un estilo de vida pleno, un clima de tolerancia para fructificar, porque ése es su basamento axiológico en el seno social. Tal como vengo mentando, el plan o proyecto de vida que cada ser humano elige, configura una cuestión que, en tanto no importe efectos dañinos para terceros, le incumbe solamente a él y está resguardado en el goce de su libertad y en su derecho a la intimidad.
Paralelamente, hay un círculo infranqueable en el que ni los terceros ni el Estado pueden entrometerse; para que éste pueda revocar los derechos individuales, hay que establecer que esa restricción se basa en consideraciones de daño potencial contra la comunidad (art. 19). Existe, de este modo, un derecho humano (natural) a elegir quién se quiere ser y cómo se quiere vivir.





Conclusión provisoria






“…si te descubren los iguales, huye a mí, ven a mi ser, mi frente, mi corazón distinto. ”Juan Ramón JiménezEn este tiempo nublado, tan cargado de incertidumbres colectivas, necesitamos ejercitar una mirada profundamente humana y respetuosa del otro, para que -mediante la práctica efectiva de la solidaridad cotidiana-, se respete el derecho a la diferencia y se elimine todo tipo de discriminación; porque toda discriminación es arbitraria y por ende inconstitucional, en la medida en que injustamente produce una desigualdad manifiesta, ya sea por la nacionalidad, el género, la raza, la religión, la posición social, el idioma, la ideología, cualquier situación de discapacidad o disminución ya sea física o psíquica, las formas de ver el mundo, la diversidad de culturas alternativas, las formas de ejercer la sexualidad, las maneras de comportarnos y sentirnos nosotros mismos frente a los otros y sus prejuicios. Deben nuestras prácticas de vida diarias, “asegurar los beneficios de la libertad”, en tanto ella define paradigmáticamente la esencia de un sistema democrático, para cumplir también el propósito del preámbulo de “constituir la unión nacional”, ya que se quiere cohesionar la unidad social mediante la convivencia pacífica de los miembros de la comunidad, pero sin tender a una uniformidad opuesta al pluralismo, sino a una armónica tolerancia entre los diferentes grupos del conglomerado.

Al proclamar el derecho a la diferencia (o a ser diferente) nos manifestamos en contra de todo fenómeno que implique exclusión, marginalidad, aversión, persecución, represión, fobia, violencia o cualquier tipo de hostilidad; hacia quien -dentro del orden jurídico establecido- manifieste o actúe “distinto” con respecto a lo que hace la mayoría (o un grupo mayor en número de personas), porque ello hace a la dosis necesaria que la tolerancia democrática importa.
Bregamos por la relación coordinada de la libertad y la igualdad y por su recepción reflejada en el Derecho Constitucional, pero no sólo en la letra de sus normas (implícita o explícitamente) sino en la realidad eficaz de su vigencia sociológica. Debo reiterar, por la honestidad intelectual que me debo y debo a mis alumnos y lectores, tal como lo hice en ocasión de la reforma constitucional de 1994, mi creencia de que deben abolirse las cláusulas discriminatorias de los arts. 2, 67 inc. 15 y 76 de la antigua Carta, subsistentes aún con otros numerales. No obstante, el derecho a la identidad y el derecho a la diferencia encuentran ahora una clara expresión en el inc. 17 del art. 75 en todo lo referente a los pueblos indígenas. Asimismo, en los Tratados Internacionales de Derechos Humanos que contienen normas sobre las minorías contemplan también, a su manera, estos derechos. Así, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (art. 27) y la Convención sobre los Derechos del Niño (arts. 30, 17d, 20.3 y 29 e). Las Convenciones sobre discriminación racial, sobre genocidio y sobre la tortura también los encaran tanto cuando obligan a prevenir y erradicar conductas lesivas, como al prohibirlas. Lo mismo cabe afirmar de la Convención sobre discriminación de la Mujer que, al igualarla en sus derechos con el varón, toma en cuenta las diferencias razonables entre los sexos. Finalmente, la democracia resulta la forma de Estado y la forma de vida que -basada en el respeto y el reconocimiento de la dignidad del hombre en busca de su personalidad- garantiza el ejercicio de sus derechos dentro de un marco legal estipulado, y tiene la diferencia (y el pluralismo) como presupuestos axiles básicos para su realización y resguardo constitucional. De otro modo, no se habrían establecido derechos individuales para limitar anticipadamente la acción legislativa; por el contrario, se hubiera prescripto al legislador la promoción del bienestar de la “mayoría de la población”, sin tener en consideración las minorías y no la promoción del “bienestar general” como reza el mencionado oráculo preambular.
“Creemos que hay intereses sectoriales que, al crear divisionismos, conducen a que los hombres deparen trato “distinto” a los que sienten como semejantes respecto de los que consideran “diferentes”. Son, finalmente, “simpatías y antipatías” que alimentan comportamientos discriminatorios hacia quien se manifieste o actúe de modo “distinto” (o diferente) con respecto a lo que la mayoría hace o acepta”







*Abogado. Funcionario del Ministerio Público de la Nación. Constitucionalista. Profesor de filosofía. Miembro del Ateneo Filosófico de Nueva Córdoba.






Fuente: boletinliterariobastaya.blogspot.com












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I´m your man






Leonard Cohen














Un traje impecable, una voz profunda como el abismo y un puñado de canciones nacidas al calor del aliento poético. Sí, el hombre ha vuelto. Encerrado en su madriguera zen y alejado del mundanal ruido mediático, Leonard Cohen ha roto con su mutismo para abrir el arcón de los recuerdos y dejarse interrogar por Lian Lunson, cotizada productora de vídeoclips australiana y autora de I´m Your Man, espléndido documental que indaga en la vida y, sobre todo, en la obra del autor de First We Take Manhattan. “No soy demasiado amiga de indagar en la vida privada de las personas; para mí lo importante es su condición humana”, explica la directora.La cinta, producida ni más ni menos que por Mel Gibson, se aleja de los tópicos del género para explorar la esencia de este compositor, cantante y poeta nacido en Montreal hace setenta y dos años y desentraña algunas de las claves de su filosofía vital y musical: la poesía, el rigor estético, el budismo, el por qué de según que textos, las ganas que tiene de volver a salir de gira...”Me he reído con amargura de mi fama de mujeriego durante cada una de las diez mil noches que he pasado solo”, se le oye decir en la cinta.











En pantalla, las confesiones de Cohen se entremezclan con fragmentos de Came So Far Beauty, concierto de homenaje celebrado en Sydney hace un año en el que Rufus Wainwright, Jarvis Cocker, Nick Cave, Antony, Beth Orton, Teddy Thompson ponen voz a algunas de las composiciones más célebres del canadiense. “Quería que todos los intérpretes que participaron en el homenaje estuvieran en el filme. A partir de ahí, fueron las palabras del propio Cohen las que indicaban que canciones debían aparecer”, señaló Lunson sobre la selección de artistas y temas que retrata Chelsea Hotel No. 2, Famous Blue Raincoat, Suzanne y Hallelujah, entre otras.

El documental, salpicado con entrevistas a los cantantes que participaron en el homenaje, se cierra con un encuentro entre Cohen y los miembros de U2 para interpretar una nueva versión de Tower Of Song. “Fue como ver a unos estudiantes atendiendo a una lección de su maestro con la boca abierta”, recordó Lunson.








Ulrich, Julio 2010
( Colaboracion Especial para Revista Macedonio Belarte )










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Acerca del Reino de Renania










El Reino de Renania, limita al oeste con el reino de Mariolandia, al este con Armarolandia, al norte con el ex reino de Crescimbelandia, y al sur con Gilardolandia. En una época, el reino de Totalitaralandia pretendió anexarlo, pero tras una tenaz lucha por sus ideales Renania logra su independencia.
La capital es "Landing", que significa “tierra de color índigo”.





Aunque algunos autores discrepan y ponen en duda los límites ciertos de Renania, por su compleja y difusa geografía, se sabe en cambio, con certeza que es un país tan pequeño como el principado de Mónaco o el reino de Andorra. Tal es su pequeñez que es harto difícil ubicarlo en mapa alguno.
Este es un país de fantasía, un país de ensueño que no cabe más que en los límites de la imaginación.
El gentilicio de sus habitantes es el de "renanos y renanas". Ellos solamente ven cortos publicitarios, gustan a rabiar de las pastillitas “Punche” y las galletitas “Formis” y sus raras formas
Se sabe, que los renanos (y las renanas también) escriben a sus amigos cartas cortas, muy cortas, poemas en letra minúscula y chiquitita, y lo hacen en diminutos papeles que después echan al aire para que el viento las lleve a destino.
Los renanos (y las renanas también), tienen su bandera. La misma por supuesto. Color índigo oscuro con una franja cruzando en lila clarito. Una inscripción en letra color indigo de tono más subido que dice: “Pero el mundo ya no importa si uno no tiene fuerzas para seguir eligiendo algo verdadero, Julio Cortázar”.
En la bandera no hay laureles ni olivos, oropeles ni nada que se le parezca.







II








Los renanos (y renanas también) tienen su moneda: los Reniuskos, sumamente valiosa, aunque no cotice en la Bolsa. Los billetes están confeccionados en papel reciclado color índigo, tienen imágenes de poetas, escritores, cantantes. No hay generales ni obispos.
El billete de un Reinusko, tiene la foto de Alejandra Pizarnik y luego se repiten una infinidad de autores. Los billetes van de tres y dos, tres y dos y sí sucesivamente hasta llegar al de mil, ultimo Reniusko emitido que se conoce, con la imagen de Louis Armstrong tocando su trompeta, y una leyenda que dice: “Enormísimo cronopio”
Que se sepa nunca tuvieron inflación, y si la tuvieron fue por uno corto tiempo. Lo que pasa es que su ministro de Economía no soportaba la inflación, porque era corto de genio y la cortó ahí, apenas comenzaba, con una medida rápida, efectiva y sobre todo cortita.







III






Los renanos (y las renanas también) no festejan ni conmemoran la fecha de la muerte de sus próceres sino la de nacimiento, sostienen que allí el verdadero valor y lo que hizo mientras vivió, y no al momento de la muerte. No tienen esos fastos urbanos ni efemérides importantes. Carecen de archivos, museos, no se sabe a ciencia cierta cuando fue su independencia, si tuvieron gobiernos patrios o no. Eso si, durante el mes de abril festejan la Semana del Libro, que en rigor dura quince días, del 20 de abril al 5 de mayo, momento en que se organizan Ferias en todas las comarcas del diminuto país.
Los libros muy pequeños, pero fáciles de leer.
Se sabe que tienen un gobierno que casi no se nota, es un estado tan chico, pero tan chico, que casi ni se lo ve. No tienen monumentos, sino "esculturas en piedras en pequeño formato". Sus calles y plazas, están llenas de ellas rodeadas de violetas de los Alpes.
Los renanos (y las renanas también) carecen de fuerzas armadas, ya sea de ejército, marina o fuerza aérea, (aunque les encanta volar) teniendo sólo una guardia de honor, para La Emperatriz, todos lucen uniformes de color índigo. La Emperatriz, por su parte usa un vestido de gala diminuto, de seda de color índigo claro y una corona del mismo color.
El mandato de La Emperatriz es muy breve, sólo un año. En diciembre son las elecciones, ocasión en que los renanos (y renanas también) se juntan en el Agora, plaza principal de la Ciudad y eligen en forma de democracia directa, a la Emperatriz, que siempre resulta la misma. En ese mismo acto se elige a El Consejero y al Jefe de Gobierno, La Emperatriz encargado de las minucias administrativas.







IV









Sus monedas son hermosas. No son de metal ni bronce ni cobre ni plata. Son de carey, de arcilla, de restos de conchillas de la mar, guijarros, hojas de hierbas y no tienen un valor determinado ni una forma precisa, sino como venga en suerte.
Los renanos (y las renanas también), están muy conformes con su paicito, su diminuta nación, su diminuta provincia, su diminuta ciudad, llena disquerías y librerías por doquier.
El dinero les sirve para conseguir discos y libros y luego intercambiarlos entre los amigos, cosa que hacen con frenesí y alegría.
Trabajan lo necesario, para que les quede tiempo de recorrer de un solo tirón todas las callecitas de su pequeño país y visitar las librerías, disquerías, ir al cine a ver los cortos, en ocasiones dos o tres veces el mismo día. Pese a ser ávidos lectores, prefieren las novelas cortas, los cuentos cortos, las frases cortas de un calendario. Son fanáticos de los microrelatos. No obstante, todos los renanos (y también renanas) han leído libros larguísimos, como “ La Ilíada”, La Odisea”, “Las mil y una noches”, “El Quijote”, “Ulises”, pero en periodos cortos de lectura.
En sus diminutas casas no existen los televisores. A los habitantes de Renania les encantan las artesanías, pasar horas y horas visitando muestras, comprando quizás un diminuto anillo o un par de aros. Pueden pasarse las horas mirando simplemente un llamador de ángeles confeccionado en nácar.
El campo no les atrae mucho, ya que son más bien urbanos en sus costumbres. Adoran el mar y la nieve, pero de lejos nomás. La arena es molesta, dicen...y la nieve peor porque es fría, blanca y encima moja...







V



























Niña índigo de Renania















En el reino de Renania existe la libertad de conciencia y de cultos. Practican un sano, pacífico y alegre ateismo.
Sus efemérides son los cumpleaños de sus escritores y pintores favoritos, los que festejan con gran entusiasmo.
Si bien el reino no tiene una ubicación geográfica precisa, se podría decir que pertenece a Occidente, y en su momento fueron sometidos por los persas, macedonios, griegos, romanos, los godos y visigodos, de modo tal que su idioma es derivado del latín y es el castellano.
Cuenta una leyenda que en esa época de invasiones, un diminuto grupo de ciudadanos -pero diminuto en serio- se refugiaron en las Montañas y no pudieron ser dominados por nadie. Conservan el idioma de los pueblos originarios de Europa -o del mundo quizás- antes del desgraciado suceso de la Torre de Babel, de modo tal que su idioma es el más antiguo de la tierra, teniendo algo en común con el de los Elfos, antes que éstos dejaran Gaia. Estos son los únicos renanos campesinos, cultivan en pequeñas huertas orgánicas la palta, su comida preferida y son muy cortos de genio.
Debe reconocerse que la mayoría de los renanos (y las renanas también) son políglotas, de modo que hablan a la perfección no menos de cinco idiomas, incluido el chino mandarín.
El reino de Renania no tiene himno nacional ni marchas militares ni nada por el estilo. Tienen sí, una canción que gusta a todos y cantan siempre: en los actos festivos, en sus casas, en sus trabajos, en el mercado. Una especie de canción oficial que han tomado prestada de Goran Bregovic, se llama “Ederlezi “ y dice así:
Same amala oro kelenaOro kelena dive kerenaSa o Roma(Amaro diveAmaro dive, EderleziEj... ah... )Sa o Roma, babo, baboSa o Roma, o dajeSa o Roma, babo, baboEj, EderleziSa o Roma, daje







IV









Los renanos (y las renanas también) son parientes de los Cronopios, eso si más pequeños, pero parientes al fin. Tienen con los Cronopios en común las esperanzas.
No así con los famas, a quienes si bien no detestan, lejos están de tenerlos en cuenta.
Los renanos (y las renanas también) viven , en un mundo distinto pero, sin lugar a dudas, mucho, mucho más exquisito que el nuestro.









Eduardo Alberto Planas
Fuente :
boletinliterariobastaya.blogspot.com













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OPINION
La unidad del peronismo
Por Antonio Cafiero



No hace falta tener las últimas encuestas en la mano para darse cuenta de que la actual división entre peronistas nos resta posibilidades de triunfar en las próximas elecciones. Si finalmente deciden ir por fuera quienes hoy disienten con la conducción del Partido Justicialista –incluyendo no sólo al llamado “peronismo disidente” sino también a quienes llamándose peronistas apoyan a Proyecto Sur o expresiones partidarias similares– no sólo perderán irremisiblemente, sino además serán eventualmente responsables del triunfo de una reedición de la malograda Alianza de 1999. Sin pretender minimizar las diferencias existentes entre ellos y quienes adhieren al Gobierno, en los hechos unos y otros actúan como si fuera preferible una presidencia de Cobos, de Carrió o de Macri antes que la de un peronista de un sector opuesto.
Para justificar esta contradicción algunos compañeros buscan difundir la creencia de que las diferencias ideológicas entre “izquierda” y “derecha” son más importantes que las políticas. Juan Perón, a quien se pretende invocar para respaldar esa actitud, postulaba exactamente lo contrario. El demostró que en la Argentina la división política más importante no es binaria sino tripartita: su tercera posición, nacional y popular, se opuso a la derecha antinacional y a la izquierda antipopular.
Los “presidenciables” tienden a dar importancia a las diferencias ideológicas cuando se refieren a sus competidores, pero hacen la vista obesa con sus propias segundas líneas. Eso es posible porque la diferencia entre derecha e izquierda ya no es lo que era. Hoy parece involucrar más el destrato por razones de género que las estructuras sociales y económicas injustas. Tomar partido entre una izquierda “moral” y una derecha “pacata” no es una disyuntiva digna de un peronista.
La ilusión de refundar el sistema político en esta clave –tal como pretenden, entre otros, Di Tella y Laclau– apenas logra ocultar otra fantasía: la de moldear al enemigo a imagen y semejanza de esos ardores morales. El único logro que pueden adjudicarse en todos estos años fue el corrimiento de Carrió hacia la derecha. Los peronistas siempre nos hemos divertido con los delirios literarios de quienes pretendieron caracterizar nuestra personalidad con argumentos “científicos”. Esa experiencia debería servirnos para descreer de los academicismos que postulan que el sistema político argentino avanza saludablemente hacia una división más “europea”, en la que se agruparán los buenos peronistas con los progresistas sensibles y los malos peronistas con los oligarcas innobles. La realidad desmiente día a día estos espejismos: la mayor parte de los peronistas adherimos a los ideales de soberanía política, independencia económica y justicia social, que no son de izquierda ni de derecha.
Por su parte, otros dirigentes asumen posiciones similares a las del gorilaje fundacional, criticando el vestuario o los estilos de dirigentes afines al Gobierno. Arturo Jauretche se haría una fiesta describiéndolos. Asombra además que en su afán de diferenciarse hagan acuerdos y pronuncien frases que enajenan a muchos compañeros. Parecen olvidar que si tienen alguna oportunidad de ganar las elecciones necesariamente va a ser con esos votos, salvo que pretendan llegar al sillón de Rivadavia en andas del antiperonismo...
Unas y otras actitudes se explican por la tendencia a traducir las diferencias políticas en clave moral, donde lo microscópico se vuelve decisivo. Ahorrémonos las especulaciones que suelen hacerse sobre una eventual segunda vuelta. Aspirar a ganar por un voto no sólo es riesgoso, sino también supone consagrar la postura de que es preferible arriesgar todo antes que buscar acuerdos, que se asimila más a un aforismo radical que a la tradición peronista. Se puede entender esa disposición en una apuesta personal cuando sólo hay un lugar a ocupar y varios postulantes, pero no es razonable pretender que todo el movimiento la asuma como estrategia principal.
Sin embargo, el ejemplo de 1999 no es el único válido para reflexionar sobre el presente. También la experiencia de 1989 puede servir para recordar que a veces la defensa a ultranza de la unidad puede llevar a abandonar nuestros principios más elementales. Por eso no pretendo sugerir que la solución sea simplemente celebrar una interna alegre y entre todos, porque ella no garantizaría a quien pierda que el ganador tome en cuenta sus propuestas. La interna es indispensable, pero no suficiente: para que la interna sea un puente hacia la unidad tiene que ser inobjetablemente transparente, y a la vez debe confirmar el protagonismo popular, para evitar que el rumbo del peronismo se dirima en negociaciones entre cúpulas más o menos iluminadas.
Dejando de lado a algunos sectores insignificantes y las sobreactuaciones, es mucho más lo que la mayoría de los peronistas tenemos en común que lo que nos diferencia. Hay compañeros que no se sienten representados por el Gobierno, pero bien podrían apuntalarlo en los momentos decisivos si éste hiciera un esfuerzo por entender que el apoyo crítico también suma. Y algunos disidentes podrían ser más aceptados por quienes adhieren al Gobierno si dejaran de jugar para la tribuna contraria. El resto, los intransigentes de uno y otro lado, seguramente quedarían aislados y estarían obligados a acompañar al conjunto.
Juan Perón decía que la unidad del justicialismo sólo se podía lograr gracias a una concepción común acerca de la validez de la doctrina, y no resolviendo en elecciones limpias quién tiene más votos: “la unidad de concepción es el origen de la unidad de acción”. El único fundamento de la unidad políticamente efectivo y moralmente justificable es la afirmación de ideales compartidos. Esta es la solución para resolver a la vez las dos crisis crónicas del peronismo: la de unidad y la de identidad.
Perón diferenciaba tres niveles para esa unidad de concepción: la doctrina, que es el conjunto básico de valores que un movimiento impulsa; la teoría, que son los mecanismos de selección y capacitación de dirigentes, y los que asume la organización para tomar decisiones colectivas, y las formas de ejecución, que indican las líneas políticas principales de cada área de gobierno. Para que haya unidad se requiere que haya acuerdo en todas y cada una de estas dimensiones. El ideal de unidad peronista, por tanto, no debe dar lugar a melancolías, sino a un esfuerzo por superar aquello que la obstaculiza: el vacío doctrinario. Explicitar la doctrina también servirá para establecer los límites que indiquen claramente aquello que el peronismo excluye, por ejemplo, cualquier forma de reivindicación de las últimas dictaduras militares.
Por eso, la solución, una vez más, es la política, que no consiste en convencernos de que tenemos razón hablando sólo con quienes ya piensan igual que nosotros, sino en debatir con quienes –a pesar de las diferencias– compartimos una base política común. Perón decía que “el motor impulsivo de la organización peronista debe ser la persuasión”.
Hoy sólo hay muy reducidos espacios de debate o publicaciones que sirvan para clarificar los valores que los peronistas compartimos. Pero todos notamos la importancia de estos valores apenas intentamos ejecutar acuerdos políticos con quienes provienen de otras corrientes. Hay algo que les falta, aunque no lleguemos a saber muy bien qué es. Si buceáramos en las causas de esta diferencia entenderíamos mucho más acerca de los pilares sobre los que se puede concebir la unidad del peronismo. No hacerlo es abrir la puerta para la llegada de otra Alianza como la de 1999, y a la vez abortar las defensas que debemos construir para evitar que nuestro movimiento se sume a otra aventura neoliberal.






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http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-148041-2010-06-22.html



















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JOSE SARAMAGO:
EXPERIENCIA Y REFLEXIÓN EN LOS ALTOS AÑOS
por ALFREDO LEMON*





Desde Córdoba, República Argentina




Con viento favorable, hace unos años la Academia Sueca reconoció en la obra de este escritor portugués nacido en Azinhaga, el 16 de noviembre de 1922 y actualmente radicado en Lanzarote (Islas Canarias), mérito suficiente como para otorgarle el Premio Nobel de Literatura en su versión 1998. Autor de títulos como "Memorial del convento" (1982), "El año de la muerte de Ricardo Reis" (1984), "Historia del cerco de Lisboa" (1989), "Ensayo sobre la ceguera" (1996) y "Todos los nombres" (1997), saltó a la fama del gran público a partir de "El Evangelio según Jesucristo" (1991), libro tan polémico que el periódico católico "L'observatore Romano" censuró con duras críticas. En efecto, desde el Vaticano al saberse del premio obtenido se lo fustigó de "comunista recalcitrante" e incluso se llegó a remarcar para descalificarlo, la antirreligiosidad de su narración.
Próximo a visitar Córdoba, si salud se lo permite, a propósito de unas jornadas organizadas por la Universidad Católica para revisar sus textos, después de editar "Intermitencias de la muerte", propone una nueva entrega, "Las pequeñas memorias", apuntes en donde cuenta recuerdos familiares de su niñez, pero advirtiendo que no se trata de literatura sobre lo vivido sino lo que de verdad ha vivido, porque si hubiera "literaturizado" la vida, en vez de llegar a las 150 páginas, hubieran sido 500.
Días nublados
Al obtener el importante galardón, de ninguna manera se trataba de un literato desconocido ni para las autoridades europeas ni la de estas latitudes, sino que por el contrario su quehacer se fue legitimando en la confirmación de su calidad estética impecable. Traducido ya a más de veinticinco idiomas, los momentos en los que este "autodidacta" -que no pasó por la universidad, que se crió en una familia de campesinos que conocieron la pobreza y que trabajó como mecánico- estuvo alejado de la escritura, fue simplemente -según destaca- porque no tenía nada que decir. Por eso afirma que para no fatigar a sus lectores y sumar despreocupadamente su granito de arena a la depredación forestal produciendo páginas carentes de interés, supo llamarse a un "silencio ecológico". Heredero de Fernando Pessoa, admirador de Jorge Luis Borges y amigo de Ernesto Sábato, no le gusta parecerse a nadie ni conceder demasiados reportajes. Por otro lado, si bien su pensamiento está afiliado desde temprano al comunismo, Saramago no quiere que la cuestión política lo tiña todo, aunque no es menos cierto su compromiso con la defensa de los derechos humanos, y su constante preocupación por una época signada por el "olvido de la conciencia moral" en donde las mafias y la corrupción han contaminado incluso el corazón del hombre. Habiéndose mostrado en contra de cualquier vicio totalitario, afirma que le sorprende que en algunos países donde se dice que la economía está floreciente, haya cada vez más pobres. Por ejemplo en la Argentina, donde la "macroeconomía" parece arrojar resultados positivos pero en donde sin embargo la situación de las personas comunes no mejora: "la humanidad está entrando en la era de la burocracia total. Lo peor es que la gente no encuentra en la sociedad algo para creer en el día de mañana. Pero no hay que resignarse. La lucha contra el actual sistema económico excluyente -de capitalismo autoritario- exige una insurrección ética".
De igual modo, ahora le preocupa la situación de Oriente, del que piensa que "mientras no se resuelva el problema de Palestina, que tenga su Estado, no habrá paz allí. Y que ojalá los organismos internacionales comprendan que mientras no se resuelva semejante conflicto, Israel siempre se sentirá amenazada y responderá con la agresividad de su ejército, el más poderoso de la región".



Ideas y creencias






¿Qué siente al acabar un libro?: "Emoción, lágrimas, cuando acabas siempre uno se despide y entra en una especie de vacío, preguntándose, y ahora qué."
¿Por qué escribe ?: "No me lo he podido contestar satisfactoriamente todavía. Será para explicarme el mundo y las ideas, para entender tanta absurdidad, este mundo cada vez más parecido al infierno y no es que yo sea un pesimista sino que soy un optimista informado. Pero no vaya a pensar que eso me satisface demasiado...".
¿Para quién escribe ?... "Tampoco lo sé. Lo que sí sé es que escribir es para mí un trabajo y tengo que hacerlo cada vez mejor."
¿Qué significan los ciegos en su obra, a partir de uno de sus títulos, "Ensayo sobre la ceguera"?. "Se puede decir que es una alegoría sobre una civilización que se derrumba, que está llegando a su fin, que está en un punto límite de verdadera agonía. En este momento del espectáculo del mundo, la ceguera es la incapacidad de relacionarnos, de respetar al otro, de amar al otro aún en su diferencia."
En otras instancias, el escritor hizo además algunas revelaciones metafísicas en torno a sus creencias respecto del amor, la muerte y Dios, que ahora se transcriben para este medio. En cuanto al amor, reconoció que cuando tenía sesenta y tres años, antes de haberse unido a su segunda mujer, la escritora Pilar del Río -además traductora de sus libros al español- no esperaba ya nada de la vida sino seguir viviendo sin sobresaltos pero que sin embargo "lo más importante todavía tenía que ocurrir". Agregó también que siempre piensa en el amor como en una posibilidad, cuando los miembros de la pareja que todavía no lo es, se están acercando; porque cree que "la relación amorosa es una especie de conquista contínua, que uno no llega nunca a concretar algo dado, que ya está, que ya llegó, sino que todo es un llegar, y que no debe ser un terminar sino siempre un seguir llegando...".
En lo que atañe a su reconocido "ateísmo" alude haber hallado una solución al problema intelectual que le planteaba su agnosticismo. Manifiesta que nunca recibió educación religiosa y que su familia era un tanto descuidada de Dios. Refirió igualmente que se considera un ateo tranquilo, totalmente convencido de que cuando se acabe la vida, todo terminará; que no cree ni en el cielo ni en el infierno, que nada de eso existe o sí; existe en la mente de la persona que cree y sólo en su cabeza, entonces puede llegar a aceptar la existencia de Dios para esa persona pero no necesariamente para los demás.

Sin soslayar que el cristianismo es una religión tan fuerte que dividió a la historia en un antes y en un después de Cristo, declara no obstante, que nadie puede decir "soy ateo", porque ateo o ateísmo existen en relación a Dios. (De algún modo no se puede negar acerca de algo que aunque desconociendo, se está afirmando). De todas formas, le sorprende especialmente el hecho de que el hombre necesite creer en algo que está por encima, que es Padre, que es Juez y que será quien le dará un premio o un castigo en otro mundo supuestamente superior a donde vive.
Por último en lo que hace al tema de la muerte confiesa no temerle, observando: "quizás no temo tanto a la muerte como quizás al hecho de no estar más aquí, de no pertenecer a la vida. La posibilidad de existir eternamente es terrorífica o quizás más aún, que la idea que tiene uno de morir. En ese sentido diría que la edad te da una tranquilidad añadida a la reflexión. Usted no sabe lo que se aprende a partir de los cincuenta años !. Cada año te va enseñando a ser más comprensivo, aunque por sí sola la edad no conduce necesariamente a la sabiduría". Finalmente, con tono esperanzado, sostiene que: "nadie puede derrotar a la muerte sino dándole un sentido con la vida, pero con la vida real y concreta, no con otra que no sabemos si ocurrirá".

* Abogado, Escritor, Profesor de Filosofìa.
Entrevista inèdita. Colaboraciòn Especial para Revista Macedonio Belarte.
















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Interna peronista: ¿los separa un "abismo"?







Según parece, el kirchnerismo se las arregló para hacer de la “reforma política” –y su interna abierta– su propia cuadratura del círculo. El régimen electoral de los “K” plantea que los partidos y las alianzas electorales elijan a sus candidatos a través de una votación abierta y simultánea. En ese caso, el PJ y sus diferentes aliados deberían consagrar a sus candidatos en una única interna. No se equivoca un periodista de La Nación al señalar que si, por ejemplo, Solá o Duhalde vencieran en esa hipotética interna única, “terminarían llevando en sus listas a D’Elía o Dante Gullo” (12/6) a partir de un reparto proporcional de candidaturas entre las diferentes fracciones. El cronista, incluso, no tiene en cuenta una eventual integración de Macri al universo peronista, tal como lo se lo reclaman De Narváez o Solá. Se comprende, a la luz de esa perspectiva, que la mayoría de los peronistas disidentes no quieran saber nada con esa “interna única”. Adicionalmente, todavía está por verse si los siete u ocho peronistas federales que se reunieron la semana pasada logran una “interna” para establecer entre ellos un candidato común. La pretensión de “compactar la política” o, en otras palabras, de remediar la desintegración de los partidos históricos de la burguesía con una reglamentación –en eso consiste “la reforma política”– podría terminar pasando a mejor vida.
Pero lo más significativo de este sainete pasa por otro lado. A pesar del “abismo que lo separa” de los Duhalde o De Nárvaez, el kirchnerismo está redoblando sus esfuerzos para marchar a una interna común con ellos. Las razones del empecinamiento son conocidas: el kirchnerismo quisiera servirse de la “interna” para neutralizar a los otros pejotistas y polarizar luego, en la elección general, con los Cobos, Alfonsín o Carrió. Según informan los diarios, los “K” fueron muy lejos en las ofertas a Duhalde, De Nárvaez y tutti quanti para una lista común, invitando incluso a los aliados de derecha de todos ellos: “que traigan al PRO, el partido federal, a quien quieran” (Clarín, 11/6). A despecho del “abismo”, hay una negociación en curso. A nadie se le escapa que las tratativas podrían pasar por recortar los dos extremos del arco pejotista: los transversales y centroizquierdistas “K”, por un lado, y los Macri, por el otro. Pero más allá de los candidatos o tendencias, las tratativas en torno de una sola “interna pejotista” plantean una cuestión de fondo: la posibilidad de un acuerdo de carácter estratégico, entre unos y otros, respecto de la orientación de un eventual gobierno “pejotista” a partir de 2011. Sólo en esas condiciones, los Duhalde o Solá podrían admitir concurrir en una lista con los K. Por lo pronto, el matrimonio oficial está dando las “señales” del caso, como lo demuestra la reapertura del canje de deuda, la pretensión de “volver a los mercados” o el pago “por ley” de la deuda con reservas, que recibió el apoyo de Duhalde. A ello, se suma la decisión de criminalizar la lucha de Gualeguaychú, una de las “banderas” represivas que enarbolan el peronismo federal y, en general, la oposición patronal.
Otra señal fuerte es el despido masivo de los papeleros de Massuh por parte de Moreno, entregando la planta “limpia” a la convocatoria del vaciador que antaño dirigiera la Unión Industrial.
A nadie se le escapa que una interna común del PJ debería superar múltiples contradicciones.
Principalmente, las disidencias que enfrentan a los lobbyes capitalistas y sus representantes políticos en el marco de la crisis mundial. Pero la aproximación “K”, aún en grado de tentativa, para con Duhalde, Reutemann y compañía, delata una orientación estratégica. Con la “reforma política” y las internas abiertas, los Kirchner han construido su propio cepo en torno de los intereses capitalistas y de sus voceros históricos. Los que creen ver en el kirchnerismo a la “encarnación de la nueva identidad popular” deberían tomar nota de estos dimes y diretes.







Marcelo Ramal






Fuente : http://www.po.org.ar/node/25194
A propòsito de esta nota, video recomendado por L.P.:Video:
http://www.youtube.com/watch?v=znxEGZnuV7s).











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Y uno aprende...: el poema apócrifo de Borges








En la fuente que cito al final de este parrafo, el auto escribe lo siguiente: La historia es la que sigue: mientras echaba un vistazo a la página web de la Asociación Española de Lectura y Escritura (AELE), dedicada al fomento de la lectura y a los recursos didácticos en las aulas de Primaria, encuentro este poema firmado por Jorge Luis Borges (1899-1986).

Puesto que no lo conocía, lo leo con cierto interés, aunque pronto me invade una sensación extraña, porque no reconozco el estilo del maestro argentino en estas palabras. No me saben a Fervor de Buenos Aires, Luna de enfrente, Cuaderno de San Martín o, el más reciente, Conjuros. Está exento de la simbología borgiana y de las referencias culturalistas que campan en estos libros. De hecho, es un poema mediocre si lo comparamos, por ejemplo, en su selección léxica, grado de elaboración de la sintaxis y uso de técnicas literarias con "Juan, I, 14", donde aparece el conocido verso sobre "la misteriosa devoción de los perros". Entonces, busco más información en otras páginas que lo reproduzcan. Muchas no citan al autor, otras lo consideran de Borges y otras se lo atribuyen sin reconocer su origen.
En los comentarios de estas últimas leo varios debates abiertos sobre su autoría, que la ponen en duda con argumentos semejantes a los que he esgrimido antes. Además, señalan que en otros lugares aparece firmado por Shakespeare, lo cual nos da la pista de que pudiera ser una traducción del inglés, no muy buena, por cierto, que explicaría esa sensación extraña del principio motivada, tal vez, por la falta de pericia en el lenguaje. Vuelvo a leer el poema y, no sólo descubro algunas estructuras agramaticales en castellano, sino que el tema y las unidades temáticas en que se apoya no son propias de un hombre maduro ni de un joven con una formación literaria comparable a la de Borges o Shakespeare. El tono pretende ser lírico, pero el resultado es amanerado y prosaico, como si estuviera escrito por un adolescente que se compadeciese de sí mismo. Con estas nuevas reflexiones, reemprendo la búsqueda, esta vez, poniendo especial atención en los comentarios que traten de posibles traducciones.
No tardo mucho en hallar la solución: su autora es Veronica A. Shoffstall, que a los 19 años escribió el original en inglés, "After a while", del que pululan numerosas traducciones en varios idiomas y fragmentos anónimos por la red.
Esto es tan sólo un ejemplo de la falta de rigor en internet a la hora de citar obras ajenas. El menosprecio por la propiedad intelectual y el vicio de copiar contenidos de páginas ajenas, sin preocuparse por comprobar sus fuentes, ocasionan, a veces, malentendidos que ponen en entredicho la credibilidad de personas e instituciones dedicadas a la divulgación y a la docencia.



Por tanto, cita siempre tus fuentes después de comprobarlas.
vía: http://agujademarear.blogspot.com/










Y uno Aprende




Veronica A. Shoffstall













"Y uno aprende...






Después de un tiempo,
uno aprende la sutil diferencia
entre sostener una mano y encadenar un alma.
Y uno aprende...
que el amor no significa acostarse
y una compañía no significa seguridad.
Y uno empieza aprender...
Que los besos no son contratos
y los regalos no son promesas.
Y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos.
Y uno aprende...
a construir todos sus caminos en el hoy,
porque el terreno de mañana es demasiado inseguro para planes,
y los futuros tienen una forma de caerse en la mitad.
Y después de un tiempo uno aprende...
que si es demasiado, hasta el calorcito del sol quema.
Y aprende...
a plantar su propio jardín y decorar su propia alma,
en lugar de esperar a que alguien le traiga flores.
Y uno aprende...
que realmente puede aguantar,
que uno realmente es fuerte,
que uno realmente vale.
Y uno aprende y aprende...
y con cada adiós uno aprende.
Con el tiempo aprendes que estar con alguien porque te ofrece un buen futuro,
significa que tarde o temprano querrás volver a tu pasado.
Con el tiempo comprendes que solo quien es capaz de amarte con tus defectos,
sin pretender cambiarte, puede brindarte toda la felicidad que deseas.
Con el tiempo te das cuenta de que si estas al lado de esa persona solo por acompañar tu soledad, irremediablemente acabarás no deseando volver a verla.
Con el tiempo entiendes que los verdaderos amigos son contados,
y que el que no lucha por ellos tarde o temprano se verá rodeado solo de amistades falsas.
Con el tiempo también aprendes que las palabras dichas en un momento de ira
pueden seguir lastimando a quien heriste, durante toda la vida.
Con el tiempo aprendes que disculpar cualquiera lo hace,
pero perdonar es solo de almas grandes.
Con el tiempo te das cuenta de que aunque seas feliz con tus amigos,
algún día llorarás por aquellos que dejaste ir.
Con el tiempo te das cuenta de que cada experiencia vivida con cada persona es irrepetible.
Con el tiempo comprendes que apresurar las cosas o forzarlas a que pasen
ocasionará que al final no sea como esperabas.
Con el tiempo te das cuenta de que en realidad lo mejor no era el futuro,
sino el momento que estabas viviendo justo en ese único instante.
Con el tiempo verás que aunque seas feliz con los que están a tu lado,
extrañarás inmensamente a los que ayer estaban contigo y ahora se han marchado.
Y aprendes que hay 3 momentos en la Vida que uno no puede remediar:
La oportunidad que dejaste pasar,
la cita a la que no asististe,
la ofensa que ya pronunciaste.
Con el tiempo también aprendes sobre El dinero... y entonces comprendes que:
Puedes comprarte una Casa, pero no un Hogar,
Puedes comprarte una Cama, pero no hacerte Dormir,
Puedes comprarte un Reloj, pero no te dará el Tiempo,
Puedes comprarte un Libro, pero no Conocimiento o lo que necesitas aprender,
Puedes comprarte una Posición, pero no sirve para tener Respeto,
Puedes comprarte Medicinas y pagar la consulta al médico, pero no te da Salud,
Puedes comprarte Sangre, pero no Vida,
Puedes comprarte Sexo, pero no Amor.
Con el tiempo también aprendes que la vida es aquí y ahora,
y que no importa cuantos planes tengas, el mañana no existe y el ayer tampoco.
Con el tiempo aprenderás que intentar perdonar o pedir perdón, decir que amas, decir que extrañas, decir que necesitas, decir que quieres ser amigo,
ante una tumba, ya no tiene ningún sentido.
Pero desafortunadamente, todo esto lo aprendes sólo con el tiempo. "

01-dic-2008 Última edición por Doiha; 08-feb-2009 a las 01:38.

Fuente :
http://www.elrincondelmanga.com/









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Psicología Jueves, 24 de junio de 2010
Oscar Masotta, sobre Arlt y Sartre
“El hombre de clase media es un delator”
Por Oscar Masotta *






Lean ustedes San Genet, comediante y mártir, de Jean-Paul Sartre, y lean después El juguete rabioso, de Roberto Arlt. El punto crítico, culminante, de esta novela, que tengo por un gran libro, es el final. Después de leer a Sartre no era difícil encontrar el sentido de ese final, tan aparentemente sorprendente. ¿Por qué Astier se convertía tan repentinamente en un delator? En fin, yo diría, mi libro sobre Sexo y traición en Roberto Arlt ya estaba escrito. Y en un sentido yo no fui esencial a su escritura: cualquiera que hubiera leído a Sartre podría haber escrito ese libro.
Pero al revés, la factura del libro, su escritura, me depararía algunas sorpresas. Entre la programación del libro y el libro como resultado, no todo estaba en Sartre. Y lo que no estaba en Sartre estaba en mí. No en mi “talento” (no hablo de eso): me refiero a las tensiones que viniendo de la sociedad operaban sobre mí a la vez que no se diferenciaban de mí, y de cuya conciencia (una cierta incompleta conciencia) extraje, creo, esa certeza que me acompaña desde hace más de quince años. Que efectivamente, tengo algo que decir. Escribir el libro me ayudó, textualmente, a descubrir el sentido de la existencia de la clase a la que pertenecía, la clase media. Una banalidad. Pero esa banalidad me había acompañado desde mi nacimiento. Pensando sobre Arlt descubría el sentido de mis conductas actuales y de mis conductas pasadas: que dura y crudamente habían estado determinadas por mi origen social. Y uso la palabra “determinación” en sentido restringido pero fuerte.
¿El “mensaje” de Arlt? Bien, y exactamente: que en el hombre de la clase media hay un delator en potencia, que en sus conductas late la posibilidad de la delación. Es decir: que desde el punto de vista de las exigencias lógicas de coherencia, que pesan sobre toda conducta, existe algo así como un tipo de conducta privilegiada, a la vez por su sentido y por ser la más coherente para cada grupo social, y que si ese grupo es la clase media, esa conducta no será sino la conducta de delación.
Actuar es vehicular ciertos sistemas inconscientes que actúan en uno, y que están inscriptos en uno al nivel del cuerpo y la conducta, sobre ciertos carriles fijados por la sociedad. Actuar es, a cada momento, a cada instante de nuestra vida, como tener que resolver un problema de lógica. En cuanto a los términos de ese problema: están dos veces a la vista (aunque no para quienes lo soportan), son dos “observables”. Por un lado la sociedad nos enseña, y por otro lado estamos llamados, solicitados, constreñidos, todo a la vez, a resolver cuestiones que el medio social nos plantea. Solamente que esas cuestiones difícilmente pueden ser resueltas en la perspectiva de lo que se nos ha enseñado, de lo que ha sido sellado en nosotros por la sociedad; y la relación que va de uno a otro término, en sociedades enfermas como las nuestras, es una relación absurda (habría que precisar qué se entiende por esto) o directamente contradictoria. Pero como la capacidad lógica del hombre es infinita, siempre es posible resolver problemas imposibles: hay gente que lo hace. Son los enfermos mentales. En este sentido la enfermedad mental es absolutamente lo contrario a lo que una literatura envejecida, burguesa, nos ha querido hacer entender. Es exactamente lo opuesto a la incoherencia. Es más bien la puesta en práctica de la máxima exigencia de lógica y razón.
En este sentido digo, entonces, que la delación –y Arlt tiene razón– no constituye sino el tipo lógico de acto preferencial en cuanto a la coherencia que arrastra, para conductas individuales determinadas por un preciso grupo social. Y solamente habría que hacer esta salvedad. Que cuando hablamos de lógica y coherencia, aquí, nos referimos menos a una lógica pensada por el individuo que se enferma, que a una lógica que –no hay otro modo de decirlo– se piensa en el enfermo mental. Y en cuanto a la relación entre conducta mórbida y conducta de delación: la tesis es de Arlt. Y es profundamente verdadera.
Pero esto no significa moralizar; y lo que se quiere decir no es que un delator “no es más” que un enfermo mental. Sino exactamente al revés, contramoralizar, puesto que lo que Arlt denuncia es a la sociedad que produce delatores.
En cuanto a la conexión entre lógica y coherencia por un lado, y enfermedad mental o delación por el otro, es cierto que necesitaría una larga explicación. Pero esa explicación existe, no es difícil, es cierta, y yo no hago metáforas. Pero relean ustedes a Arlt. El, como novelista, tenía en cambio que usar metáforas. ¿No recuerdan ustedes aquellas que en sus novelas se refieren a esa necesidad “geométrica”, “matemática” o propia del “cálculo infinitesimal”, que el que humilla descubre como negativo, y en el corazón del acto, en el momento mismo que lo planea, o un instante antes de su realización?

* Fragmento de “Roberto Arlt, yo mismo”, texto que el autor leyó en 1965 al presentar su libro Sexo y traición en Roberto Arlt (Ed. Jorge Alvarez; reeditado en 1990 por Corregidor y transcripto en la revista Conjetural, Nº 51).








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Cultura
Una lectura política del Mundial








En la sociedad, como en la naturaleza, todo tiene que ver con todo. La participación argentina en el Campeonato Mundial de fútbol trae el eco de antiguos y presentes condicionamientos nacionales.
Estas semanas han estado dominadas por el fragor del Mundial de fútbol. Como no podía ser de otra manera en estos tiempos de puja electoral, se intentó vincular esa competencia deportiva con los intereses de parte que se dividen el espectro político argentino. La prensa se constituyó en la punta de lanza de esa disputa. Cosa que sucede, por otro lado, desde hace ya tiempo, hasta el punto de que la pelea entre el monopolio Clarín y el gobierno se ha convertido en el referente del enfrentamiento de dos modelos sistémicos: el propulsado por la mayoría de la oposición, que no es otra cosa que el del retorno a las prácticas económicas neoliberales de la década del ’90, y el del oficialista Frente para la Victoria, que ensaya un cambio –muy incompleto, pero significativo-, respecto de los parámetros que sumieron al país en el desastre del 2001-2002.
El caso es que la pasión que despierta ese tipo de acontecimiento deportivo fue convertida en una oportunidad para hacer palanca en la opinión pública a fin de allegar agua al molino del gobierno o al del variopinto frente opositor, en especial a esa difusa masa de clase media obsesionada por quedar bien ante la mirada europea y acomplejada por los rasgos extemporáneos, extremosos, poco modosos y si se quiere insolentes que en ocasiones despliega Diego Maradona, el director técnico de la selección. Esta vez “el Diego” se comportó de manera ejemplar, pero eso no bastaba; Maradona hace ya muchos años que se ha convertido en una bestia negra para el establishment, y también en la figura ideal para convertirla en el blanco de un desprestigio que, por elevación, apunta a convencer a los sectores populares de nuestra ineptitud como nación y, por ende, del carácter predestinado de nuestra situación de dependencia. Aunque no se lo diga, hay una ecuación subliminal que busca, a través de la demolición de las figuras que son emblemáticas para las corrientes populares, persuadirnos como pueblo de nuestra incapacidad para labrarnos un destino.
El extrovertido y, en el pasado, con frecuencia extraviado Maradona, es el chivo emisario perfecto para este tipo de emprendimiento negador. También, mal que les pese a los propagandistas del país arrodillado, es un ejemplo de capacidad de recuperación y una demostración de la aptitud para la improvisación genial que es también uno de los atributos argentinos. Desde luego, este último rasgo, sobredimensionado, se convierte en un peligroso handicap que nos viene costando caro y no precisamente tan solo en el campo de juego.
Pero, y aquí está el quid de la cuestión, lo que desde la desdeñosa superioridad que afectan intelectuales como Tomás Abraham (“el patrioterismo desplegado en el Mundial me hace casi desear que pierda la Argentina”) es un intolerable déficit, desde una visión menos arrogante se puede constituir en una virtud potencial. Potencial porque está en bruto, porque debe ser desarrollada y acomodada al discurso de una razón flexible. Pero que no puede ser despreciada en aras de la pretensión de mirarnos en un espejo que no es el nuestro. La morfología argentina se ha compuesto –o descompuesto- por la escisión conceptual que planteara la brutal antinomia entre la civilización y la barbarie. La esquizofrenia nacional deviene de esa divisoria, pues los próceres del unitarismo que configuraron a la república estaban tan encandilados con el espejismo europeo que despreciaron al país real que tenían bajo sus pies y, lejos de nutrirse de él, corrigiéndolo y mejorándolo con la aportación de sus luces, pretendieron exterminarlo para sustituirlo con un país de importación. La tierra se cobró su revancha, por cierto, reproduciendo en la inmensa mayoría de las masas inmigrantes que vinieron a habitarla tanto las virtudes como los vicios que la informaban…
La peripecia argentina en el Mundial de fútbol ha estado impregnada de alguna manera por este tipo de razones. La improvisación maradoniana, la creencia en que la espontaneidad de los delanteros iba a suplir las fallas defensivas, la forma casi suicida en que se salió a jugar con Alemania, estuvo un poco determinada por esta herencia. No es la primera vez que pasan cosas parecidas. Acordémonos de la performance de Gatica saliéndole a guapear al campeón del mundo y recibiendo un correctivo demoledor que lo sacó de la pelea en el primer round…
No son cosas estas, evidentemente, que haya que aplaudir. Pero que sí conviene comprender en la complejidad de sus raíces, para no hacer del responsable de la jugada el chivo expiatorio de una responsabilidad compartida, en primer lugar, por quienes se esfuerzan en tirar a menos los motivos de orgullo de los que puede jactarse el pueblo.
Hay otro punto que es, a mi modo de ver, conmovedor en la repercusión que tuvo el torneo mundial en este país. Este fue la manifestación de un patriotismo espontáneo que enhebró con el expuesto durante el festejo del Bicentenario. El público no sólo siguió con esperanzado fervor la marcha de la selección sino que, cuando se produjo el contundente (por no decir catastrófico) 4 a 0 con Alemania, no viró hacia una posición opuesta, de acerba denostación, de acuerdo a ese exitismo que tanto se nos reprocha desde de las sedes del prestigio intelectual y de los más enquistados núcleos de poder. Al contrario, la llegada del equipo fue acogida con entusiasmo por miles de personas, que cobijaron con su afecto a quienes sin duda, más allá del profesionalismo, nutren un fervor patrio que pusieron de manifiesto en la entrega que tuvieron en todos los pasos de este campeonato.
Este reconocimiento para quienes nos representaron en un acontecimiento deportivo que, admitámoslo, después de todo no puede ser sobredimensionado más allá de sus límites naturales, nos hizo pensar, con dolor y todavía con ira, en el escamoteo de la recepción que debió haber arropado a los vencidos de Malvinas. Pocas cosas como esa amputación, como ese robo del calor popular, habla más a las claras de la desesperante mediocridad de nuestros estratos dirigentes. Los militares todavía enancados en el poder en 1982 dieron muestras de una mala conciencia y de una horrible cortedad de miras al negar a los soldados y oficiales que volvían el abrazo del pueblo. Abrazo que necesitaban para no sentirse solos en su sacrificio y para hallar un sentido a su misión. El mismo acto frustró también al pueblo que necesitaba verter su amor en quienes habían sufrido por él y, de esa manera, expresar también su sentimiento por quienes habían dejado sus huesos en la turba malvinera o en el mar. Pero no fueron solo los jefes militares de la Junta los que dieron muestras de esa cobardía: la clase política que en las dos décadas siguientes motorizó la “desmalvinización” no fue menos responsable de un desencanto que costó la vida de muchos de los que vivieron esa experiencia como un abandono.
El Mundial ha pasado para la Argentina. Poner esa experiencia quizá mínima en el orden de las conexiones que arman el entramado de la psicología nacional, no estará de más, sin embargo. Pues ello nos permitirá acercarnos a sus secretos no tan arcanos, pero que no suelen ser tomados lo suficientemente en cuenta como para permitir que los dilucidemos.




Por Enrique Lacolla













Fuente : www.elacolla.com.ar









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MODELOS ALTERNATIVOS Y ALTERNATIVAS AL MODELO
por Jorge E. Rulli







Actualmente, tal como en Cochabamba y en los foros electrónicos, comienzan a dibujarse debates entre diversos caminos posibles para nuestras sociedades Indoamericanas y esos debates se producen en medio de una etapa de creciente complejidad. Esos debates son esperanzadores, aunque todavía el escenario de nuestro país, se encuentra dominado por discursos que como el de Carta Abierta, convocan a esperar sine die, un supuesto de materias pendientes… materias que, por otra parte, no figuran en ningún programa… o como en otros sectores de la izquierda progresista insisten en un suma resta comparativo entre el gobierno y la oposición, para convencernos de tomar partido por el mal menor… Nuestra Indoamérica, es un mismo continente y los problemas son similares, también los desafíos y las encerronas que generan las nuevas dependencias y los maquillajes que encubren las antiguas políticas de dominio. El paradigma marxista o euro cristiano marxista de los años setenta se continúa hoy clara y consecuentemente como proyecto, en procesos emancipatorios que se proponen el crecimiento y la asistencialización de la pobreza, con gobiernos que cuentan con apoyo popular y que le han fijado nuevas reglas a las Corporaciones y que, debemos reconocer, tienen una preocupación nueva por redistribuir las rentas, aunque esas políticas suelan conducir como en la Argentina, a un peligroso control social de los sectores excluidos y recientemente urbanizados por el agronegocio. Estos gobiernos rinden culto a la idea de progreso y no le hacen asco a cierta corrupción de los más altos funcionarios, corrupción que suele tornarse como en la Argentina o en Venezuela realmente escandalosa… Los posibles debates sobre las alternativas al modelo se sofocan de mil maneras, en general con lenguaje y modos estalinianos, así como nos ocurrió a nosotros en la Radio Pública con la banda Seoane/ Muleiro/ Anguita y Víctor Hugo... Se defiende al extractivismo, que suele dar lugar a las inversiones extranjeras y a priorizar el productivismo frente a las demandas locales de preservación de los bienes naturales, bajo el axioma de que para solucionar el tema de la pobreza debemos primero hacer crecer la torta… y ese “mantra” lo repite de igual manera Correa en Ecuador, Pepe Mugica en Uruguay o Cristina K en la Argentina.
Deberíamos tener en cuenta la colonialidad del Poder, o sea los mandatos que recibimos de las Corporaciones en la Globalización para cumplir ciertas tareas, el tener que proveer materias primas, producir agro carburantes o pasta de papel, mandatos corporativos que se constituyen como políticas de Estado y que son acatadas y naturalizadas por todo el espectro político. Somos factorías de nuevo tipo, y si no lo vemos es simplemente porque tenemos los ojos domesticados, es decir acostumbrados, a miradas y criterios antiguos, que ignoran lo ecológico y en especial lo nacional, a la vez que priorizan lo social y los derechos supuestos de las minorías. De qué sirve me pregunto, resolver el problema de la empresa Bruckman o establecer el matrimonio homosexual, cuando somos una factoría? Sirve sí a quienes se obstinan en poner la atención del común en las parcialidades y en los fragmentos, para que el conjunto no se vea, de esa manera se disuelve la voluntad de ser nación y pueden medrar los diversos progresismos…
Debemos desarrollar la voluntad de releer la política desde la Ecología y tomar conciencia de que estamos ante un nuevo paradigma, para de esa manera, poder salir de la confusión ideológica en que nos sumen las matrices de pensamiento de los años sesenta y setenta. Estamos ante un paradigma no progresista; un paradigma de Decrecimientos y Ecolocalismos; un paradigma de nuevos nacionalismos populares que nos recuerdan los procesos de Liberación Nacional de la posguerra; un paradigma de extendidos sentimientos libertarios o asamblearios y de búsqueda de las identidades culturales profundas. Debemos aceptar la actual Complejidad, tanto la complejidad de las realidades globales como la Complejidad de los pensamientos con que podríamos hacer frente a esas realidades globales... Unos, los progresistas, pretenden liderar un proceso que podríamos llamar de “emancipación”, y que implica recoger desde la izquierda ciertos mandatos incumplidos de la burguesía, al menos en su cosmovisión urbano / industrial y de crecimiento, que implica asimismo satisfacer muchas de las reivindicaciones de las minarías y ello conduce a una mayor fragmentación de la Sociedad y al olvido de todo destino común… Nosotros, mientras tanto, nos proponemos continuar levantando las propuestas de Liberación y decolonialidad. Decolonialidad o decolonización, tal como alguna vez las planteara F. Fanon y J.J. Hernández Arregui, y que toman forma actualmente en las propuestas de Soberanía Alimentaria, en el arraigo a la tierra y en el buen vivir o acaso en su versión argentina: procurar por sobre todas las cosas, la felicidad del Pueblo… No es lo mismo entonces, la Emancipación que la Liberación… aunque a veces se marche mezclados, aunque compartamos consignas y pasiones… y además, cada día que pasa es menos y menos lo mismo… todo espacio de debates ayuda a recrear un incipiente paradigma que abre cabezas pero que, sobre todo, abre horizontes nuevos…


Jorge E. Rulli
24 de Junio 2010
Fuente : http://horizontesur.com.ar/radio/














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VOLVÉ, DIEGO, VOLVÉ
(por Jorge Torres Roggero)







Este poema fue publicado en mi libro Eucalypto y otros poemas a comienzos de los 90. En ese momento, Diego Maradona era denigrado en Europa. Argentinos vergonzantes destilaban ríos de tinta tóxica y negra mala leche. Entonces, escribí de un tirón el poema y lo separé en dos partes según una inmemorial retórica. La primera parte es una “declaración del tema”. Da mi versión del contenido de la segunda, que en realidad, fue escrita en primer término. La poética que me dictó ritmo y materia, ahora lo juno, es la del “arraigo” como diría el inolvidable Rodolfo Kusch.
Declaración del tema:
El caso Maradona me pegó en el alma. Siempre vi al Diego como a un argentino sin doblez, cuya fuerza residía en sí mismo, en su familia, en un amplio seno cultural del que se sentía parte y que lo protegía adonde quiera que fuera. Y le pasó lo mismo que a nuestro pueblo. Lo tentaron las luces de un supuesto Centro, los espejitos de colores: quiso ser lo que no era. Y entonces lo condenaron y lo echaron al infierno. Arrancado de raíz, su barbarie fue un estorbo y no una fuerza. Pero siempre se puede volver al “ser-que-somos”, al sólo estar en que uno se edifica a sí mismo, donde la antigua semilla halla tierra propicia para el fruto.










Volvé, Diego, volvé






1
Nuestros antepasados, caro Diego,
se largaron de allá porque ya no bancaban
la malaria sin término, la policía brava,
la corrupción de arriba, la ley del gallinero.
Aquí se entreveraron con los que estaban de antes
y en cálido amasijo con la carne doliente
de este lado y del otro, de padentro y pajuera,
de anteayer, de mañana, de hoy y quiénsabecuándo,
hicieron este pueblo que te lleva en su entraña
y es el pulso invisible de tu zurda de oro
que desanda la huella del alfabeto pánico
que (Rubén me perdone)
resonaba en las sabias sandalias de Platón
y en la planta descalza de Netzahuacoyotl




(“…sos una flor de yuyo
que perfuma el corazón…”)









2
Por eso, caro Diego, venite con nosotros,
aquí tu vieja tiene los brazos siempre abiertos
y entrarás en su seno como en la bombonera
cuando subleva cánticos la alegría del pueblo.
Picará su redondo alborozo el de la zurda,
florecerá el baldío de tu alma que en Europa
apagó el chisperío matinal de tu risa; secó sin compasión
campanillas rosadas (intimaban con tapias
que a Georgie emocionaron: “fue un instante
no avaro de eternidad”, decía); dejó morir de pena
pálidas madreselvas que entoldaban de fresco
el amargo que al viejo le templó el desamparo.
¡ En Fiorito te espera escondida en un tarro
una estrella de trapo más hermosa que el sol,
jugosa como el fruto que se oculta en el aire
de la pollera alada que te ampara y alienta!




(“…sólo una madre nos
perdona en esta vida
es la única verdad
es mentira lo demás…”)








3
Volvé, volvé, Pelusa, remontaremos juntos
los ríos que nos dieron un nombre y un destino.
El surubí te espera con su piel misteriosa
donde están dibujados tu futuro y el mío.
(Saludamos las señales de humo de tu pipa,
oh viejo Marechal, compañero y hermano
del fuego y la esperanza.)
El gran pez que en su agalla porta una cruz de oro
a remontar te llama la furiosa corriente,
a recobrar la oculta fuente de tu alegría
donde bebe el guasuncho en cuya frente esplende
el carbunclo de sangre que espanta los demonios
cura el daño y protege de la envidia.





(“Siempre siempre la oruga
quiso ser mariposa
que lo digan Discépolo
y el bandoneón”)








4
Volvé, volvé, Pelusa, ya hiciste la difícil,
¡qué caño le pusiste al Norte y al jet set;
le gambeteaste todo al tano y al inglés!
Pero no nos piyemos de prepotencia hermano,
(que lo digan los chicos que semillan bandadas
en la húmeda negrura de la turba y la bruma)
nada de magia blanca, nada de magia negra,
el arma que nos arma nos sale bien de adentro,
la cuestión es pisarla,
tenerla,
hacer la pausa,
tocarla de taquito,
bolear de mediavuelta,
amagar con la zurda,
darle con la de palo,
hamacarse,
poner el freno,
hacer arar el pasto,
desbordar por la punta,
tirar centro pasado,
pisar fuerte en el área,
sentir olor a gol,
gritarlo desde el alma antes que la redonda
se morfe los piolines,
pero eso sí, Pelusa, como vos lo inventaste
siempre con la cabeza levantada, ¡siempre!




(San Juan Moreira ora pro nobis,
ora pro nobis Namuncurá….)











Jorge Torres Roggero, 1991, Eucalypto y otros poemas, Córdoba, Ediciones Argos.













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2 POEMAS DE JLPO






Los julios ...































Los julios tienden
a repetirse:
frios, secos,
dias y noches
eternas, inacabables.
A veces nieve,
pero siempre viento,
tristeza, dolor.






Noches de dolor,
de tortura, de
intenso miedo,
frìo y soledad
en el pàramo
de los llanos
en oscuridad.






Metrallas, gritos,
risas cobardes
en el Bajo tenebroso
del martirio.
Voces de mando,
Motores en marcha.
La tragedia
ha sido consumada
otra vez...








Josè Luis Planas Osorio
Cruz del Eje, 18 de Julio 2010 .-






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EVITA, simplemente ...







Oscuridad
Vacio
Luz
Fuerza
Coraje
Orgullo
Ambicion
Amor
Poder
mas Amor
Lucha
mas Amor
mas Lucha,
mas Fuerza,
mas Poder.
mas Amor.
Oscuridad
Vacio
Muerte.
mas Luz , mas Amor ...




Josè Luis Planas Osorio
Cruz del Eje, Julio de 2010









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Macedonio Belarte
AÑO V - Nº LVIII - SÀBADO, 31 DE JULIO DE 2010
Revista Digital de Cultura de Cruz del Eje
Arte, Cine, Literatura, Música, Poesía, , Historia, Tecnologìa, Política, Filosofía

Sumario:
Tierra adentro. 01 / El enigma de la cultura negra en Còrdoba. 05 / Còmo desesperar completamente. 07 / La realidad y la piedra. 09 / ¿Existe un derecho a la diferencia? 12 / I`m your man- Leonard Cohen.16 / Acerca del Reino de Renania. 17 /La unidad de peronismo, por Antonio _Cafiero. 21 / JOSE SARAMAGO: Experiencia y reflexiòn en los altos años. 24 / Interna peronista:¿Los separa un abismo?. 27 / Y uno aprende...el poema apócrifo de Borges. 29 / “El hombre de clase media es un delator”. 32 / Una lectura polìtica del Mundial, por Enrique Lacolla. 34 / MODELOS ALTERNATIVOS Y ALTERNATIVAS AL MODELO, por Jorge Rulli. 37 /
Volvè, Diego volvè, por Jorge Torres Roggero. 39 / 2 poemas de JLPO. 41

26 de Julio



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